martes, noviembre 22, 2016

Si Donald Trump insiste en aplicar su política racista



Si Donald Trump insiste en aplicar su política racista, discriminatoria y excluyente,  le haría un gran favor a la humanidad ya que puede llevar a los Estados Unidos de Norte América a su disolución y se cumpliría  la profecía  de algunas pitonisas que han profetizado que el último presidente de ese país seria negro.

Domingo Acevedo.

Nov/16


TORBELLINO DE SOMBRAS





Piedra resplandeciente 

girasol solitario 

eco de lágrimas roto por la ausencia 

espada vencida por la gloria 

torbellino de sombras 

relámpago mineral 

barco de hielo 

derretido horizonte de fuego 

boca llena de una luz vegetal 

lágrima de cera 

sonido de tamboras en la voz 

trapiche desolado 

cañaveral herido por un sonido de cadenas rotas 

danza victoriosa 

océano púrpura 

litoral de cenizas 

y detrás de los espejos de humo 

sonámbulos cadáveres se desnudan 

en la media noche y hacen el amor 

a las estatuas del parque mirador 

y más allá 

del resplandor amarillo de las olas 

que iluminan el amanecer 

el alba tiende sus sábanas rosadas 

sobre un cielo tapizado de mariposas 


Domingo Acevedo.


Palabras de amor * Amaya y Joan Manuel Serrat

La ruta de mata Grande al pico Duarte.



Brigada Cimarrona Sebastián lemba.


Ecológica, social, progresista.

Pico Duarte 2017 de  San Juan a Jarabacoa

La ruta de mata Grande al pico Duarte.

Una de las rutas más hermosa es la que va de Mata Grande, Pico Duarte,  Compartición, la Cienaga, ubicada en el parque nacional Armando Bermúdez, es sin temor a equivocarme el que tiene la vegetación más exuberante y los paisajes más espectaculares y en donde usted puede encontrar naranjas y limones dulces entre otras frutas, para entretener el hambre y la sed.

Se sale de Mata Grande, en donde se puede amanecer el primer día o seguir hasta Loma de Oro que son aproximadamente seis kilómetros, en donde se puede pasar la noche para reducir distancia hasta la Guacara. Antes de llegar a Loma de Oro se pasa por la caseta de Medio Ambiente en donde se hace una parada obligatoria, allí los guardias forestales revisan que el permiso de entrada al parque este en orden. De Loma de Oro hasta la Guacara hay alrededor de catorce kilómetros de hermosos paisajes, que por momentos hacen que uno olvide el cansancio y dejan en el caminante la sensación de que están en el paraíso, esta ruta y la de la Ciénaga son las más frecuentadas.

De la Guacara al Valle del Bao hay doce kilómetros hasta llegar a los 1800 metros sobre el nivel del mar. En la medida que te adentra entre las montañas el paisaje te va absorbiendo hasta hacerte olvidar lo largo y agotador del camino, de repente ante ti se descorre la cortina vegetal de árboles, cortezas y hojas para dar paso a un deslumbrante valle de pajones, es el Valle del Bao, bordeado en uno de sus extremos por un río del mismo nombre, en este refugio algunos excursionistas se quedan más de un día para disfrutar de las aguas refrescantes del río, y de lo espectaculares amaneceres en el valle del Bao.

Del Bao hay diez agotadores kilómetros de una subida interminable hasta la cima de la pelona, desde donde, sólo quedan tres kilómetros hasta la cúspide del Pico Duarte, en los últimos años los incendios han mermado un poco la belleza de esta última etapa del trayecto, subir la loma del coñaso, pasar por el conuco del diablo, que es una parte de la pelona poblada de piedras calcinadas y árboles retorcidos que dan al lugar un aire misterioso, tomar un poco de aliento en la caseta del Valle De Lilís, para entonces avanzar entre la neblina de la tarde hasta coronar el sueño de llegar a la meta, alcanzar la cima que a muchos a costado sudor, cansancio, dolor, sacrificios y porque no, algunas lágrimas secretas, se que es así, porque en más de una ocasión en las noche he escuchado a alguien sollozar en secreto.

Ya en la cima, tocar las nubes con nuestros sueños, sentirnos más cerca de Dios, mirar la pelona imponente, los abrazos, el jubilo la emoción de los que por primera vez conquistan la cima del pico Duarte y sobre todo las acostumbradas fotos y después el regreso, algunos se devuelven hacia Mata Grande pero yo prefiero continuar y dormir en Comparición y al otro día continuar hasta la Ciénaga.

En la Compartición confluyen muchos excursionistas que vienen desde diferentes puntos, unos que van y otros que ya vienen de regreso, en el lugar de la fogata, en las noches, se comparte con muchas personas a las cuales posiblemente no volveremos a ver nunca más, ya al otro día después de una fría noche, hay que levantarse bien temprano para emprender el regreso, hacer el desayuno, levantar el campamento y ya a las seis empezar a subir la Vela, que es todo un espectáculo: contra la penumbra del amanecer los caminantes con sus focos en sus manos se alargan en una larga procesión de luz hasta la salida del sol.

La Vela es el último gran esfuerzo, luego el camino se alarga en una sola bajada hasta la Ciénaga. De camino, en Agüita Fría se hace una parada para llenar los envases con agua fresca, es en este lugar en donde nace el río Yaque del Sur y donde se registran muy bajas temperaturas, después de tomar agua y comer algo, se continua bajando hasta el cruce, es aquí en donde el camino tuerce hacia le Valle del Tetero.

Del cruce uno se programa para llegar hasta los Tablones de un sólo jalón, realmente no es así porque el cansancio de la larga jornada nos impone más de un descanso, aunque algunos caminantes, lo más fuertes, llegan de la Compartición trotando hasta la Ciénaga. Últimamente el camino del cruce hasta más allá de los Tablones está intransitable por el lodo, producto de las lluvias, el paso de las personas y los animales, es por eso que al llegar a los Tablones se hace necesario un buen baño para quitarse el lodo acumulado durante el trayecto.

Ya en los tablones, algunos se dan un merecido baño, un descanso sí es necesario para todos, para después comenzar a descender con más calma y empezar a mirar hacia atrás con cierta nostalgia, ya este es el último trayecto: de una tupida vegetación y árboles frondosos que se entrecruzan, formando sobre nuestras cabezas un arco vegetal, en este ultimo tramo del camino siempre encontramos niños de harapos vendiendo frutas de lástima con la esperanza de conseguir algunas monedas para engañar el hambre de toda la vida, algunos no venden nada, arrinconados junto al camino, extienden sus manitas tiernas, y dicen a los caminantes, “denme algo” sus miradas tristes, sus cuerpecitos endebles y desnutridos, desde la primera vez que los vi los llevo clavados en mis recuerdos.

Ya en la Ciénaga, cruzamos el puente de árboles caídos, pasamos frente a la caseta de medio ambiente y continuamos hasta el centro del pueblo en donde acomodamos el equipaje mientras llega el transporte que nos llevará de regreso a la capital. Algunos mientras llega la guagua, se toman una cerveza, algún refresco, comen algo o van al río disfrutar de un buen baño, sólo es cuestión de tiempo para volver a la prisa y la locura de la ciudad, pasarán algunas noches después del viaje en que la mente mientras dormimos irá recreando en el inconciente todas las vicisitudes del viaje.

Este relato, lo dedico a Vitico y a Ramón guías de Mata Grande y Pedrito de la Ciénaga.



Domingo Acevedo
829 568 3544
Domingoacv2@gmail.com

www.brigadacimarronasebastianlemba.blogspot.com















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