1/ Eco de eternidad 
 
Eco de eternidad que brota de mi voz
tibio reflejo de luciérnagas en la
noche 
faro que guía los fantasmas perdidos en mi
memoria 
telaraña divina que atrapa ángeles
caídos 
árboles de cenizas 
huellas de cíclopes moribundos 
centauros que cabalgan en las infinitas
praderas de la utopía 
hacia el olvido 
2/ Color del otoño
La noche es un árbol que florece en el mar 
sus ramas repentinamente concéntricas 
humedecen con sus sombras   
todos los confines del universo  
sus hojas  
pájaros color del otoño 
picotean las paredes de la ciudad  
que la quimera forró  
de mariposas  
3/ Noche póstuma
Tronco de árbol perezoso 
que crece en el bosque de la nostalgia  
raíz de agua luminosa  
enredaderas de sombras  
noche póstuma 
hoguera celestial  
enluta la primavera  
la sangre de la humanidad 
herida por las guerras
4/ Pies de cíclope
 Aureola de sangre 
ojos de sal derritiéndose en la noche  
lengua mineral y salobre 
víscera de animal feroz 
dientes de vampiro sediento   
corazón de hombre cruel  
manos asesinas 
aliento pestilente 
boca de palabras endemoniadas 
pies de cíclope derribado 
brazos de Sansón ciego 
muchedumbre acorralada y temerosa 
es la humanidad
5/ Rayo carnívoro
Lluvia de sal sobre la primavera 
rayo carnívoro que muerde  
el corazón tierno de las nubes  
anfibios sollozos perforando la noche 
piedra de sacrificio  
iluminada por la sangre de un sol ciego 
virgen descorazonada  
por los demonios de sus deseos  
ángeles mutilados por el pecado 
ojos que miran desde la ausencia de la muerte 
hombres consumidos en su ego 
niños heridos en su inocencia por la guerra 
y más allá de la ira y el odio 
una bandera blanca ondea en mi corazón
6/ Espejo de la muerte  
 
La luz cristalizada en una lágrima  
Apuñaló la carne 
bronca la sangre al tocar la tierra  
se levanta es sí misma   
parpadea frente al espejo de la muerte  
se ruboriza 
y luego regocijada y sin prisa 
se aleja 
7/ Excepto mi voz
 Las llamas en el fuego envejecen  
son cenizas disecadas en el viento  
blanco perfil del humo  
esqueleto dormido al filo del silencio  
todo lo consume el fuego  
todo  
excepto mi voz
8/ Las cenizas de mis sueños 
He venido a edificar sobre las cenizas de mis sueños  
un monumento a la muerte  
a la terrible muerte  
a la que tiene mil ojos diseminado en el viento 
la que me vigila desde mis adentros  
la que se alimenta desde mi silencio 
la que se muta en mis sentimientos  
la que se prostituye con el tiempo 
la humanamente inhumana muerte  
la que seduce y no da tregua 
9/ Ruge la luz
Tumulto de colores  
la tarde se inunda de primavera 
oleaje de mariposas   
estrellándose contra los imaginarios acantilados 
de tu mirada 
en donde el viento clarea el horizonte  
donde el sol 
con un olor a flores fosificado 
parece una moneda suspendida en la nada  
ágata que se rompe en la mirada de un ángel 
ruge la luz  
al compás de los tambores del silencio  
la noche hace su entrada triunfal 
10/ hace tiempo 
 Parece que aquí  
todos murieron hace tiempo  
solo queda un gran árbol  
de cadáveres suspendidos en el aire  
 
11/ Es que de pronto
 
Es que de pronto la sangre  
absurda 
irreverente  
inoportuna  
iluminó con su temblor repentino  
al día renovado en el odio 
12/ Alborada de humo 
 Escupitajo de silencio  
alborada de humo esfumándose  
detrás de los espejos distantes de la nada 
luna devorada por los cocodrilos amarillos  
del pantano nocturno  
luz herida por la luz 
anacahuita perenne  
tamboras congeladas  
en los sonidos azules del agua  
lluvia de sal  
volcán que eructa polvo  
azufre 
fuego  
y sobre la ciudadela de cristal de mis fantasmas  
desnuda 
una virgen permanece sentada 
en el trono de ámbar de mi soledad 
13/ A pesar de los pesares
 
          I         
Te amo desde la plenitud
de mi soledad
en ella naufragaron barcos invisibles
sus tripulantes remotos
se resisten a morir
ahogados en el tiempo
y chapalean desesperados
en la nada
tratando de sobrevivir
al canto sublime de las sirenas
que en silencio los seduce
 
          II
 
Te amo y este siglo que palidece
al borde del abismo
me arrastra hacia un ocaso
de mariposas muertas
donde el hielo de la noche
guarda el rostro azorado
de los niños muertos
por el furor milenario
de un hambre atroz
que tritura los sueños
de las breves prostitutas
 
   III
 
Que en una ciudad junto al mar Caribe
en un frío malecón
por unas monedas venden ternura
a hombres solitarios y tristes
que se deshacen de placer
en el sexo muerto de las niñas pálidas
que en las noches lívidas
del último otoño
hacen turno para morirse de sed
ahogadas en las sombras
de una ciudad diluida
entre caricias fingidas
y túneles infinitos y estrechos
por donde se les escapa la vida
a gotas de sangre y semen
 
          IV
 
Te amo a pesar del odio
de los hombres que me apartan de ti
y me atan al olvido
y me empujan al vacío
de un siglo casi muerto
donde soy testigo de mi propia soledad
y donde se mueren las flores
marchitas por el peso
de una primavera de sangre
14/
Guerrero de ébano
I
Las
huellas heridas de un centauro
Se
pierden entre la espesura del bosque
dejando
un rastro de sangre en la mirada azorada de sol
qué
triste se esconde detrás las montañas
que
sirven de escondrijo a la muerte
que se
enseñorea en su trono púrpura
y cabalga
implacable contra los guerreros de ébano
que en
Bahoruco
se
negaron a deponer las armas
y
siguieron el rumbo inexorable de la historia
II
decapitado
Lemba
su cabeza
en la puerta de la ciudad amurallada
es un
trofeo a la ignominia
mientras
el último cacique
vencedor
póstumo de su raza
acongojado
y solo
recostado
en sus recuerdos
termina
sus días en el delirio de su traición
mirando
con pena
cómo los
últimos remanentes de su tribu
se
diluyen en el tiempo
15/ Diciembre del 1963
En las montañas lejanas
grises 
y frías
de un diciembre remoto
a pesar del tiempo transcurrido
el viento del invierno
aún florecen amapolas
en un bosque
bordado de rizos tiernos
de lluvia y rocío
donde el alba es una cascada
luminosa de colores
horizontalmente líquidos
sobre el claro amanecer del sacrificio
que hizo posible la esperanza
de un nuevo amanecer
en este siglo salpicado de sangre
conmovido por un horario de lágrimas
que se alargan hasta alcanzar
el lívido reflejo de las orquídeas rotas
cuyo dolor conmueve el vuelo
transparente de las mariposas 
que brotan eternas de los ojos
de los guerrilleros asesinados
en las frías montañas
de un diciembre amargo
petrificado en el tiempo
repetido pertinazmente 
para que el odio no convierta
el dolor en una máscara
donde se esconda el amor necesario
para liberar la patria
A Manolo Tavarez Justo y a los que junto 
a él se inmolaron en las escarpadas montañas de
nuestro país.
16/ 
Exilio II
Hoy añoro mi patria
desde la distancia más honda
que habita en mis recuerdos
mi patria herida
por el frío cristal del odio
herida por la humanamente 
inhumana muerte
que persigue y aniquila
a los que levantan en sus manos
la bandera multicolor
de la esperanza
la muerte enseñoreada
en su incansable maldad
la que sin tregua traspasa el tiempo
hasta el último aliento de la vida
la muerte regocijada
en su trono púrpura
escupiendo azufre
sobre el fervoroso sueño
de la multitud
la muerte
la incansable muerte
la que se esconde
detrás del estridente destello
de la metralla
la que danza alegre
al compás fúnebre de la sangre
la muerte
la que aniquila y destierra
la muerte
la fatídica muerte
la verdadera muerte
hoy añoro mi patria
desde la distancia más honda
de esta ciudad en la que habito
en México o Praga
en París o Costa Rica
en Argentina o Chile
las calles serán siempre
igualmente solas y tristes
Dedicado a Roque Dalton
17/ Evidencia fatal
Náufragos azules vomitan estrellas
en el mar de la noche
la aurora ajena a nuestro dolor
se repite cada amanecer
más allá del horizonte
donde los gallos despiertan
con su canto el día
donde todavía la alegría
se ahoga en lágrimas
y el alma nos duele en la nostalgia
cuando el recuerdo
de Juan Ramón
Carlos
Pedro Livio
y Ezequiel nos abruma 
y octubre 
evidencia fatal de su partida
es un largo camino de lirios
y cruces hacia la eternidad
por donde partieron llenos de gloria
vestidos con sus trajes de neblina y rocío
hacia la historia
Juan Ramón
Carlos
Pedro Livio
y Ezequiel
A los compañeros caídos en Nagua
Domingo Acevedo.