sábado, febrero 02, 2013

HOY QUE GUANCHO NO ESTA.


HOY QUE GUANCHO NO ESTA.

Guancho fue una de los pocos seres humanos con las que compartí retazos de mí vida, no fuimos niños de escuela. Nuestra infancia estaba diseminada por todo el monte, entre los conucos y los potreros, entre la maleza y los árboles perdidos bajo el sol ondulante de la primavera, entre los maizales dorados de mayo y los pastos de la tierra encantada donde, el tío Juan y el tío Alberto, nómadas peregrinos del alba, apacentaban  sus vacas.

Nuestra infancia todos los días se perdía por los infinitos senderos que recorríamos descalzos  detrás de la quimera, ensimismados en las historias que nos contaban  los abuelos que prisioneros de una gloria ya perdida en el ocaso de sus vidas todavía viven prisioneros de sus sueños.

Hoy que guancho no está, lo recuerdo, porque él siempre quiso estar a mi lado, compartir mi soledad  y mi tristeza, esa tristeza que él nunca entendió y que me acompañaría por el resto de mi vida. Recuerdo que recorrer el monte era nuestra única obsesión, trepar por  los árboles hasta alcanzar las nubes, hacernos invisibles entre las hojas y el viento y perseguir a los viajeros  hasta más allá de los límites de nuestras tierras, jugar con las mariposas y los pájaros y después de perseguir inútilmente a los fantasmas de nuestros abuelos, por los infinitos senderos de la fantasía, tendernos boca arriba sobre el pasto a soñar con la felicidad, que la abuela Mamá tita nos decía que estaba más allá del horizonte y que nunca, por más que la buscamos no  pudimos encontrar esa señora para regresarla a la aldea.
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Domingo Acevedo.

El derecho a vivir con dignidad.

Un día, los pobres, los hijos de nadie, los parias, tendrán necesariamente que tomar las calles, para conquistar por las buenas o por las malas su derecho a vivir con dignidad.

Domingo Acevedo.

tu cuerpo desnudo.




En las noches
petrificado tras el cristal de mis recuerdos
tu cuerpo desnudo danza en la penumbra del tiempo

Al embajador de Canadá en la Rep. Dominicana.

AL EMBAJADOR DE CANADA EN EL PAÍS. 

hay que decirle al embajador de Canadá, que somos una nación libre, que la Barrick Gold es una estafa a nuestro país, que aquí hay personas con mucha dignidad, que lucharemos hasta las ultimas consecuencias contra ese emporio minero, caracterizado por el saqueo de las riquezas ajenas y por llegar hasta el crimen contra los que se oponen a ella.

Domingo Acevedo.

Dos poemas, una historia.


LA MUERTE DEL CHIVO

Después de la muerte del chivo volvimos a vivir  a las Esperilla
construimos sobre las cenizas de la tierra arrasada nuestros sueños
atrás dejamos toda la nostalgia del mar
el fuego de los atardeceres consumiéndose en sus aguas azules
olvidamos el martirio de la soledad y el hambre 
con nuestras manos hicimos posible que la primavera
floreciera nuevamente
volviendo  a ser felices en nuestra vieja sociedad conuquera
donde el trueque era una cotidiana actividad comercial
y la abuela mamá tita y el tío Juan regían el destino
de todas las cosas
éramos una  familia y dos apellidos
Acevedos y Paniaguas
y nuestra historia  estaba íntimamente ligada a la Esperilla
la tierra que tanto amaron nuestros abuelos 
porqué según la abuela Mamá tita en ella había nacido
la abuela de la abuela de su abuela
así resumía ella el tiempo
y tal vez por eso en las tardes legendarias por el camino real
veíamos pasar en grandes caballos blancos
los espíritus de de nuestros antepasados diciéndonos adiós
con sus manos pálidas de muertos
ellos siempre lucharon contra el tiempo
pero ignoraban que su peor enemigo no era el tiempo
sino el olvido


Domingo Acevedo.





EL REGRESO

El regreso fue feliz
desenterramos nuestros sueños petrificados debajo de la tierra 
con nuestra alegría poblamos  los espacios de la ausencia
y volvimos a correr por los caminos interminables del botao
a buscar mangos y aguacates en el fundo de la abuela
a levantarnos tempranito a  buscar la leche donde el tío Juan de la Rosa
a buscar agua al hotel el embajador
volvimos a caminar por los senderos de los sueños
con el alma salpicada lunas  y  estrellas
recuerdo las mañanitas frías
las horas memorables del rocío
nuestros viajes interminables hacia los amaneceres rosas de abril
las mariposas amarillas
el olor de las guayabas
mayo que tejía con hilos de plata los colores de la primavera
con diciembre llegaba la época del amor y la nostalgia
yo siempre me dejaba vencer por la melancolía
de esos  días efímeros
las flores de pascua
el viento del norte que nos endulzándonos el alma
con la tristeza de un siglo enlutado por las guerras y el odio
mientras que en el cielo placido del invierno
 la luna llena
compañera de mis noches alegres
el día de reyes
el ritual
la hierba de guinea
el baso de agua
la meta verde
el cigarrillo crema
el papelito
el desvelo
al otro día la decepción
los reyes no pudieron entrar
León asustó a los camellos con sus ladridos y siguieron de largo 
nos quedaba la tristeza de no entender por que no teníamos
un juguete como los demás niños
tampoco comprendíamos la muda tristeza de nuestros padres
que desesperados nos decían
no se apuren que la vieja Belén pasará
con algún juguete de lástima para ustedes
todo parece tan absurdo después de tanto tiempo
la carretera de caliche
el hotel Embajador
Borronoso
el campo de golf
los transformadores
la escuela
el viejo maestros
que cuando Andrés Longo se emborrachaba lo hacia huir
y tenía que dormir en el monte
doña Erica la esposa del embajador de Alemania en el país
las monjitas de siempre
sor Refugio
sor Milagros
sor Inés 
siempre tiernas y cariñosas
Minó
Pepe el loco
Cohete
los Dendenes dueños de las madrugadas y el rocío
el play a donde íbamos a tirar piedras a la luna
Popó Candela
Damiana la Patana
Mandinga
la vieja Tiesa
Caquín el zapatero plebe  remendón y borrachón
Juan caco de yuca
Guaroita
Juan Barriga
Zira la mamá de Fafa Taveras 
Ulises que alguna vez nos paseó a todos en su vieja motoneta
por las calles de fantasía de la ciudad alegre de más allá de la alborada
mi padrino Higueyano
Chenchita
el tío Gugú
María de los Angeles
Josefita escondida siempre tras un disfraz varonil
el tío Vallejo solitario y tierno
vagando por la tierra que lo olvida
con su saco llenos de sueños tocando puertas
que hace siglos la vida le cerró para siempre
la tía Eufemia
Isidro el caballo
Enrique
Julio 
Guancho
Silvio el hijo de Minta
el tío Rafael
Pichao
todos se dejaron vencer por el tiempo
ahora nosotros luchamos contra el olvido
para que no nos venza la nostalgia 

Domingo Acevedo.

Viva el Che, viva la libertad.






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