LA MUERTE DEL CHIVO
Después de la muerte del
chivo volvimos a vivir a las Esperilla
construimos sobre las cenizas
de la tierra arrasada nuestros sueños
atrás dejamos toda la
nostalgia del mar
el fuego de los atardeceres
consumiéndose en sus aguas azules
olvidamos el martirio de la
soledad y el hambre
con nuestras manos hicimos
posible que la primavera
floreciera nuevamente
volviendo a ser felices en nuestra vieja sociedad
conuquera
donde el trueque era una
cotidiana actividad comercial
y la abuela mamá tita y el
tío Juan regían el destino
de todas las cosas
éramos una familia y dos apellidos
Acevedos y Paniaguas
y nuestra historia estaba íntimamente ligada a la Esperilla
la tierra que tanto amaron
nuestros abuelos
porqué según la abuela Mamá
tita en ella había nacido
la abuela de la abuela de su
abuela
así resumía ella el tiempo
y tal vez por eso en las
tardes legendarias por el camino real
veíamos pasar en grandes
caballos blancos
los espíritus de de nuestros
antepasados diciéndonos adiós
con sus manos pálidas de
muertos
ellos siempre lucharon contra
el tiempo
pero ignoraban que su peor
enemigo no era el tiempo
sino el olvido
Domingo Acevedo.
EL REGRESO
El regreso fue feliz
desenterramos nuestros sueños
petrificados debajo de la tierra
con nuestra alegría
poblamos los espacios de la ausencia
y volvimos a correr por los
caminos interminables del botao
a buscar mangos y aguacates
en el fundo de la abuela
a levantarnos tempranito
a buscar la leche donde el tío Juan de
la Rosa
a buscar agua al hotel el
embajador
volvimos a caminar por los
senderos de los sueños
con el alma salpicada
lunas y
estrellas
recuerdo las mañanitas frías
las horas memorables del
rocío
nuestros viajes interminables
hacia los amaneceres rosas de abril
las mariposas amarillas
el olor de las guayabas
mayo que tejía con hilos de
plata los colores de la primavera
con diciembre llegaba la
época del amor y la nostalgia
yo siempre me dejaba vencer
por la melancolía
de esos días efímeros
las flores de pascua
el viento del norte que nos
endulzándonos el alma
con la tristeza de un siglo
enlutado por las guerras y el odio
mientras que en el cielo
placido del invierno
la luna llena
compañera de mis noches
alegres
el día de reyes
el ritual
la hierba de guinea
el baso de agua
la meta verde
el cigarrillo crema
el papelito
el desvelo
al otro día la decepción
los reyes no pudieron entrar
León asustó a los camellos
con sus ladridos y siguieron de largo
nos quedaba la tristeza de no
entender por que no teníamos
un juguete como los demás
niños
tampoco comprendíamos la muda
tristeza de nuestros padres
que desesperados nos decían
no se apuren que la vieja
Belén pasará
con algún juguete de lástima
para ustedes
todo parece tan absurdo
después de tanto tiempo
la carretera de caliche
el hotel Embajador
Borronoso
el campo de golf
los transformadores
la escuela
el viejo maestros
que cuando Andrés Longo se
emborrachaba lo hacia huir
y tenía que dormir en el
monte
doña Erica la esposa del
embajador de Alemania en el país
las monjitas de siempre
sor Refugio
sor Milagros
sor Inés
siempre tiernas y cariñosas
Minó
Pepe el loco
Cohete
los Dendenes dueños de las
madrugadas y el rocío
el play a donde íbamos a
tirar piedras a la luna
Popó Candela
Damiana la Patana
Mandinga
la vieja Tiesa
Caquín el zapatero plebe remendón y borrachón
Juan caco de yuca
Guaroita
Juan Barriga
Zira la mamá de Fafa
Taveras
Ulises que alguna vez nos
paseó a todos en su vieja motoneta
por las calles de fantasía de
la ciudad alegre de más allá de la alborada
mi padrino Higueyano
Chenchita
el tío Gugú
María de los Angeles
Josefita escondida siempre
tras un disfraz varonil
el tío Vallejo solitario y
tierno
vagando por la tierra que lo
olvida
con su saco llenos de sueños tocando
puertas
que hace siglos la vida le
cerró para siempre
la tía Eufemia
Isidro el caballo
Enrique
Julio
Guancho
Silvio el hijo de Minta
el tío Rafael
Pichao
todos se dejaron vencer por
el tiempo
ahora nosotros luchamos
contra el olvido
para que no nos venza la
nostalgia
Domingo Acevedo.