sábado, agosto 31, 2019

Cimarroneando en el sur.














































Fotos Domingo Acevedo.

Álvaro Arvelo no tiene razón






Juan F. DE la Rosa


En muchas ocasiones Álvaro Arvelo se ha expresado asombrado a través del espacio donde labora, analizando la trilogía integrada por los padres de la patria, el punto que mueve nuestra atención está relacionado a la pregunta que formula el comunicador, cuando se refiere a las fechas natalicias de Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella, su cuestionamiento a la Comisión de Efemérides Patria, porque no difunde o no se declaran días de fiestas nacionales, como ocurre con la distinción que se hace a Juan Pablo Duarte. 


Este razonamiento no pretende necesariamente responder las interrogantes que hace el notable y polémico exponente, esa debe ser tarea de la directiva del Instituto Duartiano, emplazada de manera pública una y otra vez por Álvaro, para que discutan las críticas que él dirige a determinadas actuaciones del ideólogo de la Sociedad Secreta la Trinitaria. Más bien pretendemos reafirmar nuestra adhesión al ideal trinitario, y al mismo tiempo agradecer, a los compañeros de generación, quienes el 4 de septiembre de 1979, allá en El Rosario, San Juan de la Maguana, por votación unánime nos hicieron presidente del Club Juan Pablo Duarte, desde entonces defendemos al líder que inició de manera formal y pública su carrera política aquella mañana primorosa en 1838. 40 años después, estamos en condiciones de observar que el deseo manifestado por don Álvaro, está derrotado por los historiadores más aventajados que han trabajado el controversial tema, veamos:


“Santana y Báez, así como los cuadros jerárquicos superiores con ellos solidarizados, persistían en su idea de que el país no tenia condiciones para la vida independiente y que, por tanto, el camino a seguir era su anexión…Santana inició, impulsado por ese afán entreguista, gestiones con los Estados Unidos y con España…Para el efecto, envió en Misión Especial a Madrid al ex trinitario Ramón Mella, con la precisa instrucciones de solicitar el protectorado y reconocimiento de la República. Olvidando su antigua solidaridad con Juan Pablo Duarte y que Santana lo había condenado igual que al padre de la patria, al destierro perpetuo, Mella aceptó llevar a cabo la proditoria misión…”


Con relación al mártir del Cercado, refiere: “…Si algo fue entonces decepcionante para los hombres que aspiraban a una renovación de la vida política, fue que Francisco del Rosario Sánchez, el ex trinitario, después de haber acompañado a Báez en su decisión de resistir a la insurrección hasta último momento, diera, a raíz del triunfo de Santana, un repentino viraje hacia este, estampando su firma junto a las de las figuras más conspicuas del anexionismo…”


“…Sánchez, quien en 1853 había llamado a Santana padre del pueblo, elegido de la providencia por tantas veces salvar la patria…” 
“Duarte, figura inmaculada que todo lo dio por la patria y es –de todos nuestros próceres- el que más merece el amor y la veneración de las generaciones presentes y futuras, no pudo, pese a que esa fue su voluntad, tomar parte activa en aquella guerra de Liberación Nacional. Después de largos años de exilio, nacidos de la traición al ideal patrio por parte de la burguesía conservadora y proteccionista o anexionista que tomó el mando a raíz de creada la primera República…”


Las citas insertadas están contenidas en las páginas 58, 89 y 106, y 149 de la Obra Sociología Política Dominicana, 1844-1966, volumen I, Editora Taller, 1974, autoría de Juan Isidro Jiménes Grullon.
Los hombres que se quieren equiparar están separados por ideas totalmente contrapuestas, pues aunque se acepte el sacrificio de Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario
Sánchez, en las batallas que los convocó a liberar la nación. Es necesario también ver sus comportamientos posteriores, los cuales obligan a pensar que ambos actuaron sin ningún sentido de la historia, diferente a Duarte, quien relacionaba todo con su labor política, dándole un sentido sagrado, evitó coincidir con sus adversario.

Esto último no importaba a Ramón y Francisco, proceder que al final ha causado las criticas que desde aquellos años vienen sonando, sin que el tiempo haya podido modificar los hechos.


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