Hay varios malentendidos sobre el guabá. A pesar de su temible apariencia, este pariente lejano de las arañas no es venenoso ni tiene una fuerte picada. Tampoco se esconde debajo de la cama para picar, como dice el sabroso merengue de Johnny Pacheco que popularizó Celia Cruz. El guabá pasa el día escondido entre la hojarasca y las piedras, para salir por la noche en búsqueda de insectos y otros animales pequeños. Su preferencia por la oscuridad lo ha llevado a invadir las cuevas, donde abunda y es fácil observarlo en las paredes. Sus principales presas aquí son las cucarachas y los grillos. En total ausencia de luz, el guabá depende de su largo y delicado primer par de patas para palpar en búsqueda de sus presas.
Los guabás pertenecen al Orden Amblypygi de la Clase Arachnida. Mundialmente se han descrito unas 160 especies limitadas a regiones tropicales y subtropicales. Todos caminan mayormente de lado, como los cangrejos. La presa es agarrada y sostenida por los espinosos pedipalpos, de los cuales es imposible escapar. En Puerto Rico hay dos especies de Phrynus, la mas común, que aparece arriba, y P. alejandroi, descrita en el 2010. En la primera y probablemente en la segunda, la hembra carga los huevos en la superfice ventral del abdomen y los recién nacidos suben al dorso del abdomen, donde permanecen durante un tiempo protegidos por su amenazante madre.
Tomado de ediciones digitales.
Este guabá estaba almorzando en una pared de Cueva Tuna, Cabo Rojo. Esta cueva tiene una población grande de murciélagos, por lo tanto hay muchas cucarachas y muchos guabás. Para enfocar conté con la ayuda del Dr. Angel Nieves, quien iluminó al guabá con una linterna. Nikon D90, 105 mm macro, ISO 400, 1/125 s, f/20, flash anular.
Phrynus longipes