viernes, noviembre 21, 2025

Sudán: El Fasher, la herida que será eterna.



La larga batalla por la ciudad de el-Fasher la capital de Darfur del Norte, entre las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) y los irregulares del Grupo de Apoyo Rápido (FAR), terminó por definirse con la victoria de las FAR, quienes lograron tomarla tras dieciocho meses de asedio el pasado veintiséis de octubre, abriendo el previsible ciclo de venganza, que todavía no termina, consumándola con ejecuciones masivas y sumarias. Al plan de limpieza étnica se agregan, desapariciones, torturas y violaciones que todavía sufren los más de los doscientos cincuenta mil civiles que quedaron atrapados tras la retirada de las FAS. (Ver. Sudán: La caída de el-Fasher o cómo exceder el exceso).
Como parte del botín, la población, desde hace casi un mes, bajo la excusa de colaboracionismo con los militares, se convirtió en esclavos de los asaltantes. Mientras, por centenares, los que lograron huir siguen llegando a la ciudad de Tawila, a sesenta kilómetros al oeste de El-Fasher, la que ya se encuentra colapsada por la falta de posibilidades de asistir a los miles de desplazados que han desbordado sus hospitales y comedores.
Más allá de que se presume, con bastante certeza, que Tawila, cuya población hasta el comienzo de la guerra en abril del 2023 no llegaba a los cien mil, hoy sobrepasa el medio millón. La que más temprano que tarde será un próximo objetivo de los paramilitares. Donde se reiniciará el ciclo de muertes, venganzas y desplazamientos que inevitablemente terminará en la frontera con Chad, país que ya ha recibido entre cuatro y cinco millones de refugiados desde el comienzo de la guerra.
En este contexto, se han conocido denuncias por parte de trabajadores de Ongs, que todavía se encuentran en la zona, de que centenares de niños han llegado a Tawila sin padres, ni ningún mayor que los proteja, desde que terminó la batalla por el-Fasher.
La mayoría de estos menores, con grave deterioro físico por hambre, agotamiento, heridas, estrés y con signos profundos de trastornos mentales, tras un viaje donde han visto la muerte de muchos, después de haber sido testigos de la ejecución de sus padres, una vez rendida la capital de Darfur del Norte.
Entre las graves experiencias que vienen padeciendo desde el mismo comienzo del sitio de el-Fasher, en que han sido testigos de una de las batallas más dura y prolongada de la guerra, se les suma el tortuoso tránsito a pie de los sesenta kilómetros del desértico camino hasta Tawila, acompañados por el constantes terror de ser alcanzados por los milicianos de la FAR, o asaltados por bandas de criminales comunes que los secuestran para pedir rescate y de no lograrlo, los trafican como una cualquier mercancía, para todo tipo de trabajo, llegando inclusos a ser vendidos en los mercados de esclavos del sur de Libia, o vendiéndolo a alguna de las tantas milicias que operan en el sector de la triple frontera formado por el suroeste libio, el noreste de Sudán y el noroeste del Chad, cuyo nombre lo define sin eufemismos: “el triángulo inestable”.
Entre los menores recién llegados a Tawila, también hay bebés, algunos con pocas semanas de vida, encontrados entre los cuerpos muertos o agonizantes de sus padres. La organización humanitaria HOPE Sudan informó que al menos doscientos habían sido hallados en esas condiciones.
A Tawila también llegan desplazados provenientes del campo de refugiados más poblado de Sudán, de Zamzam, que con su medio millón de personas se había convertido en el más grande del país, activo desde la guerra civil que se libró entre 2003 y 2005, a quince kilómetros al sur de el-Fashir; desde abril último comenzó a sufrir incursiones constantes por parte de los paramilitares. (Ver: Sudán: Darfur, el déjà vu de un genocidio).
Según otras fuentes, que todavía operan en Tawila, se ha documentado que al menos mil menores llegaron sin ninguno de sus padres; setecientos de ellos, sin siquiera un familiar lejano. Uno de los médicos del hospital local ha reportado sobre niños de apenas cuarenta días, traídos por hermanos, también menores.
Mientras la situación en el interior de el-Fasher, según reportan algunas de las casi cien mil personas que han conseguido escapar en los últimos días, es insostenible. Por lo que un funcionario de Naciones Unidas describió la situación como “el epicentro mundial del sufrimiento humano”. Donde todavía miles de personas permanecen atrapadas y donde las ejecuciones siguen siendo constantes. Al tiempo que se conoce que algunos centenares de vecinos que habían logrado escapar han sido retenidos por patrullas de las FAR en los alrededores de la ciudad, y cuya situación se describe como de “extrema vulnerabilidad”.
Además de el-Fasher, la situación de los Estados de la región del Kordofán, en el centro del país, vecina a Darfur, formada por tres estados, que desde el comienzo de la guerra ha servido como zona de amortiguación entre las áreas bajo el control de las FAR y los estados de Darfur ocupados por las FAR, prácticamente en su totalidad desde el principio de la guerra.
La situación ha sufrido un grave deterioro en las últimas semanas, en los tres estados de Kordofán (Norte, Sur y Oeste), donde se han intensificado los ataques con drones desde principios de este mes. El pasado día tres, un ataque contra la localidad de Sheikan (KdN) mató a unas cincuenta personas.
Localidades como las de Babanousa, Dilling y Kadugli se encuentran sitiadas, impidiendo la llegada de alimentos, agua y medicamentos. Por lo que desde fines de octubre y mediados de noviembre unas cincuenta mil personas han huido con rumbo incierto.
Hacía una nueva escalada.
Mientras la comunidad internacional parece no reaccionar ante el nuevo genocidio de Darfur, como tampoco lo había hecho en el anterior que entre 2002 y 2005 dejó medio millón de muertos. Han comenzado a producir ejecuciones extrajudiciales, con características de limpieza étnica en Kordofán del Norte, por parte de los paramilitares de origen árabe contra población civil étnicamente negra como los nuar y fur.
En este contexto se reportan más envíos de armas y movilización de tropa, como preámbulo de una nueva y gran batalla entre el ejército y los paramilitares.
Una vez más, los irregulares parecen haber cambiado de estrategia. Tras la conquista de el-Fasher, la última de las capitales de los Estados darfuries, se esperaba que concentraran todas sus fuerzas en esa región, en procura de poder exigir a la comunidad internacional el reconocimiento como nación independiente. Aunque, por los últimos movimientos en Kordofán del Norte, la fuerza del seudogeneral Mohamed “Hemetti” Dagalo estaría aspirando a mucho más. Mientras continúa sus ataques con drones a las zonas petroleras en el sur del país.
Oficiales paramilitares han declarado que seguirán atacando en Kordofán, Jartum, a trescientos kilómetros de Barah o a Port Sudan, sobre el mar Rojo, a unos setecientos.
Mientras esto sucede, un compás de espera parece haberse iniciado tras algunas presiones de los Estados Unidos, que propuso la semana pasada un alto el fuego tras los aberrantes crímenes de el-Fasher. Por su parte, también las FAR habrían aceptado la propuesta de Washington. Lo que podría ser un comienzo cierto de negociaciones hacia la paz y la urgente asistencia humanitaria que necesita prácticamente la totalidad de los cincuenta y dos millones de sudaneses. Más allá de que en otras oportunidades han fracasado en innumerables propuestas similares.
Mientras las FAR avanzaron hacia Kordofán del Norte tras la caída de El-Fasher. Con el que consiguieron la toma de la ciudad de Barah, la que las FAS habían recapturado en septiembre pasado, la que con sus cerca de veinte mil habitantes es un enclave fundamental para la comunicación entre Darfur y el centro del país.
Habitantes de Barah, que lograron escapar, han informado que la situación de su ciudad es extremadamente grave, ya que, como en el-Fasher, se replican acciones similares (ejecuciones sumarias, torturas y violaciones masivas) contra quienes son acusados de colaborar con el ejército.
Testigos que permanecieron ocultos por semanas refieren a ametrallamientos generalizados en plena calle contra gente desarmada en procura de alimento. Otros relatan que ciudadanos de Barah fueron asesinados en sus propias casas por milicianos de las FAR, que entraban para saquearlas en procura de joyas y oro o violar a alguna mujer.
Se cree que ya supera el millar los civiles ejecutados en Barah por las FAR, mientras se espera que los paramilitares continúen su avance hacia el-Obeid, la capital de Kordofán del Norte, a poco más de cincuenta kilómetros al sur, que con sus cerca de seiscientos mil habitantes es una de las ciudades más pobladas del país.
La ciudad de Babanusa, en el Kordofán Occidental, donde se ubica una gravitante base de las FAS, ha sido cercada por milicianos de las FAR, por lo que se espera un pronto desenlace. Mientras tanto, en Kordofán del Sur, las FAR, junto al grupo aliado del Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte (SPLM-N), han bloqueado el acceso a las ciudades de Kadugli y al-Dalanj, donde los combates se intensifican, según fuentes cercanas al SPLM-N.
Mientras la guerra sudanesa parece no tener un final, mientras el principal aliado externo de las FAR, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), más allá de los exhortos de la comunidad internacional, continúa proveyéndolos de más y mejor armamento, esta vez por la frontera de Sudán del Sur, ya que su habitual vía, el este del Chad, no solo se encuentra más distante del nuevo frente, sino que está siendo fuertemente monitoreada. Intentado torpemente evitar continuar con una guerra cuya herida será eterna.

Archivo del blog