Un cuento de Jon Kokura.
Cuando Israel Katz se despertó del golpe en la cabeza, estaba atado de manos y colgando de una viga de madera. Tardó algunos minutos en reconocer el lugar donde estaba. La brumosa luz del sol que se filtraba desde el techo apolillado le recordó el viejo granero abandonado.
Desde un rincón del granero un joven negro con lentes oscuros lo miraba en silencio.
--- Si patrón... Yo lo traje aquí.
--- ¡Negro infeliz! ¡Suéltame ya pedazo de mierda!
--- Aún no le he hecho nada patrón...
--- ¿Nada negro de mierda? ¡Me diste un golpe en la cabeza y me tienes colgando como un animal! ¿No sabes quién soy yo?
--- Sé quién es usted patrón... Lo sé muy bien... Usted es el dueño de todas estás tierras y la gente que vive en ellas...
--- ¡Ah! ¡Lo sabes negro piojento! ¡De esta no te vas a salvar! ¡Suéltame! ¡Te lo ordeno!
--- Sé quién es usted patrón... Usted es el hombre que violó a mi madre cuando apenas tenía trece años... Trece años patrón, era una niña, un niña inocente y flaquita como mi dedo meñique... Y usted la violó aquí, en este mismo lugar.
--- ¡Me cogí tantas negras este granero que no sé de cual estás hablando negro!
--- Le estoy hablando de mi madre patrón... Ella se ahorcó a los quince años en la misma viga que está colgado usted ahora...
--- Ah, la negra que suicidó en este granero. Por culpa de ella todos creen que este granero está maldito, y nadie quiere trabajar en él... Tuve que abandonarlo, me salió cara tu madre negro.
--- Aún no paga el precio patrón.
--- Aah... ¿Quieres plata negro? ¿De eso se trata, no? ¡Dime cuanto quieres por soltarme de una vez negro roñoso!
--- No quiero su plata patrón.
--- Entiendo negro, entiendo. ¿Quieres que te dé mi apellido, no? Así cuando me muera heredarás parte de mis tierras. No le voy a dar mi apellido a un negro por muy hijo mío que sea... Eso no va a pasar negro.
--- No quiero plata, ni su apellido, ni sus tierras, no quiero nada suyo patrón.
--- ¿Entonces que quieres pedazo de mierda?
--- Algo imposible patrón... Quiero borrar el color de mis ojos. Mi mamita no se ahorcó porque usted la violó patrón... Ella se mató porque no soportaba mirame a la cara y ver el color de mis ojos. No lo soportó patrón.
El joven negro se acerca al patrón y se saca los lentes oscuros. Israel Katz ve en los ojos del joven sus mismos ojos, azules y fríos como el hielo donde nacen los ríos. Y en ese momento el patrón tiembla de miedo.
--- ¿Qué? ¿Que me vas hacer negrito?
--- Tres cosas patrón, primero con esta navaja le voy a marcar una cruz en la frente...
--- ¡Oh! No...
--- Después le voy a cortar la garganta y por ahí le voy a sacar la lengua patrón... Y por último le voy a circuncidar las bolas patrón. Se que cuando nació le circuncidaron la chota. Debieron circuncidar le las bolas por todas las mujeres y niñas que violó patrón.
--- Hijo... Por piedad, no hagas eso... ¡Déjame ir hijo mío!
--- Usted se queda aquí patrón, desangrándose como un animal, colgando de la misma viga en que se ahorcó mi madre...
Tres días después encontraron a Israel Katz colgado en el viejo granero. Un charco de sangre oscura y espesa lo unía a la tierra como un árbol seco.
La policía del lugar nunca se esmeró demasiado en buscar al asesino.
Dos niñas aseguran haberse cruzado el día que desapareció el patrón con un joven negro en el sendero del viejo granero.
Una de ellas dijo que era un joven alto, delgado y que tenía los ojos azules como el primer cielo de la mañana.
La otra dijo que sí era alto y delgado, que iba cantando una triste canción, pero que sus ojos eran negros.
Negros como una noche sin luna.
Un cuento de Jon Kokura.