Te amo desde
la plenitud
de mi soledad
en ella
naufragaron barcos invisibles
sus
tripulantes remotos
se resisten a
morir
ahogados en el
tiempo
y chapalean
desesperados
en la nada
tratando de
sobrevivir
al canto
sublime de las sirenas
que en
silencio los seduce
II
Te amo y este
siglo que palidece
al borde del
abismo
me arrastra
hacia un ocaso
de mariposas
muertas
donde el hielo
de la noche
guarda el rostro
azorado
de los niños
muertos
por el furor
milenario
de un hambre
atroz
que tritura
los sueños
de las breves
prostitutas
III
Que en una
ciudad junto al mar Caribe
en un frío
malecón
por unas
monedas venden ternura
a hombres
solitarios y tristes
que se
deshacen de placer
en el sexo
muerto de las niñas pálidas
que en las
noches lívidas
del último
otoño
hacen turno
para morirse de sed
ahogadas en
las sombras
de una ciudad
diluida
entre caricias
fingidas
y túneles
infinitos y estrechos
por donde se
les escapa la vida
a gotas de
sangre y semen
IV
Te amo a pesar
del odio
de los hombres
que me apartan de ti
y me atan al
olvido
y me empujan
al vacío
de un siglo
casi muerto
donde soy
testigo de mi propia soledad
y donde se
mueren las flores
marchitas por
el peso
de una
primavera de sangre
Domingo Acevedo.