Recomiendo a los karatekas que se inclinan por la parte competitiva del karate y que a veces son inducidos sutilmente por sus entrenadores a incursionar en esa área, a que no deben olvidarse de la parte tradicional del karate, ya que se compite hasta una determinada edad, mientras que el karate en sí mismo es para toda la vida.
A partir de la edad límite que como atletas tienes para competir, sino has hecho una sólida base en los kihones y los katas, que es donde se aprende y se perfeccionan las técnicas y los movimientos del karate.
A menos que no te quedes como entrenador de competencia, la tendencia es a abandonar el karate como tal, porque en el camino del aprendizaje del arte, arrastraste una deficiencia, que sino tienes la suficiente madurez es difícil de corregir.
Sí te gusta competir hazlo, sin olvidar practicar en el dojo lo esencial, que son los kihones, los katas y el kumite.
Un buen karateka, sí se lo propone puede ser un buen competidor, en cambio un buen competidor necesariamente no será un buen karateka.
Todo dependerá muchas veces del enfoque que dé el sensei a las prácticas de karate en el dojo.
Ya que muchos maestros se inclinan por la competencia, abortando de esa manera la posibilidad de hacer de sus alumnos karatekas reales.
El karate más que un deporte es una una forma de vida, donde entrenamos nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu para pelearnos con nuestro yo interior con la finalidad vencer nuestros miedos, nuestras mezquindades y nuestras debilidades.
Domingo Acevedo.
Feb/2025.
Foto tomada de la red.