Es muy complicado para la mente humana comprender la persona de Dios. Es difícil, a través del razonamiento, entender cómo Dios puede ser al mismo tiempo Padre, Hijo y Espíritu Santo, son cosas que sólo se pueden creer a través de la fe y la revelación.
Pero no nos engañemos, el hombre es también otro de los grandes misterios. La Biblia explica que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, por esa razón nuestro ser es también tripartito, ya que en una misma persona, encontramos Cuerpo, Alma y Espíritu.
En la misma naturaleza encontramos, como ejemplo, el agua, que puede manifestarse en tres diferentes estados, sin dejar de ser agua: en forma líquida, en vapor si la hervimos, o en hielo si la congelamos.
Así pues, cuando Dios creó al hombre, lo hizo de manera perfecta, y lo hizo: Cuerpo, Alma y Espíritu.
1- El Cuerpo: Se refiere a nuestra persona física. En él se encuentran los cinco sentidos, para relacionarnos con el mundo que nos rodea. Es la imagen de quiénes somos y de cómo somos. En nuestro cuerpo, se encuentra el Alma y el Espíritu.
2- El Alma: Está compuesta por la mente, la voluntad y las emociones. En el alma es donde se libran nuestras más terribles batallas personales, ya que a la hora de tomar decisiones, de comprender y entender conceptos y principios, nuestras ideas, experiencias, recuerdos y sentimientos tanto positivos, como negativos, afloran e influencian el ejercicio de nuestra voluntad. El alma es el centro operativo desde el que nos relacionamos con los demás e interpretamos sus actos, palabras como así también las circunstancias que nos rodean de una manera personal, individual y por supuesto única. Es muy importante que nuestra alma actúe y funcione de una manera equilibrada entre los conceptos, verdades, valores, principios, etc. y las emociones y sentimientos que tenemos y experimentamos constantemente. Son muchos los que opinan que la razón siempre debe prevalecer sobre las emociones, pero si me permiten, yo les sugiero que las verdades que creemos y vivimos convivan en armonía con las emociones y sentimientos que ellas mismas generan. Creo que si conseguimos vivir así, nos sentiremos mucho mejor y más felices a la hora de tomar decisiones.
Ahora que conoces el propósito de Dios para tu vida, Él va a estar insistiendo, hasta el último segundo, que permanezcas con vida. Por supuesto Él no te va a obligar. La decisión es tuya. Puedes hacerlo en este momento o cuando quieras, pero asegúrate de que no es demasiado tarde y te pierdas el mejor regalo de toda tu vida.
Si quieres, puedes hablar libremente con Él y decirle algo así: Jesús entra en mi corazón, quiero conocerte y ser tu amigo, obra en mi vida. Perdóname y límpiame por haber vivido de espaldas a Ti. Te necesito para poder entender cual es el sentido de mi existencia. Amén
reflexiones para el