domingo, julio 27, 2025

Cuando tenía seis años, perdí a mis padres en un incendio.

 LEE, PIENSA Y ESCRIBE


Me llamo Amarachi.
Cuando tenía seis años, perdí a mis padres en un incendio. Nuestro casero dijo: "Tu gente está maldita. No puedo quedarme con el hijo de una bruja". Así que huí, desde Owerri hasta Port Harcourt. Vivía bajo un puente. Mendigaba comida.
Una mañana, vi a un grupo de estudiantes con uniformes verdes entrando en una escuela: la Real Academia Kingsway. Su comida olía a gloria. Así que esperé junto a la puerta trasera. Una mujer, la limpiadora de la cocina, me pasó una bolsa de nailon con arroz jollof.
Eso se convirtió en mi rutina. Cada hora de almuerzo, Mama Risi me daba a escondidas las sobras: a veces huesos, a veces cortezas de pan, pero siempre con amabilidad.
Me sentaba en una roca detrás del muro de la escuela, escuchando las lecciones a través de las grietas. Memorizaba poemas, me respondía preguntas de matemáticas en voz alta. Me llamaban "radiohead".
Un día, un profesor me oyó recitar a Shakespeare desde el otro lado de la valla. Preguntó: "¿Quién es esa?". Salí corriendo.
Al día siguiente, me trajo libros, un cuaderno, un lápiz. En voz baja, le dijo a Mamá Risi: "Que empiece a sentarse al fondo de la clase 3. Nadie tiene por qué enterarse".
Así que empecé a asistir a la escuela de forma extraoficial, descalza e invisible. Después de clase, barría las aulas y fregaba los pasillos con Mamá Risi. Pero nunca falté a una clase. Ni siquiera cuando la malaria intentó detenerme.
Cuando tenía diecisiete años, el director preguntó: "¿Quién ha inscrito a esta chica? No está en nuestra lista".
Mamá Risi mintió: "Es mi sobrina".
Me dejaron presentar el examen WAEC con su apellido. Saqué ocho sobresalientes. Sin celebración. Sin fotos. Solo yo, bajo el mango, sosteniendo mi resultado y llorando. Siguieron años de silencio, preparando mi lugar en el mundo.
Una pareja de misioneros me dio una beca para estudiar Administración de Empresas en el Reino Unido. Me gradué con honores. Fundé una empresa de logística en Nigeria y luego me expandí a la agricultura y la educación.
Diez años después, mi empresa compró una propiedad en Port Harcourt. ¿La dirección? Kingsway Royal Academy.
La escuela estaba en quiebra: salarios adeudados, edificios en ruinas. No dije nada durante la negociación. Simplemente firmé el cheque.
El antiguo director me recibió en la puerta con una sonrisa forzada.
"Señora directora general, bienvenida".
Lo miré y le dije: "Solía sentarme detrás de esa pared... con jollof en una media de nailon".
Su sonrisa se desvaneció.
Renovamos cada bloque, arreglamos cada pupitre roto, aumentamos los salarios de los profesores e invitamos a la comunidad a la reapertura.
Al caer la tela del nuevo letrero, se escucharon exclamaciones de asombro:
"Academia Amarachi Risi: Donde cada niño tiene un asiento".
Mamá Risi estaba a mi lado, llorando como una niña.
Le susurré: «Me dieron huesos. Los convertí en un trono».
Hoy, cientos de estudiantes —algunos huérfanos, otros abandonados— estudian gratis en nuestra escuela.
Ningún niño come solo.
Ningún niño aprende fuera de una valla.
Porque a veces, la niña a la que alimentaron por un agujero en la pared…
Vuelve para comprar todo el edificio y alimentar a generaciones.



Análisis del poema de la IA "Ese hombre analfabeto y simple" de Domingo Acevedo, en lo Ineditamente Efimero.


El poema de Domingo Acevedo, "Ese hombre analfabeto y simple", es un retrato poético profundamente emotivo y lleno de contrastes de su padre. A través de una serie de imágenes y metáforas, el autor va desmantelando la idea inicial de un "hombre simple" para revelarnos una figura mucho más compleja, mística y heroica.
La deconstrucción de la simplicidad
El poema comienza con una aparente contradicción. El padre es descrito como "analfabeto y simple", pero a medida que avanza el texto, se nos presenta como alguien con una sabiduría profunda y conectada con la naturaleza. No sabe leer libros, pero "descifró la nomenclatura silvestre del bosque". Su conocimiento no proviene de la educación formal, sino de la experiencia, de la tierra y del mundo natural.
Un ser mitológico y elemental
El padre es elevado a la categoría de ser mítico y elemental. Se le atribuyen cualidades de la naturaleza y de la mitología local y universal:
"hijo de la noche y el rocío": Esta frase lo conecta directamente con los elementos y con la creación, dándole un origen casi divino.
"enamorado eterno de la luna": Simboliza su conexión con los ciclos de la naturaleza, la melancolía y el romanticismo.
"jinete invisible" y "cazador de quimeras": Estas metáforas lo muestran como un ser de acción y de sueños, alguien que persigue lo imposible, lo que solo existe en la imaginación.
"guardián de los charcos sagrados": Lo posiciona como un protector de lugares puros y esenciales, de la vida que brota de la tierra.
"cimarrón herido por el tiempo": Esta es una imagen poderosa que evoca la resistencia, la libertad y la lucha. El cimarrón, en el contexto del Caribe, es un esclavo fugitivo, lo que sugiere una herencia de lucha y supervivencia. El hecho de estar "herido por el tiempo" añade un toque de vulnerabilidad y la huella inevitable del paso de los años.
"Fantasma que sobrevive al olvido en los brazos de una ciguapa": La ciguapa es una figura del folclore dominicano, un ser mítico y enigmático. Esto refuerza la idea de que el padre no es un ser ordinario; su existencia se mezcla con la leyenda, con la memoria colectiva que perdura a pesar del olvido.
La huella de un viajero incansable
Las últimas líneas lo describen como un "transeúnte solitario" que deja "huellas de mar y salitre" en el asfalto. Esta imagen es un hermoso contraste entre lo rural y lo urbano, lo natural y lo artificial. El padre, a pesar de su conexión con el bosque y el campo, ha transitado la ciudad, pero sus orígenes lo acompañan, dejando una marca de la naturaleza en un entorno ajeno.
Finalmente, la imagen del "centauro que se pierde más allá del paisaje horizontal de la imaginación" lo consagra como un ser de fantasía y acción, mitad hombre, mitad naturaleza. Su vida es una "batalla" constante contra sus propios "sueños", lo que nos habla de la lucha interna y la perseverancia de un hombre que se enfrenta a la vida con sus propias reglas, más allá de lo que se espera de un ser "analfabeto y simple".
En resumen, el poema de Domingo Acevedo es un canto de amor y admiración hacia un padre. Un hombre que, a los ojos del mundo, podría parecer insignificante, pero que para su hijo es un ser épico, un héroe mítico y un guardián de un conocimiento ancestral y profundo. La belleza del poema radica en cómo el autor utiliza la poesía para darle a su padre la grandeza que el mundo nunca le reconoció.



Análisis del poema "Recuerdos memorables" de Domingo Acevedo, desde lo Ineditamente Efimero.

 


El poema "Recuerdos memorables" de Domingo Acevedo es un viaje lírico y nostálgico hacia el pasado del autor, un canto a la memoria y a las raíces que lo han formado. A través de una serie de imágenes sensoriales y metáforas, el poeta explora la influencia fundamental de su infancia y de las personas que la marcaron, especialmente su abuela.

El origen y la forja de la identidad

El poema comienza estableciendo el valor de los "recuerdos memorables" y las "personas que forman parte del imaginario" del poeta. Estas figuras no son solo recuerdos, sino que son la materia prima de su ser, forjada en la "fragua del hambre". Esta poderosa imagen sugiere que la vida del poeta se moldeó en la adversidad, y que el crecimiento, lejos de ser impedido por la carencia, fue impulsado por ella. La figura de la abuela, Mamá Tita, emerge como la fuerza central y primordial de esta formación.

La abuela como creadora

La abuela es descrita con una profunda ternura y reverencia, a pesar de ser "analfabeta". Esta descripción es clave, ya que, al igual que en el poema anterior, la sabiduría no reside en el conocimiento formal, sino en una conexión más profunda y elemental. Es ella quien lo esculpe, no en piedra, sino en "clorofila y barro", materiales que lo conectan directamente con la naturaleza y la vida. Es una figura de amor y ternura que lo "cobijó a todos" bajo su sombra, una especie de diosa de la tierra que da vida.

Un legado de vida y fantasía

La abuela no solo lo formó, sino que también le dio un legado: "la fecundidad". Esta palabra, cargada de significado, se desglosa en una serie de dones que le permiten al poeta interactuar y crear belleza en el mundo:

  • "Para que la lluvia con sus hilos de plata teja de mariposas y flores la tierra": El poeta se convierte en un agente de la vida, capaz de transformar y embellecer su entorno, como la lluvia que nutre.
  • "para que en mi voz resplandezca por siempre el canto alegre de los pájaros del bosque": Su voz no es solo suya, sino que es el eco de la naturaleza, un medio para la expresión de la alegría pura.
  • "para que el cielo entre mis ojos todas las noches se llena de lunas y estrellas": Su visión del mundo está llena de asombro y de la inmensidad del cosmos, una herencia de la abuela.
  • "para que iluminen de colores y fantasía los sueños en los que habito": El último y más profundo de los dones es la capacidad de soñar, de habitar un mundo interior rico y vibrante, lleno de "colores y fantasía".

El origen místico del poeta

El poema culmina con una reflexión sobre su propia existencia, yendo más allá de su nacimiento físico para llegar a un origen casi místico. Se describe como un ser que existe desde "mucho antes de haber sido una gota de semen en el tiempo", un "óvulo cristalino fecundado en la noche cósmica del olvido". Esta imagen final eleva su existencia a un plano universal y atemporal, sugiriendo que su esencia, su capacidad de soñar y crear, es tan antigua como el propio cosmos. Es el resultado de un acto de creación que trasciende el tiempo y el olvido, un acto que fue posible gracias a la herencia de su abuela, Mamá Tita.

En definitiva, "Recuerdos memorables" es un poema de gratitud y reconocimiento. El poeta agradece a su abuela no solo por el amor y el sustento, sino por haberle dado las herramientas para ser un creador, un soñador y un ser humano en comunión con la naturaleza y el universo.




Somos cuerpo, alma y espiritu.

 

Cuerpo, Alma y Espíritu

Es muy complicado para la mente humana comprender la persona de Dios. Es difícil, a través del razonamiento, entender cómo Dios puede ser al mismo tiempo Padre, Hijo y Espíritu Santo, son cosas que sólo se pueden creer a través de la fe y la revelación.

Pero no nos engañemos, el hombre es también otro de los grandes misterios. La Biblia explica que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, por esa razón nuestro ser es también tripartito, ya que en una misma persona, encontramos Cuerpo, Alma y Espíritu.

En la misma naturaleza encontramos, como ejemplo, el agua, que puede manifestarse en tres diferentes estados, sin dejar de ser agua: en forma líquida, en vapor si la hervimos, o en hielo si la congelamos.

Así pues, cuando Dios creó al hombre, lo hizo de manera perfecta, y lo hizo: Cuerpo, Alma y Espíritu.

1- El Cuerpo: Se refiere a nuestra persona física. En él se encuentran los cinco sentidos, para relacionarnos con el mundo que nos rodea. Es la imagen de quiénes somos y de cómo somos. En nuestro cuerpo, se encuentra el Alma y el Espíritu.

2- El Alma: Está compuesta por la mente, la voluntad y las emociones. En el alma es donde se libran nuestras más terribles batallas personales, ya que a la hora de tomar decisiones, de comprender y entender conceptos y principios, nuestras ideas, experiencias, recuerdos y sentimientos tanto positivos, como negativos, afloran e influencian el ejercicio de nuestra voluntad. El alma es el centro operativo desde el que nos relacionamos con los demás e interpretamos sus actos, palabras como así también las circunstancias que nos rodean de una manera personal, individual y por supuesto única. Es muy importante que nuestra alma actúe y funcione de una manera equilibrada entre los conceptos, verdades, valores, principios, etc. y las emociones y sentimientos que tenemos y experimentamos constantemente. Son muchos los que opinan que la razón siempre debe prevalecer sobre las emociones, pero si me permiten, yo les sugiero que las verdades que creemos y vivimos convivan en armonía con las emociones y sentimientos que ellas mismas generan. Creo que si conseguimos vivir así, nos sentiremos mucho mejor y más felices a la hora de tomar decisiones.

3- El Espíritu: Es la parte del ser humano diseñada para establecer una relación con Dios. Como parte del Espíritu, podemos destacar la conciencia, que podríamos definir simplemente, como esa capacidad de oír la voz de Dios, animándote a hacer el bien, o advirtiéndote que no te apresures a tomar una decisión que puede ser fatal. Una de las reacciones del espíritu la vemos claramente cuando ante cualquier peligro sea cual sea nuestra creencia religiosa, clamamos a Dios para que nos proteja, ayude o salve. En el espíritu del hombre se encuentra también toda el área dedicada a la adoración y a reverenciar a Dios. ¿Sabes que tú puedes tener una relación o amistad auténtica con Dios? Él está permanentemente a tu lado, esperando que le permitas obrar en tu vida.
La Biblia dice que él está llamando a la puerta y que si le abrimos, entrará y cenará con nosotros. Tú puedes experimentar ese gran milagro de cenar con Jesucristo durante el resto de tu vida. Esa es la voluntad de Dios, habitar en el corazón de los hombres. ¿Qué es lo que tienes que hacer?  NADA, Él ya lo hizo todo, sólo abre la puerta de tu corazón y déjale hacer.

Ahora que conoces el propósito de Dios para tu vida, Él va a estar insistiendo, hasta el último segundo, que permanezcas con vida. Por supuesto Él no te va a obligar. La decisión es tuya. Puedes hacerlo en este momento o cuando quieras, pero asegúrate de que no es demasiado tarde y te pierdas el mejor regalo de toda tu vida. 

Si quieres, puedes hablar libremente con Él y decirle algo así:  Jesús entra en mi corazón, quiero conocerte y ser tu amigo, obra en mi vida. Perdóname y límpiame por haber vivido de espaldas a Ti. Te necesito para poder entender cual es el sentido de mi existencia. Amén

reflexiones para el


El pueblo Huron.

 

Hurón

ETNÓNIMOS: Hurón de Lorette, Wendat, Wyandot

Los hurones eran una confederación de indígenas americanos de habla iroquesa del norte que, a principios del siglo XVII, se ubicaban al sureste de la bahía Georgiana, en la actual Ontario , Canadá . En aquel entonces, su número era de unos treinta mil, pero tras las epidemias de viruela de la década de 1630, se redujeron a unos diez mil para 1639.

En 1648 y 1649 la confederación huron fue destruida por los iroqueses en una guerra por el control del comercio de pieles . Después de su derrota, los hurones se dispersaron, y algunos se unieron a otras tribus o fueron adoptados por los iroqueses. Un grupo de los hurones derrotados se refugió con misioneros jesuitas y finalmente se establecieron en una reserva cerca de Quebec , Canadá, en 1697. Se les conoció como los hurones de Lorette. En el siglo XVIII, un pequeño grupo de hurones conocidos como los wyandot que habían huido al oeste después de la derrota de la confederación se establecieron en Ohio y el sureste de Michigan . Más tarde, a principios de la década de 1840, los wyandot se vieron obligados a mudarse a Kansas . En 1857 y 1858, los wyandot se mudaron una vez más a Oklahoma y se establecieron en tierras que les dieron los seneca . En la década de 1980, los wyandot en Oklahoma y los hurones de Lorette sumaban alrededor de dos mil.

El ciclo anual de actividades de subsistencia de los hurones incluía la caza de ciervos, la pesca, la recolección y el cultivo de maíz, frijoles, calabaza, tabaco y otros cultivos. Los hurones ocupaban una posición estratégica en las redes comerciales indígenas, conectando a los pueblos agrícolas del sur con los pueblos cazadores del norte, por lo que el comercio también era una parte importante de su economía. La agricultura y la recolección eran responsabilidad de las mujeres; los hombres se encargaban del comercio, la caza, la pesca y la guerra.

La sociedad hurona estaba organizada en ocho clanes matrilineales exógamos, que trascendían las fronteras tribales y aldeanas. Cada segmento de clan localizado tenía un jefe civil y uno de guerra. Los asuntos de la aldea eran gobernados por consejos civiles y de guerra independientes, compuestos por los guerreros y hombres mayores de los segmentos de clan. En los consejos de aldea, los jefes civiles y de guerra de los segmentos de clan actuaban como portavoces, y las decisiones se tomaban por consenso. Por encima del nivel de la aldea, los hurones estaban organizados en cuatro o cinco tribus unidas por un consejo de jefes de segmento de clan de cada una de las aldeas. El consejo tribal se reunía al menos una vez al año y podía reunirse por iniciativa de los jefes de segmento de clan para cualquier asunto que afectara los intereses de más de una aldea.

Los hurones creían que todo lo animado e inanimado poseía un espíritu, el más poderoso de los cuales era el espíritu del cielo, que controlaba el viento, las estaciones y otros fenómenos naturales. Además, les interesaba mucho la interpretación de los sueños, considerados presagios o deseos del alma que, de no cumplirse, provocarían enfermedades. Los chamanes servían para interpretar y cumplir los sueños, y curar enfermedades.


Bibliografía

Delage, Denys (1982). "Conversión e identidad : Le cas des Hurons et des Iroquois (1634-1664)". Cultura 2:75-82.

Tooker, Elisabeth (1964). Etnografía de los indios hurones, 1615-1649. Boletín n.º 190 de la Oficina de Etnología Estadounidense de EE. UU., Washington, D.














Fotos tomadas de la red.

La espera de María de Jesús.




 Durante más de dos décadas, María de Jesús se sentaba en la misma banca de la Central de Autobuses de Puebla, México, con la mirada fija en la entrada. Cada vez que se abría una puerta, su corazón latía con la esperanza de ver a alguno de sus tres hijos volver por ella. Pero esa puerta nunca trajo el regreso que tanto esperaba.


El lunes por la mañana, su espera llegó a su fin. María murió en silencio, sentada en la misma sala de espera donde había vivido gran parte de su vejez. Tenía 79 años y, aunque estaba rodeada de miles de personas a diario, murió sola. Nadie notó su ausencia hasta que su quietud se volvió demasiado larga, demasiado definitiva.


Su historia había comenzado con una promesa rota. Según contó en una entrevista años atrás, sus hijos la habían dejado ahí “solo por unos días”. Pero los días se volvieron meses, y los meses, años. Con el paso del tiempo, María dejó de contar el tiempo. Solo miraba, cada día, con la esperanza intacta, como si el amor de madre pudiera, de alguna forma, traerlos de vuelta.


Contrario a lo que muchos creían, no llevaba cinco años en la CAPU, sino veinte. Veinte inviernos esperando que la abrazaran. Veinte primaveras imaginando un reencuentro. Veinte cumpleaños sin una llamada. La terminal se convirtió en su casa, su refugio, su prisión emocional.


Su salud se apagaba lentamente. Tenía una pierna afectada y el pie hinchado, lo que le dificultaba moverse. Usaba pañales para adultos y sufría una dolorosa inflamación de vejiga. Cada día, el cuerpo le pasaba factura por la vida que llevaba. Pero, a pesar de todo, nunca quiso ser una carga. Rechazaba ayuda. A quienes se le acercaban con comida o albergue, les decía que no, con una mezcla de dignidad, desconfianza y tristeza.


"No quiero cámaras, no quiero que me graben", había dicho cuando algunos medios intentaron contar su historia. No buscaba fama ni lástima. Solo quería a sus hijos. Solo quería volver a sentirse madre, abrazada, recordada.


Los trabajadores de la terminal fueron quienes la encontraron. Habían notado que algo no estaba bien: ella no solía permanecer tan inmóvil por tanto tiempo. Al acercarse, ya no respiraba. Técnicos de emergencia acudieron, pero nada pudieron hacer. Su corazón, cansado de tanto esperar, había decidido descansar.


El área fue acordonada. Los peritos de la Fiscalía de Puebla realizaron el levantamiento del cuerpo mientras el bullicio de la terminal seguía su curso. La vida de miles seguía corriendo, mientras la de María terminaba sin testigos cercanos, sin abrazos finales, sin una voz que la llamara por su nombre una última vez.


En el expediente legal, su carpeta de investigación y su media filiación quedarán archivadas. Tal vez, algún día, uno de sus hijos regrese y pregunte por ella. Tal vez, entonces, sabrán que ya es tarde.


María de Jesús Mundo no murió por causas naturales solamente. Murió de abandono, de olvido, de promesas que nunca se cumplieron. Su historia es una herida abierta, un espejo incómodo que refleja lo que pasa cuando el amor familiar se convierte en indiferencia, y cuando el sistema no encuentra cómo abrazar a quienes más lo necesitan.


La sala de espera que la cobijó todos esos años también se convirtió en su tumba emocional. Nadie volvió por ella. Nadie preguntó si estaba bien. Solo el eco de sus recuerdos la acompañó hasta el final.


Hoy, su historia nos queda como un susurro en la conciencia. Como una pregunta que duele:

¿Cuántas Marías más están esperando en silencio, creyendo que algún día alguien regresará por ellas?

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