- Por: Redacción
- En: Efemérides Nacionales
- 19 diciembre 1965 8:57 am
SANTIAGO, el 19 de diciembre de 1965, tropas de las Fuerzas Armadas atacaron en el Hotel Matun de Santiago, a fuerzas constitucionalistas lideradas por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
Entre los muertos en el ataque se cuenta el coronel constitucionalista Juan María Lora Fernández y varios soldados, incluido su ayudante sargento Domingo Antonio Peña. Entre los constitucionalistas se sostiene la idea de que el objetivo al atacar el hotel era matar al líder de los constitucionalistas, el coronel Caamaño Deño.
La del 19 de diciembre de 1965, era una mañana lluviosa y la ciudad de Santiago vivía su rutina, cuando un grupo de militares activos y civiles constitucionalistas fueron emboscados en el hotel Matum en el instante en que se disponían a desayunar a las nueve de la mañana.
El coronel Francisco Alberto Caamaño y los constitucionalistas: civiles y militares que le acompañaban se habían trasladados a la ciudad de Santiago para asistir a una misa y ofrenda floral conmemorativa de los seis meses de la muerte del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, quien cayó en combate en las cercanías del Palacio Nacional el 19 de mayo de 1965.
Fernández Domínguez era primo de Lora Fernández, quien cayó abatido junto a su ayudante el sargento Peña.
El ataque al hotel Matum, fue el primer intento de matar al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, líder militar constitucionalista, por parte de las fuerzas golpistas de 1963 y las interventoras estadounidenses enviadas por el presidente Lindon B. Johnson con el pretexto de salvar vidas.
“Fue una batalla dura, fiera, de momentos muy intensos, desde la mañana hasta entrada la noche, en la que murieron sólo tres de nuestros combatientes, pero les infringimos más de 70 bajas entre muertos y heridos a los agresores”, afirmó Claudio Caamaño Grullón, en una entrevista que dio a Listín Diario en 2012. Fue el último combate de la guerra civil que se inició en abril de 1965 para restablecer el gobierno constitucional del presidente Juan Bosch, que había sido derrocado el 25 de septiembre de 1963.
Ellos odiaban a Caamaño y querían matarlo; no soportaban que se hubiera convertido en el líder nacional que encarnaba las ansias del pueblo y su decisión de tener una Constitución, que garantizara sus derechos y consolidara un auténtico sistema democrático, sostuvo Claudio Caamaño.
A su juicio, no soportaban que el coronel Caamaño, que era miembro del mismo Ejército y que estudió con ellos en las mismas academias, los hubiera vencido en los combates del puente Duarte, la misma tarde del 24 de abril, en decenas de combates en Ciudad Nueva y que les ganara la guerra a ellos y a un ejército de ocupación de más 60 mil soldados”.
El capitán constitucionalista Lorenzo Sención Silverio, testigo excepcional, cuenta que luego de los disparos en el Cementerio Municipal de la avenida 30 de Marzo, descubrieron que “el panteón de Fernández Domínguez había sido minado con poderosos explosivos con la finalidad de cometer un acto terrorista, de consecuencias incalculables, los que fueron desactivados y levantados por nuestros expertos en explosivos”.
Precisa que fue hallada una granada antitanque dejada allí, especularon, para detonarla mediante un disparo y hacer volar el automóvil en que viajaba Caamaño.
Sención Silverio dice: “Las tropas constitucionalistas habíamos viajado con pocas armas largas, ya que en ningún momento se tuvo una actitud de lucha o combate, como lo demuestra el hecho de que gran parte de ellas estaban en el interior de los vehículos cuando se inicia el ataque… En consecuencia contábamos con un número muy reducido de armas para el combate, básicamente pistolas y revólveres, que constituían todo nuestro arsenal”.
Refiere que en un reporte al presidente García Godoy, es Caamaño quien narra: Ya en el hotel Matum, donde había una gran cantidad de personas (de 800 a 1000), una media hora luego de llegar, a eso de las 9:30 a.m. recibimos la sorpresa de un ametrallamiento… desde diferentes ángulos… El pánico Cunde y mientras me ocupo de seleccionar lugares adecuados para la seguridad de los niños, mujeres y hombres, ordeno a los oficiales investigar de inmediato quiénes nos agreden y de dónde proviene la agresión. Comprobamos al cabo de unos minutos, que contingentes armados de militares disparan con armas pesadas, ametralladoras calibre 50 y 30 y fusilería automática, desde el monumento a los Héroes de la Restauración…”
Agrega que a las armas usadas por los atacantes en un principio se fueron sumando cañones de más alto calibre, tanques, tanquetas y aviones P-51 de la Fuerza Aérea que aunque nunca disparan, realizan vuelos en picada y rasantes sobre el hotel con evidentes fines intimidatorios. Y como quedó en la Historia, con el reducido armamento que tenían y el lamentable pago de las valiosas vidas de Lora Fernández y del sargento Domingo Antonio Peña, los constitucionalistas, atacados por tierra y aire, contienen y derrotan a sus atacantes, y no al revés, porque, como apunta el capitán Sención Silverio… para que haya una derrota tiene que haber una toma de las posiciones contrarias, lo que no aconteció. Lo que sí hubo fue una gran humillación para los agresores quienes, a las 5:00 de la tarde hablan con el negociador de la FIP, enviado desde Santo Domingo, para desactivar el ataque, coronel John J. Costa, de la 82da. Compañía Aerotransportada USA, y le piden una hora más para seguir su plan y acabar con los constitucionalistas, recibiendo del militar extranjero la siguiente respuesta: “Si ustedes tienen el día entero y no han podido, ¿creen poder lograrlo en una hora?” De acuerdo al testimonio dado por el oficial constitucionalista Rafael Hubiera Padua en el documental El Titán de Abril, el disparo del tanque que lo impactó medio a medio del cuerpo fue tan contundentemente que… el coronel Juan María Lora Fernández murió sin darse cuenta. Aquella desigual batalla, librada con heroísmo por los atacados y con traición y cobardía por los atacantes, constituye el último capítulo de la Revolución Constitucionalista y Guerra Patria de 1965. Con su propia muerte, Juan María Lora Fernández completa así el círculo histórico de su heroica participación en la gesta.
Tomado de Vanguardia del Pueblo.
Fotos tomadas de la red.
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