miércoles, septiembre 10, 2025

La poesía negra caribeña como expresión de dolor

 

Cadáver de un frenesí

El recuerdo de un camino que sube mucho a la sombra de los bambúes di guarapo que vuelve a inventarse siempre y el olor de los ciruelos de España se dejaron olvidadas las enaguas del mar los tiempos de la infancia el parasol de los coccolobis.

Al llegar a la curva me vuelvo y miro por encima del hombro de mi pasado lleno del ruido mágico en el momento preciso siempre incomprensible y angustioso del fruto del árbol del pan que cae rodando hasta el barranco en donde nadie lo encuentra la catástrofe se ha hecho un trono instalándolo demasiado alto del delirio de la ciudad destruida es mi vida incendiada.

Dolor tú perderás él hábito que se grita: que he soñado con el rostro torcido boca amarga he soñado con todos los vicios de mi sangre y los fantasmas rondaron cada uno de mis gestos en el escote de la suerte no importa es debilidad.

Vela corazón mío único prisionero que inexplicablemente sobrevive en su celda a la evidencia del destino feroz taciturno muy al fondo lámpara encendida por su terrible herida. (Aimé Césaire).

El Caribe es una ficción. Su imaginario de unidad y uniformidad ha sido el producto del deseo de los caribeños y de sus élites. Escenario desde el siglo XVI de fuertes enfrentamientos entre piratas y soldados de los reinos europeos, vio silente cómo se fueron poblando sus tierras. Se pobló de negros esclavos que llegaron obligados a trabajar la tierra. Luego llegaron desde Asia.
La gran mayoría, compuesta por negros y mulatos, construyeron sus propias historias en el batallar de los días. Y a veces, en acto desesperado, expresaban en sus cantos, bailes y poesías el valladar de dolor y explotación. Nació en Cuba, en Puerto Rico, en Haití, en Guadalpue, Martinica, Jamaica y en cada isla por donde el machete de la plantación se había convertido en el amo, sus ansias de un mundo mejor se expresaba a través del canto y de la poesía.
Nacieron muchos poetas, quienes con su alma sensible, hicieron y sintieron como suyos el dolor de estos hombres y mujeres marginados de todo.
Por razones de espacio seleccionamos para engalanar esta columna un poema del gran Aimé Cesaire. Le sigue el maravilloso poeta cubano el gran Nicolás Guillén. El tercer poeta es dominicano, uno de los grandes defensores de la negritud y de las raíces africanas en la cultura dominicana, que nos dejó a destiempo y que hoy recordamos con profundo respeto: nuestro amigo Blas Jiménez  
Cuando yo vine a este mundo
Cuando yo vine a este mundo,
nadie me estaba esperando;
así mi dolor profundo
se me alivia caminando,
pues cuando vine a este mundo,
te digo, nadie me estaba esperando.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que mirar para ver,
hay que andar.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud:
lanza de mi poderío,
coraza de mi virtud.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón,
y mi voz entera es
la voz entera del sol.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo;
ya estará el de abajo arriba,
cuando el de arriba esté abajo.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo.
Hay gentes que no me quieren,
porque muy humilde soy;
ya verán cómo se mueren,
nadie me estaba esperando.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que mirar para ver,
hay que andar.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud:
lanza de mi poderío,
y que hasta a su entierro voy,
con eso y que no me quieren
porque muy humilde soy.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que vivir para ver,
hay que andar.
Cuando yo vine a este mundo,
te digo, nadie me estaba esperando;
así mi dolor profundo, te digo,
se me alivia caminando, te digo,
pues cuando vine a este mundo,
te digo, ¡nadie me estaba esperando!
Nicolás Guillén
“Tu son caribe”:
Residuos históricos, sudores sin edades, interminables gotas en trópico húmedo, como Lamouth en el estrellato. Chorros de gotas caen como centellas, como los hombres en su descenso a la tierra.
En un nunca despertar del perenne letargo en tu son caribe.
Se siente pegado a la piel como lapa húmeda y caliente.
Todo puede suceder en la noche.
Todo puede ser en el delirio de la de- sesperación.
Con la piel pegada al color, con la vibración de la tierra con los secretos fluidos del Universo, tu son sigue llenando la distancia”.
“Como cimarrón bailando al caer la noche”:
Sentir los foetes sobre las espaldas sobre mi lomo indómito sobre la raza.
Sentir los grilletes alrededor del cuello alrededor de las piernas alrededor de mi alma.
Sentir las cadenas que arrastran los años que arrastran las historias que arrastramos. Sentir el odio contra el odio.

La heroína olvidada de la isla Wrangel, 1921



Ella no era un soldado. Ella no era una trampera. Ella era una costurera de Nome, Alaska.
En 1921, Ada Blackjack se unió a una expedición a la isla Wrangel, un puesto congelado en el Océano Ártico. Contratada como cocinera y costurera, fue la única Inupiat entre cuatro exploradores blancos, ninguno de los cuales realmente entendía la tierra brutal en la que habían entrado. Los suministros disminuyeron. Esparcimiento del escorbuto. Uno a uno, los hombres murieron o desaparecieron en busca de ayuda.
Ada fue dejada sola.
Sin entrenamiento, aprendió a cazar focas. Ella puso trampas. Ella luchó contra los osos polares. Ella llevaba un diario, sus palabras calladas pero feroces. Cuidaba de un gato enfermo, su único compañero. Durante dos años, sobrevivió en un mundo de hielo y silencio, soportando tormentas, hambre y dolor.
Cuando finalmente llegó el rescate, la encontraron viva, delgada, congelada, pero intacta.
Ada Blackjack no buscó fama. Ella no escribió libros ni dio discursos. Pero su historia se convirtió en leyenda, no por conquista, sino por coraje. Ella soportó no con armas, sino con voluntad. No con fuerza, sino con espíritu.

LOS HUITOTO: EL PUEBLO QUE HABLA CON EL BOSQUE Y GUARDA LOS SECRETOS DE LA AMAZONÍA 👇



En lo profundo de la selva amazónica, entre Colombia, Perú y Brasil, habita el pueblo Huitoto, una comunidad indígena que ha sabido conservar su conexión con la naturaleza a pesar de los embates del tiempo. Su historia está marcada por resistencia y adaptación, pues durante el auge del caucho en el siglo XIX y principios del XX sufrieron explotación y desplazamientos, pero lograron mantener vivas sus costumbres, convirtiéndose hoy en un ejemplo de resiliencia cultural.
Los Huitoto se reconocen a sí mismos como “gente del tabaco, la coca y la yuca dulce”, tres elementos fundamentales en su cosmovisión y en su vida cotidiana. La coca no se asocia en su tradición al narcotráfico moderno, sino al alimento espiritual que fortalece el pensamiento; el tabaco se utiliza en rituales de sanación y conexión con lo sagrado; y la yuca dulce es la base de su alimentación, de la que producen la tradicional casabe. Esta trilogía representa para ellos un equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu.
Una de las expresiones más fascinantes de su cultura es la maloca, una gran casa comunal de forma circular que funciona como el corazón de la vida social y espiritual. Allí se realizan ceremonias, reuniones y danzas, siempre acompañadas por cantos ancestrales. La maloca no es solo un espacio físico, sino un símbolo del universo Huitoto, donde cada columna y cada rincón representa fuerzas de la naturaleza y relatos de origen.
El conocimiento del bosque amazónico es otro de sus tesoros. Los Huitoto manejan un saber medicinal impresionante, heredado de generación en generación, utilizando plantas para tratar dolencias físicas y espirituales. Sus chamanes o curacas son considerados guías, no solo porque dominan la botánica, sino porque entienden el equilibrio necesario entre los humanos y la selva. Para ellos, enfermar no es solo un asunto del cuerpo, sino también del espíritu y de la relación con el entorno.
A pesar de que su lengua, del tronco lingüístico Huitoto, está en peligro por la presión de los idiomas mayoritarios, todavía se escuchan sus cantos y relatos que hablan de la creación del mundo, de espíritus del agua y de los dueños de los animales. Estos relatos son una ventana a un universo simbólico que explica la vida desde un punto de vista completamente distinto al de la sociedad moderna.
Hoy en día, los viajeros que tienen contacto con comunidades Huitoto en zonas de la Amazonía pueden aprender de su visión del mundo y entender que no se trata solo de preservar una cultura, sino también de mantener viva una forma de relación con la naturaleza que podría ser clave para el futuro del planeta. Su sabiduría recuerda que la selva no es un recurso a explotar, sino un ser vivo con el que se dialoga y al que se respeta.

La Voyager 1





La Voyager 1 pronto se convertirá en el primer objeto creado por el hombre en alcanzar un día luz completo desde la Tierra.
Ha estado viajando durante más de 48 años. Actualmente, se encuentra a unas 22,3 horas luz de la Tierra. Esto equivale a 4.000 millones de kilómetros (15.000 millones de millas) de distancia en el espacio interestelar.
Por primera vez en la historia de la humanidad, una nave espacial está a punto de alcanzar un día luz completo desde la Tierra. Se espera que la Voyager 1 de la NASA, lanzada en 1977, alcance este hito en noviembre de 2026, lo que significa que estará a 25.700 millones de kilómetros de distancia, la misma distancia que la luz recorre en 24 horas. Dado que las débiles señales de esta diminuta sonda tardan un día completo en llegar hasta nosotros, su viaje es un impresionante recordatorio de la inmensidad del espacio y de lo lejos que puede llegar el ingenio humano, incluso décadas después del despegue.
La Voyager 1 fue la primera nave espacial en cruzar el espacio interestelar y sigue siendo nuestra mensajera más lejana, aún transmitiendo datos científicos desde más allá del sistema solar. Viajando a 61.000 kilómetros por hora, también alcanzará un día luz del Sol a principios de 2027. Si bien la idea de viajar más rápido que la luz sigue siendo ciencia ficción, el logro de la Voyager habla de nuestra firme determinación por explorar lo desconocido. Puede que se necesiten 40.000 años más para alcanzar el límite de la influencia gravitacional del Sol, pero esta pequeña nave espacial ya ha transformado nuestra comprensión del espacio y de lo que es posible.
Fuente
Taubert, G. (26 de agosto de 2025). La nave espacial de la NASA pronto alcanzará un día luz completo desde la Tierra, una primicia en la historia de la humanidad. Freethink
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