Hay que aclararles a muchos
haitianos que quienes siempre hemos sido
agredidos por ellos, hemos sido nosotros, desde mucho antes de ser nación: la
primera vez fue en el 1801, cuando Toussaint, se tomó las atribuciones de invadir esta parte de la isla para unificarla
dando cumplimiento al tratado de Basilea, entre Francia y España, en donde
España cedía la parte oriental de la isla de Santo Domingo, a cambio de que Francia devolviera los
territorios ocupados en el norte de ese
país.
La segunda invasión fue la de Dessaline en el 1805, en un
intento de acabar con los remanentes del ejército napoleónico que se refugió en
la parte oriental de la isla al mando del general Ferrand lo cual no pudo por
razones que no explicare aquí y en su retirada Dessaline y Cristophe, arrasaron con la ciudades de Monte Plata,
Cotuí, la vega,
Moca y Santiago, ensañándose de manera especial
con los habitantes de Moca en lo que la historia registra como el
degüello de Moca, llevado a cabo en iglesia de esa ciudad, y el secuestro de
cientos de habitantes de esa región, cuyo destino la historia no
registra,
La tercera invasión fue la del
1822, en la cual usurparon este territorio por 22 años que dio como resultado
nuestra independencia y las consiguientes agresiones a la naciente republica
que fueron rechazadas por el ejército en armas
y el pueblo dominicano de entonces, hasta el establecimiento y el fortalecimiento
de lo que es hoy la Republica Dominicana y deben ellos tener en cuenta muy
claro que nosotros no tenemos nada que agradecerles, nada, ya que cuando usted
invade a otra nación, no importa que sea de manera pacífica, usted está violando
el derecho universal a la libertad.
A nosotros como país nos compete
regular a todos los inmigrantes que pisan nuestro territorio incluyendo a los
haitianos y tomar todas las medidas necesarias para garantizar la integridad de
nuestros habitantes y del territorio y más aun con un vecino tan
inestable, que siempre está en
conflictos internos, que no son capaces de ponerse de acuerdo para sacar a su
nación del atraso económico y social en que están, es más esas disputas lo que
hacen es que profundizan más la pobreza y el desamparo de la gente común, que
como única solución a sus problemas cruzan la frontera de manera ilegal buscando
mejor vida.
No hay que seguir echándole más
leña al fuego, lo que hay es que buscar soluciones dentro del marco del dialogo
y el respeto, teniendo en cuenta que nosotros no podemos hacernos cargo de la
pobreza de esa nación.
Hay un clamor generalizado y es
que la comunidad internacional debe ir en auxilio de Haití y no dejarla a la
deriva.
La unificación de la isla no es
la salida, somos dos naciones muy distintas una de otra, aunque compartimos el
mismo territorio, culturalmente somos muy distintos, no hablamos el mismo idioma, ni profesamos la
misma religión y eso crea un rechazo mutuo que dificulta la fusión que muchos
plantean, además de los roces históricos que hemos tenido.
La salida debe ser otra, la
salida debe ser, que la comunidad internacional busque la manera de cómo puede ayudar
a ese país a salir adelante y que ellos puedan forjar su propio destino de
progreso, desarrollo y paz.
Domingo Acevedo.
Nov/21