Ser poeta.
Ser poeta no es para mí una profesión. No
vivo de la poesía, ella es para mí un pasa tiempo, una pasión que por momentos
se convierte en una enfermedad, en la que a veces agonizo herido por la tristeza
y la nostalgia. Además considero que no
soy más que un anónimo contador de historia de personas insignificantes e
intrascendentes.
Me di cuenta de esa realidad cuando un
amigo poeta y yo solicitamos un espacio
para leer nuestros escritos en la feria internacional del libro Santo Domingo 2013,
se nos dijo que dentro de dos día teníamos un espacio habilitado para leer pero
que de todas maneras nos llamarían para confirmarnos, como esa llamada no llegó,
llamamos y nos dijeron que aun no se había confirmado nuestra participación
pero que seguro nos llamarían luego. Nos quedamos esperando esa llamada que nunca llegó, nos quedamos con las ansias de que
alguien escuchara nuestras voces disidentes en esa importante feria del libro
santo domingo 2013.
Mas no importa que no leamos ahora, lo
intentaremos de nuevo el año que viene. Sabiendo que nosotros no pertenecemos a
la elite de intelectuales, escritores y poetas dominicanos, de esos que miran a
las otras personas por encima de los hombros y caminan sobre nubes de algodón endiosados
en su intelectualidad, somos seres humanos que habitamos marginados en un
barrio de la ciudad de Santo Domingo y que como tales desde nuestra pobreza con
nuestras voces enfrentamos al sistema, a los que tienen el poder y eso es
imperdonable, eso tiene un precio, estar condenado al anonimato, a ser
rechazados por los ejecutivos del estado burgués.
Domingo Acevedo
Abril/13