Pangea (Pangaea en inglés) fue un supercontinente que consistía en una gran extensión de superficie terrestre.
Existió durante las últimas épocas del Paleozoico y del Mesozoico temprano, por lo que estamos hablando de hace aproximadamente 335 millones de años.
Hace alrededor de 175-200 millones de años, entre finales del Triásico y comienzos del Jurásico, esta inmensa masa firme comenzó a separarse por movimientos de las placas tectónicas, dando lugar a la formación de los continentes que conocemos en la actualidad.
Gran parte de Pangea estaba concentrada en el hemisferio sur y el único océano que la rodeaba se denominó Panthalassa, que también es conocido para algunos como Proto-Pacífico u océano Paleo-Pacífico que significa "Viejo Pacífico".
El clima era más cálido y la vida era completamente distinta. Algunos animales que vivieron dentro de los aproximados 160 millones de años que existió Pangea, fueron los traversodóntidos y el Shringasaurus indicus.
También aparecieron los primeros escarabajos y cigarras y al inicio del período Triásico prosperaron muchos reptiles. Sí; los primeros dinosaurios pisaron Pangea.
De acuerdo a las simulaciones informáticas creadas para predecir el futuro de la deriva continental, en los próximos cientos de millones de años las actuales masas continentales volverán a unirse, formando un nuevo supercontinente al cual se le ha dado el nombre de Última Pangea.
(Rivera, 1888 - Nueva York, 1928) Escritor colombiano autor de la novela La vorágine (1924), considerada un clásico de la literatura hispanoamericana. Hasta la llegada de La vorágine, la literatura colombiana sólo tenía en la María de Jorge Isaacs (1867) una obra de indiscutible altura universal. José Eustasio Rivera logró en esta narración desembarazar la novela nacional del localismo detallista propio del costumbrismo y, con original expresión, supo plasmar a través de la tragedia de Arturo Cova la enconada lucha del hombre con la naturaleza.
José Eustasio Rivera
José Eustasio Rivera nació en el pequeño pueblo de San Mateo, hoy Rivera (Huila), el 19 de febrero de 1888, en el seno de una familia dedicada a las labores del campo y con aguerridos antepasados huilenses; su padre, don Eustasio Rivera, era hermano de los generales conservadores Pedro, Napoleón y Toribio Rivera, quienes desempeñaron importantes cargos en la administración, el Congreso y el campo educativo. Casado con Catalina Salas, el matrimonio tuvo once hijos.
Rivera hizo sus primeros estudios en Neiva, primero en el colegio de Santa Librada y posteriormente en el de San Luis Gonzaga, mostrando tempranamente su inclinación por las letras. Influido por las corrientes románticas y modernistas, ya desde sus primeros poemas reveló su inquietud por la naturaleza. Dice en "Gloria", por ejemplo: "yo llevo el cielo en mí..." o "yo llevo la cascada que en oscura selva se rompe; y he amoldado a mi cráneo la llanura y se ha encerrado en él la cordillera".
A través de su identificación con la geografía nacional, José Eustasio Rivera logró una poesía llena de emoción, sin pertenecer a los movimientos de su época como los Nuevos, ni a la acartonada generación centenarista. Otros de estos poemas escritos entre 1906 y 1909 son "Tocando diana", "En el ara", "Dúo de flautas", "Triste", "Aurora boreal" y "Diva, la virgen muerta". La visión de la naturaleza le sirvió para interpretar y fortalecer su propia personalidad. Pero no se quedaría en la mera descripción del entorno, sino que, tanto en esta primera obra como en poesías posteriores y en su prosa, expresó su sentido trágico de la existencia humana, de lo fugaz y limitado de la vida.
En 1906 viajó a Bogotá para ingresar, becado, en la Escuela Normal. Tres años más tarde se desempeñó como inspector escolar. En los Juegos Florales de Tunja, en los que se conmemoraba el centenario del grito de Independencia, Rivera obtuvo el segundo lugar con poemas de corte épico, muy influidos por la poética de Miguel Antonio Caro: la "Oda a España" fue publicada en septiembre de 1910 por El Tropical de Ibagué. Regresó a Bogotá donde, para mantenerse, trabajó en el Ministerio de Gobierno, mientras estudiaba en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, graduándose en 1917 con la tesis Liquidación de las herencias. De ese entonces data su drama teatral Juan Gil. Pocos meses después de egresado, le fue ofrecida desde Neiva una curul en la Cámara de Representantes, que Rivera aceptó. Pronto un telegrama del obispo de Garzón, Esteban Rojas, pidiéndole la renuncia "por el bien de la unidad católica", hizo que el escritor exclamara: "Me barrieron de un sotanazo".
El primer contacto de José Eustasio Rivera con los Llanos Orientales tuvo lugar en enero de 1916. El segundo fue en abril de 1918, cuando, en función de su profesión de abogado, viajó en bongó por el río Meta hasta la hacienda Mata de Palma, estadía que duró hasta el mes de febrero de 1920 y durante la que hizo amistad con Luis Franco Zapata, figura clave en la génesis de La vorágine. En 1912 Luis Franco Zapata se había escapado con Alicia Hernández Carranza desde Bogotá, donde ella trabajaba como empleada de una tienda. Juntos llegaron al fondo de la Amazonia, entre Colombia y Venezuela, y se instalaron en las caucherías del Brazo Casiquiare, cerca de Brasil.
En 1918, en Orocué, Luis Franco Zapata le contó todas sus historias a Rivera, desde las más íntimas hasta las de índole social, sin excluir las mitológicas, las de aventuras y las de sangre. "La mayor parte de los personajes de La vorágine (afirma Isaías Peña Gutiérrez) surgieron de los relatos de Luis Franco Zapata, incluidos los nombres, que poco variaron." Cerca de Orocué, Rivera tuvo un segundo ataque de cefalea que se repitió en Sogamoso en 1919 y, de regreso a Orocué, sufrió las fiebres del paludismo, que le curaron Luis Franco y Alicia.
José Eustasio Rivera
De nuevo en Bogotá, Rivera participó en la tertulia del Olimpito, que solía reunirse en los cafés Windsor o Inglés; asistían jóvenes poetas como Rafael Maya o Luis Rosales, e intelectuales como Luis López de Mesa. Gran amigo de Rivera fue el poeta Miguel Rasch Isla, y simultáneamente con él puso José Eustasio en las librerías su primer libro, Tierra de promisión (1921). Compuesto por 55 sonetos y dividido en tres partes (la selva, las cumbres y el llano), de este poemario dijo Juan Lozano y Lozano al mes siguiente de su publicación: "Son versos perfectos de salvaje realeza. Allí está íntegra, pero idealizada, nuestra pampa aborigen, desfile lujurioso, violento, que se engarza en sonetos espléndidos, como perla en oro".
En marzo de ese mismo año, durante una excursión emprendida con el poeta Alberto Ángel Montoya, cerca de Purificación, Rivera sufrió otro serio ataque, acompañado de convulsiones y delirios; fue atendido por el doctor José María Lombana Barreneche, y tras una recuperación de dos meses en Neiva regresó a Bogotá. El 4 de julio, encabezando con Antonio Gómez Restrepo una delegación diplomática, partió hacia Perú y México. Con motivo de la celebración de los centenarios de la independencia de los dos países, Rivera entró en contacto con los escritores Amado Nervo, Manuel Gutiérrez Nájera y Juan de Dios Peza, entre otros. Para El Mundial de Lima, José Eustasio Rivera concedió una polémica entrevista que lo llevó a una fuerte controversia con el gran poeta Eduardo Castillo.
En febrero de 1922 falleció el padre de Rivera, a la edad de 74 años. Nombrado secretario de la comisión limítrofe Colombiano-Venezolana, José Eustasio partió con la comisión en septiembre de 1922, rumbo a Girardot. Siguiendo la ruta río Magdalena abajo, pasaron por Barranquilla y se adentraron por Venezuela; por el Orinoco llegaron hasta Ciudad Bolívar y a Caicara a finales de octubre. La falta de apoyo del gobierno impulsó a Rivera a abandonar la comisión y a proseguir el viaje por su cuenta.
Rivera llegó a San Fernando de Atabapo en diciembre, y en Orocué se encontró con Melitón Escobar, antiguo compañero de comisión, a la que se integró de nuevo y con la que continuó su viaje por Yavita, Maroa y Victorino, en plena selva. Sin mapas, sin ni siquiera medios rudimentarios, trazaron los límites, con la ayuda de los ingenieros suizos que los acompañaban. Según las notas de viaje del doctor venezolano Ramón Ignacio Méndez, "fue en los largos y tediosos días de la permanencia de Yavita que José Eustasio Rivera escribió muchos de los capítulos de La vorágine, y fue allí donde le oí leer algunas páginas de la obra".
En compañía de Melitón Escobar, Rivera decidió salir por el sur, río abajo, para investigar un sinnúmero de atropellos contra ciudadanos colombianos de los que había tenido noticia: la venta de colombianos a caucheros brasileños; las explotaciones feudales de Leonidas Norzagaray Elicechea, deforestador y esclavista que llegó a acuñar su propia moneda; la penetración peruana en el territorio nacional colombiano y los criminales procedimientos de la Casa Arana.
Primero desde Manaos (el 18 de julio de 1923) y, después del dilatado regreso por Venezuela entrando por Barranquilla, como representante de la Cámara, Rivera hizo toda clase de denuncias, escribió artículos, organizó una junta de defensa nacional e incluso citó al ministro de Relaciones Exteriores, por su negligencia al enviar una comisión sin los mínimos instrumentos para desarrollar su labor y por el cargo de infidencia al hacer llegar a Norzagaray el informe secreto que Rivera había despachado desde Manaos. Por ley se les reconocieron los sueldos a los miembros de la comisión, pero el ministro fue absuelto, no sin antes reconocer el patriótico procedimiento de Rivera. Sin embargo, por carecer de apoyo partidista, éste no logró lo que en el fondo perseguía: la salvaguardia de la soberanía y el honor nacional. Norzagaray, en cambio, intentó matar en dos ocasiones al escritor.
Desengañado, Rivera volvió a Neiva y, consciente de que su más efectiva arma de denuncia era su pluma, se dedicó a hacer excursiones por el Caquetá para, desde los artículos que publicó en los principales diarios, denunciar las anomalías o, desde el propio terreno, facilitar consejos. Rivera fue el primero en proponer la construcción de la vía Neiva-San Vicente de Caguán, que de haberse realizado hubiera impedido la guerra con el Perú, y que fue finalmente ordenada... 63 años más tarde. La vorágine se terminó de escribir el 21 de abril de 1924, en Neiva. Su lanzamiento al público coincidió con el cumpleaños de la madre del autor, el 25 de noviembre de 1924.
No había visto aún la luz La vorágine cuando Rivera fue llamado a presidir una comisión investigadora sobre irregularidades del aparato burocrático del gobierno. Dos investigaciones sirvieron para mostrar el enorme valor ético y patriótico de Rivera y, en un país con amplios niveles de corrupción, para sepultar las aspiraciones políticas del escritor. Los apuntes que de estas indagaciones extrajo iban a servir de documentación para su segunda novela, que no alcanzó a redactar y que llevaría por título La mancha negra. El 31 de marzo de 1928 partió, como presidente de la delegación colombiana, al Congreso Internacional de Inmigración y Emigración que se celebró en La Habana.
Por cuenta propia viajó a Nueva York, adonde llegó a finales de abril. Residió primero en el hotel Le Marquis y luego en un apartamento en las cercanías del Central Park. En esta ciudad se dedicó a la traducción de La vorágine al inglés, al proyecto de llevarla al cine (nunca realizado) y a su próxima novela, que "habría de aparecer al marcharse al África, porque allí se sentiría más seguro que en su propia tierra", como dijo a José A. Velasco. Los oscuros manejos del representante de la empresa petrolera Standard Oil, el capitán Flanagan, los tratos secretos e irregulares de altos funcionarios del gobierno como Carlos Adolfo Urueta, la indelicada actitud del ex ministro Esteban Jaramillo y hasta los sobornos al consejero espiritual del estadista Dr. Zerda, opuesto a la firma del contrato entre la Standard Oil y el Estado colombiano para la construcción del oleoducto Cartagena-Barrancabermeja, eran parte del explosivo material que Rivera se disponía a manejar, con su pulcritud moral, para su nueva obra.
El 29 de octubre recibió un homenaje en la Universidad de Columbia, dictó conferencias y llegó a rumorearse que sería nombrado cónsul. Pronunció un discurso en el ágape ofrecido al piloto Benjamín Méndez, dos días antes del histórico vuelo entre Nueva York y Bogotá, y luego de la partida del avión Rivera comenzó a sentirse mal. Lo que en un principio el médico creyó que era una gripe y que finalmente jamás logró diagnosticarse (no se permitió la autopsia) fue convirtiéndose en un grave estado que, tras cuatro días en coma, llevó a la muerte a José Eustasio Rivera, a las 12:50 de la invernal tarde del 1 de diciembre de 1928.
El cadáver fue repatriado a bordo de un barco de la United Fruit, llegó a Barranquilla, donde se le rindieron honores, y, remontando el Magdalena, llegó finalmente a Bogotá el 7 de enero de 1929, donde fue velado en el Capitolio Nacional. Más de quince mil personas desfilaron ante él y el 9 de enero fue enterrado en el Cementerio Central, en medio de sentidas despedidas, hermosos discursos y grandes multitudes.
La vorágine
Junto a Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Güiraldes y Doña Bárbara (1929) de Rómulo Gallegos, La vorágine (1924) es uno de los títulos esenciales de la corriente realista que subsistió en la narrativa hispanoamericana durante las primeras décadas del siglo XX, tendencia que convivió con la novela indigenista de autores como Alcides Arguedas, Jorge Icaza o Ciro Alegría y con la «novela de la revolución mexicana» de Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán, circunscrita al país azteca.
Inspirada en el relato que oyera de labios de Luis Franco Zapata en Orocué, en 1918, sobre el viaje que lo llevó con Alicia Hernández a establecerse en el corazón de la selva (y que en cierto modo el autor había revivido en su viaje con la comisión limítrofe Colombiano-Venezolana), ninguna obra anterior a La vorágine había logrado reflejar la extensión pavorosa de la selva amazónica, la selva del caucho, a la que el protagonista y narrador, Arturo Cova, se precipita para escapar a sus deberes sociales en compañía de Alicia, una pequeña burguesa arrancada por él de su mundo familiar más por capricho que por pasión. Las vicisitudes afanosas de Arturo Cova y de sus compañeros hacen pensar en los esfuerzos de individuos que obstinadamente, en medio de las arenas movedizas, se agitan para librarse de ellas, y por su mismo esfuerzo se hunden más rápidamente. Y, en efecto, la selva se tragará al fin a los tránsfugas de la sociedad.
Arturo Cova, hombre en apariencia apasionado, violento y amante de la aventura, es en realidad un personaje cuyo núcleo psicológico es el tedio y la abulia provocada por no haber encontrado una auténtica finalidad a la vida, abulia que intenta remediar con la huida y una exacerbación de la voluntad, convirtiéndose aparentemente en un hombre de acción o un aventurero. Todo el relato de Cova es una fuga de sus verdaderos problemas; por eso no es extraño que su culminación sea la desaparición en la selva, tragado por el inmenso cementerio verde, adonde había penetrado empujado por el deseo de vengar la imaginaria traición de Alicia.
"Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, ni de la confidencia sentimental, ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado, fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron la súplica". Así empieza su relato; personaje complejo, cuando cree descubrir el cansancio de su compañera aparecen los celos, el apasionamiento: "Alicia me trataba ya, no sólo con indiferencia, sino con mal disimulado desdén. Desde entonces comencé a apasionarme por ella y hasta me dio por idealizarla".
Arturo Cova quiere ser siempre el triunfador, el actor central. Su compañero, Fidel Franco, lo acusará de ser un desequilibrado tan impulsivo como teatral; en realidad es un solitario que sólo cree en él: "el ideal no se busca, lo lleva uno consigo mismo" afirma; sin embargo, no lo mueve ideal alguno. Actúa sin saber por qué, buscando tan sólo el acto puro, sin finalidad alguna. Por encima de todo está dominado por el cansancio de la vida, que lo arrastra a la aventura sin motivo. Su carácter está lleno de notas contradictorias: ataques histéricos, neurosis, búsqueda del agotamiento y del sufrimiento como un sedante, deseo de violencia y a la vez un sentido innato de la justicia y una compasión enfermiza hacia los débiles.
La prosa de José Eustasio Rivera es poemática y lírica aun en el horror y en la crueldad; el lenguaje lo acompaña en la imaginación desbordada, con su profusión de imágenes de gran fuerza expresiva. El autor ahonda psicológicamente en los caracteres y maneja los elementos con simbolismo evidente y manifiesto. Terrible y desmesurada, llena de misterio y violencia, La vorágine halla su límite artístico en los elementos de carácter documental en que abunda, y su grandeza en la reconstrucción de un mundo en el que la moral cristiana agoniza, mientras se perfilan los esfuerzos que señalan el nacimiento de una nueva moral rigurosamente adaptada a la vida impuesta por la selva a quien se aventura en ella. La obra de Rivera pertenece a la tendencia (hoy común a todas las literaturas hispanoamericanas) que se puede considerar antieuropea en cuanto tiende a destruir los vínculos que durante todo el siglo XIX hicieron de la América latina una oscura provincia de las literaturas europeas, y a crear una tradición exclusiva y típicamente hispanoamericana.
Cómo citar este artículo: Tamaro, Elena y Fernández, Tomás. «Biografia de José Eustasio Rivera» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rivera_jose_eustasio.htm [página consultada el 1 de diciembre de 2024].
La vorágine es una novela escrita por el autor colombiano José Eustasio Rivera. Fue publicada en 1924, y es considerada la obra maestra de Rivera y un clásico de la literatura colombiana y latinoamericana.
La novela es una obra de denuncia social sobre la violencia y la situación de explotación que se vivió en la selva amazónica como consecuencia de la fiebre del caucho entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.
La novela está escrita en un estilo que revela influencias tanto del romanticismo como del modernismo, como lo muestra la siguiente frase con que inicia el libro:
Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia.
Resumen de la novela
La vorágine contiene un prólogo, un epílogo y está dividida en tres partes. La mayor parte de la novela es narrada por el personaje principal, Arturo Cova, un poeta que decide huir con su amante Alicia hacia Casanare.
En La vorágine, algunos de los temas que sobresalen son los siguientes:
La naturaleza de los llanos colombo-venezolanos y la selva amazónica, y su influencia en el carácter de sus personajes.
La denuncia social de la violencia y explotación de los caucheros a muchas personas, en su mayoría colombianas, representativas de todas las etnias, géneros y regiones (indios, mujeres, blancos, negros, niños, mestizos, mulatos).
Los romances malogrados.
A continuación, te presentamos un resumen completo de la novela.
Prólogo
Fue escrito por José Eustasio Rivera y está dirigido al ministro de Colombia. El autor hace referencia a la situaciones de los caucheros colombianos, y a los manuscritos de Arturo Cova, "criticando" su estilo lleno de regionalismos.
Primera parte
Arturo Cova nos cuenta su historia y la de Alicia. Alicia estaba condenada a casarse con un terrateniente viejo pero rico. Ella decide tener un amorío con Arturo Cova, un poeta culto, mujeriego y pobre, esperando que esto logre salvarla del matrimonio.
Pero el prometido de Alicia condena a la cárcel a Arturo, y la pareja de amantes decide huir al Casanare. Allí encuentran a los amigos que los acogen y ayudan: don Rafo, y la pareja de Griselda y Fidel Franco.
Franco, quien tiene una fundación, la empeña con la promesa de que Zubieta, el dueño de un gran hato con mucho ganado, le venda 1000 reses en rebaja, pero a cambio debe cogerlas. Esto resulta ser una mentira de Zubieta con el objeto de quitarse de encima a Barrera, un cauchero que prometía oro y riquezas buscando convencer a todos de que lo siguieran en la explotación del caucho. Entre estas personas se encuentra Griselda, a quien Barrera buscaba convencer con dulces promesas y regalos.
Griselda y Alicia, quienes solían salir solas, muchas veces encontraban a Barrera. Arturo explota en celos ante la posibilidad de que Alicia le sea infiel con Barrera, se emborracha y decide huir al hato de Zubieta. Allí se enfrenta con Barrera, quien le pega un tiro en el hombro.
Arturo sale junto con el mulato Correa tras de Franco a coger los toros, pero a su regreso descubre que Barrera ha mandado asesinar a Zubieta. Barrera trae a un juez corrupto, y obliga a los demás obreros a ser testigos de que el crimen fue cometido por Arturo y Franco.
Ambos descubren que Griselda y Alicia los han abandonado. Estallan en cólera, locura y euforia, incendian los llanos y huyen:
La devoradora falange iba dejando fogatas en los llanos ennegrecidos, sobre cuerpos de animales achicharrados, y en toda la curva del horizonte los troncos de las palmeras ardían como cirios enormes.
El traquido de los arbustos, el ululante coro de las sierpes y de las fieras, el tropel de los ganados pavóricos, el amargo olor a carnes quemadas, agasajáronme la soberbia; y sentí deleite por todo lo que moría a la zaga de mi ilusión (...).
Segunda parte
Arturo Cova, Franco, Correa y el Pipa huyen al Vichada. Allí encuentran diferentes tribus indígenas. Están los aborígenes del bohío, descritos como dóciles, astutos y desconfiados, quienes los aprovisionan para el viaje.
Luego encuentran a la tribu nómada de los guahibos. Son descritos como una tribu ingenua, supersticiosa y rudimentaria. Arturo y sus camaradas son bienvenidos por la tribu, la cual los despide con una gran fiesta al ritmo de tambores, bailes y chicha fermentada.
Al reanudar el viaje, casualmente encuentran a Helí Mesa, quien había estado bajo el mando de Fidel Franco cuando todavía era parte del ejército.
Helí contó cómo fue engañado por Barrera y cómo este había traicionado a todos los hombres y mujeres que lo seguían. Les había hecho entregar todas sus posesiones y los dejó como esclavos bajo el dominio de dos de sus camaradas. Los encadenaron y lanzaron un bebé a los caimanes.
En medio de estos abusos, Helí aprovecha para escaparse junto con dos indios maipireños. Los fugitivos deciden continuar hacia el Vaupés, buscando vengarse de Barrera. Los maipireños perecen en una de las fuertes cascadas del río. El Pipa se fuga con los indios guahibos.
En el Guaviare encuentran al anciano cauchero Clemente Silva. El anciano, que se encuentra muy enfermo, tiene sus piernas llenas de llagas, y, entre las llagas, gusanos. Ha sufrido todo tipo de maltratos durante 16 años. Su espalda está cubierta de las cicatrices de los latigazos. El anciano cuenta que es originario de Pasto, y salió en búsqueda de su hijo de 12 años, quien había huido con los caucheros. Luego de haberlo estado buscando por ocho años, durante los cuales él mismo fue cauchero y esclavo, lo encuentra ya enterrado.
Tercera parte
Cova y sus compañeros continúan su camino junto con Clemente Silva. Se proponen recoger los huesos del hijo de Silva, los cuales fueron decomisados por el Cayeno, para luego continuar con su venganza.
Clemente Silva continúa narrando cómo cambió de dueño de cauchero en cauchero. Silva buscó quedarse cerca a la tumba de su hijo, en las selvas brasileras, hasta que pudiera exhumar sus huesos. En este tiempo duró perdido dos meses en la selva, durante los cuales perdió la razón y sus compañeros perecieron.
Cova y sus compañeros llegan a ver a la madona, Zoraida Ayram, la cual pide que "traicionen" a Cayeno en nombre de una deuda que este tiene con ella.
Allí encuentran a Ramiro Estévanez, un antiguo amigo de Cova, y al Váquiro, quienes presenciaron la masacre de San Fernando del Atabapo, bajo el dominio del coronel Funes. Cova, para ganar el favor y la confianza de la madona, se hace su amante.
Cova y sus compañeros encuentran a Griselda, quien fue adquirida por la madona, y trae noticias de Alicia. Asegura que Alicia siempre fue fiel a Arturo, y aún sigue como esclava de Barrera.
Arturo finalmente logra reencontrarse con Alicia, y luchando vence a Barrera. Alicia da a luz a un sietemesino, hijo de Arturo, y temiendo que el recién nacido se contagie de alguna peste, todos huyen a la selva.
Epílogo
Es el fragmento de una carta que el cónsul de Manaos dirige al ministro de Colombia y que da cuenta de la suerte de Cova y sus compañeros con esta frase:
Ni rastro de ellos. ¡Los devoró la selva!
Personajes de la novela
La vorágine contiene un conjunto de personajes atravesados por la violencia de la explotación cauchera y el amor. A continuación, te contamos uno a uno quiénes son los personajes principales de la narración.
Arturo Cova
Arturo Cova es el narrador y el personaje principal de la novela. Es un joven tolimense que estudió en la capital. Es intelectual y poeta.
Buscando escapar de la cárcel, Arturo decide huir con su amante, Alicia, y se lanza a la aventura escapando a la selva.
Tiende a soñar despierto, cavilar y divagar. Vive enamorado del amor, más que de alguna mujer específica, y tiene cierta nostalgia romántica.
Sueña con enamorarse perdidamente, con envejecer junto a su amada, en algún lugar remoto y con una vida sencilla.
Frecuentemente, su carácter educado y culto es interrumpido por ataques impulsivos que se juntan con el abuso del alcohol, los celos enfermizos y su gusto por las apuestas.
Tiene momentos de absoluta locura, irracionalidad y destrucción, en los que pierde hasta la noción del tiempo. Es moralmente débil, pero es fiel a sus amigos.
Dato curioso: el personaje Arturo Cova existió en la vida real, y Rivera pudo haberlo conocido (o haber escuchado de él) en sus viajes, y pudo basarse en él para crear su personaje.
Un par de testimonios dicen haber conocido a Arturo Cova: el primero afirma que fue un cauchero que tenía a su cargo 16 peones; el segundo afirma que conoció a Arturo Cova y este vendió el manuscrito de su diario a Rivera.
Alicia
Alicia es una joven capitalina educada en piano y costura. Es muy temerosa, no sabe montar a caballo y su piel se resiente al rayo del sol.
A este personaje lo conocemos por sus diálogos con Arturo, y por las descripciones de Arturo, las cuales cambian según su estado de ánimo.
Con frecuencia Alicia sufre, llora, o soporta la fiebre de alguna enfermedad contraída en la selva.
También, la conocemos por sus reproches a Arturo debido a sus infidelidades, y, sobre todo, por haberla condenado a la selva. Tal vez por esto ella lo trata con indiferencia. Alicia tiene mirada y voz apesadumbrados. Sobre su belleza, Arturo dice:
"En verdad no es linda, mas por donde pasa los hombres sonríen".
Clemente Silva
Clemente Silva es un cauchero muy anciano y enfermo, originario de Pasto. Se convierte en cauchero buscando a su hijo de 12 años. El niño huyó con los caucheros y este era el único familiar que tenía.
El anciano es esclavizado y, luego de buscar a su hijo por 8 años, lo encuentra ya muerto. Desde entonces el anciano cargaba sus huesos como único tesoro.
Es considerado por todos como un hombre confiable, venerable y sabio. Su cuerpo está cubierto de las cicatrices que han dejado los latigazos de sus amos, y sus pantorrillas están llenas de llagas con gusanos que le han dejado las sanguijuelas.
Aún conserva la cordura, la honra y el sentido común, y ha salido bien librado de la locura que produce la selva en los hombres. Es el "rumbero" con más experiencia, es decir, es quien se ubica y conoce mejor cuál rumbo tomar en la selva.
La niña Griselda
La niña Griselda es una mulata alegre, coqueta y rechoncha. Es amable y amistosa. Aunque es la esposa de Fidel Franco, coquetea con Arturo Cova y es una de sus amantes.
Es muy amiga de Alicia, y aunque no es descrita como una mujer bella, (según Arturo es simple y común) sabe atraer a los hombres con su carisma. Esta es la primera impresión que tenemos de ella:
"Era una hembra morena y fornida, ni alta ni pequeña, de cara regordeta y ojos simpáticos. Se reía enseñando los dientes anchos y albísimos, mientras que con mano hacendosa exprimía los cabellos goteantes sobre el corpiño desabrochado".
Fidel Franco
Fidel Franco es de origen antioqueño. Estudió en la capital y luego ingresó al ejército. Se rumora que desistió del ejército luego de asesinar a su capitán por tener una aventura con Griselda.
Tiene carácter de líder. Es el compañero de locuras, incendios y venganzas de Arturo Cova. Esta es la primera descripción que encontramos de él:
"Era cenceño y pálido, de mediana estatura, y acaso mayor que yo. Cuadrábale el apellido al carácter y su fisonomía y sus palabras eran menos elocuentes que su corazón. Las facciones proporcionadas, el acento y el modo de dar la mano advertían que era hombre de buen origen, no salido de las pampas, sino venido a ellas".
Clarita
Clarita es una venezolana caída en la desgracia. Como simple mercancía, fue apostada y perdida por un guerrillero venezolano. Termina abandonada en el hato de Zubieta.
Desde entonces ha tratado de costear su viaje de regreso a Venezuela ganándose el favor y el gusto de los hombres, aunque siempre recibe de ellos falsas promesas.
Físicamente la destacan sus dientes de oro. Su sueño es regresar a su tierra natal, Ciudad Bolívar, y pedir perdón a sus padres.
El Pipa
Llegó a trabajar en una gran hacienda de los llanos cuando era tan solo adolescente.
Luego de soportar todo tipo de maltratos, asesina a uno de los compañeros abusivos. Condenado a muerte, es rescatado por los indios.
El Pipa ha convivido con diferentes tribus y etnias indígenas; habla más de veinte lenguas aborígenes. Puede ubicarse y sobrevivir en la selva por sí mismo. Es muy hábil para engañar: cuenta todo tipo de aventuras en las que es difícil saber dónde está la verdad. Ha estado muchas veces preso.
El Pipa hace lo necesario para sobrevivir: es salteador, pirata, remador, cauchero, vaquero, roba, prende incendios, se disfraza, traiciona.
El viejo Zubieta
Es el rico dueño de un gran hato y de muchas cabezas de ganado. Pero tiene una gran debilidad por el alcohol y las apuestas.
Muchos tratan de que Zubieta les venda ganado a bajo precio pero él es muy astuto: entre chiste y chanza, juegos y apuestas, trucos y engaños, nunca se deja ganar.
Frecuentemente se encuentra borracho en la hamaca, desentendido de las labores del hato y de sus trabajadores.
Barrera
Es un cauchero que ha llegado al Casanare buscando que lo sigan con promesas de riqueza fácil, regalos de sedas, perfumes, fotografías y mercancías finas.
Viste de manera elegante y, a la hora de halagar, convencer y ganar la opinión favorable de sus enemigos es exageradísimo en sus discursos.
Es muy hábil para mostrarse como amigo de todos o como una gran víctima, y es capaz de fingir humillarse ante sus enemigos para ganar su favor.
Análisis de la novela
En La vorágine se empiezan a fusionar la ficción y la realidad: el periodismo, la crónica y la literatura. El prólogo y el epílogo, dirigidos al ministro de Colombia, son un llamado de atención al gobierno de la nación neogranadina.
El recurso del uso de un manuscrito original, adjudicado al aventurero Arturo Cova, en el cual se basa La vorágine, proviene del Quijote, novela que dice estar basada en los manuscritos de Cide Hamete Benengeli, y sirve para dar credibilidad a la historia.
Además, en los registros históricos se encuentra Arturo Cova, un hombre involucrado con el negocio de la explotación del caucho, y algunos testigos dicen haberlo conocido.
En las primeras publicaciones de la novela también aparecía un par de fotografías: en la primera, un hombre sentado en una hamaca, identificado como Arturo Cova, y en la segunda, un hombre trepado en un árbol desangrando el caucho, identificado como Clemente Silva.
También, muchos de los personajes estuvieron basados en personajes reales. Narciso Barrera fue basado en Julio Barrera Malo, que fue un cauchero dedicado a engañar a la gente en el Meta y el Vichada. Les entregaba baratijas y les prometía riquezas. La gente lo seguía por los ríos Orinoco y Negro, donde él los vendía como esclavos a caucheros con los que había adquirido deudas, como Miguel Pezil, quien aparece en La vorágine como el turco Pezil, y Tomás Funes, quien aparece como el coronel Funes.
Además está la inserción de historias por medio de testigos que también son personajes de la novela. Así, aprendemos detalles sobre el sistema de ultrajes y cómo lograban perpetuar la esclavitud de los caucheros gracias al relato de Clemente Silva.
También la masacre de San Fernando del Atabapo en el Putumayo a cargo del coronel Funes es narrada en detalle por el Váquiro.
El uso de recursos narrativos, como el manuscrito, las fotografías, el uso de testimonios y entrevistas, sirven para dar credibilidad a la narración como hecho verídico, documentado con base en fuentes reales, igual que en el periodismo. Esto responde a la intención de llamar la atención del gobierno y de la comunidad internacional para que intervinieran y pusieran fin a los abusos.
Si quieres saber más sobre la explotación de los caucheros en Colombia, te puede interesar El abrazo de la serpiente.
Contexto histórico de la novela
El autor pertenece a la generación del centenario, la cual tenía cómo preocupación reflexionar sobre el establecimiento político, cultural y limítrofe de Colombia como nación.
En el clima del momento estaban en boga los problemas fronterizos. Muchos territorios fueron cedidos a los países vecinos a principios del siglo XX.
Las fronteras y los territorios en los que predominaba la selva, en los que era difícil penetrar, fueron abandonados por el gobierno. Estos incluían todos los departamentos parte de la región de Amazonas: Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo, Vaupés, Meta, Vichada y Amazonas. El abandono permitía que prosperara la corrupción, las guerrillas y la explotación por parte de nacionales y extranjeros.
Historia de la escritura de La Vorágine
La vorágine fue escrita en dos años durante los viajes que Rivera realizó con la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana, en 1922, cuya función era trazar los límites en la selva entre los dos países.
Las condiciones de la comisión eran tan precarias que no contaban con mapas ni con los instrumentos elementales para el trabajo. Por esto Rivera renunció y continuó solo.
La comisión comenzó su ruta por el río Magdalena, luego entraron por el Orinoco.
Rivera continuó su viaje solo hasta que contrajo paludismo en un caserío en Orocué, donde escribió gran parte de su novela. Allí encontró a un antiguo compañero de comisión y decidió reintegrarse.
Continuó su viaje hacia Manaos y luego de vuelta, documentando durante su viaje la explotación de los caucheros en las selvas de Venezuela, Colombia y Brasil.
La vorágine y sus adaptaciones
La vorágine, además de ser una obra maestra, es un clásico que sigue generando nuevas lecturas, adaptaciones e interpretaciones en las diferentes expresiones de las artes.
Ya en 1931, la obra de Rivera había inspirado al músico y compositor Jesús Bermúdez Silva para su obra Torbellino.
Por su parte, en 1949, el director de cine mexicano Miguel Zacarías llevó a la gran pantalla una adaptación de la novela titulada Abismos de amor.
En Colombia, la novela ha encontrado eco en el formato televisivo con dos miniseries, una de 1975 producida por RTI, y otra en 1990 rodada en siete episodios por RCN.
Asimismo, en 2017, la obra de Rivera fue convertida en una novela gráfica por Óscar Pantoja y José Luís Jiménez y publicada por Resplandor Editorial.
Sobre José Eustasio Rivera
Rivera (1888-1928) nació en Huila, en una población entonces llamada San Mateo, (hoy es Rivera en honor a su apellido). Sus padres estaban dedicados a diferentes labores en el campo, y dos de sus tíos fueron generales de la República.
Rivera se educó en colegios religiosos donde sobresalió por sus habilidades con las letras. Estudió becado en la Escuela Normal de Ibagué y después ingresó a la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional. Se graduó como abogado con la tesis Liquidación de la herencias.
Fue reconocido por sus primeros poemas y sonetos. Su primer libro, Tierra de promisión (1921), consiste en cincuenta y cinco sonetos. En sus sonetos, el paisaje y la geografía son los protagonistas a los cuales el escritor da fuerza desde su subjetividad. La vorágine es su gran obra maestra. El escritor murió en Nueva York en 1928, por causa de una enfermedad desconocida, aunque se sospecha que la pudo haber contraído en alguno de sus viajes a la selva.