Foto tomada de la red.
No es la vida la que a veces pesa tanto, sino el dolor y la ausencia, cuando se enredan en la memoria, hasta estrangular la alegría de melancolía y nostalgia.
Un espacio para compartir ideas, imágenes, propuestas, versos y la esperanza de un mundo mejor... Tel. 849 637 3922.
Foto tomada de la red.
No es la vida la que a veces pesa tanto, sino el dolor y la ausencia, cuando se enredan en la memoria, hasta estrangular la alegría de melancolía y nostalgia.
Obra de Wilfrido Velazquez Gomez.
El "Capítulo I: Eco de eternidad" de "Anatomía de la sangre" de Domingo Acevedo es una colección de poemas breves, casi haikus en su concisión, que exploran temas universales como la naturaleza, el tiempo, la existencia humana, el dolor, la memoria y la trascendencia. La obra se caracteriza por un lenguaje profundamente lírico, cargado de metáforas y simbolismo, que invita a la reflexión y a la contemplación.
El capítulo se estructura en una serie de micro-poemas que, aunque independientes, dialogan entre sí a través de la reiteración de ciertos motivos y la atmósfera general de melancolía y búsqueda.
La Naturaleza como Espejo de la Existencia: La naturaleza es un elemento omnipresente y dinámico. La luna, el viento, el bosque, la lluvia, los grillos, las mariposas, el mar, el sol, los lirios y los árboles son más que meros elementos descriptivos; son proyecciones de estados anímicos y metáforas de la vida y la muerte. Por ejemplo, "Lenta anacahuita de mi infancia / que agoniza junto al camino de los sueños" evoca la pérdida y el paso del tiempo. Las "Espigas de rocío crecen en la voz del mar" sugieren una belleza efímera y una conexión entre lo terrenal y lo inmaterial.
El Tiempo y la Eternidad: El título mismo, "Eco de eternidad", adelanta uno de los ejes centrales. El tiempo se presenta como una entidad que teje ("Hilo de sangre con el que el tiempo teje la vida"), pero también como algo que devora y donde se esconde la eternidad. La eternidad, por su parte, no es un concepto estático, sino un espacio donde los ángeles "pierden el último tren" o los fantasmas "huyen de su eternidad". Hay una constante tensión entre lo efímero de la vida y la persistencia de una esencia atemporal.
El Dolor y la Melancolía: Una profunda vena de tristeza y nostalgia atraviesa los versos. "Detrás de la noche / un ojo ancestral / llora el dolor del mundo" es una imagen potente de la pena cósmica. La "oscuridad" es pesada, la ausencia es un "puñal de sal", y la noche misma "suspira nostalgia y melancolía". Este dolor no es meramente personal, sino que se eleva a una dimensión universal.
La Voz, la Mirada y el Silencio: La voz y la mirada son recurrentes como medios de expresión y percepción. En la voz, un ángel esconde sus alas o las mariposas flotan. La mirada, por otro lado, es donde el cielo se apaga, donde el ocaso repica, o donde se estampa el nombre del "niño que llora su eternidad de hambre y miseria". El silencio de "palabras rotas" trata de justificar el olvido, evidenciando la dificultad de la expresión ante la inmensidad de los sentimientos.
Lo Fantástico y lo Mítico: Elementos como fantasmas, ángeles, sirenas, centauros y unicornios infunden al poemario un aire de misticismo y atemporalidad. Estos seres míticos habitan los paisajes oníricos creados por el autor, añadiendo una capa de simbolismo a la experiencia humana. Los centauros, por ejemplo, "cabalgan en las infinitas praderas de la utopía hacia el olvido", fusionando lo mítico con la frustración de los ideales.
El estilo de Acevedo en este capítulo es conciso y evocador, priorizando la sugerencia sobre la descripción explícita.
Brevedad y Fragmentación: Cada poema es una unidad autónoma pero interconectada, lo que contribuye a un ritmo pausado y contemplativo. Esta fragmentación refleja quizás la propia naturaleza de la memoria o la percepción del tiempo.
Metáforas y Símiles Audaces: El autor utiliza imágenes poderosas y originales. Ejemplos incluyen "Hilo de sangre con el que el tiempo teje la vida", "Barco de sombras flota en un cielo de topacio", "Tu ausencia es un puñal de sal" o "Caracol dormido en la pradera infinita de una mirada / el sol". Estas figuras retóricas son el corazón de su lirismo.
Personificación: Elementos abstractos o naturales son dotados de cualidades humanas: el viento ondea la desnudez de la luna, la noche suspira, la lluvia galopa sus sueños. Esto intensifica la carga emocional de los versos.
Sensorialidad: Aunque sutil, el poemario apela a los sentidos: el "olor vegetal de los hornos", la "brisa suave y fresca" de la noche, el "sorbo amargo de sol", los "perfumados paisajes de lirios".
El "Capítulo I: Eco de eternidad" es una introducción conmovedora y enigmática al universo poético de Domingo Acevedo. A través de una sucesión de imágenes vívidas y un lenguaje cuidadosamente cincelado, el autor invita al lector a sumergirse en una meditación sobre la fragilidad de la existencia, la omnipresencia del dolor y la belleza efímera de un mundo donde lo real y lo onírico se entrelazan. La recurrencia de elementos naturales y míticos, junto con la exploración de la voz, la mirada y el silencio, crea una atmósfera de profunda introspección y melancolía, dejando una resonancia duradera en el lector. El capítulo funciona como un prólogo temático y estilístico para lo que probablemente sea un viaje más profundo a través de la "Anatomía de la sangre".
Capítulo I
Eco de eternidad
Casi ave
En el horizonte
casi ave
casi luna
el viento
Detrás de la noche
Detrás de la noche
un ojo ancestral
llora el dolor del mundo
Pesada es la oscuridad
Pesada es la oscuridad de esta noche
en que el canto inefable de los grillos
enciende todas las estrellas de un cielo
que se apaga entre mis ojos
Hilo de sangre
Hilo de sangre con el que el tiempo teje la vida
que agoniza en los sueños
La primavera
Sueña la primavera que la lluvia vista
de mariposas y flores
al bosque
que muere herido por la sequía
Mi voz
Es en mi voz
donde un ángel esconde sus alas
se hace hombre
y pierde el último tren a la eternidad
Barco de sombra
Un barco de sombras
flota en un cielo de topacio
con su proa de luna salobre
muerde la distancia
va hacia un puerto imaginario
donde todas las noches una sirena
escribe el epitafio del mar
Eternidad
Un fantasma huye de su eternidad
se esconde detrás de los espejos de la sangre
su voz herida por la luz
salpica de hastío los cristales del tiempo
Anacahuita
Lenta anacahuita de mi infancia
que agoniza junto al camino de los sueños
sus hojas
cristalinos destellos del rocío
se marchitan en los brazos del otoño
Espigas
Espigas de rocío crecen en la voz del mar
Pájaros de oro
Esta tarde de invierno
pájaros de oro
migran hacia los oscuros rincones del agua
El bohío
Más allá del bohío
el olor vegetal de los hornos
evidencia que el hambre ronda los días
Ausencia
Tu ausencia
es un puñal de sal clavado en mi voz
que salpica de silencio las palabras
Campanario de agua
Por un trozo de la tarde
asoma un sorbo amargo de sol
campanario de agua
que repica en la mirada del ocaso
Truenos lejanos
Esos truenos lejanos y sombríos
anuncian que mayo está cerca
que las lluvias cubrirán de sombras la
tierra
y los caminos entre mis ojos
se llenarán de lirios y espejos
Hay mariposa en mi voz
Hay mariposas flotando en mi voz
un ángel se acerca a la ventana
mira a través de mis ojos
como los barcos anclados en el mar
se van esfumando en la noche
El maíz
Collar vegetal de perlas amarillas
sobre el vestido verde
rizos de sol
Sobre el río
Mariposas color del viento
sobre el río la luna
La noche suspira nostalgia
Esta noche suspira nostalgia
y melancolía
su brisa suave y fresca
se enreda en la mirada
y se humedece
Susurro imaginario
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada por el limo verde del
ocio
es apenas un susurro imaginario
que se pierde en la noche
Oleaje de mariposas
Luminoso oleaje de mariposas
en el gris crepúsculo del invierno
El sol
Caracol dormido en la pradera infinita de una
mirada
el sol
Galopa sus sueños
Sobre un unicornio invisible
la lluvia galopa sus sueños
Al atardecer
Perfumados paisajes de lirios
en el atardecer de la vida
El espejo de la
vida
Ese niño
que en el espejo de la vida
llora su eternidad de hambre y miseria
tiene estampado en su mirada
mi nombre
Cristal de agua
Cristal de agua
la luz se ha roto
un arco iris
Cuando la noche
cae
Cuando la noche cae
los Ángeles se esconden entre los lirios
que adornan los caminos
por donde la luna ondea en el viento su desnudez
En noches de luna
llena
En noches de luna llena
antes del amanecer
se pueden ver los fantasmas
buscando huellas en los caminos
donde sólo hay olvido
Un centauro
Con una herida en el corazón
postrado ante la vida
agoniza un centauro
en sus ojos anegados de eternidad
una luz se apaga
En la mirada un
canto
Una luna prisionera en su eternidad
guía mis pasos a través del tiempo
sobre mi espalda llevo una mochila
repleta de versos y sueños
de alegrías y flores la voz
y en la mirada un canto
Vestigios del sol
Aún quedan en la prima noche
vestigios del sol
trocitos luminosos
que el viento arrastra más allá de este otoño
que llevo clavado en la mirada
Eco de eternidad
Eco de eternidad que brota de mi voz
tibio reflejo de luciérnagas en la noche
faro que guía los fantasmas perdidos en mi
memoria
telaraña divina que atrapa ángeles caídos
árboles de cenizas
huellas de cíclopes moribundos
centauros que cabalgan en las infinitas praderas de la
utopía
hacia el olvido
Palabras rotas
Un silencio de palabras rotas trata de justificar el
olvido
Oquedad
En la oquedad del tiempo
mis palabras son el eco envejecido
del silencio
Racimo de estrellas
Espiga de luz
llamaradas de sombras
racimos de estrellas
la noche