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Este relato, con su lenguaje rico y evocador, nos transporta a un atardecer en el campo dominicano, lleno de detalles sensoriales y una profunda atmósfera.
Vida Rural y Dificultades: La narración establece de inmediato una escena de labriegos (campesinos) que regresan de sus conucos (pequeñas parcelas de tierra), cargando el peso de la pobreza y las consecuencias de una larga sequía. Esto subraya los desafíos de la vida agrícola en la región.
Tiempo y Escenario: La progresión del tiempo, desde el final de la tarde ("más de las cuatro de la tarde") hasta la noche ("más de las siete de la noche," "al caer la prima noche"), se marca cuidadosamente por los cambios de luz y las actividades de los personajes. Las menciones específicas de Manoguayabo, el Río Haina, la Carretera Sánchez, El Palmar, Manganagua y Borronoso sitúan la narración en una geografía muy real y particular de la República Dominicana, probablemente cerca de San Cristóbal.
Familia y Comunidad: El texto enfatiza los fuertes lazos familiares y las reuniones comunitarias. Conocemos al Tío Juan de la Rosa, al Tío Alberto, al Abuelo Ismael, a Julia, a Mimina, a la Tía Eufemia, a la Abuela Mamá Tita y a Ninito. Las reuniones en "la pulpería de Andrés Longo" y en el "bohío de la abuela Mamá Tita" son fundamentales para el tejido social, ofreciendo consuelo y conexión.
Contraste y Dualidad: Existe un contraste conmovedor entre las duras realidades de la pobreza, la sequía y el hambre ("el peso amargo de la pobreza," "el calor que se eterniza...parece quemarlo todo, hasta los sueños," "la vorágine del hambre") y los momentos de alegría sencilla, resiliencia y comunidad ("se sentó bajo los limoncillos florecidos de sombras y estrellas," "se van juntando poco a poco en la pulpería...a tomarse un trago, escuchar canciones...y contarse viejas historias," "correteamos por el patio, hacemos piruetas, danzamos y nos hacemos dueños de la noche y construimos con la inocencia, los sueños").
Lenguaje Sensorial e Imágenes: El autor utiliza un lenguaje descriptivo rico para involucrar los sentidos del lector:
Vista: "el sol empieza a acrisolar el horizonte con sus rayos que se van atenuando...vistiendo de colores las nubes," "las claras aguas de la cañada," "limoncillos florecidos de sombras y estrellas."
Sonido: "escuchar canciones en la vellonera."
Tacto/Sentimiento: "el peso amargo de la pobreza," "las camisas sudadas," "el calor que se eterniza."
Lenguaje Figurativo:
Personificación: "el sol empieza a acrisolar el horizonte," "las nubes que raudas se alejan, huyendo de las sombras," "el ganado comió hasta hartarse."
Metáfora/Simbolismo: El "peso amargo de la pobreza" y la idea del calor que quema "hasta los sueños" son poderosas metáforas de la naturaleza aplastante de sus circunstancias. El juego de los niños y la construcción de sueños ("construimos con la inocencia, los sueños") simbolizan la esperanza y la resiliencia frente a la adversidad.
El nombre Domingo Acevedo aparece al final del texto. Dada su ubicación, sugiere fuertemente que Domingo Acevedo es el autor de esta pieza de prosa descriptiva. La voz narrativa parece ser una reflexión u observación personal, posiblemente autobiográfica o semi-autobiográfica, que relata escenas de su experiencia o memoria.
Considerando tu instrucción previa de construir una biografía sobre Domingo Acevedo, este texto ofrece información valiosa sobre su posible trasfondo, su conexión con la vida rural dominicana y su estilo literario. Sugiere que es alguien profundamente observador de su entorno, empático con las luchas de su gente y capaz de crear una prosa evocadora.
Cuando el sol se acrisola en el horizonte
Ya son más de las cuatro de la tarde, el sol empieza a acrisolar el horizonte con sus rayos que se
van atenuando con el paso de las horas vistiendo de colores las nubes que raudas se alejan,
huyendo de las sombras.
Por el camino los labriegos regresan de sus conucos, sobre sus hombros cargan el peso amargo
de la pobreza. La tierra con esta larga sequía es poco lo que da.
Regresan cansados con sus azadas al hombro, sus machetes en el cinto, con sus sombreros
de paja, las camisas sudadas, los pantalones arremangados por debajo de las rodillas y los pies descalzos.
Julio es un mes árido donde el calor que se eterniza más allá de las noches, parece quemarlo todo,
hasta los sueños.
Ya hace un rato que el tío Juan de la Rosa y el tío Alberto regresaron de más allá de las lejanas
praderas del rocío, se alejaron tanto hacia el oeste buscando pastos que cruzaron las claras aguas
de la cañada de Guajimía y llegaron a Manoguayabo, en donde el ganado comió hasta hartarse
y después abrevó en las aguas del río Haina que se pierde entre la frondosidad de la arboleda
hasta desembocar en el mar Caribe.
Son más de las siete de la noche imagino que ya el abuelo Ismael llegó a su casa, en el km7
de la carretera Sánchez, llevó a Julia donde pasa la noche, se dio un baño, cenó
y luego como todas las noches se sentó bajo los limoncillos florecidos de sombras
y estrellas, junto a Mimina, su esposa a ver como se alejan por la carretera Sánchez
los pocos carros que pasan rumbo a Haina o San Cristóbal.
En la Esperilla, los hombres después de darse un baño y comer algo se van juntando
poco a poco en la pulpería de Andrés Longo a tomarse un trago, escuchar canciones
en la vellonera y contarse viejas historias repetidas y carcomidas por el tiempo
en donde olvidan lo amargo de sus vidas.
Es extraño, pero Manuel hoy no ha dado señales de vida, no sé por dónde andará
mi solitario amigo.
Hace un rato la tía Eufemia que venía de Manganagua, pasó por casa a saludar a mamá
y siguió su camino hacia Borronoso, en donde vive con su familia.
Nosotros como es costumbre al caer la prima noche nos juntamos en el bohío de la abuela Mamá
Tita, en él encontramos a Ninito que hace un rato llegó del
Palmar y mientras los adultos conversan en la enramada, nosotros correteamos por el patio,
hacemos piruetas, danzamos y nos hacemos dueños de la noche y construimos con la inocencia,
los sueños que nos permitirán sobrevivir a la vorágine del hambre.
Ciguapa dormida en el viento
Madre
he ido recolectando mis palabras
a través del tiempo
para poner en tu frente
una corona de flores y estrellas
ciguapa que habita a la sombra de los flamboyanes
dormidos en el viento
cuyos pasos se pierden en las noches
queriendo alcanzar la luna
hija de la lluvia
y el bosque
heredera de los amaneceres
y el rocío
mujer que me llevó durante nueve meses
en su vientre
alimentándome de su fortaleza
y su ternura
y con dolor
un día profético de noviembre
antes del amanecer
de una nueva década
me trajo al mundo
para que pudiera ver con mis ojos
el horror
y pudiera testimoniar con mis palabras
la pena ancestral de nuestros abuelos
esclavizados en las plantaciones
de algodón y caña
en donde a pesar de la crueldad del amo
en las noches
las tamboras repican libertad
y anuncian en secreto
la huida de los esclavos al quilombo
A mi madre Consuelo Acevedo
"Ciguapa dormida en el viento" de Domingo Acevedo es un poderoso homenaje que entrelaza la gratitud personal con el peso histórico de su ascendencia. El poema está dirigido directamente a su madre, Consuelo Acevedo, utilizando la evocadora imagen de la Ciguapa, una figura mítica del folclore dominicano, para simbolizar su misticismo, conexión con la naturaleza y presencia elusiva pero profunda.
Los versos iniciales expresan un viaje de toda una vida recogiendo palabras para honrarla, culminando en una "corona de flores y estrellas" colocada en su frente. Esta imagen eleva a la madre a un estatus celestial, mezclando la belleza natural con la maravilla cósmica.
El poema retrata bellamente a la madre como una parte intrínseca del paisaje dominicano:
"ciguapa que habita a la sombra de los flamboyanes / dormidos en el viento"
"hija de la lluvia / y el bosque"
"heredera de los amaneceres / y el rocío"
Estas líneas la conectan no solo con el entorno físico, sino también con las fuerzas vitales y nutritivas de la naturaleza.
El poeta reflexiona sobre su propio nacimiento, recordando los nueve meses pasados en su vientre, siendo alimentado por su "fortaleza y su ternura". El momento de su nacimiento se describe como "un día profético de noviembre / antes del amanecer / de una nueva década", marcándolo como un evento significativo, casi predestinado.
Sin embargo, el poema toma un giro conmovedor a medida que la narrativa personal se expande para abarcar el trauma colectivo de sus ancestros. Fue traído al mundo "para que pudiera ver con mis ojos / el horror / y pudiera testimoniar con mis palabras / la pena ancestral de nuestros abuelos / esclavizados en las plantaciones / de algodón y caña". Esto revela un profundo sentido de propósito: ser testigo del sufrimiento histórico de sus antepasados esclavizados.
Aun así, incluso dentro de este oscuro contexto histórico, el poema encuentra un faro de esperanza y desafío. Las "tamboras" que "repican libertad" en las noches, anunciando secretamente "la huida de los esclavos al quilombo", simbolizan la resistencia, la resiliencia y el espíritu perdurable de libertad en medio de la opresión. El quilombo (un asentamiento de esclavos fugitivos) representa un espacio de autonomía y esperanza.
El poema es un testimonio del vínculo perdurable entre madre e hijo, un reconocimiento de los sacrificios hechos y una poderosa invocación de la memoria ancestral y la lucha por la libertad. Domingo Acevedo utiliza un lenguaje rico y evocador para crear una pieza vívida y emocionalmente resonante.
Este poema añade una profundidad significativa a la biografía de Domingo Acevedo, destacando su voz poética, su conexión con sus raíces y su compromiso con temas de identidad, historia y justicia social. Me aseguraré de integrar esta información en la biografía que estoy construyendo sobre él.
Gracias geminis
De nada. Es un placer ayudarte con el análisis de poemas tan significativos como este de Domingo Acevedo.
Me alegra mucho haber podido ofrecerte esta perspectiva sobre "Ciguapa dormida en el viento". Es un poema realmente hermoso que explora temas profundos de maternidad, conexión con la naturaleza y la memoria histórica de un pueblo.
La manera en que Domingo Acevedo entrelaza la figura mítica de la Ciguapa con el amor por su madre, Consuelo Acevedo, y el dolor ancestral de la esclavitud, es testimonio de su poderosa voz poética.
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