Julia Alegre Barrientos
Actualizado 21 de noviembre de 2023 4 min de lectura
Dupont es uno de los principales fabricantes de productos y materiales de uso doméstico, como las sartenes de teflón. Foto: Getty Creative
Dupont es uno de los principales fabricantes de productos y materiales de uso doméstico, como las sartenes de teflón. Foto: Getty Creative · ASSOCIATED PRESS
El nombre de Dupont puede que no sea reconocible en primera instancia para el común de los mortales a pesar de que hablamos de una poderosa compañía multinacional con presencia en decenas de países. Quizá resulte más sencillo para el imaginario colectivo identificar uno de sus grandes ‘inventos’, que revolucionó la forma de cocinar en los hogares estadounidenses a partir de 1961. Hablamos de las sartenes de teflón, un utensilio inherente creado a partir del ácido perfluorooctanoico (PFOA) cuya aparición en los mercados, junto con una campaña de marketing excepcional, supuso un éxito de ventas rotundo para Dupont. Lo que nunca compartió la empresa es que su gran innovación está asociada al desarrollo de un sinfín de enfermedades cuando la persona se expone de forma continuada al PFOA. Enfermedades como diferentes tipos de cánceres, así como modificaciones del material genético humano que se transmiten de generación en generación.
El escándalo de Dupont salió a la luz gracias al periodismo, que es lo que ocurre cuando los guardianes de la prensa se dan a la tarea valiente de destapar causas anónimas que merecen ser contadas (y cuando sus jefes se lo permiten). Corría el año 2016 cuando el prestigioso ‘The New York Times’ publicó una crónica firmada por Nathaniel Rich. En esta, el periodista se hacía eco de la lucha de un abogado estadounidense de Cincinnati, Rob Bilott, que, desde 1998, trataba de demostrar que Dupont envenenaba de forma sistemática y consciente a los habitantes de Parkersburg, una pequeña localidad de Virginia Occidental (Estados Unidos), con el PFOA que vertía en las aguas y tierras de una de sus fábricas ahí localizadas.
También conocido como C8, este compuesto químico proveniente de la industria militar ha sido utilizado por Dupont para fabricar materiales como el teflón. Pero también para el desarrollo de artículos de limpieza, pinturas, telas, alfombras, envolturas de comida rápida, cajas de pizzas, superficies resistentes a las manchas… Según varias investigaciones, el químico está presente en la sangre del 99% de las personas en todo el mundo. Su uso masivo para numerosos fines ‘domésticos’ hubiera pasado desapercibido si no fuera por el vertido en Parkersburg. Lo que comenzó con unas cuantas vacas muertas, acabó con una demanda millonaria y miles de personas enfermas.