Lluvia de sal sobre la primavera
rayo carnívoro que muerde
el corazón tierno de las nubes
anfibios sollozos perforando la noche
piedra de sacrificio
iluminada por la sangre de un sol ciego
virgen descorazonada
por los demonios de sus deseos
ángeles mutilados por el pecado
ojos que miran desde la ausencia de la muerte
hombres consumidos en su ego
niños heridos en su inocencia por la guerra
y más allá de la ira y el odio
una bandera blanca ondea en mi corazón
Domingo Acevedo.