A veces te huelo dentro de mí
te presiento a mi lado
trepando por las paredes de mis sueños
y sigo tu rastro a través del invierno
voy marcando mis huellas sobre la nieve del olvido
para que el viento gélido del olvido
no apague el fuego que arde en nuestro interior
a veces te imagino en las antiguas terrazas
del templo Kyomizu
mirando los cerezos que florecen
en las manos del viento
o disfrazada de geisha navegando a la deriva
entre la multitud que naufraga
tras los cristales de las tiendas
que en la exclusiva zona de Ginza fosforecen
como lunas extraviadas en el fondo del mar
o simplemente parada
en la estación del tren hacia Tokio
Kobe me parece desde aquí
una ciudad fantástica
con luces y estrellas que en las noches
se agrupan en tus ojos
como veleros que navegan
hacia los puertos babilónicos de la fantasía
donde tú permaneces frente al mar
acurrucada en mi pecho
como una niña recién nacida
Domingo Acevedo.
Foto tomada de la red.