Puñal de jade clavado en la voz quebrada del viento
luna de sal derritiéndose en horizonte de sangre
pergaminos de lágrimas
caminos de ausencia
por donde el olvido galopa sin rumbo
en el caballo de la eternidad.
Domingo Acevedo.
Un espacio para compartir ideas, imágenes, propuestas, versos y la esperanza de un mundo mejor... Tel. 849 637 3922.
jueves, marzo 22, 2012
Puñal de jade
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
entre las sombras y la sangre
Es la tristeza mi alegría
la soledad mi vida
la noche mi hogar
sin poder escapar
entre las sombras y la sangre
vivo atrapado.
Domingo Acevedo.
la soledad mi vida
la noche mi hogar
sin poder escapar
entre las sombras y la sangre
vivo atrapado.
Domingo Acevedo.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
Apropósito de los feminicidios en la Republica Dominicana.
Apropósito de los feminicidios en la Republica Dominicana.
Nadie tiene derecho a quitarle la vida a otra persona, ni nada puede justificar un crimen, una vida no puede ser reemplazada por otra vida, por eso es la necesidad de educar a las personas en base al amor y la solidaridad, en base al respeto a la dignidad humana y la vida.
Hay que buscar las raíces, las causas, del porque tantos hombres matando con tanta facilidad a las mujeres (novias, esposas, ex esposas, enamoradas, etc.) porque en las últimos tiempos se han incrementados con creces los feminicidios, enlutando a nuestra sociedad.
En la Republica Dominicana cada día muere una mujer asesinada por un hombre y esto debe movernos a preocupación porque son las mujeres la parte mas sensible de nuestra sociedad, porque son ellas las que nos dan la vida, las que nos enaltecen, las que cargan sobre sus hombros todo el peso de la sociedad, son ellas las que sufren con mayor rigor las adversidad de un mundo cada vez más convulso.
Pensamos que los entendidos en el asunto, psiquiatras, psicólogos, las feministas y toda la sociedad, deben esforzarse por encontrar una salida a esta situación, no podemos permitir que se sigan asesinando a tantas mujeres ante nuestras narices y no hacer nada.
Creemos que muchos factores inciden en esta situación, tales como: el machismo, la falta de educación, el incremento de la violencia en la sociedad Dominicana, los medios de comunicación, especialmente la televisión, y la aplicación inadecuada de la justicia, en los casos de los feminicidios.
Esa urgente buscar la manera de detener estos crímenes, nuestra sociedad no puede darse el lujo de que estos acontecimientos sigan sucediendo, ya es tiempo de parar los feminicidios, es tiempo de empezar una campaña de educación y sensibilización, para que los hombres de nuestro país, entiendan que las mujeres deben ser respetadas, amadas y protegida, nunca golpeadas, ni asesinadas, pero no como una campaña estatal que tiene a un personaje que asesino a su esposa, llamando a no pegar a las mujeres, así no se vale.
Respeta y ama a las mujeres, porque el que ama de verdad, no mata.
Nadie tiene derecho a quitarle la vida a otra persona, ni nada puede justificar un crimen, una vida no puede ser reemplazada por otra vida, por eso es la necesidad de educar a las personas en base al amor y la solidaridad, en base al respeto a la dignidad humana y la vida.
Hay que buscar las raíces, las causas, del porque tantos hombres matando con tanta facilidad a las mujeres (novias, esposas, ex esposas, enamoradas, etc.) porque en las últimos tiempos se han incrementados con creces los feminicidios, enlutando a nuestra sociedad.
En la Republica Dominicana cada día muere una mujer asesinada por un hombre y esto debe movernos a preocupación porque son las mujeres la parte mas sensible de nuestra sociedad, porque son ellas las que nos dan la vida, las que nos enaltecen, las que cargan sobre sus hombros todo el peso de la sociedad, son ellas las que sufren con mayor rigor las adversidad de un mundo cada vez más convulso.
Pensamos que los entendidos en el asunto, psiquiatras, psicólogos, las feministas y toda la sociedad, deben esforzarse por encontrar una salida a esta situación, no podemos permitir que se sigan asesinando a tantas mujeres ante nuestras narices y no hacer nada.
Creemos que muchos factores inciden en esta situación, tales como: el machismo, la falta de educación, el incremento de la violencia en la sociedad Dominicana, los medios de comunicación, especialmente la televisión, y la aplicación inadecuada de la justicia, en los casos de los feminicidios.
Esa urgente buscar la manera de detener estos crímenes, nuestra sociedad no puede darse el lujo de que estos acontecimientos sigan sucediendo, ya es tiempo de parar los feminicidios, es tiempo de empezar una campaña de educación y sensibilización, para que los hombres de nuestro país, entiendan que las mujeres deben ser respetadas, amadas y protegida, nunca golpeadas, ni asesinadas, pero no como una campaña estatal que tiene a un personaje que asesino a su esposa, llamando a no pegar a las mujeres, así no se vale.
Respeta y ama a las mujeres, porque el que ama de verdad, no mata.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
Ecuador: inundemos Quito de vida
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
martes, marzo 20, 2012
La insignificante grandeza
RUGE LA LUZ
Tumulto de colores
la tarde se inunda de primavera
oleaje de mariposas amarillas
estrellándose contra imaginarios acantilados
en tu mirada el viento clarea el horizonte
con un olor a flores fosificado en el tiempo
en lo infinito el sol parece una moneda perdida
ágata que se rompe en la mirada de un ángel
ruge la luz
al compás de los tambores del silencio
la noche hace su llegada triunfal
Vestida de azul I
Así vestida toda de azul me acompañas en mis sueños,
viajas conmigo por los senderos del amor,
tan feliz que te desnuda y danza para mi bajo la luna
luego sudorosa y jadeante
corres hacia mis brazos
y en la soledad del tiempo
bajo las estrellas
arropados por las sombras de la noche
hacemos el amor
Vestida de azul II
Busco tu rostro que la noche dibuja
en los pergaminos de la ausencia
la ciudad a esta hora empieza a desfallecer
herida por las luces y la soledad
en una esquina bajo la sombra de un farol
una prostituta hace el amor a la nostalgia
ebrios transeúntes suben las escalinatas
de los sueños
y antes del amanecer
ante mis ojos sin ningún rubor
se suicidan
la ciudad
por sus calles de asombro te busco
entre los fantasma de la zona colonial
y te imagino vestida de azul
en los balcones de la alborada
diciéndome adiós para siempre
La insignificante grandeza
Quiero dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas. Decir que sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer nuestros abuelos, construyeron una gran ciudad.
De esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada, sólo recuerdos, recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia, recuerdos tan enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros fabulosos de mis sueños que más allá de la polvorienta geografía de mi cuerpo iluminan los cubículos del olvido, en donde la civilización enterró toda nuestra alegría.
En nuestra forma simple de ver la vida no advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando entre sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real a menos de una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía en todo su esplendor, sus avenidas románticas con sus ventanales que todas las tardes daban al mar, las luces que herían el corazón de las sombras con sus cuchillos color del oro viejo, sus pomposos edificios preñados de sueños, sus mujeres de algodón que vestían sus corazones con las luces primeras del alba para no morir de pena atrapadas por la soledad, sus escuálidos hombres vestidos con los colores más estridendentes del arco iris, sus ruidosos automóviles ebrios de distancia y sobre todo sus noches bulliciosas, con sus casinos, donde el azar y la ambición atrapaban a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de melancolía de la Duarte y la Mella, donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno por lo túneles infinitos de la fantasía, el mar Caribe con sus barcos fantasmas esfumándose en el horizonte, las vidrieras de las tiendas que atrapaban nuestros sueños en el bucólico encanto de querer tener y no poder y mirábamos hacia dentro de nosotros mismos y terminábamos parados frente al espejo de la vida harapientos y descalzos en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos nosotros en ese mundo y de nuevo volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más prisa que ir a los conucos, andar por los montes maroteando alguna fruta de lástima, arrear vacas hacia las distantes regiones del rocío , cazar pajaritos endebles para mitigar el hambre de toda la vida y en las noches alrededor de la hoguera los abuelos en una danza nos hablaban de sus hazañas remotas, de su largo viaje sin retorno hasta llegar aquí, de la crueldad del látigo en sus espaldas, de cuando lucharon contra el hombre blanco por su libertad, de sus anhelos por volver al África y de sus raíces enterradas en estas tierras que abonaron con sudor y sangre , tierra, en que a pesar de todo, siempre serán extraños.
Al final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos alejábamos por los caminos que los grillos iluminaban con su canto, gritando a viva voz la alegría de compartir en una danza la vida, al llegar al hogar con la piel pegajosa de oscuridad dar un beso a mis padres, pedir su bendición y acostarme en mi hamaca, hasta que el sol de un nuevo siglo nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la modernidad.
Un día de otoño
Nací junto al resplandor azul naranja de los sueños
en brazos de la quimera
cuando el sonido ancestral de los tambores
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea
en la telaraña de la utopía y la nostalgia
nací herido por un rayo de eternidad
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido
lejos del mar y la primavera
en el preámbulo de las mariposas
un día de otoño
cuando los soles eclipsados noviembre
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer
Evidencia
Más allá del bohío
el olor vegetal de los hornos
evidencia que el hambre ronda
los días
Esta tarde de invierno
pájaros de oro Petrificados en el viento
migran hacia los oscuros rincones del agua
La quimera
herida por un rayo de eternidad
agoniza en brazos de un ángel
El sol
con sus dedos perfumados de clorofila y rocío
golpea las puertas en penumbra del amanecer
El abismo de los sueños
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra
la sospechaba plana
pensaba que el mundo
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre
siempre tuve el cuidado
de no alejarme mucho de la realidad
para no caer en el abismo de los sueños
Huracán
Entre junio y Noviembre
Los vientos que vienen del atlántico
Se abalanzan con furia
Sobre todas las islas del mar caribe
Dejando sobre las ciudades destruidas
Sus huellas de sangre y dolor
Ángel de ternura
Ese ángel de ternura que en tus ojos tiembla
busca en los pergaminos del tiempo
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
El aroma de tu voz
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna que en tus ojos
No deja de cantar a la noche
Mi origen
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África sigue siendo en mi corazón la ilusión más dulce, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Peces luminosos
Un río de peces luminosos Inundó la ciudad
sepultada bajos los escombros del invierno
No quiero
No quiero habitar en tus sueños
como un fantasma que se desnuda
antes tus ojos y se masturba
quiero
tan sólo quiero
quiero ser lo que siempre he sido
un fugitivo que huye de sí mismo
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
camino de eternidad
Amanece
el sol deshoja la noche en la distancia
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces
el trino sombrío de unos pájaros de luto
iluminan el ambiente
un largo camino de de sangre viene d el eternidad
es aquí donde termina
donde el sol libera al rocío de la esclavitud de la noche
JUNCOS AZULES
Ríos coagulados en las mejillas del viento
lámparas heridas por el sol
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada de otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres de invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
Mano invisibles
I
Manos invisibles van taponando las heridas del horizonte
por donde se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
II
La tarde lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos residuos del sol
III
En el preámbulo de la noche un niño llora
Fantasma desnudo
No quiero habitar en tus sueños
como un fantasma que se desnuda
antes tus ojos y se masturba
quiero
tan sólo quiero
quiero ser lo que siempre he sido
un fugitivo que huye de sí mismo
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Los duendes del rocío
Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío
y asaltarán el día
que con su repentino temblor de luces y sombras
recibe al sol
y lo acompaña hasta el horizonte
donde la tarde entrega su trono a la noche
y en un aserradero de humo
incansables leñadores Intentan en vano
cercenar el corazón alegre de las flores
Ángel de ternura
Ese ángel de ternura que en tus ojos tiembla
busca en los pergaminos del tiempo
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
E l aroma de tu voz
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna
Amo esa luna que en tus ojos
No deja de cantar a la noche
Cementerio de luz
El sol en la distancia deshoja la noche
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces
el trino de unos pájaros de luto
ilumina de sombras la mañana
un largo camino de sangre viene de la eternidad
es aquí donde termina
donde el sol libera de la esclavitud de la noche
al rocío
Pupilas rotas por el dolor
Ríos coagulados en las mejillas del tiempo
lámparas heridas por las sombras
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada del otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres del invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Los duendes del rocío
Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío
y asaltarán el día
que con su repentino temblor de luces y sombras
recibe al sol
y lo acompaña hasta el horizonte
donde la tarde entrega su trono a la noche
y en un aserradero de humo
incansables leñadores Intentan en vano
cercenar el corazón alegre de las flores
Mi origen
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África es en mi corazón una hoguera que se enciende entre mis ojos cuando miro hacia atrás, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Racimo de luz
esa es mi voz
eco lejano de tamboras ahogándose
en la mirada ausente de la eternidad
madreselva que se enreda en la brisa
árbol nocturno de sonidos
barco de humo derritiéndose en la alborada
luna de papel hundiéndose en el mar
densa atmósfera de clorofila
caballo de azúcar cabalgando
sobre la arena luminosa del verano
estampa de sangre en las paredes del futuro
mi voz
eco de lágrimas salpicando las ciudades
heridas por la guerra
aroma desolado
campanas de agua
racimo de luz en el pozo de la muerte
grito de guerra
canto de amor
esa es mi voz
Murallas de papel
Santo Domingo
avenidas desoladas
autos veloces
transeúntes atrapados en burbujas de neón
luces derritiéndose en las paredes
de los altos edificios
suburbios que se los traga la noche
ríos contaminados
malecón de sombras
obelisco de cera
murallas de papel
y tres puertas siempre abiertas
Otra vez Santo Domingo
Ya es de noche
por la avenida Duarte
una oleada humana se escurre
entre los cristales de las tiendas y la fantasía del neón
en el parque Enriquillo agónicos bebedores de triculí
comparten su morada con los palomitos del malecón
que huelen cemento
atracadores y policías se confunden entre las sombras
y las luces de la zona colonial
esperan a que sus victimas
atraviesen los límites de la inocencia
para atraparlos entre las redes de la locura y el miedo
en Villa Juana y la Ciénaga
vendedores de crac y marihuana
ofertan sus productos al mejor postor
son las 3:00 A.M.
los jevitos de la Lincoln ebrios de cocaína y velocidad
se masturban a nombre de la madre
de la sociedad que los parió
y en la París con José Martí
viejas prostitutas de algodón
hacen el amor a la soledad
a esa misma hora en la calle el Conde
frente a la catedral primada de América
un mendigo defeca en la conciencia de todos nosotros
desde la calle Isabel la Católica
un fantasma lo observa
y se aleja llorando
es la ciudad
en el semáforo de la Sarasota con Jiménez Moya
mendigos Haitianos se suicidan con sus cuchillos de miseria
y en la zona norte
precisamente en Capotillo
último reducto de la esperanza
la policía reprime a la población
que protesta contra el FMI
y Joselito muere asesinado
mientras que en Boca Chica
una turista Alemana se da un baño de sol y playa
el sueño de Hitler es ya historia
a su lado
un negro criollo duerme tranquilo
Cascada de sueños
Cascada de sueños
arco iris de amor
días completos de lluvia
breves días de sol en tus ojos hacen retoñar la primavera
caballos de gloria cabalgan en tu memoria hacia la eternidad
en tus palabras la rabia y el olvido pelean hasta morir
y es la rebeldía
la que desde la puerta de una lágrimas dice adiós a la quimera
y en tu sonrisa quijotes de plata van sembrando de luz
los páramos distantes de la esperanza
en tu mirada un ángel de ternura amasa el barro estridente de la vida
y es tu corazón un jardín donde la luna florece mariposas
Nudo de lágrimas
Ya nadie podrá desatar el nudo de lágrimas
que me ata a tu recuerdo
aquí estoy
perdido entre los oscuros espacios que dejan los sueños
en los resquicios de la nada
goteras de sal caen sobre las sábanas blancas del insomnio
y de luto se han ido vistiendo todos los árboles del camino
que lleva hasta mi casa
desnuda y triste la quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras anidan en los sonidos oxidados de mi voz
y hace siglos que los ojos de la ausencia lloran mi vida
sobre las grandes capitales del mundo
el humo de las chimeneas bosteza su veneno
es la luz
un espejo donde el horizonte se mira y envejece
y en las íntimas habitaciones del agua
una sirena llora desconsolada su eternidad
y desde la ventana principal de la alborada
alguien que no conozco me dice adiós
Derrotado el día
se aleja montado en un caballo de sangre
En mi voz
las palabras echan raíces
El sonido de las tamboras
reivindica en la sed del agua y la sangre mi origen
Canto a la eternidad
El día llegó agotado de pelear contra el tiempo
Y se dejo caer sobre la tierra
recostó su cabeza sobre las altas montañas
Y sin prisa se durmió
Despertó
cuando la tarde besó su frente con ternura
y se alejó cantando hacia la eternidad
Aspas de sombras
Abatida por la metralla
la noche se eterniza en la mirada
ausente de la muerte
campanarios heridos por el silencio oxidado
del invierno
carne desnuda en su púrpura inocencia
temblor y congoja en la selva
grito desolado
flores incineradas
aspas de sombras
llora la sangre en alas de la eternidad
voz quebrada de quijote
muerte que da vida a la vida
vida que no termina con la muerte
cadáveres sonámbulos girando
alrededor de la alborada
y más allá de los sueños
la esperanza aún retoña
en el acrisolado destello del rocío
A Raúl Reyes
Testimonio de mayo
He vivido atado a los recuerdos
a los momentos irrecuperables de mi infancia
que se perdieron en el largo camino de la ausencia
a las mañanitas memorables del rocío,
a los días inolvidables de la primavera
a las noches esplendorosas de luna llena
aún tengo pegado en la piel
el claroscuro resplandor
de los días interminables de mayo
el olor de los potreros guía mis pasos
por el camino de los conucos
hacia la soledad inmensa de la lluvia
y el perfume de la clorofila colorea mi voz
de mariposas
aún los duendes invisibles del invierno
rondan mi memoria
y más allá del horizonte de mis ojos
un niño descalzo llora su hambre
LA PRIMERA LUNA DEL INVIERNO
Atardece, en la punta más distante del horizonte, el sol como un náufrago solitario, se hunde despacio en un océano de mariposas multicolores que revolotean alrededor de la nada. Las sombras como pájaros fúnebres van cayendo sobre la tierra, que ciñe sobre su cintura su vestido de luto y por las avenidas de las grandes capitales del mundo, las luces montadas sobre el caballo azul del viento persiguen a las sombras que se esconden entre las agrietadas paredes del tiempo, dos ventanas en mi rostro se abren al universo, en ellas un complejo organigrama de estrellas giran alrededor de la primera luna del invierno.
El abismo de los sueños
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra
la sospechaba plana
pensaba que el mundo
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre
siempre tuve el cuidado
de no alejarme mucho de la realidad
para no caer en el abismo de los sueños
Huracán
Entre junio y Noviembre
Los vientos que vienen del atlántico
Se abalanzan con furia
Sobre todas las islas del mar caribe
Dejando sobre las ciudades destruidas
Sus huellas de sangre y dolor
Peces luminosos
Un río de peces luminosos Inundó la ciudad
sepultada bajos los escombros del invierno
Piedra resplandeciente
En medio de la noche
la muerte se riza el pelo
sentada sobre una piedra resplandeciente
se mira en el espejo del universo
en su infinita soledad nadie la consuela
ni siquiera el tiempo seca sus lagrimas
sólo la mira y sigue su rumbo hacia la eternidad
Sin más preámbulo
No quiero morirme perdido entre las luces
de esta ciudad que tanto amo
prefiero en un cementerio baldío
arrancarme los ojos
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos
ebrio de soledad
borracho de tristeza
y al llegar a la puerta de la eternidad
sin más preámbulo que una lágrima
suicidarme
Ola de sal
El tiempo se ha roto con tu ausencia
dejando un rastro de eternidad en mi voz
a veces la sensación de tu partida
levanta en mis ojos una ola de sal
que destruye las habitaciones del olvido
y todas las noches
la luz
va dejando espejos de luna
en las paredes de la alborada
donde los niños
con los dedos tiznados de ternura
escriben tu nombre
Miguel
A Miguel Ángel Acevedo
Domingo Acevedo
Haikus 2009
Espejo de oro
El sol tras las montañas,
Amanece.
2
Voces lejanas
Olor a café tostado
Cantan los grillos.
3
Luna de papel
Noches de tercio pelo
Un perro ladra.
4
Luz y salitre
el mar suspira
la ciudad fosforece.
5
Viento del norte
canto de primavera
cayena en flor
6
Cristal molido
perlas tan, tan distantes
frías estrellas
7
Triste la tarde
un camino en sombras
un niño corre
8
El mar caribe
viejas ruinas de papel
calles de sombras
9
Junto al Ozama
una ciudad resplandece
santo Domingo
10
Un transeúnte
por la ciudad perdida
pasos sin rumbos
11
Teje la lluvia
con sus hilos de plata
la primavera
12
Llega la noche
en el río prisioneras
las mariposas
13
Luna de cristal
arrebol de la noche
suspira el sol
14
Está nevando
tiritan las estrellas
es el invierno
15
Luz amarilla
deslumbran la mañana
los girasoles
16
Aura marina
sobre el mar Caribe
sendero de luz
17
Largos caminos
En la noche perdido
Un peregrino
18
Es primavera
Mariposas amarillas
Canta el viento
Un espejismo de pájaros fúnebres
sobre Palestina
escupen sangre.
LOS AMIGOS PERDURABLES
La vida me ha demostrado que los amigos perdurables son aquellos con los que compartes ideas, sueños e ilusiones y que la amistad se fundamenta sobre hechos concretos, es un sentimiento que nos lleva a una acción cotidiana y permanente, donde no hay espacio para la mentira, la manipulación, el engaño, ni la hipocresía. Un amigo es lo más cercano a la ternura.
Domingo Acevedo
Podrás engañar al mundo, mas no así tu conciencia.
Tu ausencia
Es tu ausencia
un puñal de sal clavado en mi voz
herida que salpica de silencio las palabras
Campanario de agua
Por un pedazo sombrío de la tarde
asoma un sorbo amago de sol
campanario de agua
que repica en la mirada del ocaso
Árbol de pájaros azules
Árbol de pájaros azules
atrapados en los cubículos de las sombras
tres ruiseñores de sal
estampan en las paredes del olvido
tu nombre
Sin más preámbulo
No quiero morirme perdido entre las luces
de esta ciudad que tanto amo
prefiero en un cementerio baldío
arrancarme los ojos
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos
ebrio de soledad
borracho de tristeza
y al llegar a la puerta de la eternidad
sin más preámbulo que una lágrima
suicidarme
SUSURRO IMAGINARIO
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio
es apenas un susurro imaginario
que se pierde en la noche
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras de la tarde
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje mantos de sombras con los que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar
DETRÁS DEL ESPEJO
Detrás del espejo duerme un fantasma
en sus ojos la luz pelea contra las sombras
por eso es que la habitación se ilumina de mariposas
que traspasan las paredes de la noche
hasta diluirse en la distancia
que va de los sueños al amanecer
CON ALAS EN LA ESPALDA
Ese niño con alas en la espalda
y el cielo en la mirada
que todas las tardes como testimonio de su breve edad
me trae en su voz de pájaro
un ramillete de flores silvestres
tiene en la mirada
alegre la sonrisa
y un corazón de azúcar derretido en mis palabras
tierna la azucena en sus manos
como un relámpago perfuma el sendero
por donde sus pasos se alejan del ocaso a la aurora
a llenar de ternura mi alma
A Guaroa Acevedo mi hijo.
Tumulto de colores
la tarde se inunda de primavera
oleaje de mariposas amarillas
estrellándose contra imaginarios acantilados
en tu mirada el viento clarea el horizonte
con un olor a flores fosificado en el tiempo
en lo infinito el sol parece una moneda perdida
ágata que se rompe en la mirada de un ángel
ruge la luz
al compás de los tambores del silencio
la noche hace su llegada triunfal
Vestida de azul I
Así vestida toda de azul me acompañas en mis sueños,
viajas conmigo por los senderos del amor,
tan feliz que te desnuda y danza para mi bajo la luna
luego sudorosa y jadeante
corres hacia mis brazos
y en la soledad del tiempo
bajo las estrellas
arropados por las sombras de la noche
hacemos el amor
Vestida de azul II
Busco tu rostro que la noche dibuja
en los pergaminos de la ausencia
la ciudad a esta hora empieza a desfallecer
herida por las luces y la soledad
en una esquina bajo la sombra de un farol
una prostituta hace el amor a la nostalgia
ebrios transeúntes suben las escalinatas
de los sueños
y antes del amanecer
ante mis ojos sin ningún rubor
se suicidan
la ciudad
por sus calles de asombro te busco
entre los fantasma de la zona colonial
y te imagino vestida de azul
en los balcones de la alborada
diciéndome adiós para siempre
La insignificante grandeza
Quiero dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas. Decir que sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer nuestros abuelos, construyeron una gran ciudad.
De esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada, sólo recuerdos, recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia, recuerdos tan enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros fabulosos de mis sueños que más allá de la polvorienta geografía de mi cuerpo iluminan los cubículos del olvido, en donde la civilización enterró toda nuestra alegría.
En nuestra forma simple de ver la vida no advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando entre sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real a menos de una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía en todo su esplendor, sus avenidas románticas con sus ventanales que todas las tardes daban al mar, las luces que herían el corazón de las sombras con sus cuchillos color del oro viejo, sus pomposos edificios preñados de sueños, sus mujeres de algodón que vestían sus corazones con las luces primeras del alba para no morir de pena atrapadas por la soledad, sus escuálidos hombres vestidos con los colores más estridendentes del arco iris, sus ruidosos automóviles ebrios de distancia y sobre todo sus noches bulliciosas, con sus casinos, donde el azar y la ambición atrapaban a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de melancolía de la Duarte y la Mella, donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno por lo túneles infinitos de la fantasía, el mar Caribe con sus barcos fantasmas esfumándose en el horizonte, las vidrieras de las tiendas que atrapaban nuestros sueños en el bucólico encanto de querer tener y no poder y mirábamos hacia dentro de nosotros mismos y terminábamos parados frente al espejo de la vida harapientos y descalzos en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos nosotros en ese mundo y de nuevo volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más prisa que ir a los conucos, andar por los montes maroteando alguna fruta de lástima, arrear vacas hacia las distantes regiones del rocío , cazar pajaritos endebles para mitigar el hambre de toda la vida y en las noches alrededor de la hoguera los abuelos en una danza nos hablaban de sus hazañas remotas, de su largo viaje sin retorno hasta llegar aquí, de la crueldad del látigo en sus espaldas, de cuando lucharon contra el hombre blanco por su libertad, de sus anhelos por volver al África y de sus raíces enterradas en estas tierras que abonaron con sudor y sangre , tierra, en que a pesar de todo, siempre serán extraños.
Al final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos alejábamos por los caminos que los grillos iluminaban con su canto, gritando a viva voz la alegría de compartir en una danza la vida, al llegar al hogar con la piel pegajosa de oscuridad dar un beso a mis padres, pedir su bendición y acostarme en mi hamaca, hasta que el sol de un nuevo siglo nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la modernidad.
Un día de otoño
Nací junto al resplandor azul naranja de los sueños
en brazos de la quimera
cuando el sonido ancestral de los tambores
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea
en la telaraña de la utopía y la nostalgia
nací herido por un rayo de eternidad
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido
lejos del mar y la primavera
en el preámbulo de las mariposas
un día de otoño
cuando los soles eclipsados noviembre
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer
Evidencia
Más allá del bohío
el olor vegetal de los hornos
evidencia que el hambre ronda
los días
Esta tarde de invierno
pájaros de oro Petrificados en el viento
migran hacia los oscuros rincones del agua
La quimera
herida por un rayo de eternidad
agoniza en brazos de un ángel
El sol
con sus dedos perfumados de clorofila y rocío
golpea las puertas en penumbra del amanecer
El abismo de los sueños
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra
la sospechaba plana
pensaba que el mundo
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre
siempre tuve el cuidado
de no alejarme mucho de la realidad
para no caer en el abismo de los sueños
Huracán
Entre junio y Noviembre
Los vientos que vienen del atlántico
Se abalanzan con furia
Sobre todas las islas del mar caribe
Dejando sobre las ciudades destruidas
Sus huellas de sangre y dolor
Ángel de ternura
Ese ángel de ternura que en tus ojos tiembla
busca en los pergaminos del tiempo
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
El aroma de tu voz
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna que en tus ojos
No deja de cantar a la noche
Mi origen
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África sigue siendo en mi corazón la ilusión más dulce, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Peces luminosos
Un río de peces luminosos Inundó la ciudad
sepultada bajos los escombros del invierno
No quiero
No quiero habitar en tus sueños
como un fantasma que se desnuda
antes tus ojos y se masturba
quiero
tan sólo quiero
quiero ser lo que siempre he sido
un fugitivo que huye de sí mismo
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
camino de eternidad
Amanece
el sol deshoja la noche en la distancia
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces
el trino sombrío de unos pájaros de luto
iluminan el ambiente
un largo camino de de sangre viene d el eternidad
es aquí donde termina
donde el sol libera al rocío de la esclavitud de la noche
JUNCOS AZULES
Ríos coagulados en las mejillas del viento
lámparas heridas por el sol
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada de otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres de invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
Mano invisibles
I
Manos invisibles van taponando las heridas del horizonte
por donde se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
II
La tarde lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos residuos del sol
III
En el preámbulo de la noche un niño llora
Fantasma desnudo
No quiero habitar en tus sueños
como un fantasma que se desnuda
antes tus ojos y se masturba
quiero
tan sólo quiero
quiero ser lo que siempre he sido
un fugitivo que huye de sí mismo
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Los duendes del rocío
Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío
y asaltarán el día
que con su repentino temblor de luces y sombras
recibe al sol
y lo acompaña hasta el horizonte
donde la tarde entrega su trono a la noche
y en un aserradero de humo
incansables leñadores Intentan en vano
cercenar el corazón alegre de las flores
Ángel de ternura
Ese ángel de ternura que en tus ojos tiembla
busca en los pergaminos del tiempo
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
E l aroma de tu voz
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna
Amo esa luna que en tus ojos
No deja de cantar a la noche
Cementerio de luz
El sol en la distancia deshoja la noche
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces
el trino de unos pájaros de luto
ilumina de sombras la mañana
un largo camino de sangre viene de la eternidad
es aquí donde termina
donde el sol libera de la esclavitud de la noche
al rocío
Pupilas rotas por el dolor
Ríos coagulados en las mejillas del tiempo
lámparas heridas por las sombras
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada del otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres del invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Los duendes del rocío
Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío
y asaltarán el día
que con su repentino temblor de luces y sombras
recibe al sol
y lo acompaña hasta el horizonte
donde la tarde entrega su trono a la noche
y en un aserradero de humo
incansables leñadores Intentan en vano
cercenar el corazón alegre de las flores
Mi origen
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África es en mi corazón una hoguera que se enciende entre mis ojos cuando miro hacia atrás, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Racimo de luz
esa es mi voz
eco lejano de tamboras ahogándose
en la mirada ausente de la eternidad
madreselva que se enreda en la brisa
árbol nocturno de sonidos
barco de humo derritiéndose en la alborada
luna de papel hundiéndose en el mar
densa atmósfera de clorofila
caballo de azúcar cabalgando
sobre la arena luminosa del verano
estampa de sangre en las paredes del futuro
mi voz
eco de lágrimas salpicando las ciudades
heridas por la guerra
aroma desolado
campanas de agua
racimo de luz en el pozo de la muerte
grito de guerra
canto de amor
esa es mi voz
Murallas de papel
Santo Domingo
avenidas desoladas
autos veloces
transeúntes atrapados en burbujas de neón
luces derritiéndose en las paredes
de los altos edificios
suburbios que se los traga la noche
ríos contaminados
malecón de sombras
obelisco de cera
murallas de papel
y tres puertas siempre abiertas
Otra vez Santo Domingo
Ya es de noche
por la avenida Duarte
una oleada humana se escurre
entre los cristales de las tiendas y la fantasía del neón
en el parque Enriquillo agónicos bebedores de triculí
comparten su morada con los palomitos del malecón
que huelen cemento
atracadores y policías se confunden entre las sombras
y las luces de la zona colonial
esperan a que sus victimas
atraviesen los límites de la inocencia
para atraparlos entre las redes de la locura y el miedo
en Villa Juana y la Ciénaga
vendedores de crac y marihuana
ofertan sus productos al mejor postor
son las 3:00 A.M.
los jevitos de la Lincoln ebrios de cocaína y velocidad
se masturban a nombre de la madre
de la sociedad que los parió
y en la París con José Martí
viejas prostitutas de algodón
hacen el amor a la soledad
a esa misma hora en la calle el Conde
frente a la catedral primada de América
un mendigo defeca en la conciencia de todos nosotros
desde la calle Isabel la Católica
un fantasma lo observa
y se aleja llorando
es la ciudad
en el semáforo de la Sarasota con Jiménez Moya
mendigos Haitianos se suicidan con sus cuchillos de miseria
y en la zona norte
precisamente en Capotillo
último reducto de la esperanza
la policía reprime a la población
que protesta contra el FMI
y Joselito muere asesinado
mientras que en Boca Chica
una turista Alemana se da un baño de sol y playa
el sueño de Hitler es ya historia
a su lado
un negro criollo duerme tranquilo
Cascada de sueños
Cascada de sueños
arco iris de amor
días completos de lluvia
breves días de sol en tus ojos hacen retoñar la primavera
caballos de gloria cabalgan en tu memoria hacia la eternidad
en tus palabras la rabia y el olvido pelean hasta morir
y es la rebeldía
la que desde la puerta de una lágrimas dice adiós a la quimera
y en tu sonrisa quijotes de plata van sembrando de luz
los páramos distantes de la esperanza
en tu mirada un ángel de ternura amasa el barro estridente de la vida
y es tu corazón un jardín donde la luna florece mariposas
Nudo de lágrimas
Ya nadie podrá desatar el nudo de lágrimas
que me ata a tu recuerdo
aquí estoy
perdido entre los oscuros espacios que dejan los sueños
en los resquicios de la nada
goteras de sal caen sobre las sábanas blancas del insomnio
y de luto se han ido vistiendo todos los árboles del camino
que lleva hasta mi casa
desnuda y triste la quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras anidan en los sonidos oxidados de mi voz
y hace siglos que los ojos de la ausencia lloran mi vida
sobre las grandes capitales del mundo
el humo de las chimeneas bosteza su veneno
es la luz
un espejo donde el horizonte se mira y envejece
y en las íntimas habitaciones del agua
una sirena llora desconsolada su eternidad
y desde la ventana principal de la alborada
alguien que no conozco me dice adiós
Derrotado el día
se aleja montado en un caballo de sangre
En mi voz
las palabras echan raíces
El sonido de las tamboras
reivindica en la sed del agua y la sangre mi origen
Canto a la eternidad
El día llegó agotado de pelear contra el tiempo
Y se dejo caer sobre la tierra
recostó su cabeza sobre las altas montañas
Y sin prisa se durmió
Despertó
cuando la tarde besó su frente con ternura
y se alejó cantando hacia la eternidad
Aspas de sombras
Abatida por la metralla
la noche se eterniza en la mirada
ausente de la muerte
campanarios heridos por el silencio oxidado
del invierno
carne desnuda en su púrpura inocencia
temblor y congoja en la selva
grito desolado
flores incineradas
aspas de sombras
llora la sangre en alas de la eternidad
voz quebrada de quijote
muerte que da vida a la vida
vida que no termina con la muerte
cadáveres sonámbulos girando
alrededor de la alborada
y más allá de los sueños
la esperanza aún retoña
en el acrisolado destello del rocío
A Raúl Reyes
Testimonio de mayo
He vivido atado a los recuerdos
a los momentos irrecuperables de mi infancia
que se perdieron en el largo camino de la ausencia
a las mañanitas memorables del rocío,
a los días inolvidables de la primavera
a las noches esplendorosas de luna llena
aún tengo pegado en la piel
el claroscuro resplandor
de los días interminables de mayo
el olor de los potreros guía mis pasos
por el camino de los conucos
hacia la soledad inmensa de la lluvia
y el perfume de la clorofila colorea mi voz
de mariposas
aún los duendes invisibles del invierno
rondan mi memoria
y más allá del horizonte de mis ojos
un niño descalzo llora su hambre
LA PRIMERA LUNA DEL INVIERNO
Atardece, en la punta más distante del horizonte, el sol como un náufrago solitario, se hunde despacio en un océano de mariposas multicolores que revolotean alrededor de la nada. Las sombras como pájaros fúnebres van cayendo sobre la tierra, que ciñe sobre su cintura su vestido de luto y por las avenidas de las grandes capitales del mundo, las luces montadas sobre el caballo azul del viento persiguen a las sombras que se esconden entre las agrietadas paredes del tiempo, dos ventanas en mi rostro se abren al universo, en ellas un complejo organigrama de estrellas giran alrededor de la primera luna del invierno.
El abismo de los sueños
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra
la sospechaba plana
pensaba que el mundo
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre
siempre tuve el cuidado
de no alejarme mucho de la realidad
para no caer en el abismo de los sueños
Huracán
Entre junio y Noviembre
Los vientos que vienen del atlántico
Se abalanzan con furia
Sobre todas las islas del mar caribe
Dejando sobre las ciudades destruidas
Sus huellas de sangre y dolor
Peces luminosos
Un río de peces luminosos Inundó la ciudad
sepultada bajos los escombros del invierno
Piedra resplandeciente
En medio de la noche
la muerte se riza el pelo
sentada sobre una piedra resplandeciente
se mira en el espejo del universo
en su infinita soledad nadie la consuela
ni siquiera el tiempo seca sus lagrimas
sólo la mira y sigue su rumbo hacia la eternidad
Sin más preámbulo
No quiero morirme perdido entre las luces
de esta ciudad que tanto amo
prefiero en un cementerio baldío
arrancarme los ojos
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos
ebrio de soledad
borracho de tristeza
y al llegar a la puerta de la eternidad
sin más preámbulo que una lágrima
suicidarme
Ola de sal
El tiempo se ha roto con tu ausencia
dejando un rastro de eternidad en mi voz
a veces la sensación de tu partida
levanta en mis ojos una ola de sal
que destruye las habitaciones del olvido
y todas las noches
la luz
va dejando espejos de luna
en las paredes de la alborada
donde los niños
con los dedos tiznados de ternura
escriben tu nombre
Miguel
A Miguel Ángel Acevedo
Domingo Acevedo
Haikus 2009
Espejo de oro
El sol tras las montañas,
Amanece.
2
Voces lejanas
Olor a café tostado
Cantan los grillos.
3
Luna de papel
Noches de tercio pelo
Un perro ladra.
4
Luz y salitre
el mar suspira
la ciudad fosforece.
5
Viento del norte
canto de primavera
cayena en flor
6
Cristal molido
perlas tan, tan distantes
frías estrellas
7
Triste la tarde
un camino en sombras
un niño corre
8
El mar caribe
viejas ruinas de papel
calles de sombras
9
Junto al Ozama
una ciudad resplandece
santo Domingo
10
Un transeúnte
por la ciudad perdida
pasos sin rumbos
11
Teje la lluvia
con sus hilos de plata
la primavera
12
Llega la noche
en el río prisioneras
las mariposas
13
Luna de cristal
arrebol de la noche
suspira el sol
14
Está nevando
tiritan las estrellas
es el invierno
15
Luz amarilla
deslumbran la mañana
los girasoles
16
Aura marina
sobre el mar Caribe
sendero de luz
17
Largos caminos
En la noche perdido
Un peregrino
18
Es primavera
Mariposas amarillas
Canta el viento
Un espejismo de pájaros fúnebres
sobre Palestina
escupen sangre.
LOS AMIGOS PERDURABLES
La vida me ha demostrado que los amigos perdurables son aquellos con los que compartes ideas, sueños e ilusiones y que la amistad se fundamenta sobre hechos concretos, es un sentimiento que nos lleva a una acción cotidiana y permanente, donde no hay espacio para la mentira, la manipulación, el engaño, ni la hipocresía. Un amigo es lo más cercano a la ternura.
Domingo Acevedo
Podrás engañar al mundo, mas no así tu conciencia.
Tu ausencia
Es tu ausencia
un puñal de sal clavado en mi voz
herida que salpica de silencio las palabras
Campanario de agua
Por un pedazo sombrío de la tarde
asoma un sorbo amago de sol
campanario de agua
que repica en la mirada del ocaso
Árbol de pájaros azules
Árbol de pájaros azules
atrapados en los cubículos de las sombras
tres ruiseñores de sal
estampan en las paredes del olvido
tu nombre
Sin más preámbulo
No quiero morirme perdido entre las luces
de esta ciudad que tanto amo
prefiero en un cementerio baldío
arrancarme los ojos
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos
ebrio de soledad
borracho de tristeza
y al llegar a la puerta de la eternidad
sin más preámbulo que una lágrima
suicidarme
SUSURRO IMAGINARIO
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio
es apenas un susurro imaginario
que se pierde en la noche
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras de la tarde
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje mantos de sombras con los que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar
DETRÁS DEL ESPEJO
Detrás del espejo duerme un fantasma
en sus ojos la luz pelea contra las sombras
por eso es que la habitación se ilumina de mariposas
que traspasan las paredes de la noche
hasta diluirse en la distancia
que va de los sueños al amanecer
CON ALAS EN LA ESPALDA
Ese niño con alas en la espalda
y el cielo en la mirada
que todas las tardes como testimonio de su breve edad
me trae en su voz de pájaro
un ramillete de flores silvestres
tiene en la mirada
alegre la sonrisa
y un corazón de azúcar derretido en mis palabras
tierna la azucena en sus manos
como un relámpago perfuma el sendero
por donde sus pasos se alejan del ocaso a la aurora
a llenar de ternura mi alma
A Guaroa Acevedo mi hijo.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
La insignificante grandeza
RUGE LA LUZ
Tumulto de colores
la tarde se inunda de primavera
oleaje de mariposas amarillas
estrellándose contra imaginarios acantilados
en tu mirada el viento clarea el horizonte
con un olor a flores fosificado en el tiempo
en lo infinito el sol parece una moneda perdida
ágata que se rompe en la mirada de un ángel
ruge la luz
al compás de los tambores del silencio
la noche hace su llegada triunfal
Vestida de azul I
Así vestida toda de azul me acompañas en mis sueños,
viajas conmigo por los senderos del amor,
tan feliz que te desnuda y danza para mi bajo la luna
luego sudorosa y jadeante
corres hacia mis brazos
y en la soledad del tiempo
bajo las estrellas
arropados por las sombras de la noche
hacemos el amor
Vestida de azul II
Busco tu rostro que la noche dibuja
en los pergaminos de la ausencia
la ciudad a esta hora empieza a desfallecer
herida por las luces y la soledad
en una esquina bajo la sombra de un farol
una prostituta hace el amor a la nostalgia
ebrios transeúntes suben la escalinatas
de los sueños
y antes del amanecer
ante mis ojos sin ningún rubor
se suicidan
la ciudad
por sus calles de asombro te busco
entre los fantasma de la zona colonial
y te imagino vestida de azul
en los balcones de la alborada
diciéndome adiós para siempre
La insignificante grandeza
Quiero dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas. Decir que sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer nuestros abuelos, construyeron una gran ciudad.
De esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada, sólo recuerdos, recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia, recuerdos tan enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros fabulosos de mis sueños que más allá de la polvorienta geografía de mi cuerpo iluminan los cubículos del olvido, en donde la civilización enterró toda nuestra alegría.
En nuestra forma simple de ver la vida no advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando entre sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real a menos de una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía en todo su esplendor, sus avenidas románticas con sus ventanales que todas las tardes daban al mar, las luces que herían el corazón de las sombras con sus cuchillos color del oro viejo, sus pomposos edificios preñados de sueños, sus mujeres de algodón que vestían sus corazones con las luces primeras del alba para no morir de pena atrapadas por la soledad, sus escuálidos hombres vestidos con los colores más estridendentes del arco iris, sus ruidosos automóviles ebrios de distancia y sobre todo sus noches bulliciosas, con sus casinos, donde el azar y la ambición atrapaban a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de melancolía de la Duarte y la Mella, donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno por lo túneles infinitos de la fantasía, el mar Caribe con sus barcos fantasmas esfumándose en el horizonte, las vidrieras de las tiendas que atrapaban nuestros sueños en el bucólico encanto de querer tener y no poder y mirábamos hacia dentro de nosotros mismos y terminábamos parados frente al espejo de la vida harapientos y descalzos en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos nosotros en ese mundo y de nuevo volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más prisa que ir a los conucos, andar por los montes maroteando alguna fruta de lástima, arrear vacas hacia las distantes regiones del rocío , cazar pajaritos endebles para mitigar el hambre de toda la vida y en las noches alrededor de la hoguera los abuelos en una danza nos hablaban de sus hazañas remotas, de su largo viaje sin retorno hasta llegar aquí, de la crueldad del látigo en sus espaldas, de cuando lucharon contra el hombre blanco por su libertad, de sus anhelos por volver al África y de sus raíces enterradas en estas tierras que abonaron con sudor y sangre , tierra, en que a pesar de todo, siempre serán extraños.
Al final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos alejábamos por los caminos que los grillos iluminaban con su canto, gritando a viva voz la alegría de compartir en una danza la vida, al llegar al hogar con la piel pegajosa de oscuridad dar un beso a mis padres, pedir su bendición y acostarme en mi hamaca, hasta que el sol de un nuevo siglo nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la modernidad.
Un día de otoño
Nací junto al resplandor azul naranja de los sueños
en brazos de la quimera
cuando el sonido ancestral de los tambores
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea
en la telaraña de la utopía y la nostalgia
nací herido por un rayo de eternidad
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido
lejos del mar y la primavera
en el preámbulo de las mariposas
un día de otoño
cuando los soles eclipsados noviembre
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer
Evidencia
Más allá del bohío
el olor vegetal de los hornos
evidencia que el hambre ronda
los días
Esta tarde de invierno
pájaros de oro Petrificados en el viento
migran hacia los oscuros rincones del agua
La quimera
herida por un rayo de eternidad
agoniza en brazos de un ángel
El sol
con sus dedos perfumados de clorofila y rocío
golpea las puertas en penumbra del amanecer
El abismo de los sueños
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra
la sospechaba plana
pensaba que el mundo
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre
siempre tuve el cuidado
de no alejarme mucho de la realidad
para no caer en el abismo de los sueños
Huracán
Entre junio y Noviembre
Los vientos que vienen del atlántico
Se abalanzan con furia
Sobre todas las islas del mar caribe
Dejando sobre las ciudades destruidas
Sus huellas de sangre y dolor
Ángel de ternura
Ese ángel de ternura que en tus ojos tiembla
busca en los pergaminos del tiempo
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
El aroma de tu voz
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna que en tus ojos
No deja de cantar a la noche
Mi origen
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África sigue siendo en mi corazón la ilusión más dulce, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Peces luminosos
Un río de peces luminosos Inundó la ciudad
sepultada bajos los escombros del invierno
No quiero
No quiero habitar en tus sueños
como un fantasma que se desnuda
antes tus ojos y se masturba
quiero
tan sólo quiero
quiero ser lo que siempre he sido
un fugitivo que huye de sí mismo
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
camino de eternidad
Amanece
el sol deshoja la noche en la distancia
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces
el trino sombrío de unos pájaros de luto
iluminan el ambiente
un largo camino de de sangre viene d el eternidad
es aquí donde termina
donde el sol libera al rocío de la esclavitud de la noche
JUNCOS AZULES
Ríos coagulados en las mejillas del viento
lámparas heridas por el sol
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada de otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres de invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
Mano invisibles
I
Manos invisibles van taponando las heridas del horizonte
por donde se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
II
La tarde lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos residuos del sol
III
En el preámbulo de la noche un niño llora
Fantasma desnudo
No quiero habitar en tus sueños
como un fantasma que se desnuda
antes tus ojos y se masturba
quiero
tan sólo quiero
quiero ser lo que siempre he sido
un fugitivo que huye de sí mismo
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Los duendes del rocío
Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío
y asaltarán el día
que con su repentino temblor de luces y sombras
recibe al sol
y lo acompaña hasta el horizonte
donde la tarde entrega su trono a la noche
y en un aserradero de humo
incansables leñadores Intentan en vano
cercenar el corazón alegre de las flores
Ángel de ternura
Ese ángel de ternura que en tus ojos tiembla
busca en los pergaminos del tiempo
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
E l aroma de tu voz
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna
Amo esa luna que en tus ojos
No deja de cantar a la noche
Cementerio de luz
El sol en la distancia deshoja la noche
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces
el trino de unos pájaros de luto
ilumina de sombras la mañana
un largo camino de sangre viene de la eternidad
es aquí donde termina
donde el sol libera de la esclavitud de la noche
al rocío
Pupilas rotas por el dolor
Ríos coagulados en las mejillas del tiempo
lámparas heridas por las sombras
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada del otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres del invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Los duendes del rocío
Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío
y asaltarán el día
que con su repentino temblor de luces y sombras
recibe al sol
y lo acompaña hasta el horizonte
donde la tarde entrega su trono a la noche
y en un aserradero de humo
incansables leñadores Intentan en vano
cercenar el corazón alegre de las flores
Mi origen
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África es en mi corazón una hoguera que se enciende entre mis ojos cuando miro hacia atrás, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Racimo de luz
esa es mi voz
eco lejano de tamboras ahogándose
en la mirada ausente de la eternidad
madreselva que se enreda en la brisa
árbol nocturno de sonidos
barco de humo derritiéndose en la alborada
luna de papel hundiéndose en el mar
densa atmósfera de clorofila
caballo de azúcar cabalgando
sobre la arena luminosa del verano
estampa de sangre en las paredes del futuro
mi voz
eco de lágrimas salpicando las ciudades
heridas por la guerra
aroma desolado
campanas de agua
racimo de luz en el pozo de la muerte
grito de guerra
canto de amor
esa es mi voz
Murallas de papel
Santo Domingo
avenidas desoladas
autos veloces
transeúntes atrapados en burbujas de neón
luces derritiéndose en las paredes
de los altos edificios
suburbios que se los traga la noche
ríos contaminados
malecón de sombras
obelisco de cera
murallas de papel
y tres puertas siempre abiertas
Otra vez Santo Domingo
Ya es de noche
por la avenida Duarte
una oleada humana se escurre
entre los cristales de las tiendas y la fantasía del neón
en el parque Enriquillo agónicos bebedores de triculí
comparten su morada con los palomitos del malecón
que huelen cemento
atracadores y policías se confunden entre las sombras
y las luces de la zona colonial
esperan a que sus victimas
atraviesen los límites de la inocencia
para atraparlos entre las redes de la locura y el miedo
en Villa Juana y la Ciénaga
vendedores de crac y marihuana
ofertan sus productos al mejor postor
son las 3:00 A.M.
los jevitos de la Lincoln ebrios de cocaína y velocidad
se masturban a nombre de la madre
de la sociedad que los parió
y en la París con José Martí
viejas prostitutas de algodón
hacen el amor a la soledad
a esa misma hora en la calle el Conde
frente a la catedral primada de América
un mendigo defeca en la conciencia de todos nosotros
desde la calle Isabel la Católica
un fantasma lo observa
y se aleja llorando
es la ciudad
en el semáforo de la Sarasota con Jiménez Moya
mendigos Haitianos se suicidan con sus cuchillos de miseria
y en la zona norte
precisamente en Capotillo
último reducto de la esperanza
la policía reprime a la población
que protesta contra el FMI
y Joselito muere asesinado
mientras que en Boca Chica
una turista Alemana se da un baño de sol y playa
el sueño de Hitler es ya historia
a su lado
un negro criollo duerme tranquilo
Cascada de sueños
Cascada de sueños
arco iris de amor
días completos de lluvia
breves días de sol en tus ojos hacen retoñar la primavera
caballos de gloria cabalgan en tu memoria hacia la eternidad
en tus palabras la rabia y el olvido pelean hasta morir
y es la rebeldía
la que desde la puerta de una lágrimas dice adiós a la quimera
y en tu sonrisa quijotes de plata van sembrando de luz
los páramos distantes de la esperanza
en tu mirada un ángel de ternura amasa el barro estridente de la vida
y es tu corazón un jardín donde la luna florece mariposas
Nudo de lágrimas
Ya nadie podrá desatar el nudo de lágrimas
que me ata a tu recuerdo
aquí estoy
perdido entre los oscuros espacios que dejan los sueños
en los resquicios de la nada
goteras de sal caen sobre las sábanas blancas del insomnio
y de luto se han ido vistiendo todos los árboles del camino
que lleva hasta mi casa
desnuda y triste la quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras anidan en los sonidos oxidados de mi voz
y hace siglos que los ojos de la ausencia lloran mi vida
sobre las grandes capitales del mundo
el humo de las chimeneas bosteza su veneno
es la luz
un espejo donde el horizonte se mira y envejece
y en las íntimas habitaciones del agua
una sirena llora desconsolada su eternidad
y desde la ventana principal de la alborada
alguien que no conozco me dice adiós
Derrotado el día
se aleja montado en un caballo de sangre
En mi voz
las palabras echan raíces
El sonido de las tamboras
reivindica en la sed del agua y la sangre mi origen
Canto a la eternidad
El día llegó agotado de pelear contra el tiempo
Y se dejo caer sobre la tierra
recostó su cabeza sobre las altas montañas
Y sin prisa se durmió
Despertó
cuando la tarde besó su frente con ternura
y se alejó cantando hacia la eternidad
Aspas de sombras
Abatida por la metralla
la noche se eterniza en la mirada
ausente de la muerte
campanarios heridos por el silencio oxidado
del invierno
carne desnuda en su púrpura inocencia
temblor y congoja en la selva
grito desolado
flores incineradas
aspas de sombras
llora la sangre en alas de la eternidad
voz quebrada de quijote
muerte que da vida a la vida
vida que no termina con la muerte
cadáveres sonámbulos girando
alrededor de la alborada
y más allá de los sueños
la esperanza aún retoña
en el acrisolado destello del rocío
A Raúl Reyes
Testimonio de mayo
He vivido atado a los recuerdos
a los momentos irrecuperables de mi infancia
que se perdieron en el largo camino de la ausencia
a las mañanitas memorables del rocío,
a los días inolvidables de la primavera
a las noches esplendorosas de luna llena
aún tengo pegado en la piel
el claroscuro resplandor
de los días interminables de mayo
el olor de los potreros guía mis pasos
por el camino de los conucos
hacia la soledad inmensa de la lluvia
y el perfume de la clorofila colorea mi voz
de mariposas
aún los duendes invisibles del invierno
rondan mi memoria
y más allá del horizonte de mis ojos
un niño descalzo llora su hambre
LA PRIMERA LUNA DEL INVIERNO
Atardece, en la punta más distante del horizonte, el sol como un náufrago solitario, se hunde despacio en un océano de mariposas multicolores que revolotean alrededor de la nada. Las sombras como pájaros fúnebres van cayendo sobre la tierra, que ciñe sobre su cintura su vestido de luto y por las avenidas de las grandes capitales del mundo, las luces montadas sobre el caballo azul del viento persiguen a las sombras que se esconden entre las agrietadas paredes del tiempo, dos ventanas en mi rostro se abren al universo, en ellas un complejo organigrama de estrellas giran alrededor de la primera luna del invierno.
El abismo de los sueños
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra
la sospechaba plana
pensaba que el mundo
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre
siempre tuve el cuidado
de no alejarme mucho de la realidad
para no caer en el abismo de los sueños
Huracán
Entre junio y Noviembre
Los vientos que vienen del atlántico
Se abalanzan con furia
Sobre todas las islas del mar caribe
Dejando sobre las ciudades destruidas
Sus huellas de sangre y dolor
Peces luminosos
Un río de peces luminosos Inundó la ciudad
sepultada bajos los escombros del invierno
Piedra resplandeciente
En medio de la noche
la muerte se riza el pelo
sentada sobre una piedra resplandeciente
se mira en el espejo del universo
en su infinita soledad nadie la consuela
ni siquiera el tiempo seca sus lagrimas
sólo la mira y sigue su rumbo hacia la eternidad
Sin más preámbulo
No quiero morirme perdido entre las luces
de esta ciudad que tanto amo
prefiero en un cementerio baldío
arrancarme los ojos
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos
ebrio de soledad
borracho de tristeza
y al llegar a la puerta de la eternidad
sin más preámbulo que una lágrima
suicidarme
Ola de sal
El tiempo se ha roto con tu ausencia
dejando un rastro de eternidad en mi voz
a veces la sensación de tu partida
levanta en mis ojos una ola de sal
que destruye las habitaciones del olvido
y todas las noches
la luz
va dejando espejos de luna
en las paredes de la alborada
donde los niños
con los dedos tiznados de ternura
escriben tu nombre
Miguel
A Miguel Ángel Acevedo
Domingo Acevedo
Haikus 2009
Espejo de oro
El sol tras las montañas,
Amanece.
2
Voces lejanas
Olor a café tostado
Cantan los grillos.
3
Luna de papel
Noches de tercio pelo
Un perro ladra.
4
Luz y salitre
el mar suspira
la ciudad fosforece.
5
Viento del norte
canto de primavera
cayena en flor
6
Cristal molido
perlas tan, tan distantes
frías estrellas
7
Triste la tarde
un camino en sombras
un niño corre
8
El mar caribe
viejas ruinas de papel
calles de sombras
9
Junto al Ozama
una ciudad resplandece
santo Domingo
10
Un transeúnte
por la ciudad perdida
pasos sin rumbos
11
Teje la lluvia
con sus hilos de plata
la primavera
12
Llega la noche
en el río prisioneras
las mariposas
13
Luna de cristal
arrebol de la noche
suspira el sol
14
Está nevando
tiritan las estrellas
es el invierno
15
Luz amarilla
deslumbran la mañana
los girasoles
16
Aura marina
sobre el mar Caribe
sendero de luz
17
Largos caminos
En la noche perdido
Un peregrino
18
Es primavera
Mariposas amarillas
Canta el viento
Un espejismo de pájaros fúnebres
sobre Palestina
escupen sangre.
LOS AMIGOS PERDURABLES
La vida me ha demostrado que los amigos perdurables son aquellos con los que compartes ideas, sueños e ilusiones y que la amistad se fundamenta sobre hechos concretos, es un sentimiento que nos lleva a una acción cotidiana y permanente, donde no hay espacio para la mentira, la manipulación, el engaño, ni la hipocresía. Un amigo es lo más cercano a la ternura.
Domingo Acevedo
Podrás engañar al mundo, mas no así tu conciencia.
Tu ausencia
Es tu ausencia
un puñal de sal clavado en mi voz
herida que salpica de silencio las palabras
Campanario de agua
Por un pedazo sombrío de la tarde
asoma un sorbo amago de sol
campanario de agua
que repica en la mirada del ocaso
Árbol de pájaros azules
Árbol de pájaros azules
atrapados en los cubículos de las sombras
tres ruiseñores de sal
estampan en las paredes del olvido
tu nombre
Sin más preámbulo
No quiero morirme perdido entre las luces
de esta ciudad que tanto amo
prefiero en un cementerio baldío
arrancarme los ojos
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos
ebrio de soledad
borracho de tristeza
y al llegar a la puerta de la eternidad
sin más preámbulo que una lágrima
suicidarme
SUSURRO IMAGINARIO
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio
es apenas un susurro imaginario
que se pierde en la noche
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras de la tarde
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje mantos de sombras con los que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar
DETRÁS DEL ESPEJO
Detrás del espejo duerme un fantasma
en sus ojos la luz pelea contra las sombras
por eso es que la habitación se ilumina de mariposas
que traspasan las paredes de la noche
hasta diluirse en la distancia
que va de los sueños al amanecer
CON ALAS EN LA ESPALDA
Ese niño con alas en la espalda
y el cielo en la mirada
que todas las tardes como testimonio de su breve edad
me trae en su voz de pájaro
un ramillete de flores silvestres
tiene en la mirada
alegre la sonrisa
y un corazón de azúcar derretido en mis palabras
tierna la azucena en sus manos
como un relámpago perfuma el sendero
por donde sus pasos se alejan del ocaso a la aurora
a llenar de ternura mi alma
A Guaroa Acevedo mi hijo.
Tumulto de colores
la tarde se inunda de primavera
oleaje de mariposas amarillas
estrellándose contra imaginarios acantilados
en tu mirada el viento clarea el horizonte
con un olor a flores fosificado en el tiempo
en lo infinito el sol parece una moneda perdida
ágata que se rompe en la mirada de un ángel
ruge la luz
al compás de los tambores del silencio
la noche hace su llegada triunfal
Vestida de azul I
Así vestida toda de azul me acompañas en mis sueños,
viajas conmigo por los senderos del amor,
tan feliz que te desnuda y danza para mi bajo la luna
luego sudorosa y jadeante
corres hacia mis brazos
y en la soledad del tiempo
bajo las estrellas
arropados por las sombras de la noche
hacemos el amor
Vestida de azul II
Busco tu rostro que la noche dibuja
en los pergaminos de la ausencia
la ciudad a esta hora empieza a desfallecer
herida por las luces y la soledad
en una esquina bajo la sombra de un farol
una prostituta hace el amor a la nostalgia
ebrios transeúntes suben la escalinatas
de los sueños
y antes del amanecer
ante mis ojos sin ningún rubor
se suicidan
la ciudad
por sus calles de asombro te busco
entre los fantasma de la zona colonial
y te imagino vestida de azul
en los balcones de la alborada
diciéndome adiós para siempre
La insignificante grandeza
Quiero dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas. Decir que sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer nuestros abuelos, construyeron una gran ciudad.
De esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada, sólo recuerdos, recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia, recuerdos tan enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros fabulosos de mis sueños que más allá de la polvorienta geografía de mi cuerpo iluminan los cubículos del olvido, en donde la civilización enterró toda nuestra alegría.
En nuestra forma simple de ver la vida no advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando entre sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real a menos de una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía en todo su esplendor, sus avenidas románticas con sus ventanales que todas las tardes daban al mar, las luces que herían el corazón de las sombras con sus cuchillos color del oro viejo, sus pomposos edificios preñados de sueños, sus mujeres de algodón que vestían sus corazones con las luces primeras del alba para no morir de pena atrapadas por la soledad, sus escuálidos hombres vestidos con los colores más estridendentes del arco iris, sus ruidosos automóviles ebrios de distancia y sobre todo sus noches bulliciosas, con sus casinos, donde el azar y la ambición atrapaban a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de melancolía de la Duarte y la Mella, donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno por lo túneles infinitos de la fantasía, el mar Caribe con sus barcos fantasmas esfumándose en el horizonte, las vidrieras de las tiendas que atrapaban nuestros sueños en el bucólico encanto de querer tener y no poder y mirábamos hacia dentro de nosotros mismos y terminábamos parados frente al espejo de la vida harapientos y descalzos en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos nosotros en ese mundo y de nuevo volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más prisa que ir a los conucos, andar por los montes maroteando alguna fruta de lástima, arrear vacas hacia las distantes regiones del rocío , cazar pajaritos endebles para mitigar el hambre de toda la vida y en las noches alrededor de la hoguera los abuelos en una danza nos hablaban de sus hazañas remotas, de su largo viaje sin retorno hasta llegar aquí, de la crueldad del látigo en sus espaldas, de cuando lucharon contra el hombre blanco por su libertad, de sus anhelos por volver al África y de sus raíces enterradas en estas tierras que abonaron con sudor y sangre , tierra, en que a pesar de todo, siempre serán extraños.
Al final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos alejábamos por los caminos que los grillos iluminaban con su canto, gritando a viva voz la alegría de compartir en una danza la vida, al llegar al hogar con la piel pegajosa de oscuridad dar un beso a mis padres, pedir su bendición y acostarme en mi hamaca, hasta que el sol de un nuevo siglo nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la modernidad.
Un día de otoño
Nací junto al resplandor azul naranja de los sueños
en brazos de la quimera
cuando el sonido ancestral de los tambores
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea
en la telaraña de la utopía y la nostalgia
nací herido por un rayo de eternidad
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido
lejos del mar y la primavera
en el preámbulo de las mariposas
un día de otoño
cuando los soles eclipsados noviembre
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer
Evidencia
Más allá del bohío
el olor vegetal de los hornos
evidencia que el hambre ronda
los días
Esta tarde de invierno
pájaros de oro Petrificados en el viento
migran hacia los oscuros rincones del agua
La quimera
herida por un rayo de eternidad
agoniza en brazos de un ángel
El sol
con sus dedos perfumados de clorofila y rocío
golpea las puertas en penumbra del amanecer
El abismo de los sueños
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra
la sospechaba plana
pensaba que el mundo
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre
siempre tuve el cuidado
de no alejarme mucho de la realidad
para no caer en el abismo de los sueños
Huracán
Entre junio y Noviembre
Los vientos que vienen del atlántico
Se abalanzan con furia
Sobre todas las islas del mar caribe
Dejando sobre las ciudades destruidas
Sus huellas de sangre y dolor
Ángel de ternura
Ese ángel de ternura que en tus ojos tiembla
busca en los pergaminos del tiempo
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
El aroma de tu voz
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna que en tus ojos
No deja de cantar a la noche
Mi origen
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África sigue siendo en mi corazón la ilusión más dulce, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Peces luminosos
Un río de peces luminosos Inundó la ciudad
sepultada bajos los escombros del invierno
No quiero
No quiero habitar en tus sueños
como un fantasma que se desnuda
antes tus ojos y se masturba
quiero
tan sólo quiero
quiero ser lo que siempre he sido
un fugitivo que huye de sí mismo
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
camino de eternidad
Amanece
el sol deshoja la noche en la distancia
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces
el trino sombrío de unos pájaros de luto
iluminan el ambiente
un largo camino de de sangre viene d el eternidad
es aquí donde termina
donde el sol libera al rocío de la esclavitud de la noche
JUNCOS AZULES
Ríos coagulados en las mejillas del viento
lámparas heridas por el sol
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada de otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres de invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
Mano invisibles
I
Manos invisibles van taponando las heridas del horizonte
por donde se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
II
La tarde lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos residuos del sol
III
En el preámbulo de la noche un niño llora
Fantasma desnudo
No quiero habitar en tus sueños
como un fantasma que se desnuda
antes tus ojos y se masturba
quiero
tan sólo quiero
quiero ser lo que siempre he sido
un fugitivo que huye de sí mismo
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Los duendes del rocío
Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío
y asaltarán el día
que con su repentino temblor de luces y sombras
recibe al sol
y lo acompaña hasta el horizonte
donde la tarde entrega su trono a la noche
y en un aserradero de humo
incansables leñadores Intentan en vano
cercenar el corazón alegre de las flores
Ángel de ternura
Ese ángel de ternura que en tus ojos tiembla
busca en los pergaminos del tiempo
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
E l aroma de tu voz
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna
Amo esa luna que en tus ojos
No deja de cantar a la noche
Cementerio de luz
El sol en la distancia deshoja la noche
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces
el trino de unos pájaros de luto
ilumina de sombras la mañana
un largo camino de sangre viene de la eternidad
es aquí donde termina
donde el sol libera de la esclavitud de la noche
al rocío
Pupilas rotas por el dolor
Ríos coagulados en las mejillas del tiempo
lámparas heridas por las sombras
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada del otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres del invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Los duendes del rocío
Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío
y asaltarán el día
que con su repentino temblor de luces y sombras
recibe al sol
y lo acompaña hasta el horizonte
donde la tarde entrega su trono a la noche
y en un aserradero de humo
incansables leñadores Intentan en vano
cercenar el corazón alegre de las flores
Mi origen
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África es en mi corazón una hoguera que se enciende entre mis ojos cuando miro hacia atrás, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Racimo de luz
esa es mi voz
eco lejano de tamboras ahogándose
en la mirada ausente de la eternidad
madreselva que se enreda en la brisa
árbol nocturno de sonidos
barco de humo derritiéndose en la alborada
luna de papel hundiéndose en el mar
densa atmósfera de clorofila
caballo de azúcar cabalgando
sobre la arena luminosa del verano
estampa de sangre en las paredes del futuro
mi voz
eco de lágrimas salpicando las ciudades
heridas por la guerra
aroma desolado
campanas de agua
racimo de luz en el pozo de la muerte
grito de guerra
canto de amor
esa es mi voz
Murallas de papel
Santo Domingo
avenidas desoladas
autos veloces
transeúntes atrapados en burbujas de neón
luces derritiéndose en las paredes
de los altos edificios
suburbios que se los traga la noche
ríos contaminados
malecón de sombras
obelisco de cera
murallas de papel
y tres puertas siempre abiertas
Otra vez Santo Domingo
Ya es de noche
por la avenida Duarte
una oleada humana se escurre
entre los cristales de las tiendas y la fantasía del neón
en el parque Enriquillo agónicos bebedores de triculí
comparten su morada con los palomitos del malecón
que huelen cemento
atracadores y policías se confunden entre las sombras
y las luces de la zona colonial
esperan a que sus victimas
atraviesen los límites de la inocencia
para atraparlos entre las redes de la locura y el miedo
en Villa Juana y la Ciénaga
vendedores de crac y marihuana
ofertan sus productos al mejor postor
son las 3:00 A.M.
los jevitos de la Lincoln ebrios de cocaína y velocidad
se masturban a nombre de la madre
de la sociedad que los parió
y en la París con José Martí
viejas prostitutas de algodón
hacen el amor a la soledad
a esa misma hora en la calle el Conde
frente a la catedral primada de América
un mendigo defeca en la conciencia de todos nosotros
desde la calle Isabel la Católica
un fantasma lo observa
y se aleja llorando
es la ciudad
en el semáforo de la Sarasota con Jiménez Moya
mendigos Haitianos se suicidan con sus cuchillos de miseria
y en la zona norte
precisamente en Capotillo
último reducto de la esperanza
la policía reprime a la población
que protesta contra el FMI
y Joselito muere asesinado
mientras que en Boca Chica
una turista Alemana se da un baño de sol y playa
el sueño de Hitler es ya historia
a su lado
un negro criollo duerme tranquilo
Cascada de sueños
Cascada de sueños
arco iris de amor
días completos de lluvia
breves días de sol en tus ojos hacen retoñar la primavera
caballos de gloria cabalgan en tu memoria hacia la eternidad
en tus palabras la rabia y el olvido pelean hasta morir
y es la rebeldía
la que desde la puerta de una lágrimas dice adiós a la quimera
y en tu sonrisa quijotes de plata van sembrando de luz
los páramos distantes de la esperanza
en tu mirada un ángel de ternura amasa el barro estridente de la vida
y es tu corazón un jardín donde la luna florece mariposas
Nudo de lágrimas
Ya nadie podrá desatar el nudo de lágrimas
que me ata a tu recuerdo
aquí estoy
perdido entre los oscuros espacios que dejan los sueños
en los resquicios de la nada
goteras de sal caen sobre las sábanas blancas del insomnio
y de luto se han ido vistiendo todos los árboles del camino
que lleva hasta mi casa
desnuda y triste la quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras anidan en los sonidos oxidados de mi voz
y hace siglos que los ojos de la ausencia lloran mi vida
sobre las grandes capitales del mundo
el humo de las chimeneas bosteza su veneno
es la luz
un espejo donde el horizonte se mira y envejece
y en las íntimas habitaciones del agua
una sirena llora desconsolada su eternidad
y desde la ventana principal de la alborada
alguien que no conozco me dice adiós
Derrotado el día
se aleja montado en un caballo de sangre
En mi voz
las palabras echan raíces
El sonido de las tamboras
reivindica en la sed del agua y la sangre mi origen
Canto a la eternidad
El día llegó agotado de pelear contra el tiempo
Y se dejo caer sobre la tierra
recostó su cabeza sobre las altas montañas
Y sin prisa se durmió
Despertó
cuando la tarde besó su frente con ternura
y se alejó cantando hacia la eternidad
Aspas de sombras
Abatida por la metralla
la noche se eterniza en la mirada
ausente de la muerte
campanarios heridos por el silencio oxidado
del invierno
carne desnuda en su púrpura inocencia
temblor y congoja en la selva
grito desolado
flores incineradas
aspas de sombras
llora la sangre en alas de la eternidad
voz quebrada de quijote
muerte que da vida a la vida
vida que no termina con la muerte
cadáveres sonámbulos girando
alrededor de la alborada
y más allá de los sueños
la esperanza aún retoña
en el acrisolado destello del rocío
A Raúl Reyes
Testimonio de mayo
He vivido atado a los recuerdos
a los momentos irrecuperables de mi infancia
que se perdieron en el largo camino de la ausencia
a las mañanitas memorables del rocío,
a los días inolvidables de la primavera
a las noches esplendorosas de luna llena
aún tengo pegado en la piel
el claroscuro resplandor
de los días interminables de mayo
el olor de los potreros guía mis pasos
por el camino de los conucos
hacia la soledad inmensa de la lluvia
y el perfume de la clorofila colorea mi voz
de mariposas
aún los duendes invisibles del invierno
rondan mi memoria
y más allá del horizonte de mis ojos
un niño descalzo llora su hambre
LA PRIMERA LUNA DEL INVIERNO
Atardece, en la punta más distante del horizonte, el sol como un náufrago solitario, se hunde despacio en un océano de mariposas multicolores que revolotean alrededor de la nada. Las sombras como pájaros fúnebres van cayendo sobre la tierra, que ciñe sobre su cintura su vestido de luto y por las avenidas de las grandes capitales del mundo, las luces montadas sobre el caballo azul del viento persiguen a las sombras que se esconden entre las agrietadas paredes del tiempo, dos ventanas en mi rostro se abren al universo, en ellas un complejo organigrama de estrellas giran alrededor de la primera luna del invierno.
El abismo de los sueños
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra
la sospechaba plana
pensaba que el mundo
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre
siempre tuve el cuidado
de no alejarme mucho de la realidad
para no caer en el abismo de los sueños
Huracán
Entre junio y Noviembre
Los vientos que vienen del atlántico
Se abalanzan con furia
Sobre todas las islas del mar caribe
Dejando sobre las ciudades destruidas
Sus huellas de sangre y dolor
Peces luminosos
Un río de peces luminosos Inundó la ciudad
sepultada bajos los escombros del invierno
Piedra resplandeciente
En medio de la noche
la muerte se riza el pelo
sentada sobre una piedra resplandeciente
se mira en el espejo del universo
en su infinita soledad nadie la consuela
ni siquiera el tiempo seca sus lagrimas
sólo la mira y sigue su rumbo hacia la eternidad
Sin más preámbulo
No quiero morirme perdido entre las luces
de esta ciudad que tanto amo
prefiero en un cementerio baldío
arrancarme los ojos
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos
ebrio de soledad
borracho de tristeza
y al llegar a la puerta de la eternidad
sin más preámbulo que una lágrima
suicidarme
Ola de sal
El tiempo se ha roto con tu ausencia
dejando un rastro de eternidad en mi voz
a veces la sensación de tu partida
levanta en mis ojos una ola de sal
que destruye las habitaciones del olvido
y todas las noches
la luz
va dejando espejos de luna
en las paredes de la alborada
donde los niños
con los dedos tiznados de ternura
escriben tu nombre
Miguel
A Miguel Ángel Acevedo
Domingo Acevedo
Haikus 2009
Espejo de oro
El sol tras las montañas,
Amanece.
2
Voces lejanas
Olor a café tostado
Cantan los grillos.
3
Luna de papel
Noches de tercio pelo
Un perro ladra.
4
Luz y salitre
el mar suspira
la ciudad fosforece.
5
Viento del norte
canto de primavera
cayena en flor
6
Cristal molido
perlas tan, tan distantes
frías estrellas
7
Triste la tarde
un camino en sombras
un niño corre
8
El mar caribe
viejas ruinas de papel
calles de sombras
9
Junto al Ozama
una ciudad resplandece
santo Domingo
10
Un transeúnte
por la ciudad perdida
pasos sin rumbos
11
Teje la lluvia
con sus hilos de plata
la primavera
12
Llega la noche
en el río prisioneras
las mariposas
13
Luna de cristal
arrebol de la noche
suspira el sol
14
Está nevando
tiritan las estrellas
es el invierno
15
Luz amarilla
deslumbran la mañana
los girasoles
16
Aura marina
sobre el mar Caribe
sendero de luz
17
Largos caminos
En la noche perdido
Un peregrino
18
Es primavera
Mariposas amarillas
Canta el viento
Un espejismo de pájaros fúnebres
sobre Palestina
escupen sangre.
LOS AMIGOS PERDURABLES
La vida me ha demostrado que los amigos perdurables son aquellos con los que compartes ideas, sueños e ilusiones y que la amistad se fundamenta sobre hechos concretos, es un sentimiento que nos lleva a una acción cotidiana y permanente, donde no hay espacio para la mentira, la manipulación, el engaño, ni la hipocresía. Un amigo es lo más cercano a la ternura.
Domingo Acevedo
Podrás engañar al mundo, mas no así tu conciencia.
Tu ausencia
Es tu ausencia
un puñal de sal clavado en mi voz
herida que salpica de silencio las palabras
Campanario de agua
Por un pedazo sombrío de la tarde
asoma un sorbo amago de sol
campanario de agua
que repica en la mirada del ocaso
Árbol de pájaros azules
Árbol de pájaros azules
atrapados en los cubículos de las sombras
tres ruiseñores de sal
estampan en las paredes del olvido
tu nombre
Sin más preámbulo
No quiero morirme perdido entre las luces
de esta ciudad que tanto amo
prefiero en un cementerio baldío
arrancarme los ojos
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos
ebrio de soledad
borracho de tristeza
y al llegar a la puerta de la eternidad
sin más preámbulo que una lágrima
suicidarme
SUSURRO IMAGINARIO
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio
es apenas un susurro imaginario
que se pierde en la noche
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras de la tarde
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje mantos de sombras con los que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar
DETRÁS DEL ESPEJO
Detrás del espejo duerme un fantasma
en sus ojos la luz pelea contra las sombras
por eso es que la habitación se ilumina de mariposas
que traspasan las paredes de la noche
hasta diluirse en la distancia
que va de los sueños al amanecer
CON ALAS EN LA ESPALDA
Ese niño con alas en la espalda
y el cielo en la mirada
que todas las tardes como testimonio de su breve edad
me trae en su voz de pájaro
un ramillete de flores silvestres
tiene en la mirada
alegre la sonrisa
y un corazón de azúcar derretido en mis palabras
tierna la azucena en sus manos
como un relámpago perfuma el sendero
por donde sus pasos se alejan del ocaso a la aurora
a llenar de ternura mi alma
A Guaroa Acevedo mi hijo.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
domingo, marzo 18, 2012
HOMENAJE A JOSEFINA CLARCK.
HOMEHAJE A DOÑA JOSEFINA CLARCK.
El partido Alternativa revolucionaria, este 17 de marzo del 2012 día en que fue asesinado el 3l periodista Orlando Martínez, organizó un reconocimiento a la militancia y la firmeza revolucionaria de doña Josefina Clarck Silva, mujer humilde y extraordinaria que a pesar de todas las adversidades se ha mantenido firme en sus convicciones de luchar por un mundo mas justo y solidario.
En esta actividad Mary Cantisano hizo una breve exposición del papel de la mujer en la Republica Dominicana, Dolores Alcalá hizo una semblanza muy apretada de la vida de doña Josefina y los poetas Fausto Aybar, doña Ortencia y Domingo Acevedo leyeron sus poemas a la agasajada y al público presente, esta actividad tuvo momentos emotivos en los que algunos de los presentes y la misma agasajada dejaron rodar por sus ojos algunas lagrimas.
Domingo Acevedo.
El partido Alternativa revolucionaria, este 17 de marzo del 2012 día en que fue asesinado el 3l periodista Orlando Martínez, organizó un reconocimiento a la militancia y la firmeza revolucionaria de doña Josefina Clarck Silva, mujer humilde y extraordinaria que a pesar de todas las adversidades se ha mantenido firme en sus convicciones de luchar por un mundo mas justo y solidario.
En esta actividad Mary Cantisano hizo una breve exposición del papel de la mujer en la Republica Dominicana, Dolores Alcalá hizo una semblanza muy apretada de la vida de doña Josefina y los poetas Fausto Aybar, doña Ortencia y Domingo Acevedo leyeron sus poemas a la agasajada y al público presente, esta actividad tuvo momentos emotivos en los que algunos de los presentes y la misma agasajada dejaron rodar por sus ojos algunas lagrimas.
Domingo Acevedo.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
HOMENAJE A JOSEFINA CLARCK.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
HOMENAJE A JOSEFINA CLARCK.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
HOMENAJE A JOSEFINA CLARCK.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
viernes, marzo 16, 2012
A PROPÓSITO DE LA MUERTE DE ORLANDO MARTINEZ.
ORLANDO
OH la noche
huesos rotos húmedos
y ensangrentados
perros heridos
luna llena
marzo
Orlando
murciélagos de seda
rostros pálidos
ojos azules
dedos oscuros
uñas de plata
brazos de acero
recuerdos amargos
muertos transparentes
y doce años después
marzo
aún está ensangrentado
por el recuerdo
de Orlando asesinado
y nuevamente las flores
iluminan la ternura de sus huesos
sabes Orlando
los que te asesinaron ayer
son los mismos que hoy
ostentan el poder
por eso sé que bajo la tierra
estas inquieto
indignado
es por eso que te rebelas y arañas
el silencio eterno
de tus noches interminables
de las noches que sangran
por las venas rotas
de este día de marzo
es por eso Orlando
por lo que lloras bajo la tierra
es por lo que tus lágrimas crecen
son manos
dedos infinitos
que señalan a los culpables de tu muerte
a esos hombres que hoy y siempre
han hecho del poder
un argumento de represión y muerte
hoy marzo está oscuro
como hace doce años
como hace veinte años
como siempre
hoy
marzo
está lleno de periodistas
enmascarados
con el corazón lleno de gusanos
y la sangre podrida
con la cara deshecha
y con los ojos llenos de monedas
ensangrentadas
periodistas que beben
en copas de plata
la baba repugnante del tirano
periodistas exonerados de todo dolor
de toda angustia necesaria
de toda persecución
de toda muerte violenta
periodistas que bailan
todas las noches con el tirano
no lo sabéis
él es homosexual
hoy
marzo
Orlando
está lleno de tu ternura
de tu sonrisa alegre y solidaria
de tu sonrisa blanca
como una página sin escribir
blanca como una paloma de cristal
blanca como una gota transparente de lluvia
blanca
oh la noche
luna llena
luna de tintas
y afiches
luna redonda
luna pálida
luna que cabalga
en el potro indomable del tiempo
luna de marzo
y
hoy
nuevamente Orlando
nos duele tu muerte
siempre nos duele tu muerte muchacho
siempre
por eso camaradas
no basta tantas flores indiferentes
no basta tantas lágrimas hipócritas
no basta un acto multitudinario y extenso
ya basta de palabras airadas
de tantos aplausos
de tanta basura
no se han dado cuenta
Orlando
está germinando en el corazón de las flores de marzo
OH la noche
huesos rotos húmedos
y ensangrentados
perros heridos
luna llena
marzo
Orlando
murciélagos de seda
rostros pálidos
ojos azules
dedos oscuros
uñas de plata
brazos de acero
recuerdos amargos
muertos transparentes
y doce años después
marzo
aún está ensangrentado
por el recuerdo
de Orlando asesinado
y nuevamente las flores
iluminan la ternura de sus huesos
sabes Orlando
los que te asesinaron ayer
son los mismos que hoy
ostentan el poder
por eso sé que bajo la tierra
estas inquieto
indignado
es por eso que te rebelas y arañas
el silencio eterno
de tus noches interminables
de las noches que sangran
por las venas rotas
de este día de marzo
es por eso Orlando
por lo que lloras bajo la tierra
es por lo que tus lágrimas crecen
son manos
dedos infinitos
que señalan a los culpables de tu muerte
a esos hombres que hoy y siempre
han hecho del poder
un argumento de represión y muerte
hoy marzo está oscuro
como hace doce años
como hace veinte años
como siempre
hoy
marzo
está lleno de periodistas
enmascarados
con el corazón lleno de gusanos
y la sangre podrida
con la cara deshecha
y con los ojos llenos de monedas
ensangrentadas
periodistas que beben
en copas de plata
la baba repugnante del tirano
periodistas exonerados de todo dolor
de toda angustia necesaria
de toda persecución
de toda muerte violenta
periodistas que bailan
todas las noches con el tirano
no lo sabéis
él es homosexual
hoy
marzo
Orlando
está lleno de tu ternura
de tu sonrisa alegre y solidaria
de tu sonrisa blanca
como una página sin escribir
blanca como una paloma de cristal
blanca como una gota transparente de lluvia
blanca
oh la noche
luna llena
luna de tintas
y afiches
luna redonda
luna pálida
luna que cabalga
en el potro indomable del tiempo
luna de marzo
y
hoy
nuevamente Orlando
nos duele tu muerte
siempre nos duele tu muerte muchacho
siempre
por eso camaradas
no basta tantas flores indiferentes
no basta tantas lágrimas hipócritas
no basta un acto multitudinario y extenso
ya basta de palabras airadas
de tantos aplausos
de tanta basura
no se han dado cuenta
Orlando
está germinando en el corazón de las flores de marzo
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
POESÍA NEGRA.
MI ORIGEN
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África sigue siendo en mi corazón la ilusión más dulce, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Domingo Acevedo
HOGUERAS DE SANGRE
Largos caminos de viento y de sal
naos repletas de voces
que se ahogan en la noche
rastro infinito de cadáveres en el mar
raíces sembradas en el viento
miradas aplastadas
bajo los escombros rojizos de la tarde
huellas congeladas en la memoria
hogueras de sangre iluminan en el cielo
pasos que se pierden en un siglo
de luces y sombras
trapiches olvidados junto al sendero
de un trópico lejano
tamboras
maracas
danza
sudor
rotas las caderas
no puede el látigo
huérfano de toda humanidad
acallar el canto
que brota del cañaveral.
DE ÁFRICA
De África a los trapiches
de los trapiches a los manieles
de los manieles a la aurora
venturoso es el camino
que lleva negro a la gloria
ÁFRICA
I
África
te llevamos dentro de nosotros
donde corres impetuosa
como un río que infla
nuestras venas de orgullo
II
lates en nuestros corazones
como un tambor
que enciende nuestra sangre
de ritmo y pasión
III
África
tan lejos y tan cerca
como el horizonte
de una primavera tropical
IV
oscura y dulce como el azúcar crema
V
liviana y simple como una mariposa
VI
alegre y tierna como una doncella
enamorada por primera vez
VII
África
aquí en nosotros
tú vives en América
TROPICO DE FUEGO
Trópico de fuego
cañaveral de sangre
ingenios oxidados por el dolor
senderos perdidos en la memoria
hombres tendidos al sol
con el alma encadenada
a los sueños
y más allá de la angustia púrpura
del látigo en la espalda
la libertad es un canto
TRIBUTO DE SANGRE
El silencio rinde su tributo de sangre a mi voz
a mi voz
a mi voz Caribeña
a mi voz antillana y mulata
a mi voz infatigable de tamborilero
a mi voz de ingenio
donde los hombres salpicados de caña y azúcar
se levantan con los primeros fulgores a dejar en un canto
la vida en el cañaveral
a mi voz repartida en el viento
grito de guerra que reivindica en las noches
bajo las palmeras en una danza su origen
su origen perdido entre las olas y el salitre del tiempo
su origen de cadenas
y espanto exilio de muerte
rastros de agua y sal
en la memoria una multitud de cadáveres azorados
se amotinan
y de cada latigazo en la espalda del negro
nace este canto
nace esta danza
nace mi voz
SEBASTIÁN LEMBA
Ven aquí negra mía
y deja que la luna
de seda y ternura
te vista la piel
vamos
que en los manieles
repican las tamboras
anuncian que Sebastián Lemba
las cadenas rompió
y los negros en América
libres ya son
PIEDRA DE SACRIFICIO
Esta herida que tengo en el costado izquierdo
de la memoria
no deja de sangrar mariposas amarillas
en mi voz
mi voz que llegó de África a este continente
desnuda y con grilletes
en una carabela que iba vomitando cadáveres
por los mares sin retornos del tiempo perdido
dejando en los salones memorables de la noche
un cementerio de muertos innombrables
que permanecen intactos en las urnas funerarias
del viento
esta herida que tengo en el costado izquierdo
de la memoria
no deja de sangrar mariposas amarillas
en mi voz
en mi voz de tambor ancestral
que ilumina con su canto
los azules rincones del agua
eco luminoso
manantial de luz que brota
de las heridas del tiempo
piedra de sacrificio
raíz de árbol sagrado
hoja petrificada tras el ambarino cristal
del otoño
cuchillo de sal que hiere la eternidad
canto de guerra
alarido de muerte
mi voz
llanto de sirena en un océano envenenado
de cadáveres fosforescentes
lluvia de caracoles dormidos en el alma
ala de guaraguao
nido de aves fantásticas
sonido de selva tropical
mi voz de cañaveral y trapiche
de guarapo y melaza
de algodón ensangrentado de sudor
y espanto
mi voz
por el sendero que une a los dos continentes
un sonido de cadenas rotas ilumina la historia
TU HISTORIA
Es la tambora
la única que sabe tu historia
no es el látigo
que en tu espalda
levanta surtidores de sangre
en tu piel
no es el sol que derrite
tus sueños
ni es el amo
ay negro
es la tambora
la que en cada sonido
cuenta tu historia
EL LATIGO
Del látigo al salario
tu historia
siempre ha sido la misma
negro
la vida por nada
en el trabajo dejas
NEGRO
Negro
no olvides que vienes de África
que tu jornada es la gloria
que con tu sangre en América
también se escribe la historia
NEGRA
I
Negra
ven a los brazos del negro
que la noche es breve
II
Ven
que el amo duerme
III
Ven
que el amor te libera
LA REINA
Negra
que habitas en el ritmo
de los atabales
que gritan tu procedencia
cuando en las noches
bajo las ceibas florecidas
de estrellas
las manos sudorosas de los hombres
despedazan a ritmo
los cueros de las tamboras
para que tú
coronada de ilusiones
seas la reina del batey
UN SENDERO DE SANGRE
Ay negro
cuando quisiste ser libre
nadie pudo detenerte
por un sendero de sangre
tus huellas van tras
la alborada
TROPICO Y SANGRE
Sol de trópico y sangre
noche de luna y danza
bajo el sol del medio día
un negro suda y canta
ESTRUENDO DE ARCABUCES
Estruendo de arcabuces
perforan las paredes del tiempo
Anochece
el mar salpica de cadáveres
los azules rincones de la distancia
arde la noche
en la memoria
pasos desnudos huyen
y un galope desenfrenado de caballos
acorrala en la oscuridad
los gritos y las voces de los guerreros
que con su sangre iluminan el camino
de la esperanza
piedra de dolor
inerte la carne
mudas las tamboras
una hilera de hombres y mujeres vencidos
miran azorados a sus verdugos
y al compás de la muerte
el látigo y las cadenas danzan
amanece
por un océano de sangre
una embarcación se aleja
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África sigue siendo en mi corazón la ilusión más dulce, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Domingo Acevedo
HOGUERAS DE SANGRE
Largos caminos de viento y de sal
naos repletas de voces
que se ahogan en la noche
rastro infinito de cadáveres en el mar
raíces sembradas en el viento
miradas aplastadas
bajo los escombros rojizos de la tarde
huellas congeladas en la memoria
hogueras de sangre iluminan en el cielo
pasos que se pierden en un siglo
de luces y sombras
trapiches olvidados junto al sendero
de un trópico lejano
tamboras
maracas
danza
sudor
rotas las caderas
no puede el látigo
huérfano de toda humanidad
acallar el canto
que brota del cañaveral.
DE ÁFRICA
De África a los trapiches
de los trapiches a los manieles
de los manieles a la aurora
venturoso es el camino
que lleva negro a la gloria
ÁFRICA
I
África
te llevamos dentro de nosotros
donde corres impetuosa
como un río que infla
nuestras venas de orgullo
II
lates en nuestros corazones
como un tambor
que enciende nuestra sangre
de ritmo y pasión
III
África
tan lejos y tan cerca
como el horizonte
de una primavera tropical
IV
oscura y dulce como el azúcar crema
V
liviana y simple como una mariposa
VI
alegre y tierna como una doncella
enamorada por primera vez
VII
África
aquí en nosotros
tú vives en América
TROPICO DE FUEGO
Trópico de fuego
cañaveral de sangre
ingenios oxidados por el dolor
senderos perdidos en la memoria
hombres tendidos al sol
con el alma encadenada
a los sueños
y más allá de la angustia púrpura
del látigo en la espalda
la libertad es un canto
TRIBUTO DE SANGRE
El silencio rinde su tributo de sangre a mi voz
a mi voz
a mi voz Caribeña
a mi voz antillana y mulata
a mi voz infatigable de tamborilero
a mi voz de ingenio
donde los hombres salpicados de caña y azúcar
se levantan con los primeros fulgores a dejar en un canto
la vida en el cañaveral
a mi voz repartida en el viento
grito de guerra que reivindica en las noches
bajo las palmeras en una danza su origen
su origen perdido entre las olas y el salitre del tiempo
su origen de cadenas
y espanto exilio de muerte
rastros de agua y sal
en la memoria una multitud de cadáveres azorados
se amotinan
y de cada latigazo en la espalda del negro
nace este canto
nace esta danza
nace mi voz
SEBASTIÁN LEMBA
Ven aquí negra mía
y deja que la luna
de seda y ternura
te vista la piel
vamos
que en los manieles
repican las tamboras
anuncian que Sebastián Lemba
las cadenas rompió
y los negros en América
libres ya son
PIEDRA DE SACRIFICIO
Esta herida que tengo en el costado izquierdo
de la memoria
no deja de sangrar mariposas amarillas
en mi voz
mi voz que llegó de África a este continente
desnuda y con grilletes
en una carabela que iba vomitando cadáveres
por los mares sin retornos del tiempo perdido
dejando en los salones memorables de la noche
un cementerio de muertos innombrables
que permanecen intactos en las urnas funerarias
del viento
esta herida que tengo en el costado izquierdo
de la memoria
no deja de sangrar mariposas amarillas
en mi voz
en mi voz de tambor ancestral
que ilumina con su canto
los azules rincones del agua
eco luminoso
manantial de luz que brota
de las heridas del tiempo
piedra de sacrificio
raíz de árbol sagrado
hoja petrificada tras el ambarino cristal
del otoño
cuchillo de sal que hiere la eternidad
canto de guerra
alarido de muerte
mi voz
llanto de sirena en un océano envenenado
de cadáveres fosforescentes
lluvia de caracoles dormidos en el alma
ala de guaraguao
nido de aves fantásticas
sonido de selva tropical
mi voz de cañaveral y trapiche
de guarapo y melaza
de algodón ensangrentado de sudor
y espanto
mi voz
por el sendero que une a los dos continentes
un sonido de cadenas rotas ilumina la historia
TU HISTORIA
Es la tambora
la única que sabe tu historia
no es el látigo
que en tu espalda
levanta surtidores de sangre
en tu piel
no es el sol que derrite
tus sueños
ni es el amo
ay negro
es la tambora
la que en cada sonido
cuenta tu historia
EL LATIGO
Del látigo al salario
tu historia
siempre ha sido la misma
negro
la vida por nada
en el trabajo dejas
NEGRO
Negro
no olvides que vienes de África
que tu jornada es la gloria
que con tu sangre en América
también se escribe la historia
NEGRA
I
Negra
ven a los brazos del negro
que la noche es breve
II
Ven
que el amo duerme
III
Ven
que el amor te libera
LA REINA
Negra
que habitas en el ritmo
de los atabales
que gritan tu procedencia
cuando en las noches
bajo las ceibas florecidas
de estrellas
las manos sudorosas de los hombres
despedazan a ritmo
los cueros de las tamboras
para que tú
coronada de ilusiones
seas la reina del batey
UN SENDERO DE SANGRE
Ay negro
cuando quisiste ser libre
nadie pudo detenerte
por un sendero de sangre
tus huellas van tras
la alborada
TROPICO Y SANGRE
Sol de trópico y sangre
noche de luna y danza
bajo el sol del medio día
un negro suda y canta
ESTRUENDO DE ARCABUCES
Estruendo de arcabuces
perforan las paredes del tiempo
Anochece
el mar salpica de cadáveres
los azules rincones de la distancia
arde la noche
en la memoria
pasos desnudos huyen
y un galope desenfrenado de caballos
acorrala en la oscuridad
los gritos y las voces de los guerreros
que con su sangre iluminan el camino
de la esperanza
piedra de dolor
inerte la carne
mudas las tamboras
una hilera de hombres y mujeres vencidos
miran azorados a sus verdugos
y al compás de la muerte
el látigo y las cadenas danzan
amanece
por un océano de sangre
una embarcación se aleja
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
miércoles, marzo 14, 2012
SI VOTAS POR EL PRD O POR EL PLD ESTAS VOTANDO CONTRA TI MISMO
SI VOTAS POR EL PRD O POR EL PLD ESTAS VOTANDO CONTRA TI MISMO, POR QUE ESOS PARTIDOS NO GOBIERNAN PARA LOS POBRES, GOBIERNAN PARA UN GRUPITO QUE SE HACEN RICOS A COSTA DE TU POBREZA.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
JUNCOS AZULES, POEMAS
JUNCOS AZULES
Ríos coagulados en las mejillas del viento
lámparas heridas por el sol
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada de otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres de invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Esa es mi voz
esa es mi voz
eco lejano de tamboras ahogándose
en la mirada ausente de la eternidad
madreselva que se enreda en la brisa
árbol nocturno de sonidos
barco de humo derritiéndose en la alborada
luna de papel hundiéndose en el mar
densa atmósfera de clorofila
caballo de azúcar cabalgando
sobre la arena luminosa del verano
estampa de sangre en las paredes del futuro
mi voz
eco de lágrimas salpicando las ciudades
heridas por la guerra
aroma desolado
campanas de agua
racimo de luz en el pozo de la muerte
grito de guerra
canto de amor
esa es mi voz
Nudo de lágrimas
Ya nadie podrá desatar el nudo de lágrimas
que me ata a tu recuerdo
aquí estoy
perdido entre los oscuros espacios que dejan los sueños
en los resquicios de la nada
goteras de sal caen sobre las sábanas blancas del insomnio
y de luto se han ido vistiendo todos los árboles del camino
que lleva hasta mi casa
desnuda y triste la quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras anidan en los sonidos oxidados de mi voz
y hace siglos que los ojos de la ausencia lloran mi vida
sobre las grandes capitales del mundo
el humo de las chimeneas bosteza su veneno
es la luz
un espejo donde el horizonte se mira y envejece
y en las íntimas habitaciones del agua
una sirena llora desconsolada su eternidad
y desde la ventana principal de la alborada
alguien que no conozco me dice adiós
Testimonio de mayo
He vivido atado a los recuerdos
a los momentos irrecuperables de mi infancia
que se perdieron en el largo camino de la ausencia
a las mañanitas memorables del rocío,
a los días inolvidables de la primavera
a las noches esplendorosas de luna llena
aún tengo pegado en la piel
el claroscuro resplandor
de los días interminables de mayo
el olor de los potreros guía mis pasos
por el camino de los conucos
hacia la soledad inmensa de la lluvia
y el perfume de la clorofila colorea mi voz
de mariposas
aún los duendes invisibles del invierno
rondan mi memoria
y más allá del horizonte de mis ojos
un niño descalzo llora su hambre
Ola de sal
El tiempo se ha roto con tu ausencia
dejando un rastro de eternidad en mi voz
a veces la sensación de tu partida
levanta en mis ojos una ola de sal
que destruye las habitaciones del olvido
y todas las noches
la luz
va dejando espejos de luna
en las paredes de la alborada
donde los niños
con los dedos tiznados de ternura
escriben tu nombre
Miguel
A Miguel Ángel Acevedo
Árbol de pájaros azules
Árbol de pájaros azules
atrapados en los cubículos de las sombras
tres ruiseñores de sal
estampan en las paredes del olvido
tu nombre
SUSURRO IMAGINARIO
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio
es apenas un susurro imaginario
que se pierde en la noche
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras de la tarde
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje mantos de sombras con los que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar
Mano invisibles
I
Manos invisibles van taponando las heridas del horizonte
por donde se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
II
La tarde lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos residuos del sol
III
En el preámbulo de la noche un niño llora
Hijos póstumos del rocío
Mis padres
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo
del relámpago y la lluvia
cuando el trueno iluminaba de misterios
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores
de una primavera truncada por el peso
de las cadenas y los arcabuces
allá
muy lejos en la memoria
una embarcación encalla entre los arrecifes
de los sueños
y bajo el resplandor de una luna de cal
melancólicas tamboras atan mi vida
a la nostalgia
es aquí donde mis padres
un hombre
y una mujer
ignorados leñadores
perdidos en el confín del monte
diseñaron este traje de carne y hueso
que he llevado puesto por tanto tiempo
A mis padres Sergio Bautista
y Cosuelo Acevedo
RAYO DE ETERNIDAD
Nací junto al resplandor azul naranja de los sueños
en brazos de la quimera
cuando el sonido ancestral de los tambores
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea
en la telaraña de la utopía y la nostalgia
nací herido por un rayo de eternidad
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido
lejos del mar y la primavera
en el preámbulo de las mariposas
un día de otoño
cuando los soles eclipsados noviembre
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer
pájaros de oro
Esta tarde de de mayo
pájaros de oro Petrificados en el viento
migran hacia los oscuros rincones del agua
la quimera
La quimera
herida por un rayo de eternidad
agoniza en brazos de un ángel
el sol
El sol
con sus dedos perfumados de clorofila y rocío
golpea las puertas en penumbra del amanecer
SIRENAS DE SAL
Malecón de eternidad que el mármol salobre de las olas oxida
mar perdido en el horizonte nebuloso de la historia
puertos abandonados en los angares del olvido
barcos hundidos en un archipiélago de sangre
sirenas de sal
piratas tuertos del corazón
fantasmas devorados por el tiempo
látigo de azúcar en la espalda mutilada del futuro
murallas de arena
ciudad atrapada entre las luces y la nostalgia
siluetas aprisionadas en la telaraña de sus miedos
edificios de humo
calles que se pierden en los oscuros laberintos de las noches
y más allá de los sueños tres puertas siempre abiertas
ESPECTADORES DEL ALBA
Me abruma la terca agonía
de los indigentes de la zona colonial
residentes permanentes de las sombras
efímeros inquilinos de las frías madrugadas de enero
invisibles espectadores del alba
van dejando por donde pasan
el aroma inconfundible del hambre
pasajeros de un tren sin destino
son victimas de una sociedad
que en grandes vasijas de plata
lava con sangre sus manos
ignorados transeúntes de calles heridas
por cinco mil años ausencia
cómplices de las prostitutas del conde peatonal
bohemios del rocío y el salitre
aventureros insomnes de la miseria
lunáticos mutantes de la desdicha
que en la Duarte
frente al parque de las palomas
se desnudan y danzan hasta morir
TRAMPA ANCESTRAL
Pedazos de luna derritiendo entre los espejos de las madrugadas
espada vencida por la gloria
relámpago anfibio
torbellino de luz
tres naves carnívoras navegando entre la bruma de agosto
hacia las luces y las sombras de octubre
boca llena de una luz mineral
trampa ancestral
junto al sendero del ocaso un lirio resplandece
sonidos de tamboras en la voz destemplada del viento
trapiche desolado
cañaveral ensangrentado por un sonido de cadenas rotas
danza victoriosa
litoral de cenizas
lagrimas de cera en los ojos de la quimera
y más allá del resplandor amarillo de las olas que iluminan el amanecer
cadáveres mutilados chorrean sangre sobre los pergaminos de la historia
LIRIOS Y ESPEJOS
Relámpagos sombríos
nubarrones oscuros y fugaces
truenos lejanos
mayo está cerca
las lluvias llenarán de sombras la tierra
los caminos se llenarán de lirios y espejos
y el sol dejará en mi piel un rastro de eternidad
MAYO 1961
Mayo va dejando en un portafolio de eternidad
su olor a olvido
PLATAFORMA DE SANGRE
Plataforma de sangre
una enredadera de pájaros sombríos
trepan por las paredes del miedo
EBRIOS ARLEQUINES
Calles de insomnio
malecón de ceniza
puerto de sal
río que abraza el mar
mar que besa el cielo
cielo que se traga la ciudad
ciudad amurallada en sus raíces
por sus avenidas de luto
antiguos transeúntes se pierden en un pantano de luces y sombras
y en los balcones del verano
hermosas prostitutas de porcelana
la noche acorrala
en el conde peatonal ebrios arlequines danzan bajo las lunas de otoño
y los mendigos atrapados en la telaraña incierta de su destino
todas las noches se pierden en los cubículos del hambre
y en la soledad absoluta de la indiferencia
niños que agonizan escondiéndose detrás de sus sueños
y atrapados en las catedrales del olvido
antiguos fantasmas lloran desconsolados su condena de eternidad
CROA EL SAPO
Croa el sapo
las estrellas clavan en el corazón de la noche
sus cuchillos de sal
el viento se enreda entre los árboles
y cae a un abismo de sombras
el mar en la distancia se confunde con el cielo
en un abrazo de eternidad
y la ciudad no es más que un espejismo
que se desvanece en la mirada agónica de los mendigos
TRAJE DE AUSENCIA
La nada me atrapó en medio de la noche
vistió mi alma con el traje de la ausencia
y me llevó a través de los sueños
A los brazos de la muerte
LA SANGRE ES UNA FLOR
Todavía fresca la sangre en el asfalto
es una flor que el viento deshoja en la memoria
RETAZOS DE SOL
Retazos de un sol que agoniza
se escapan por las rendijas
de los árboles en el horizonte
un tropel de mariposas a la deriva
se pierden entre los pergaminos
distantes de la tarde
la luna como un anillo perdido en el mar
resplandece y desaparece al compás
de las olas del tiempo
que la oxida y la entierra en la arena azul
del universo
Bajo la luna
con cara de ceniza
va una lechuza
Ríos coagulados en las mejillas del viento
lámparas heridas por el sol
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada de otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres de invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
La vieja Belén
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
Esa es mi voz
esa es mi voz
eco lejano de tamboras ahogándose
en la mirada ausente de la eternidad
madreselva que se enreda en la brisa
árbol nocturno de sonidos
barco de humo derritiéndose en la alborada
luna de papel hundiéndose en el mar
densa atmósfera de clorofila
caballo de azúcar cabalgando
sobre la arena luminosa del verano
estampa de sangre en las paredes del futuro
mi voz
eco de lágrimas salpicando las ciudades
heridas por la guerra
aroma desolado
campanas de agua
racimo de luz en el pozo de la muerte
grito de guerra
canto de amor
esa es mi voz
Nudo de lágrimas
Ya nadie podrá desatar el nudo de lágrimas
que me ata a tu recuerdo
aquí estoy
perdido entre los oscuros espacios que dejan los sueños
en los resquicios de la nada
goteras de sal caen sobre las sábanas blancas del insomnio
y de luto se han ido vistiendo todos los árboles del camino
que lleva hasta mi casa
desnuda y triste la quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras anidan en los sonidos oxidados de mi voz
y hace siglos que los ojos de la ausencia lloran mi vida
sobre las grandes capitales del mundo
el humo de las chimeneas bosteza su veneno
es la luz
un espejo donde el horizonte se mira y envejece
y en las íntimas habitaciones del agua
una sirena llora desconsolada su eternidad
y desde la ventana principal de la alborada
alguien que no conozco me dice adiós
Testimonio de mayo
He vivido atado a los recuerdos
a los momentos irrecuperables de mi infancia
que se perdieron en el largo camino de la ausencia
a las mañanitas memorables del rocío,
a los días inolvidables de la primavera
a las noches esplendorosas de luna llena
aún tengo pegado en la piel
el claroscuro resplandor
de los días interminables de mayo
el olor de los potreros guía mis pasos
por el camino de los conucos
hacia la soledad inmensa de la lluvia
y el perfume de la clorofila colorea mi voz
de mariposas
aún los duendes invisibles del invierno
rondan mi memoria
y más allá del horizonte de mis ojos
un niño descalzo llora su hambre
Ola de sal
El tiempo se ha roto con tu ausencia
dejando un rastro de eternidad en mi voz
a veces la sensación de tu partida
levanta en mis ojos una ola de sal
que destruye las habitaciones del olvido
y todas las noches
la luz
va dejando espejos de luna
en las paredes de la alborada
donde los niños
con los dedos tiznados de ternura
escriben tu nombre
Miguel
A Miguel Ángel Acevedo
Árbol de pájaros azules
Árbol de pájaros azules
atrapados en los cubículos de las sombras
tres ruiseñores de sal
estampan en las paredes del olvido
tu nombre
SUSURRO IMAGINARIO
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio
es apenas un susurro imaginario
que se pierde en la noche
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras de la tarde
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje mantos de sombras con los que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar
Mano invisibles
I
Manos invisibles van taponando las heridas del horizonte
por donde se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
II
La tarde lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos residuos del sol
III
En el preámbulo de la noche un niño llora
Hijos póstumos del rocío
Mis padres
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo
del relámpago y la lluvia
cuando el trueno iluminaba de misterios
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores
de una primavera truncada por el peso
de las cadenas y los arcabuces
allá
muy lejos en la memoria
una embarcación encalla entre los arrecifes
de los sueños
y bajo el resplandor de una luna de cal
melancólicas tamboras atan mi vida
a la nostalgia
es aquí donde mis padres
un hombre
y una mujer
ignorados leñadores
perdidos en el confín del monte
diseñaron este traje de carne y hueso
que he llevado puesto por tanto tiempo
A mis padres Sergio Bautista
y Cosuelo Acevedo
RAYO DE ETERNIDAD
Nací junto al resplandor azul naranja de los sueños
en brazos de la quimera
cuando el sonido ancestral de los tambores
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea
en la telaraña de la utopía y la nostalgia
nací herido por un rayo de eternidad
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido
lejos del mar y la primavera
en el preámbulo de las mariposas
un día de otoño
cuando los soles eclipsados noviembre
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer
pájaros de oro
Esta tarde de de mayo
pájaros de oro Petrificados en el viento
migran hacia los oscuros rincones del agua
la quimera
La quimera
herida por un rayo de eternidad
agoniza en brazos de un ángel
el sol
El sol
con sus dedos perfumados de clorofila y rocío
golpea las puertas en penumbra del amanecer
SIRENAS DE SAL
Malecón de eternidad que el mármol salobre de las olas oxida
mar perdido en el horizonte nebuloso de la historia
puertos abandonados en los angares del olvido
barcos hundidos en un archipiélago de sangre
sirenas de sal
piratas tuertos del corazón
fantasmas devorados por el tiempo
látigo de azúcar en la espalda mutilada del futuro
murallas de arena
ciudad atrapada entre las luces y la nostalgia
siluetas aprisionadas en la telaraña de sus miedos
edificios de humo
calles que se pierden en los oscuros laberintos de las noches
y más allá de los sueños tres puertas siempre abiertas
ESPECTADORES DEL ALBA
Me abruma la terca agonía
de los indigentes de la zona colonial
residentes permanentes de las sombras
efímeros inquilinos de las frías madrugadas de enero
invisibles espectadores del alba
van dejando por donde pasan
el aroma inconfundible del hambre
pasajeros de un tren sin destino
son victimas de una sociedad
que en grandes vasijas de plata
lava con sangre sus manos
ignorados transeúntes de calles heridas
por cinco mil años ausencia
cómplices de las prostitutas del conde peatonal
bohemios del rocío y el salitre
aventureros insomnes de la miseria
lunáticos mutantes de la desdicha
que en la Duarte
frente al parque de las palomas
se desnudan y danzan hasta morir
TRAMPA ANCESTRAL
Pedazos de luna derritiendo entre los espejos de las madrugadas
espada vencida por la gloria
relámpago anfibio
torbellino de luz
tres naves carnívoras navegando entre la bruma de agosto
hacia las luces y las sombras de octubre
boca llena de una luz mineral
trampa ancestral
junto al sendero del ocaso un lirio resplandece
sonidos de tamboras en la voz destemplada del viento
trapiche desolado
cañaveral ensangrentado por un sonido de cadenas rotas
danza victoriosa
litoral de cenizas
lagrimas de cera en los ojos de la quimera
y más allá del resplandor amarillo de las olas que iluminan el amanecer
cadáveres mutilados chorrean sangre sobre los pergaminos de la historia
LIRIOS Y ESPEJOS
Relámpagos sombríos
nubarrones oscuros y fugaces
truenos lejanos
mayo está cerca
las lluvias llenarán de sombras la tierra
los caminos se llenarán de lirios y espejos
y el sol dejará en mi piel un rastro de eternidad
MAYO 1961
Mayo va dejando en un portafolio de eternidad
su olor a olvido
PLATAFORMA DE SANGRE
Plataforma de sangre
una enredadera de pájaros sombríos
trepan por las paredes del miedo
EBRIOS ARLEQUINES
Calles de insomnio
malecón de ceniza
puerto de sal
río que abraza el mar
mar que besa el cielo
cielo que se traga la ciudad
ciudad amurallada en sus raíces
por sus avenidas de luto
antiguos transeúntes se pierden en un pantano de luces y sombras
y en los balcones del verano
hermosas prostitutas de porcelana
la noche acorrala
en el conde peatonal ebrios arlequines danzan bajo las lunas de otoño
y los mendigos atrapados en la telaraña incierta de su destino
todas las noches se pierden en los cubículos del hambre
y en la soledad absoluta de la indiferencia
niños que agonizan escondiéndose detrás de sus sueños
y atrapados en las catedrales del olvido
antiguos fantasmas lloran desconsolados su condena de eternidad
CROA EL SAPO
Croa el sapo
las estrellas clavan en el corazón de la noche
sus cuchillos de sal
el viento se enreda entre los árboles
y cae a un abismo de sombras
el mar en la distancia se confunde con el cielo
en un abrazo de eternidad
y la ciudad no es más que un espejismo
que se desvanece en la mirada agónica de los mendigos
TRAJE DE AUSENCIA
La nada me atrapó en medio de la noche
vistió mi alma con el traje de la ausencia
y me llevó a través de los sueños
A los brazos de la muerte
LA SANGRE ES UNA FLOR
Todavía fresca la sangre en el asfalto
es una flor que el viento deshoja en la memoria
RETAZOS DE SOL
Retazos de un sol que agoniza
se escapan por las rendijas
de los árboles en el horizonte
un tropel de mariposas a la deriva
se pierden entre los pergaminos
distantes de la tarde
la luna como un anillo perdido en el mar
resplandece y desaparece al compás
de las olas del tiempo
que la oxida y la entierra en la arena azul
del universo
Bajo la luna
con cara de ceniza
va una lechuza
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
martes, marzo 13, 2012
FOTOS DE ACTIVIDADES DE LA CAMPAÑA CRECE DE OXFAM.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
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