Todos los días son día de los padres, todos los días son buenos para celebrar con la familia.
Hijos póstumos del rocío
Mis padres
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo
del relámpago y la lluvia
cuando el trueno iluminaba de misterios
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores
de una primavera truncada por el peso
de las cadenas y los arcabuces
allá
muy lejos en la memoria
una embarcación encalla entre los arrecifes
de la sangre
y bajo el resplandor de una luna de cal
melancólicas tamboras atan mi vida
a la nostalgia
es aquí donde mis padres
un hombre
y una mujer
ignorados leñadores
perdidos en el confín del monte
diseñaron este traje de carne y hueso
que he llevado puesto por tanto tiempo
A mis padres.
Anaqueles del alma
Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen a un destino incierto
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía recolecta
los residuos perdidos de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
que teje mantos de sombras con los que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar
A mis padres.
Mis padres
I
Mis padres
habitantes de las noches más lejanas del olvido
inquilinos del rocío
hijos de la pena
náufragos del hambre
II
Mis padres
alegres tamboreros del alba
que tejen con sus manos tiernas los colores vegetales del bosque
anónimos cazadores de sueños
que hacen surcos de amor en el viento en donde siembran la vida
III
Mis padres
peregrinos de la sed hundiéndose en la lluvia
temblorosas sus huellas
se deshojan en la piel arrugada del camino amarillo del otoño
sus voces cuajadas de silencio tienen profundas raíces de ausencia
y entre sus ojos
el sol del crepúsculo estalla en la sed
del dolor ancestral del desarraigo
pesa tanto la sangre en el recuerdo
que deja en la mirada por siempre
una pena escondida
IV
hijos de un dolor lejano
mis padres
cargan sobre sus hombros el peso de una historia antigua y amarga
de barcos de sangre naufragando en los sueños
perforados por los disparos de los arcabuces
que en el génesis del aire
sembraron de cadáveres la primavera
salpicando de sangre los espejos del tiempo
V
Mis padres
ángeles de ternura que habitan en los fantásticos parajes del aire
donde siembran esperanzas en las claras llanuras del rocío
en donde el amor estalla entre las manos del viento
y en donde la vida
a pesar de todo
germina en el canto de los labradores