Canto a la eternidad
Fantasma desnudo 
No quiero  habitar en tus sueños 
como un fantasma que se desnuda 
antes tus ojos y se masturba 
quiero 
tan sólo quiero 
quiero ser lo que siempre he sido 
un fugitivo que huye de  sí mismo 
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
Cementerio de luz
El sol en la distancia  deshoja la noche
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces 
el trino de unos pájaros de luto
ilumina  de sombras la mañana
un largo camino de sangre viene de la eternidad 
es aquí donde termina 
donde el sol libera de la esclavitud de la noche 
al rocío
 Pupilas rotas por el dolor
Ríos coagulados en las mejillas del tiempo
lámparas heridas por las sombras 
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento 
pupilas rotas  por el dolor 
juncos azules bajo la lluvia helada del otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres del invierno
sentado en la mesa del  hambre
un niño  
La vieja Belén
Este domingo  de tristes soles escondiéndose 
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre 
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas  
de mis palabras 
bosque de almácigos y ceibas 
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes  en la noche 
aviadores imposibles haciendo piruetas 
en un cielo crispado de ángeles 
y por entre  la espinas y las luces
de enero  
Isabel 
la mamá de Antonio 
encarna a la vieja Belén
Los duendes del rocío 
Se esconderán todas las estrellas
despertarán los duendes invisibles del rocío 
y  asaltarán el día 
que con su repentino temblor de luces y sombras 
recibe al sol 
y lo acompaña hasta el horizonte 
donde la tarde entrega su trono a la noche 
y en un aserradero de humo 
incansables leñadores Intentan en vano 
cercenar el corazón alegre de las flores
Ángel de ternura
Ese  ángel de ternura que en tus ojos tiembla 
busca en  los pergaminos del tiempo 
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
El aroma de tu voz  
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento 
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna
Amo esa luna que en  tus ojos
no deja de cantar a la noche 
Hijos póstumos del rocío  
Mis padres 
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo 
del relámpago y la lluvia 
cuando el trueno iluminaba de misterios 
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores 
de una primavera truncada por el peso 
de las cadenas y los arcabuces  
allá
muy lejos en la memoria 
una embarcación encalla entre los arrecifes 
de los sueños 
y bajo el resplandor de una luna de cal 
melancólicas  tamboras  atan mi vida 
a la nostalgia 
es aquí donde mis padres 
un hombre 
y una mujer
ignorados leñadores 
perdidos en el confín del monte  
diseñaron este traje de carne y hueso 
que he llevado puesto por tanto tiempo 
A mis padres Sergio Bautista 
y Cosuelo Acevedo 
Mi origen 
La tarde recrea  ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África. 
La   tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios  de agua. 
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi  memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han  dejando en mi boca el  agrio sabor de la ausencia 
África es en mi corazón una hoguera que se enciende entre mis ojos cuando miro hacia atrás,  se  que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños;  me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá,  en la aldea de donde una noche  mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años  después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y  los gritos de los  hombres  que defendían  a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres  que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían  por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
 
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero  ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Racimo de luz
esa es mi voz 
eco lejano de tamboras ahogándose 
en la mirada ausente de la eternidad 
madreselva que se enreda en la brisa 
árbol nocturno de sonidos 
barco de humo derritiéndose en la alborada
luna de papel hundiéndose en el mar
densa atmósfera de clorofila 
caballo de azúcar cabalgando 
sobre la arena luminosa del verano 
estampa de sangre en las paredes del futuro 
mi voz
eco de lágrimas salpicando las ciudades 
heridas por la guerra
aroma desolado 
campanas de agua 
racimo de luz en el pozo de la muerte 
grito  de guerra  
canto de amor 
es mi voz
Murallas de papel 
Santo Domingo 
avenidas  desoladas 
autos veloces 
transeúntes atrapados en burbujas de neón 
luces derritiéndose en las paredes de los altos edificios 
suburbios que se los traga la noche  
ríos contaminados 
malecón de sombras 
obelisco de cera 
murallas de papel 
y tres puertas siempre abiertas 
Otra vez Santo Domingo 
Ya es de noche 
por  la avenida  Duarte 
una oleada humana se escurre 
entre los cristales de las tiendas y la fantasía del neón 
en el parque Enriquillo agónicos bebedores de triculí
comparten su morada con los palomitos del malecón 
que huelen cemento 
atracadores y policías se confunden entre las sombras 
y las luces  de la zona colonial   
esperan que sus victimas 
atraviesen los límites de la inocencia
para atraparlos entre las redes de la locura y el miedo  
en Villa Juana y la Ciénaga 
vendedores de crac y marihuana 
ofertan sus productos al mejor postor 
son las 3:00 A.M. 
los jevitos de la Lincoln ebrios de cocaína y velocidad 
se masturban a nombre de la madre
de la sociedad que los parió 
y en la  París con José Martí
viejas prostitutas de algodón 
hacen el amor a la soledad 
a esa misma hora en la calle el Conde 
frente a la catedral primada de América
un mendigo defeca en la conciencia de todos nosotros
desde la calle Isabel la Católica 
un fantasma lo observa
y se aleja llorando
es la ciudad 
en el semáforo de la Sarasota con Jiménez Moya 
mendigos Haitianos se suicidan con sus cuchillos de miseria 
y en la zona norte 
precisamente en Capotillo 
último reducto de la esperanza
la policía reprime a la población 
que protesta contra el FMI
y Joselito muere asesinado
mientras que en Boca Chica 
una turista Alemana se da un baño de sol y playa 
el sueño de Hitler es ya historia
a su lado 
un negro criollo duerme tranquilo 
Cascada de sueños 
Cascada de sueños 
arco iris de amor
días completos de lluvia
breves días de sol en tus ojos hacen retoñar la primavera
caballos de gloria cabalgan en   tu memoria hacia la eternidad 
en tus palabras la rabia y el olvido pelean hasta morir 
y es la rebeldía
la que desde la puerta de una lágrimas dice adiós a la quimera
y en tu sonrisa quijotes de plata van sembrando de luz 
los páramos distantes de la esperanza
en tu mirada un ángel de ternura amasa el barro estridente de la  vida
y es tu corazón un jardín donde la luna florece mariposas
Nudo de lágrimas 
Ya nadie podrá desatar el nudo de lágrimas 
que me ata a tu recuerdo  
aquí estoy 
perdido entre los oscuros espacios que dejan los sueños 
en los resquicios de la nada
goteras de sal caen sobre las sábanas blancas del insomnio 
y de luto se han ido vistiendo todos los árboles del camino 
que lleva hasta mi casa
desnuda y triste la quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras anidan en los sonidos oxidados de mi voz 
y hace siglos que los ojos de la ausencia lloran  mi vida
sobre las grandes capitales del mundo 
el humo de las chimeneas bosteza su veneno 
es la luz 
un espejo donde el horizonte se mira y envejece
y en las íntimas habitaciones del agua 
una sirena llora desconsolada su eternidad
y desde la ventana principal de la alborada 
alguien que no conozco me dice adiós 
Canto a la eternidad 
El día llegó agotado de pelear contra el tiempo 
Y se dejo caer sobre la tierra 
 recostó su cabeza sobre las altas montañas 
Y sin prisa se durmió  
Despertó 
cuando la tarde besó su frente con ternura
y se alejó cantando hacia la eternidad 
 
Aspas de sombras 
Abatida por la metralla 
la noche se eterniza en la mirada 
ausente de la muerte 
campanarios heridos por el silencio oxidado 
del invierno
carne desnuda en su púrpura inocencia 
temblor y congoja en la selva
grito desolado 
flores incineradas
aspas de sombras  
llora la sangre en  alas de la eternidad  
voz quebrada de quijote 
muerte que da vida a la vida 
vida que no termina con la muerte
cadáveres sonámbulos girando 
alrededor de la alborada
y más allá de los sueños 
la esperanza aún retoña 
en el acrisolado destello del rocío 
A Raúl Reyes 
Testimonio de mayo 
He vivido atado a los recuerdos
a los momentos irrecuperables  de mi infancia
a las mañanitas  memorables del rocío,
a  los días inolvidables de la primavera
a las noches esplendorosas de luna llena
aún tengo pegado en la piel
el claroscuro resplandor 
de  los días interminables de mayo 
y el olor de los potreros guía mis pasos 
 por el camino de los conucos
 hacia  la soledad inmensa de la lluvia 
 y el verde invisible de la clorofila hiere mi voz 
con el olor de las flores 
 aún los duendes invisibles del invierno
 rondan mi memoria
 y más allá  del horizonte de mis ojos 
 un niño descalzo llora su hambre
 
LA PRIMERA LUNA DEL INVIERNO
Atardece, en la punta más distante del horizonte, el sol como un náufrago solitario se hunde despacio en un océano de mariposas multicolores que revolotean alrededor de la nada. Las sombras como pájaros fúnebres van cayendo sobre la tierra que ciñe sobre su cintura su vestido de luto y por las avenidas  de las grandes capitales del mundo, las luces montadas sobre el caballo azul  del viento persiguen las sombras que se esconden entre las agrietadas paredes del  tiempo, dos ventanas en mi rostro se abren al universo, en ellas un complejo organigrama de estrellas giran alrededor de la primera luna del invierno. 
El abismo de los sueños 
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra 
la sospechaba plana  
pensaba que el mundo 
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver 
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre 
siempre tuve el cuidado 
de no alejarme mucho de la realidad 
para no caer en el abismo de los sueños 
Huracán 
Entre junio y noviembre 
los vientos que vienen del atlántico
se abalanzan con furia 
sobre todas las islas del mar caribe  
dejando sobre las ciudades destruidas 
sus huellas de sangre y dolor 
Peces luminosos
Un río de peces luminosos inundó la ciudad 
sepultada bajos los escombros del invierno
Piedra resplandeciente
En medio de la noche 
la muerte se riza el pelo 
sentada sobre una piedra resplandeciente 
se mira en el espejo del universo 
en su infinita soledad nadie la consuela 
ni siquiera el tiempo seca sus lagrimas 
sólo la mira y sigue su rumbo hacia la eternidad 
Sin más preámbulo
No quiero morirme perdido entre las luces 
de esta ciudad que tanto amo 
prefiero en un cementerio baldío 
arrancarme los ojos 
y tirárselos a los lobos
y luego caminar por las calles dando tumbos 
ebrio de soledad 
borracho de tristeza 
y al llegar a la puerta de la eternidad 
sin más preámbulo que una lágrima 
suicidarme 
Ola de sal 
El tiempo se ha roto con tu ausencia 
dejando un rastro de eternidad en mi voz 
a veces la sensación de tu partida 
levanta en mis ojos una ola de sal 
que destruye los cubículos
donde el olvido se esconde 
y todas las noches 
la luz 
va dejando espejos de luna
en las paredes de la alborada  
donde los niños 
con los dedos tiznados de ternura  
escriben tu nombre 
Miguel 
A Miguel Ángel Acevedo 
RAYO DE ETERNIDAD
Nací junto al  resplandor azul naranja de los sueños 
en brazos de la quimera 
cuando el sonido ancestral de los tambores 
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea 
en la telaraña de la utopía y la nostalgia 
nací herido por un rayo de eternidad 
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido 
lejos del mar y la primavera 
en el preámbulo de las mariposas 
un día de otoño
cuando los soles  eclipsados  noviembre 
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer
Evidencia 
Más allá del bohío 
el olor vegetal de los hornos 
evidencia que el hambre ronda 
los días 
pájaros de oro 
Esta tarde de de mayo 
pájaros de oro Petrificados en el viento 
migran hacia los oscuros rincones del agua 
la quimera
La quimera 
herida por un rayo de eternidad 
agoniza en brazos de un ángel 
el sol 
El sol 
con sus dedos perfumados de clorofila y rocío 
golpea las puertas en penumbra del amanecer
SIRENAS DE SAL 
Malecón de eternidad que el mármol salobre de las olas oxida
mar perdido en el horizonte nebuloso de la historia 
puertos abandonados en los angares del olvido
barcos hundidos en un archipiélago de sangre 
sirenas de sal 
piratas tuertos del corazón
fantasmas devorados por el tiempo 
látigo de azúcar en la espalda mutilada del futuro 
murallas de arena
ciudad atrapada entre las luces y la nostalgia 
siluetas aprisionadas en la telaraña de sus miedos
edificios de humo
calles que se pierden en los oscuros laberintos de las noches 
y más allá de los sueños tres puertas siempre abiertas 
La insignificante grandeza
Quiero dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas. Gritar,  que sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer nuestros abuelos, construyeron una gran ciudad.
Que de esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada, sólo recuerdos, recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia, recuerdos tan enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros fabulosos de mis sueños que más allá de la polvorienta geografía de mi cuerpo  iluminan los cubículos del olvido, en donde la civilización enterró toda nuestra alegría.
 Que en  nuestra forma simple de ver la vida no  advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando entre sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real a menos de una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía  en todo su esplendor, sus avenidas románticas con sus ventanales que todas las tardes daban al mar,  las luces que herían el corazón de las sombras con sus cuchillos color del oro viejo,  sus pomposos edificios preñados de sueños, sus mujeres de algodón que vestían sus corazones con las luces primeras del alba para no morir de pena atrapadas por la soledad,  sus escuálidos  hombres vestidos con los colores más estridendentes del arco iris,  sus ruidosos automóviles ebrios de distancia y sobre todo sus noches bulliciosas, con sus casinos, donde el azar y la ambición  atrapaban a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de melancolía de la Duarte y la Mella, donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno por lo túneles infinitos  de la fantasía, el mar Caribe  con sus barcos fantasmas esfumándose en el horizonte, las vidrieras de las tiendas que atrapaban nuestros sueños en el bucólico encanto de querer tener y no poder y mirábamos hacia dentro de nosotros mismos y terminábamos parados frente al espejo de la vida harapientos y descalzos en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos nosotros en ese mundo  y de nuevo volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más  prisa que ir  a los conucos, andar por los montes manoteando alguna fruta de lástima,  arrear vacas hacia las distantes regiones del rocío , cazar pajaritos endebles para mitigar el hambre de toda la vida y en las noches alrededor de la hoguera los abuelos en una danza nos hablaban de sus hazañas remotas,  de su largo viaje sin retorno hasta llegar  aquí,  de la crueldad del látigo en sus espaldas, de cuando lucharon contra el hombre blanco por su libertad,  de sus anhelos por volver al África y  de sus raíces enterradas en estas tierras  que abonaron con  sudor y sangre , tierra, en que a pesar de todo, siempre serán extraños.
Al final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos alejábamos  por los caminos que  los grillos iluminaban con su canto,  gritando a viva  voz la  alegría de compartir en una danza la vida,  al llegar al hogar con la piel pegajosa de oscuridad dar un beso a mis padres, pedir su bendición y acostarme en mi hamaca,  hasta que el sol de un nuevo siglo nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la 
modernidad.
MANOS INVISIBLES
                                             I
Manos invisibles van taponando las heridas del horizonte 
por donde se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
                                            II
La tarde lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos residuos del sol 
                                           III
En el preámbulo de la noche un niño llora
VESTIDA DE AZUL  I
Así vestida toda de azul me acompañas en mis sueños, 
viajas conmigo por los senderos del amor, 
tan feliz que te desnuda y danza para mi bajo la luna 
luego sudorosa y jadeante 
corres hacia  mis brazos 
y en la soledad del tiempo 
bajo las estrellas 
arropados por las sombras de la noche 
hacemos el amor
VESTIDA DE AZUL  II
Busco tu rostro que la noche dibuja 
en los pergaminos de la ausencia 
la ciudad a esta hora empieza a desfallecer 
herida por las luces y la soledad 
en una esquina bajo la sombra de un farol 
una prostituta hace el amor a la nostalgia 
ebrios transeúntes suben la escalinatas
de los sueños 
y antes del amanecer 
ante mis ojos sin ningún rubor 
se suicidan 
la ciudad 
por sus calles de asombro te busco 
entre los fantasma de la zona colonial 
y te imagino vestida de azul 
en los balcones de la alborada 
diciéndome adiós para siempre
RUGE LA LUZ 
Tumulto de colores 
la tarde se inunda de primavera
oleaje de mariposas amarillas 
estrellándose contra imaginarios acantilados
en tu mirada el viento clarea el horizonte 
con un olor a flores fosificado en el tiempo 
en lo infinito el sol parece una moneda  perdida 
ágata que se rompe en la mirada de un ángel
ruge la luz 
al compás de los tambores del silencio 
la noche hace su llegada triunfal
RAYO DE ETERNIDAD
Nací junto al  resplandor azul naranja de los sueños 
en brazos de la quimera 
cuando el sonido ancestral de los tambores 
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea 
en la telaraña de la utopía y la nostalgia 
nací herido por un rayo de eternidad 
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido 
lejos del mar y la primavera 
en el preámbulo de las mariposas 
un día de otoño
cuando los soles  eclipsados  noviembre 
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer
CABALLO DE SANGRE 
Derrotado el día 
se aleja montado en un caballo de sangre 
ECHAN RAICES 
En mi voz 
las palabras echan raíces
EN LA SED DEL AGUA 
El sonido de las tamboras 
reivindica en la sed del agua y la sangre mi origen 
HAIKUS
Ya es invierno
con su vestido blanco 
danza la noche
Luna de papel 
sobre las noches del sur 
un farol brilla 
 Un perro ladra
las tres de la mañana 
cantan los gallos
Sobre  Palestina 
pájaros fúnebres 
danza la muerte 
SUSURRO IMAGINARIO
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio 
es apenas un susurro imaginario 
que se pierde en la noche
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo interminable 
poblaron las lluviosas regiones del sur 
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen  al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte 
buscando entre las sombras de la tarde 
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices 
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma 
la abuela  mamá tita todavía recolecta 
los residuos perdido de su pasado 
la lluvia como siempre 
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio 
teje  mantos de sombras con los que se arropa la soledad 
y aprisiona en las claras habitaciones del agua 
la alegría de ese niño 
que detrás de los espejos de mis ojos 
no deja de llorar 
 
DETRÁS DEL ESPEJO 
Detrás del espejo duerme un fantasma 
en sus ojos la luz pelea contra las sombras 
por eso es que  la habitación se ilumina  de mariposas 
que traspasan las paredes de la noche 
hasta diluirse en la distancia
que va de los sueños  al amanecer 
CON ALAS EN LA ESPALDA
Ese niño con alas en la espalda 
y el cielo en la mirada
que todas las tardes como testimonio de su breve edad
me trae en su voz de pájaro 
un ramillete de flores silvestres 
tiene en la sonrisa 
alegre la mirada
y un corazón de azúcar derretido en mis palabras  
tierna la azucena en sus manos
como un relámpago perfuma el sendero
por donde sus pasos se alejan del ocaso a la aurora
a iluminar  de ternura mi alma 
A Guaroa Acevedo mi hijo.
ESPECTADORES DEL ALBA
Me abruma la terca agonía 
de los indigentes de la zona colonial
residentes permanentes de las  sombras 
efímeros inquilinos de las frías madrugadas de enero
invisibles espectadores del alba 
van dejando por donde pasan 
el aroma inconfundible del  hambre
pasajeros de un tren sin destino 
son victimas de una sociedad 
que en grandes vasijas de plata 
lava con sangre sus manos
ignorados transeúntes de calles heridas 
por  cinco mil años ausencia
cómplices de las prostitutas del conde peatonal
bohemios del rocío  y el salitre
aventureros insomnes de la miseria 
lunáticos mutantes de la desdicha
que en la Duarte 
frente al parque de las palomas  
se desnudan y danzan hasta morir 
TRAMPA ANCESTRAL
Pedazos de luna derritiendo entre los espejos de las madrugadas
espada vencida por la gloria 
relámpago anfibio
torbellino de  luz
tres naves carnívoras navegando entre la bruma  de agosto
hacia las luces y las sombras de octubre 
boca llena de una luz mineral 
trampa ancestral 
junto al sendero del ocaso un lirio resplandece
sonidos de tamboras en la voz destemplada del viento
trapiche desolado
cañaveral ensangrentado por un sonido de cadenas rotas 
danza victoriosa
litoral de cenizas 
lagrimas de cera en los ojos de la quimera 
y más allá del resplandor amarillo de las olas que iluminan el amanecer
cadáveres mutilados chorrean sangre sobre los pergaminos de la historia
ALBORADA DE MARIPOSAS AZULES.
No fui más que un niño que siempre anduvo perdido en sí mismo, en los conucos lejanos del abuelo Ismael aprendí de la vida, todo lo que sé hoy, fueron los potreros del tío Juan mi escuela y en las lejanas regiones del rocío era donde podía mirarme al espejo y encontrarme tal cual era, un niño hecho de ceniza y barro con la mirada torva, perdida en el infinito, que escribía todas las tardes en los pergaminos del viento su historia envejecida en su dolor vegetal.
Era toda mi alegría poder correr por el bosque hasta cansarme y terminar de bruces entre los arbustos mágicos de las tardes, hablar con los animales y los árboles, pasear en el viento más allá del horizonte  y regresar en las nubes al lugar de donde nunca partí y encontrarme como siempre arrullado entre los brazos de mis padres, que me cubrían de la lluvia, que con su corazón de azucena iba dejando pedazos de cielo dormidos en mi piel.
Todas las tardes mi madre y yo nos sentábamos bajo la sombra del gran árbol azul a mirar como los pájaros ebrios de clorofila se escondía detrás de las murallas del horizonte, mientras una peregrinación de mariposas ancladas en los ventanales del ocaso agonizaban en la mirada quimérica de un ángel.
Hoy no hay más alegría  que este canto bajo esta luna de jade. Por el camino del alba las huellas del rocío se evaporan entre los pies descalzos de un sol precoz que siempre en noviembre pasa de largo a esconderse entre los matorrales atardecidos de la distancia.
Alborada de mariposas azules heridas por los puñales del  otoño, junto al fogón doña Lola hierve jengibre que ofrece al paladar para ahuyentar a los duendes del frío y en un rincón de la memoria, Cató todavía fabrica con sus manos de ternura los colores del amanecer y en algún rincón de mi alma  la abuela Mamá Tita recolecta los residuos perdidos de nuestro pasado.  Muchas veces ella y yo imaginábamos escuchar en la voz destemplada del viento, el lejano sonido de nostálgicas tamboras, grito de guerra, canto de amor, danza que en las noches aun nos libera del peso de una historia amarga que escribieron con su sangre nuestros abuelos, para que mi voz, quinientos años después pudiera abrir las puertas que el tiempo creyó haber cerrado para siempre.  
Nací en esta tierra que tiene el color del olor del topacio, donde los colores vegetales de la primavera se levantan como una ola que inunda todos los rincones del bosque de mariposas, que al morir van dejando un rastro efímero de luz, arco iris coagulado en una lágrima. 
Por el camino real, el tío Alberto regresa, parece flotar sobre la tenue oscuridad  del atardecer, la tía Agustina en la ventana  lo ve llegar, espera como siempre que él, lleve las vacas a los corrales, se dé un baño, vaya a la ventana, le dé un beso y luego se sienten todos en la mesa a cenar.  
En las noches mi padre, como un fantasma se perdía entre las sombras hacia las carboneras a vigilar los hornos, para que el fuego no consumiera los sueños y así poder derrotar el hambre, que acechaba entre los resquicios de las horas más largas del verano.
Primavera insular, caserío perdido junto al bosque del olvido, flamboyán amarillo, anacahuita de cristal, bajo los limoncillos florecidos, la tía Tatín con su escoba  arrincona contra los espejos de la tarde las cenizas que deja el otoño en la mirada de la tía Aurora, que aún busca en su interior el camino de regreso al paraíso que nos robó la modernidad, ignora ella que morirá arrinconada contra sus sueños sin volver a ver el sol desde los ventanales primaverales del alba.
LIRIOS Y ESPEJOS
Relámpagos sombríos
nubarrones oscuros y fugaces
truenos lejanos
mayo está cerca
las lluvias llenarán de sombras la tierra
los caminos se llenarán de lirios y espejos 
y el sol dejará en mi piel un rastro de eternidad
MAYO 1961
Mayo va dejando en un portafolio de eternidad
su olor a olvido 
PLATAFORMA DE SANGRE
Plataforma de sangre 
una enredadera de pájaros sombríos 
trepan por las paredes del miedo 
Haikus 2009
1
Espejo de oro
El sol tras las montañas,
Amanece.
2
Voces lejanas
Olor a café tostado
Cantan los grillos.
3
Luna de papel
Noches de tercio pelo
Un perro ladra.
4
El mar suspira 
Santo Domingo
Luz y salitre
5
Viento del norte 
canto de primavera
cayena en flor.
6
Cristal molido 
perlas tan, tan distantes
frías estrellas.
7
Triste la tarde
un camino en sombras 
un niño corre.
8
El mar caribe
viejas ruinas de papel
calles de sombras.
9
Junto al Ozama
una ciudad resplandece
Santo Domingo.
10
Un transeúnte 
por la ciudad perdida 
pasos sin rumbos. 
INTIFADA
Muy temprano
antes
muy antes
que las campanas del templo 
llenen de mariposas las mañanas
los niños
con sus sueños debajo del brazo
se visten de milicianos
y corren hacia el futuro 
temprano de la muerte
ondeando felices
la bandera multicolor
de la esperanza
Al pueblo palestino.
EBRIOS ARLEQUINES
Calles de insomnio 
malecón de ceniza 
puerto de sal 
río que abraza el mar 
mar que besa el cielo 
cielo que se traga la ciudad
ciudad amurallada en sus raíces  
por sus avenidas de luto
antiguos  transeúntes  se pierden en un pantano de luces y sombras
y en los balcones del verano 
hermosas prostitutas de porcelana 
la noche acorrala  
en el conde peatonal ebrios arlequines danzan bajo las lunas de otoño 
y los mendigos atrapados en la telaraña incierta de su destino 
todas las noches se pierden en los cubículos del hambre 
y en la soledad absoluta de la indiferencia 
niños que agonizan escondiéndose detrás de sus sueños
y atrapados en las catedrales del olvido 
antiguos fantasmas lloran desconsolados su condena de eternidad
HAYKUS
Canto nocturno
murciélago de papel 
luna de plata
En el estanque 
Croa la rana
letanía de olvido 
Ventarrón de sal 
lluvia de caracoles 
espejos de agua 
UN SORBO AMARGO DE SOL
Es tu ausencia  un puñal clavado en mi voz
herida que salpica de silencio las palabras 
árbol de pájaros azules 
en medio de la pradera imaginaria de los sueños
por un pedazo sombrío de la tarde 
asoma un sorbo amargo de sol
campanario de agua 
que repica en la mirada del ocaso tu nombre
atrapados en los cubículos de las sombras
tres ruiseñores de sal 
estampan en las paredes del olvido 
tu nombre
DIALOGO CONMIGO MISMO 
El metro 
el pacto 
la asamblea revisora
la reforma 
la contra reforma 
el congreso 
el aborto
la iglesia católica y su doble moral  
el cardenal 
Agripino Núñez Collado
el dialogo nacional 
dialogo de mudos 
en un país de sordos  
el presidente del senado 
el hombre del maletín 
la corrupción 
Alejandrina Germán 
la complicidad
Julio Cesar Valentín 
el teatro 
la comedia 
los jueces
la cámara de cuentas
el escándalo
el descaro 
el derroche
ayer andaban en chancletas 
hoy andan en yipetas
la celular manía
la JCE
la democracia edificada sobre los pilares del fraude
el narcotráfico 
el sicario
la suprema corte de justicia
la extradición 
el entreguismo
el fondo 
la crisis mundial 
la economía blindada
la mentira
salud pública
los medicamentos falsos de PROMESE
los muertos inútiles
la gripe AH1N1
la malaria 
el dengue
el señor Bauta
con su cara de idiota
siempre en la TV
hablando sandeces
y de nuevo los muertos inútiles 
gravitando en su conciencia
el PEME
barrio seguro 
Luís  Hinchaustegui 
Franklin Almeida
Teóricos de la invención 
Arquitectos de la falacia 
la CDEEE
el PRA 
los apagones
Radames Segura 
Ejecutivo de la corrupción  y el nepotismo
el viejo temo 
con su teoría barata
sobre el desarrollo y la economía  
puras mentiras 
basura
cuartillas perdidas en los zafacones
de la historia 
la cementera
Acero Estrella
la deuda 
que no es externa
ni mucho menos eterna
ochocientos  millones
los Haitises
el medio ambiente
el campamento
los muchachos
la protesta
Navarrete
la represión
el derecho a la vida
 los derechos humanos
el crimen alevoso del estado 
contra los que en las calles 
protestan por el derecho a vivir
el presidente
la mascara
el discurso 
la verborrea
la escuelita
la farsa
el progreso 
la pobreza
la corrupción 
el estado 
el narcotráfico 
el narcoestado
la policía
la delincuencia 
y de nuevo el narcotráfico
el crimen
Quirino
El ejercito nacional 
el caso paya
la marina de guerra  
los estamentos del estado
la complicidad 
la inhibición 
el limbo
la impunidad
el soborno
el funcionario
el político
el saco 
la corbata
el carro de lujo
las queridas
la orgía
la esposa 
el guarda espalda
la cuenta bancaria
la tarjeta de crédito
la estafa
el trafico de influencia
al nepotismo
los bonos soberanos
la deuda externa
que si es eterna
la corrupción 
que no interesa 
si es roja
blanca 
o morada
que pena que a nadie importe 
que tres partidos 
comprometidos con la corrupción 
el narcotráfico
el robo y el crimen 
cada cuatro años  se repartan el país 
CROA EL SAPO
Croa el sapo 
las estrellas clavan en el corazón de la noche
 sus cuchillos de sal 
el viento se enreda entre los árboles
y cae a un abismo de sombras
el mar en la distancia se confunde con el cielo 
en un abrazo de eternidad
y la ciudad no es más que un espejismo 
que se desvanece en la mirada agónica de  los mendigos 
TRAJE DE AUSENCIA
La nada me atrapó en medio de la noche
vistió mi alma con el traje de la ausencia 
y me llevó a través de los sueños 
A los brazos de la muerte  
LA SANGRE ES UNA FLOR
Todavía fresca la sangre en el asfalto 
es una flor que el viento deshoja en la memoria 
RETAZOS DE SOL 
Retazos de un sol que agoniza 
se escapan por las rendijas 
de los árboles en el horizonte 
un tropel de mariposas a la deriva 
se pierden entre los pergaminos 
distantes de la tarde
la luna como un anillo perdido en el  mar
resplandece y desaparece al compás
de las olas del tiempo 
que la oxida y la entierra en la arena azul 
del universo
Bajo la luna
cara de ceniza
una lechuza
Domingo Acevedo. 
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