sábado, noviembre 23, 2024

6 poetas suecos que deberías conocer

 

Edith Södergran (Foto: Archivo)


jueves 18 de mayo de 202317:16h

La poesía sueca ha dejado una huella profunda en la literatura mundial, con poetas que han capturado la esencia de la vida, el amor, la naturaleza y la condición humana. Disfruta mientras ganas dinero real, estés en Suecia o en cualquier parte del mundo, jugando en el casino online vip. A continuación, presentamos seis poetas suecos destacados cuyas obras han dejado una marca perdurable en el mundo de la poesía.

  1. Tomas Tranströmer:

Tomas Tranströmer, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2011, es uno de los poetas más influyentes de Suecia. Sus poemas se caracterizan por una profunda exploración de la psicología humana y la naturaleza. Su estilo lírico y evocador evoca imágenes y emociones intensas. Con una mezcla única de introspección y observación del mundo exterior, sus poemas abordan temas como la existencia, el tiempo, el silencio y la trascendencia.

  1. Edith Södergran:

Edith Södergran es considerada una de las pioneras de la poesía modernista en Suecia. Sus poemas exploran temas como la feminidad, la espiritualidad y el amor. Con un estilo lírico y experimental, Södergran rompió con las convenciones literarias de la época y creó una poesía en la que se mezclan el simbolismo y la sensualidad. Sus obras capturan la lucha entre la libertad y las restricciones sociales, y su poesía sigue siendo relevante en la actualidad.

  1. Harry Martinson:

Harry Martinson, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1974, es uno de los poetas más destacados de Suecia. Su obra maestra, "Aniara", es un poema épico sobre la colonización espacial y la lucha del ser humano por encontrar un sentido de pertenencia en un universo vasto e indiferente. Martinson combina una profunda reflexión filosófica con una imaginación desbordante, creando una poesía que explora los límites de la existencia humana.

  1. Karin Boye:

Karin Boye es una de las poetas más queridas y respetadas de Suecia. Sus poemas abordan temas universales como el amor, la muerte, la naturaleza y la búsqueda de significado en la vida. Con un estilo lírico y una sensibilidad única, Boye creó una poesía introspectiva que revela la complejidad de la experiencia humana. Sus versos capturan la belleza y la fragilidad del mundo, invitando a la reflexión y la contemplación.

  1. Gunnar Ekelöf:

Gunnar Ekelöf es conocido por su estilo poético experimental y su exploración de la espiritualidad y la filosofía. Sus poemas se caracterizan por su lenguaje lírico y su capacidad para evocar imágenes vívidas. Ekelöf utilizó una amplia gama de influencias, desde el surrealismo hasta la filosofía oriental, para crear una poesía que desafía las convenciones y busca una conexión profunda con el mundo y el yo interior.

  1. Eva-Stina Byggmästar:

Eva-Stina Byggmästar es una poeta contemporánea que ha dejado una marca significativa en la poesía sueca. Sus poemas exploran la naturaleza, la soledad, el amor y la condición humana. Con una escritura evocadora y emotiva, Byggmästar crea imágenes y metáforas poderosas que tocan los corazones de los lectores. Su poesía se caracteriza por una profunda sensibilidad y una conexión íntima con la experiencia humana, revelando tanto la belleza como las luchas de la vida cotidiana.

Estos seis poetas suecos representan la diversidad y la riqueza de la poesía en Suecia a lo largo del tiempo. Sus obras han dejado una huella perdurable en la literatura mundial y continúan siendo leídas y apreciadas en la actualidad. A través de su dominio del lenguaje, su capacidad para capturar las emociones humanas y su exploración de los temas universales, estos poetas han enriquecido el panorama poético y han inspirado a generaciones de lectores y escritores.

La poesía sueca no sólo ha influido en el ámbito literario, sino que también ha dejado una profunda impresión en la cultura y la identidad suecas. A través de sus versos, estos poetas han expresado la esencia de la vida, han explorado los misterios de la existencia y han capturado la belleza y la complejidad del mundo que nos rodea. Sus palabras nos invitan a reflexionar, a sentir y a contemplar la vida desde diferentes perspectivas.

Tomado de toto literatura.

Rabindranath Tagore, el escritor y pedagogo indio que influenció a Occidente.

 Poeta, dramaturgo, novelista, pedagogo y filósofo, el autor indio escribió tanto en bengalí como en inglés. No solo se distinguió como uno de los escritores más destacados de la India -incluso fue el primer escritor no europeo en ganar el Premio Nobel de Literatura-, sino también por sus aportes en materia educativa para su país. A 160 años de su nacimiento, repasamos en esta nota algunos de los momentos más notables de su vida y legado.

Considerado uno de los más prestigiosos escritores indios de comienzos del siglo XX, Rabindranath Tagore no solo dejó una extensa producción literaria -escribió poesías, novelas, ensayos, relatos, diarios de viaje, teatro y un buen número de canciones-, sino también distintos aportes en materia de educación. Introdujo en su país, aspectos educativos que, según él, la escuela tradicional occidental no contemplaba: la integración de la enseñanza y de la persona con la naturaleza (sobre todo en la etapa infantil), la creatividad o imaginación creativas, como un medio para aprender y desarrollar la
capacidad de todo individuo, más allá de la racional.

Rabindranath Tagore, posiblemente retratado en 1909.

Nacido el 7 de mayo de 1861 en la ciudad india de Calcuta, fue el último de los catorce hijos de una familia noble, consagrada a la renovación espiritual. Educado por su padre en la pequeña localidad de Santiniketan, más tarde, en 1878, viajó a Gran Bretaña para estudiar literatura y música.

De aquella época surgieron sus libros Cartas de un viajero (1881), que publicó en el periódico literario Bharati, fundado por dos de sus hermanos en 1876. Y, luego, los dramas musicales El genio de Valmiki (1882) y Los cantos del crepúsculo (1882), y la novela histórica La feria de la reina recién casada (1883). De regreso en su tierra natal, se casó con una joven compatriota y, partir de ahí, se dedicó a administrar los bienes de la familia de su esposa y a viajar por toda Bengala. En 1890 realizó un segundo viaje a Gran Bretaña: viaje que le inspiró una gran cantidad de poemas, reúnidos en Citra (1896) y El libro de los cumpleaños (1900). Muchos de sus textos, dicen algunos especialistas, abordaten historias y temas que tienen como centralidad a la gente común y corriente. Sus vidas y particularidades fueron fuente inagotable en la obra de Tagore.

Tagore también realizó distintos aportes en materia de educación.

Tagore y la educación

En 1901 fundó una escuela en Santiniketan (Hogar de la Paz), en la que estructuró un sistema pedagógico que defendía la libertad intelectual del ser humano. Poco despuñes, publicó en 1904 el ensayo político El movimiento nacional, en el que se pronuncia en favor de la independencia de su país. Y, en 1910, apareció La ofrenda lírica, una de sus obras más conocidas.

"Con cuarenta años, Tagore decide crear, en la amplia finca de su padre, la que sería la primera escuela nueva de Oriente. Bautizada por su padre con el nombre de Santiniketon (palabras sánscritas: “Santi”=Paz y “Niketon”=Morada, lugar, estancia o retiro). El 22 de diciembre de 1901, comienza a andar con tan solo cinco estudiantes, uno de ellos su hijo Rothindronath", cuenta en un artículo el español José Paz Rodríguez y quien posee una de las mayores biblioteca privada del mundo, con libros en todos los idiomas, acerca de Tagore y su relación con las instituciones educativas.

Y agrega: "Tenía una personalidad que chocaba frontalmente con los métodos educativos de la escuelas indias del momento, sustentadas por el colonialismo británico. Por ello, cuando alcanza la edad escolar, marcha por primera vez con ilusión a la escuela y la premonición de sus hermanos se cumple: 'Lloras porque quieres ir a la escuela, luego llorarás porque no quieres ir'. En su obra Recuerdos, hermoso libro autobiográfico, nos cuenta esta y otras anécdotas de su vida. Y nos habla de las escuelas por las que ha ido pasando. Resulta curiosa su referencia al único profesor que recuerda con cariño: el padre jesuíta español Peñaranda, de la escuela San Javier de Calcuta. Por lo demás, abandona pronto la escuela y se encargan de su educación en casa varios preceptores".

Muchas de las propuestas educativas de Tagore estaban orientadas a la modernización de la sociedad india, con el fin de promover, como sostiene el especialista costarricense, Raudín Esteban Meléndez-Rojas, "una nación que, pese a sus diferencias religiosas y sociales, fuese más justa y se afianzara en la tolerancia, no solo de las creencias religiosas, sino también tomando en consideración la sabiduría proveniente de textos clásicos como las Upanishads". Upanishads son los libros sagrados hinduístas que tratan sobre la existencia de una divinidad única y absoluta.

El 5 de mayo de 1921, Tagore pronuncia en el Instituto Juan Jacobo Rousseau de Ginebra, una conferencia sobre su pensamiento pedagógico“Fundé mi escuela hace veinte años, mas, a decir verdad, no tenía entonces método ni experiencia de la enseñanza (...). Esto no es rigurosamente exacto. Tenía, cuando menos, una experiencia negativa adquirida en el curso de mis propios años de escuela. Sabía cómo no deben ser tratados los niños. De lo que yo he sufrido sobretodo en mi infancia, ha sido de sentir que la educación que yo recibía estaba separada de la vida (...). Veo la puerta de la clase abierta cada mañana como una gran boca, sus muros desnudos, sus bancos de madera, su pupitre en el que se alzaba un maestro que daba la lección como un fonógrafo viviente".

Y continuó: "En esta escuela he aprendido la gramática, la aritmética, muchas cosas que he olvidado y la manera como no deben darse las lecciones. Así es que cuando, a los cuarenta años, me sentí impulsado a salir del pequeño rincón retirado en donde había vivido hasta entonces a orillas del Ganges y en sus islas arenosas, para hacer alguna cosa útil, me resolví a educar niños. Y no porque yo creyese que tenía un talento particular para enseñarlos, sino porque me parecía que tenía el secreto de hacerlos dichosos”.

Encuentro con Victoria Ocampo, en 1924.

Tagore, Victoria Ocampo y una visita a la Argentina

A partir de 1912, el autor indio comenzó a recibió diversas invitaciones para disertar en conferencias de todo el mundo. En Europa y Estados Unidos se habían hecho eco de sus textos y aportes pedagógicos. Esto, por supuesto, aumentó su prestigio más allá de su tierra y, sobre todo, cuando en 1913 recibió el Premio Nobel de Literatura por su prolífica obra literaria. Tagore también conoció la Argentina.

En 1924, el escritor estaba realizando distintos viajes por Sudamérica. Camino a Perú, visitó primero Buenos Aires, donde se permaneció más de los planeado por una afección de salud. Es en ese momento cuando la escritora y editora argentina, Victoria Ocampo, lo conoce mediante una invitación en su propia mansión de Beccar (Villa Ocampo). Victoria había quedado deslumbrada por los poemas de Tagore y hasta escribió una columna en el diario La Nación que tituló "La alegría de leer a Tagore". Finalmente, se dice que Tagore nunca llegó a hospedarse allí, ya que los padres de Victoria no estaban de acuerdo con eso. Tagore se instaló unos días en la quinta Miralrío, de la prima de la escritora, situada en La Salle y Brasil, casi en el límite de San Isidro y San Fernando.

De ese momento, se puede mencionar el film Pensando en él: una película del director Pablo César, coproducción entre la Argentina y la India, que retrata ese mítico encuentro en Beccar y, sobre todo, el comienzo de una gran amistad entre estos dos grandes intelectuales.

Rabindranath Tagore falleció el 7 de agosto de 1941, en su ciudad natal de Calcuta, pero dejó un legado extensísimo que inspiró a distintas generaciones de diversas partes del mundo. En los últimos años de su vida, Tagore se dedicó casi por completo a la administración del centro de estudios que había conformado, el cual en 1921 se transformó en universidad internacional con el nombre de Visva Bharati.

Foto de portada: Actualidad literaria.

Fuente: Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Rabindranath Tagore. Barcelona (España).

Haiku.

 

Surcan el cielo

cristalinos destellos

garzas celestes

Domingo Acevedo.




Foto tomada de la red.

Haiku.

 

Cielo y nubes

hieren el horizonte

flechas de gansos

Domingo Acevedo.




Foto tomada de la red.

Haiku.

 

Cielo nublado

sobre la arboleda

aves fugaces

Domingo Acevedo.




Foto tomada de la red.

Haiku.

 

Toro de lidia

torero despiadado

olor a sangre

Domingo Acevedo.




Foto tomada de la red.

Haiku.

 

Hoy la lluvia

con su traje de cristal

vistió la tarde

Domingo Acevedo.





Foto tomada de la red.

Julio Cortázar.

 


(Bruselas, 1914 - París, 1984) Escritor argentino, una de la grandes figuras del llamado «boom» de la literatura hispanoamericana, fenómeno editorial que, en la década de 1960, dio merecida proyección internacional a los narradores del continente.


Julio Cortázar en 1967

Emparentado con Borges como inteligentísimo cultivador del cuento fantástico, los relatos breves de Cortázar se apartaron sin embargo de la alegoría metafísica para indagar en las facetas inquietantes y enigmáticas de lo cotidiano, en una búsqueda de la autenticidad y del sentido profundo de lo real que halló siempre lejos del encorsetamiento de las creencias, patrones y rutinas establecidas. Su afán renovador se manifiesta sobre todo en el estilo y en la subversión de los géneros que se verifica en muchos de sus libros, de entre los cuales la novela Rayuela (1963), con sus dos posibles órdenes de lectura, sobresale como su obra maestra.

Biografía

Hijo de un funcionario asignado a la embajada argentina en Bélgica, su nacimiento coincidió con el inicio de la Primera Guerra Mundial, por lo que sus padres permanecieron más de lo previsto en Europa. En 1918, a los cuatro años de edad, Julio Cortázar se desplazó con ellos a Argentina, para radicarse en el suburbio bonaerense de Banfield.

Tras completar sus estudios primarios, siguió los de magisterio y letras y durante cinco años fue maestro rural. Pasó más tarde a Buenos Aires, y en 1951 viajó a París con una beca. Concluida ésta, su trabajo como traductor de la UNESCO le permitió afincarse definitivamente en la capital francesa. Por entonces Julio Cortázar ya había publicado en Buenos Aires el poemario Presencia con el seudónimo de «Julio Denis», el poema dramático Los reyes y la primera de sus series de relatos breves, Bestiario, en la que se advierte la profunda influencia de Jorge Luis Borges.

En la década de 1960, Julio Cortázar se convirtió en una de las principales figuras del llamado «boom» de la literatura hispanoamericana y disfrutó del reconocimiento internacional. Su nombre se colocó al mismo nivel que el de los grandes protagonistas del «boom»: Gabriel García MárquezMario Vargas Llosa, los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes, los cubanos José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante, los uruguayos Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti o sus compatriotas Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, entre otros. A diferencia de Borges, Cortázar sumó a su sensibilidad artística su preocupación social: se identificó con las clases marginadas y estuvo muy cerca de los movimientos de izquierdas.

En este sentido, su viaje a la Cuba de Fidel Castro en 1962 constituyó una experiencia decisiva en su vida y el detonante de un radical cambio de actitud que influiría profundamente en su vida y en su obra: el intelectual introvertido que había sido hasta entonces devendrá activista político. Merced a su concienciación social y política, en 1970 se desplazó a Chile para asistir a la ceremonia de toma de posesión como presidente de Salvador Allende y, más tarde, a Nicaragua para apoyar al movimiento sandinista. Como personaje público, Julio Cortázar intervino con firmeza en la defensa de los derechos humanos, y fue uno de los promotores y miembros más activos del Tribunal Russell.

Como parte de este compromiso escribió numerosos artículos y libros, entre ellos Dossier Chile: el libro negro, sobre los excesos del régimen del general Pinochet, y Nicaragua, tan violentamente dulce, testimonio de la lucha sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza, en el que incluyó el cuento Apocalipsis en Solentiname y el poema Noticias para viajeros. Tres años antes de morir adoptó la nacionalidad francesa, aunque sin renunciar a la argentina. Falleció en París el 12 de febrero de 1984, poco después de enviudar de su segunda mujer, Carol Dunlop.

La obra de Julio Cortázar

La literatura de Cortázar parte de un cuestionamiento vital, cercano a los planteamientos existencialistas en la medida en que puede caracterizarse como una búsqueda de la autenticidad, del sentido profundo de la vida y del mundo. Tal temática se expresó en ocasiones en obras de marcado carácter experimental, que lo convierten en uno de los mayores innovadores de la lengua y la narrativa en lengua castellana.

Como en Jorge Luis Borges, sus relatos ahondan en lo fantástico, aunque sin abandonar por ello el referente de la realidad cotidiana: de hecho, la aparición de lo fantástico en la vida cotidiana muestra precisamente la abismal complejidad de lo "real". Para Cortázar, la realidad inmediata significa una vía de acceso a otros registros de lo real, donde la plenitud de la vida alcanza múltiples formulaciones. De ahí que su narrativa constituya un permanente cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales de pensamiento.


Julio Cortázar

En la obra de Cortázar, el instinto, el azar, el goce de los sentidos, el humor y el juego terminan por identificarse con la escritura, que es a su vez la formulación del existir en el mundo. Las rupturas de los órdenes cronológico y espacial sacan al lector de su punto de vista convencional, proponiéndole diferentes posibilidades de participación, de modo que el acto de la lectura es llamado a completar el universo narrativo. Tales propuestas alcanzaron sus más acabadas expresiones en las novelas, especialmente en Rayuela, considerada una de las obras fundamentales de la literatura de lengua castellana, y en sus relatos breves, donde, pese a su originalísimo estilo y su dominio inigualable del ritmo narrativo, se mantuvo más cercano a la convenciones del género. Cabe destacar, entre otros muchos cuentos, Casa tomada o Las babas del diablo, ambos llevados al cine, y El perseguidor, cuyo protagonista evoca la figura del saxofonista negro Charlie Parker.

Aunque su primer libro fueron los poemas de Presencia (1938, firmados con el seudónimo de «Julio Denis»), seguidos por Los reyes, una reconstrucción igualmente poética del mito del Minotauro, esta etapa se considera en general la prehistoria cortazariana, y suelen darse como inicio de su bibliografía los relatos que integraron Bestiario (1951), publicados en la misma fecha en la que inició su exilio. A esta tardía iniciación (se acercaba por entonces a los cuarenta años) suele atribuirse la perfección de su obra, que desde esa entrega no contendrá un solo texto que pueda considerarse menor.

Cabe señalar, además, una singularidad inaugurada en simultáneo con esa entrega: las sucesivas recopilaciones de relatos de Cortázar conservarían esa especie de perfección estructural casi clasicista, dentro de los cánones del género. El resto de su producción (novelas extraordinariamente rupturistas y textos misceláneos) se aleja hasta tal punto de las convenciones genéricas que es difícilmente clasificable. De hecho, buena parte de la crítica aprecia más su faceta de cuentista impecable que la de prosista subversivo.

Los cuentos

En el ámbito del cuento, Julio Cortázar es un exquisito cultivador del género fantástico, con una singular capacidad para fusionar en sus relatos los mundos de la imaginación y de lo cotidiano, obteniendo como resultado un producto altamente inquietante. Ilustración de ello es, en Bestiario (1951), un cuento como "Casa tomada", en el que una pareja de hermanos percibe cómo, diariamente, su amplio caserón va siendo ocupado por presencias extrañas e indefinibles que terminan provocando, primero, su confinamiento dentro de la propia casa, y, más tarde, su expulsión definitiva.

Lo mismo podría decirse a propósito de Las armas secretas (1959), entre cuyos cuentos destaca "El perseguidor", que tiene por protagonista a un crítico de jazz que ha escrito un libro sobre un célebre saxofonista borracho y drogadicto. Cuando se dispone a preparar la segunda edición del mismo, Jonnhy, el saxofonista, quiere exponerle sus opiniones acerca de su propia música y el libro, pero, en realidad, no le cuenta nada; no parece que tenga nada profundo que decir, como tampoco lo tiene el autor del libro, por lo que, muerto Jonnhy, la segunda edición únicamente se diferencia de la primera por el añadido de una necrológica.


Julio Cortázar

En los cuentos de Final del juego (1964), encontramos algunas de las descripciones más crueles de Cortázar, como por ejemplo "Las ménades", una auténtica pesadilla; pero también hay sátiras, como ocurre en "La banda", en el que su protagonista, cansado del sistema imperante en su país (clara alusión al peronismo), se destierra voluntariamente, como Cortázar hizo a París en 1951. En "Axolotl", tras contemplar diaria y obsesivamente un ejemplar de estos anfibios en un acuario, el narrador del cuento se ve convertido en uno más de ellos, recuperando de tal manera el tema del viejo mito azteca.

De Todos los fuegos el fuego (1966), compuesto por otros ocho relatos, hay que destacar "La autopista del Sur", historia de un amor nacido durante un embotellamiento, cuyos protagonistas, que no se han dicho sus nombres, son arrastrados por la riada de vehículos cuando el atasco se deshace y no vuelven ya nunca a encontrarse. Impresionante es asimismo el cuento que da título a la colección, en el que se mezclan admirablemente una historia actual con otra ocurrida cientos de años atrás.

En los también ocho cuentos de Octaedro (1974), lo fantástico vuelve a mezclarse con la vida de los hombres, casi siempre en el momento más inesperado de su existencia. Más cercanas a lo cotidiano y abiertas a la normalidad son sus tres últimas colecciones de relatos, Alguien que anda por ahí (1977), Queremos tanto a Glenda y otros relatos (1980) y Deshoras (1982), sin que por ello dejen de estar presentes los temas y motivos que caracterizan su producción.

Rayuela y la narrativa inclasificable

Pero es precisamente lejos del relato corto donde reside la huella revolucionaria e irrepetible que Julio Cortázar dejó en la literatura en lengua española, desde su novela inicial (Los premios, 1960) hasta la amorosa despedida textual de Nicaragua, tan violentamente dulce (1984). El momento álgido de esta propuesta innovadora que aniquilaba las convenciones genéricas fue la escritura de Rayuela (1963).

Protagonizada por un álter ego de Cortázar, Horacio Oliveira, Rayuela narra el itinerario de un intelectual argentino en París (primera parte) y luego en Argentina (segunda parte), para agregar, en la tercera parte y al modo de misceláneas, una serie de anotaciones, recortes periodísticos, poemas y citas que pueden intercalarse en la lectura de las dos primeras, según el recorrido que decida el lector, a partir de los dos que propone el autor.

Las desavenencias amorosas entre La Maga y Horacio Oliveira, los conflictos intelectuales de Horacio, una amplia red de referencias culturales, con el jazz en posición preferente, y la invitación a la participación del lector como coautor de esa obra abierta, encontraron en el clima de efervescencia cultural de la década de 1960 su perfecto campo de desarrollo. Rayuela ha quedado así como uno de los emblemas imprescindibles de la cultura argentina de ese momento, en el que la novela de Julio Cortázar ocupó un lugar central y fue objeto de toda clase de asedios y comentarios críticos.

Algunas de las sucesivas novelas de Cortazar fueron un intento de avanzar en la dirección de Rayuela: así, la titulada 62. Modelo para armar (1968) es un excelente comentario en paralelo, extraído de una propuesta sugerida en el capítulo 62 de su obra maestra. En el Libro de Manuel (1973), el experimentalismo deja paso a un intento de explicar la difícil convivencia entre el compromiso político y la libertad individual.

Por lo que respecta al género de los "almanaques", esa combinación específicamente cortazariana de todos los géneros en ninguno, es imprescindible referirse a títulos como La vuelta al día en ochenta mundos (1967) o Último round (1969). Tales volúmenes, de difícil clasificación, alternan el cuento con el ensayo, el poema y el fragmento narrativo o crítico. En este apartado merecen mención aparte las inefables Historias de cronopios y de famas (1962), graciosos y complejos personajes simbólicos con singulares actitudes frente a la vida, Un tal Lucas (1979), irónico retrato de un personaje de extraña coherencia, y el casi póstumo Los autonautas de la cosmopista (1983), irrepetible mezcla de diario de viaje y testamento de amor.

Tomado de Biografías y vidas.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Julio Cortázar». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cortazar.htm [fecha de acceso: 23 de noviembre de 2024].

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