Esta tarde de invierno
pájaros de oro
migran hacia los oscuros rincones del agua
Domingo Acevedo
Foto tomada de la red.
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Esta tarde de invierno
pájaros de oro
migran hacia los oscuros rincones del agua
Domingo Acevedo
Foto tomada de la red.
I
Cuando los pequeños
demonios
hijos del sol llegaron a
Nanjing
sin honor y sin gloria
la ciudad desamparada
lloraba por sus hijos
que murieron defendiendo
sus murallas
y por los que quedaron
atrapados en sus ruinas
sin tener a donde huir
de la ira de los
soldados
que ebrios de odio
llegaron danzando
sobre los cadáveres destrozados
orinando su semen
podrido sobre el útero
de las doncellas
mancilladas en su inocencia
II
Tan envilecidos estaban
en su maldad
que frente al Yang Tse
bebieron en copas de
plata la sangre de los vencidos
mientras una larga
peregrinación de cadáveres
se alejaba río
abajo
para luego regresar en
la enfurecida ternura
de los milicianos
que amurallaron en sus
pechos la rebeldía
para hacer del amor un
canto a la libertad
III
Nanjing
Ciudad de vida y
muerte
en donde en cada
primavera
como un homenaje al
heroísmo y al sacrificio
retoñan las flores de la
guerra
Domingo Acevedo.
Dedicado a todos los que murieron antes
y
después de la caída de la ciudad de Nanjing en china
aquel
diciembre del 1937 a manos del ejército criminal del Japón imperial
Foto tomada de la red.
Mis lágrimas atan
mi voz
al silencio que
apuñala este grito
que estremece los
cimientos
de la humanidad
cuya indiferencia la hace cómplice
de este crimen
alevoso
que oscurece el
horizonte
y cierra todas las
puertas de la primavera
en donde a pesar de todo
en Palestina
en los campos abonados
con la sangre de los caídos
crecen las retamas
los olivos
y la trementina
como evidencia de que la paz
no puede estar
sustentada en las manos
de quienes
estrangulan la ternura de los niños
que en Gaza y
Cisjordania
yacen destrozados
en su inocencia
Domingo Acevedo.
Poema
dedicado a la periodista palestina asesinada por el ejército de Israel, Shiren
Abu Akleh
Foto tomada de la red.
I
Déjame recordarte
hoy
camarada
antes que el tiempo se haga cargo de todos
nosotros
y
la vida nos deje abandonados en los cementerios
y
tu historia de soldado proletario
caído al fragor de los sueños
no sea más que un manojo de olvido
en voz de la ausencia
II
Déjame camarada
con la sangre de tus verdugos
escribir tu nombre
en los pergaminos de la eternidad
para que tu recuerdo
el tiempo
ni la ausencia
ni el olvido
puedan borrarlo del corazón de nuestro
pueblo
Domingo Acevedo.
A Numitor Elpidio Jiménez Sanelly
(Tito Monte)
Foto tomada de la red.
Maximiliano
Quien dibujó tu rostro con sangre
en los pergaminos del viento
quien Moreno
intentó amarrar tu voz de profeta al
olvido
quien creyó que matándote
apagaría la luz planetaria de tus ojos
quien enterró en tu sangre la muerte
para que acuchillara la vida
que germina
se multiplica
y crece en la aridez del llanto
en la leve melancolía de los días aciagos
de los doce años
representativos de una época
en donde el horror y la muerte
danzaban al ritmo acompasado de la
metralla
que hería de luto
el corazón tierno de la patria
Domingo Acevedo.
A Maximiliano Gómez (El
Moreno)
Foto tomada de la red.
Desde donde vivo puedo ver el mar distante levantarse más allá del muelle,
lamer con su lengua azul el horizonte.
A veces el viento del sur arremolina en la mirada, residuos de olas resecas
por el sol, plumas de pelícanos gigantes, huesos de peces invisibles y restos
de barcos hundidos por los siglos.
El río Haina divide el muelle en dos partes iguales, el muelle que
permanece iluminado más allá de la oscuridad de los barrios Haineros.
De vez en cuando una bengala ilumina la noche o un disparo largo de fusil
estremece el viento y ahuyenta los polizones y a los ladrones furtivos de
mercancías baratas.
Desde mi ventana puedo ver los barcos anclados tan lejos de los sueños y siento
pena de los marineros prisioneros del salitre y la distancia, que sueñan con
hermosas sirenas, que les roban el corazón para esclavizarlos en su mundo
submarino de calamares fantásticos, caballitos tiernos de mar y peces de
colores.
Domingo Acevedo.
Foto tomada de la red.
A esta hora El camino real está desierto, una brisa caliente levanta nubes
de polvo que se pierden entre los matorrales resecos.
Es mediodía, en julio el verano achicharra todo el monte y la primavera es
un vestigio lejano de flores y mariposas derretido en el recuerdo de los
abuelos que debajo de una mata de mango dormitan en el efímero esplendor de los
sueños.
Domingo Acevedo.
Foto tomada de la red.
Muchos vendrán a
mi funeral, incluso los inicuos, aquellos hombres que fueron capaces de vender
al enemigo, como mercancía barata a sus hermanos.
Domingo Acevedo.
La tía Aurora
con su cachimbo de barro
entre sus labios
sentada en medio de la tarde
mirando el camino
que se pierde en el olvido
por donde ella
hace tiempo en silencio empezó a irse
dejando sus huellas de sudor
y sangre
en nuestra memoria
que guarda intacta toda la tristeza
del desarraigo
la inmensa soledad de la distancia
y el olvido
el dolor de todo lo que hemos perdido
la tierra
los sueños
y también la vida
y aunque a ratos
intentamos juntar los pedazos
de nuestras ilusiones rotas
ella sabe que se nos hizo tarde
para volver a lugar
de donde nunca quisimos partir
Domingo Acevedo.
Junio/22
El humo de las
industrias
ha hecho sus nidos
en un cielo
que bosteza
pájaros muertos
sobre las ciudades
que se marchitan
bajo el sol del
medio día
de un mes anclado
en el séptimo
escalón del tiempo
la lluvia
es solo un recuerdo
lejano
olvidado en la
última primavera
que adorno los
bosques
y las praderas del
mundo
hoy las ciudades
destruidas
por el clima
y las guerras
son el vestigio
de una
civilización
que en su egoísmo
se destruyó a sí
misma
Junio/22
Domingo Acevedo.
Foto tomada de la red.
Canto de lo eterno
en la voz
Efímera del viento
Eco de sombras
en el follaje
amarillo de la distancia
flamboyanes
petrificados
en el ámbar de la
tarde
racimo de
estrellas
en la cavidad
cósmica de lo infinito
bosques
árboles rotos
por el hacha
homicida del hombre
río que muere por
la ausencia de la lluvia
sequia
sed
agoniza la luna
en el charco seco
de la noche
Domingo Acevedo
Un universo de
sollozos aúpa el dolor en los días
interminables del horror y sobre el lomo de la noche, un jinete de
sombras con su espada de sangre decapita la luz
Abril/2022
Domingo Acevedo.
Abril se abre a la esperanza
a la alegría de los que en Colombia
marchan
levantando entre sus manos
la bandera de la utopía
las calles de Medellín
Cali
y Bogotá
se van llenando de pasos apresurados
de una multitud insurrecta
que se multiplica con el paso de los días
que viene de los cuatro puntos cardinales
vienen del Cauca
de Boyacá
de San Vicente del Caguán
de Santa Vera Cruz
de Cochabamba
de Córdoba
de Cundinamarca
del Caribe
del Atlántico
de las profundidades de la selva amazónica
de las altas y frías montañas de los Andes
del altiplano
hombres
y mujeres
niños
y ancianos
negros
indígenas
mulatos
mestizos
blancos
toda la multitud se abraza en la esperanza
contra el opresor
toda la multitud germina en la sangre de
los caídos
es flor de libertad
es bandera que ondea febril
en las manos del viento
anunciado un nuevo amanecer.
Dedicado especialmente a Lucas Villa y
todos los encarcelados, heridos, desaparecidos y asesinados por las fuerzas
represivas del estado colombiano.