La tía Aurora
con su cachimbo de barro
entre sus labios
sentada en medio de la tarde
mirando el camino
que se pierde en el olvido
por donde ella
hace tiempo en silencio empezó a irse
dejando sus huellas de sudor
y sangre
en nuestra memoria
que guarda intacta toda la tristeza
del desarraigo
la inmensa soledad de la distancia
y el olvido
el dolor de todo lo que hemos perdido
la tierra
los sueños
y también la vida
y aunque a ratos
intentamos juntar los pedazos
de nuestras ilusiones rotas
ella sabe que se nos hizo tarde
para volver a lugar
de donde nunca quisimos partir
Domingo Acevedo.
Junio/22