I
Cuando los pequeños
demonios
hijos del sol llegaron a
Nanjing
sin honor y sin gloria
la ciudad desamparada
lloraba por sus hijos
que murieron defendiendo
sus murallas
y por los que quedaron
atrapados en sus ruinas
sin tener a donde huir
de la ira de los
soldados
que ebrios de odio
llegaron danzando
sobre los cadáveres destrozados
orinando su semen
podrido sobre el útero
de las doncellas
mancilladas en su inocencia
II
Tan envilecidos estaban
en su maldad
que frente al Yang Tse
bebieron en copas de
plata la sangre de los vencidos
mientras una larga
peregrinación de cadáveres
se alejaba río
abajo
para luego regresar en
la enfurecida ternura
de los milicianos
que amurallaron en sus
pechos la rebeldía
para hacer del amor un
canto a la libertad
III
Nanjing
Ciudad de vida y
muerte
en donde en cada
primavera
como un homenaje al
heroísmo y al sacrificio
retoñan las flores de la
guerra
Domingo Acevedo.
Dedicado a todos los que murieron antes
y
después de la caída de la ciudad de Nanjing en china
aquel
diciembre del 1937 a manos del ejército criminal del Japón imperial
Foto tomada de la red.