Mis lágrimas atan
mi voz
al silencio que
apuñala este grito
que estremece los
cimientos
de la humanidad
cuya indiferencia la hace cómplice
de este crimen
alevoso
que oscurece el
horizonte
y cierra todas las
puertas de la primavera
en donde a pesar de todo
en Palestina
en los campos abonados
con la sangre de los caídos
crecen las retamas
los olivos
y la trementina
como evidencia de que la paz
no puede estar
sustentada en las manos
de quienes
estrangulan la ternura de los niños
que en Gaza y
Cisjordania
yacen destrozados
en su inocencia
Domingo Acevedo.
Poema
dedicado a la periodista palestina asesinada por el ejército de Israel, Shiren
Abu Akleh
Foto tomada de la red.