Te imagino
navegando a la deriva
entre la nebulosa marea de la antigua
ciudad de Edo
salpicada por las voces de los noctámbulos
transeúntes del barrio Roppongi
luminosos fantasmas que danzan sin fin
alrededor de las ultimas hogueras
que iluminan el verano
en noviembre
en lo más alto del monte Fuji el sol se crispa
y envejece
y te imagino
bajo las sombras congeladas
de los rascacielos de la parte alta de Tokio
diluyéndote a través de las tibias vidrieras
de las tiendas
o mirando a través de los recuerdos
sentada en un café en Shibuya
o simplemente contemplando
a través de la ventana
de tu apartamento en Osaka
como las sombras de la noche aletean
en la distancia y mueren
abril es un cerezo que florece en mi voz
cuando te nombro
es la hora del té
las calles de Asakusha
se perfuman con los colores rojo amarillo
de las Geishas que se eternizan
en el ambarino reflejo del neón
y más allá de la pena
el sol se revuelca en sus cenizas
y resplandece en tus ojos
mientras por el sendero de bambú
el musgo y el olvido crecen
en el estanque
una flor de loto ilumina la noche
Domingo Acevedo.