LOS DIAS FELICES 
De
los días felices 
recuerdo
el amor de mi madre por las flores que ella  sembró junto al sendero  
que
del camino real a la casa lleva por siempre a la primavera 
que
florece eterna entre sus manos 
recuerdo
que detrás de la casa  había una mata
inmensa de trinitaria 
que
se entremezclaba con una de capá
sus
flores siempre intentaron tocar con sus dedos el sol 
rosas
azules también florecían 
y
cayenas de mil colores 
recuerdo
que en abril  los caminos se iluminaban de
mariposas entre mis ojos 
que
competían con la belleza salvaje de las flores silvestres
y
todo el monte llenaba la inmensidad de mi alma de un verde profundo y dulce 
lirios
y azucenas también crecían junto al sendero zigzagueante 
que
se perdía más allá de las sombras tenues 
de los atardeceres 
repetidos
pertinazmente días tras días 
hasta
convertirse  en una hermosa rutina de
viento y de pájaros
la
casa de los sueños aún permanece intacta con su olor a ruda y albahaca  
flotando
en el ambiente mágico de las botellas decoradas con papeles de fantasía
donde
las velas encendidas todavía iluminan los sueños truncos de nuestros abuelos 
vencidos
por la nostalgia de una gloria ya perdida
y
en las noches eternas de nuestra agonía 
las
fogatas milenarias 
el
café 
el
jengibre 
el
eco  lejano de los tambores de nuestros
ritos ancestrales
y
en mi memoria guardo los residuos fúnebres de los cánticos ceremoniales 
que
dejaron en mi alma huellas profundas 
y
una lágrima congelada en la orbita triste de mis ojos
Domingo
Acevedo. 



















