domingo, enero 05, 2025

El viejo y el mar de Ernest Hemingway: resumen y análisis del libro.

 


Marián Ortiz
Marián Ortiz
Especialista en Medios Audiovisuales
Tiempo de lectura:9 min.

El viejo y el mar (The Old Man and the Sea) es una novela corta de Ernest Hemingway, publicada en 1952. Se trata de una de las obras más famosas del escritor.

El libro está conformado por una estructura sencilla y un lenguaje claro, donde se exploran temas como la naturaleza y la muerte a través de su protagonista, Santiago, quien se enfrenta en soledad a su inminente final, y se niega a la derrota en medio de la inmensidad del mar.

Es una obra corta que en sus páginas nos deja diversas enseñanzas y está abierta a diferentes lecturas e interpretaciones, algunas de ellas incluso de carácter simbólico. Pero, ¿cuáles son los temas que trata? ¿qué conclusiones podemos extraer de este libro?

Resumen

La mala suerte de Santiago

La historia tiene lugar en Cuba donde Santiago, conocido como “el viejo”, es un pescador solitario y experimentado, pero su trayectoria profesional no se encuentra en su mejor momento. El hombre lleva 84 días sin conseguir pescar nada.

Manolín es un joven del pueblo que lo acompaña desde muy pequeño en su labor. Un día sus padres deciden que ya no trabajara más con Santiago debido a su mala racha como pescador, aunque el muchacho nunca deja de acompañarlo para darle apoyo.

La aventura en el mar

Después de 85 días, el viejo resuelve que ese día terminaría su mala suerte y decide lanzarse al mar en busca de romper su mala racha consiguiendo algún pez.

Esta vez el viejo va solo y, en su aventura, la soledad le hace tener conversaciones consigo mismo. En un momento de su jornada consigue atrapar un pez muy godo.

La lucha del pescador

El pez comienza un forcejeo para luchar por su libertad y tira del sedal. Entretanto, Santiago se aleja cada vez más de la costa y, mientras ve caer la noche, sostiene el pez más grande que jamás ha visto nunca.

En medio de la oscuridad el hombre experimenta el miedo y echar de menos al niño que siempre lo acompañaba.

La batalla por conseguir retener al pez dura varios días. El pescador experimenta el dolor físico y sufre algunos cortes. Pero resiste.

Todo se complica cuando Santiago tiene que enfrentarse a los tiburones que se acercan.

El desenlace

A pesar del esfuerzo de Santiago, los tiburones se quedan con el pez que tanto había deseado pescar y el hombre regresa al puerto exhausto. Una vez más, sin obtener recompensa, aunque sí con los restos que quedan del pez espada. Pronto, el viejo llega a casa y duerme.

Al día siguiente, Manolín le hace una promesa Santiago y le dice que irá con él a pesar de la decisión de sus padres.

El libro concluye con un final abierto a la interpretación del lector.

Análisis

Para analizar este relato es importante entender a su autor y su contexto. Ernest Hemingway está enmarcado en un grupo de escritores estadounidenses denominados como Generación Perdida. Son escritores que fraguaron su carrera tras la Primera Guerra Mundial y que, en sus obras, reflejan el pesimismo de la época.

En el caso del autor participó en diferentes conflictos bélicos. En sus obras, como es el caso de El viejo y el mar, el personaje principal se enfrenta en soledad a la naturaleza y a su propio destino: la muerte.

Santiago es como un héroe que tiene que hacer frente a la adversidad pero que no está dispuesto a aceptar la derrota.

El conflicto se desarrolla a través de una narración lineal, en el trascurso de cinco días, donde abundan los párrafos breves y precisos.

Un narrador omnisciente nos sumerge en esta historia que está sujeta a diferentes lecturas, también a la interpretación simbólica.

Es un relato que apenas atiende a la mínima parte de lo que significa realmente pues presenta la teoría del iceberg. Esta técnica, acuñada por Hemingway, consiste en ofrecer apenas una pequeña parte de información al lector, la cual va a quedar encerrada en la historia o en las vivencias de los personajes, es decir, no se muestra de manera explícita.

Entendamos, a continuación, algunos temas e ideas latentes en esta historia para conocer en trasfondo de la misma.

La soledad ante la lucha

La soledad es uno de los temas en los que ahonda esta historia. Esta está presente en el protagonista, quien vive solo desde que su esposa murió y a la que recuerda.

El viejo no mantiene apenas relación con los habitantes del pueblo, salvo con Manolín, quien se convierte en su fiel confidente, de principio a fin, pero deja de acompañarlo cuando sus padres se lo piden.

Pero la soledad que nos muestra esta historia va más allá de un sentimiento provocado por la falta o ausencia de alguien.

El viejo y el mar explora el tema atendiendo a cómo el ser humano tiene que enfrentarse en soledad a muchos aspectos de la vida. ¿Acaso no estamos solos ante muchas circunstancias de la vida? ¿ante nuestras decisiones y sus consecuencias?

Como el viejo, a veces emprendemos luchas, tratamos de superar miedos, y nadie puede ponerse en nuestra piel para hacerlo por nosotros. Es nuestra responsabilidad, nadie puede tomar las riendas en nuestro lugar.

Santiago se enfrenta en soledad a algo tan individual como la muerte, ¿no estamos solos también ante eso?

Ante la adversidad, no existe la derrota

Una de las grandes enseñanzas que nos deja este relato es el de la perseverancia ante la adversidad.

A simple vista, el protagonista tiene numerosas razones por las cuales podría dejarlo todo. Es anciano y no le va bien en su trabajo.

Pudiera dejarme ir a la deriva- pensó-, y dormir, y echar un lazo al dedo gordo del pie para despertar si pican. Pero hoy hace ochenta y cinco días, y tengo que aprovechar el tiempo.

A menudo, durante la lectura, podemos pensar en la palabra “fracaso”. La situación de protagonista plantea dos posibles opciones: dejarse vencer o, por el contrario, apostar por salir más fuertes, por la resiliencia.

La tenacidad que caracteriza al viejo lo hace asumir las adversidades para aprender. No se deja vencer. Esta lectura nos invita a pensar que no existe la derrota y que todas las dificultades pueden transformarse en aprendizajes.

El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado.

La muerte

La muerte es otro tema evidente en el libro. El hecho de morir es presentado como algo inevitable de lo que no podemos escapar. Sin embargo, no tenemos que aceptarla sin luchar.

El viejo y el mar nos presenta un mundo lleno de depredadores. Las tortugas matan a las medusas, el águila a los peces y Santiago intenta matar al pez mientras encara a su propio deceso con valentía. A lo largo de su aventura, el viejo no se rinde y se convence a sí mismo de que tiene que resistir.

Finalmente, este tema también se intuye al final de la novela, ya que este también se puede interpretar como el inminente final de Santiago.

La grandeza del espíritu humano

Entonces, ¿cuál podría considerarse el mensaje principal de esta novela corta?

Los seres humanos somos más fuertes de lo que creemos. Todos somos pequeños combatientes que, en medio de la inmensidad, se enfrentan cada día a nuevos obstáculos. En estas luchas internas, siempre existe un resquicio de esperanza para seguir adelante.

Interpretaciones de la simbología de la obra

En las diferentes lecturas de la obra algunas investigaciones de esta novela apuntan a un significado más abstracto de la novela. A través de elementos que aparecen en ella se han querido aportar diversas interpretaciones que van de lo religioso al sentido espiritual. Estos son algunos de ellos:

El mar

Es interpretado como símbolo del universo en el que Santiago es un individuo aislado y expuesto a la adversidad. El mar, el oleaje, es como la vida misma cuando se acercan obstáculos que tenemos que sortear.

El mástil que Santiago arrastra

Para algunos denota un sentido religioso. Ha sido comparado con la cruz de Jesucristo.

Tiburones

Las fuerzas y adversidades de la vida. El tiburón es una criatura fuerte que, a menudo, simboliza la autoridad y valentía. En este sentido podríamos interpretarlo como las leyes naturales del universo, de las que es difícil escapar.

Sueño con los leones

Algunas interpretaciones apuntan a que este sueño significa la juventud perdida y la esperanza de la vida eterna del protagonista.

Los leones también pueden representar coraje y valentía, facultades que caracterizan a Santiago.

Personajes principales

Santiago

Es un pescador anciano y solitario cuya única compañía es un niño al que le ha enseñado el oficio de pescador. En el libro se da a entender que pasó su niñez en las Islas Canarias aunque la historia se desarrolla en Cuba, donde Santiago ha pasado su vida como un pescador exitoso. Sin embargo, no pasa su mejor momento y, a pesar de su mala racha, guarda la esperanza de atrapar algún pez después de 84 días sin suerte.

Manolín

Es un muchacho que ha aprendido el oficio de pescador gracias a Santiago. El joven es la única compañía del pescador, pero sus padres le obligan a trabajar en otro bote más productivo. Aunque Manolín no forma parte de su equipo y no lo acompaña en su última aventura, el joven decide apoyar al viejo moralmente y animarlo hasta el último momento.

Ernest Hemingway

Fotografía en la que aparece Ernest Hemingway en primer plano

Fue un escritor y periodista estadounidense que nació en 1899 en el seno de una familia acomodada. Después de estudiar, comenzó a ganarse la vida como reportero. Al inicio de la Primera Guerra Mundial participó como voluntario en el conflicto bélico. Más tarde, se trasladó a Europa, donde pasó un tiempo en París y, después, participó en la Guerra Civil Española. También lo hizo en la Segunda Guerra Mundial como corresponsal.

Entre las obras más destacadas del autor están: Fiestas (1926), Adiós a las armas (1929) o El viejo y el mar (1952).

En su última etapa ganó el premio Pulitzer por El viejo y el Mar y al año siguiente el Premio Nobel de literatura por su obra completa, la cual se considera un referente en la literatura del siglo XX.

Ver también:

Carlos Fuentes.

 


(Ciudad de Panamá, 1928 - México, 2012) Narrador y ensayista mexicano, uno de los escritores más importantes de la historia literaria de su país. Figura fundamental del llamado boom de la novela hispanoamericana de los años 60, el núcleo más importante de su narrativa se situó del lado más experimentalista de los autores del grupo y recogió los recursos vanguardistas inaugurados por James Joyce y William Faulkner (pluralidad de puntos de vista, fragmentación cronológica, elipsis, monólogo interior), apoyándose a la vez en un estilo audaz y novedoso que exhibe tanto su perfecto dominio de la más refinada prosa literaria como su profundo conocimiento de los variadísimos registros del habla común.


Carlos Fuentes

En lo temático, la narrativa de Carlos Fuentes es fundamentalmente una indagación sobre la historia y la identidad mexicana. Su examen del México reciente se centró en las ruinosas consecuencias sociales y morales de la traicionada Revolución de 1910, con especial énfasis en la crítica a la burguesía; su búsqueda de lo mexicano se sumergió en el inconsciente personal y colectivo y lo llevaría, retrocediendo aún más en la historia, al intrincado mundo del mestizaje cultural iniciado con la conquista española.

Biografía

Hijo de un diplomático de carrera, tuvo una infancia cosmopolita y estuvo inmerso en un ambiente de intensa actividad intelectual. Licenciado en leyes por la Universidad Nacional Autónoma de México, se doctoró en el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Su vida estuvo marcada por constantes viajes y estancias en el extranjero, sin perder nunca la base y plataforma cultural mexicanas. En la década de los sesenta participó en diversas publicaciones literarias. Junto con Emmanuel Carballo fundó la Revista Mexicana de Literatura, foro abierto de expresión para los jóvenes creadores.

A lo largo de su vida ejerció la docencia como profesor de literatura en diversas universidades mexicanas y extranjeras, y se desempeñó también como diplomático. Impartió conferencias, colaboró en numerosas publicaciones y, junto a la narrativa, cultivó también el ensayo, el teatro y el guión cinematográfico. Algunos de sus ensayos de tema literario fueron recopilados en libros, como La nueva novela hispanoamericana (1969) o el dedicado a Miguel de CervantesCervantes o la crítica de la lectura (1976).

A los veintiséis años se dio a conocer como escritor con el volumen de cuentos Los días enmascarados (1954), que fue bien recibido por la crítica y el público. Se advertía ya en ese texto el germen de sus preocupaciones: la exploración del pasado prehispánico y de los sutiles límites entre realidad y ficción, así como la descripción del ambiente ameno y relajado de una joven generación confrontada con un sistema de valores sociales y morales en decadencia.


Carlos Fuentes

Su éxito se inició con dos novelas temáticamente complementarias que trazaban el crítico balance de cincuenta años de "revolución" mexicana: La región más transparente (1958), cuyo emplazamiento urbano supuso un cambio de orientación dentro de una novela que, como la mexicana de los cincuenta, era eminentemente realista y rural; y La muerte de Artemio Cruz (1962), brillante prospección de la vida de un antiguo revolucionario y ahora poderoso prohombre en su agonía. Ambas obras manejan una panoplia de técnicas de corte experimental (simultaneísmo, fragmentación, monólogo interior) como vehículo para captar y reflejar una visión compleja del mundo.

La región más transparente (1958)

Las promesas de originalidad y vigor que ya se vislumbraban en Los días enmascarados se cumplieron plenamente con La región más transparente (1958), un dinámico fresco sobre el México de la época que integra en un flujo de voces los pensamientos, anhelos y vicios de diversas capas sociales. La primera novela de Fuentes supuso una ruptura con la narrativa mexicana, estancada en un discurso costumbrista y en la crónica revolucionaria testimonial desde una óptica oficialista. Con esta extensa obra acreditó el autor su vasta cultura, su sentido crítico y su pericia y audacia como prosista, rasgos que muy pronto lo convertirían en uno de los escritores latinoamericanos con más proyección internacional.

Al modo de John Dos Passos en Manhattan Transfer respecto a Nueva York, o de Alfred Döblin en Berlin Alexanderplatz con la capital alemana, La región más transparente es el gran mosaico de Ciudad de México, el retrato a la vez atomizado y gigantesco de todas sus clases sociales a través del aproximadamente centenar de personajes que constituyen su "protagonista colectivo", siendo el verdadero protagonista la propia ciudad; así lo delata su mismo título, que procede de una frase con la que Alexander von Humboldt describió el valle de México.

La disección y crítica de la masa social del país (en la medida en que la ciudad incluye al campo al absorber las migraciones de campesinos depauperados) es la propuesta programática de la obra, y abarca desde los desheredados hasta los nuevos burgueses "que no saben qué cosa hacer con su dinero", desprovistos de cualquier inquietud cultural y sin otra clase que se les oponga. El dominio que muestra Fuentes de los distintos registros lingüísticos de cada clase social proporciona verismo a su retrato y convierte la novela en una magistral obra polifónica.

Los continuos saltos temporales (dentro de un dilatado periodo que abarca desde los años previos a la Revolución mexicana hasta el presente) y la irregularidad con que aparecen los personajes, con frecuencia a través del monólogo interior, dan a la narración una apariencia desordenada y anárquica; externamente, la novela está dividida en tres partes desproporcionadas que engloban capítulos distribuidos sin simetría. Sin embargo, en ningún momento se pierde el hilo de la narración, lo que demuestra el especial cuidado que pone el autor en la estructura.

La primera secuencia es la presentación de sí mismo que hace Ixca Cienfuegos, e inicia la novela con estas palabras: "Mi nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México, D.F." Su voz, la primera en aparecer, se dirige a sus iguales y a la ciudad. El hálito poético de su palabra dignifica su amargura y su resignación ante el destino que los mexicanos como él están condenados a padecer. La insistencia de frases como "qué le vamos a hacer" refuerza el fatalismo que caracteriza a la mentalidad indígena y crea lazos discursivos entre otros personajes marginados dentro de la misma novela. Su parlamento finaliza con las siguientes frases: "Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire".


Carlos Fuentes

La estructura de la novela está presidida por la circularidad: se abre con estas palabras de Ixca Cienfuegos y se cierra con "La región más transparente del aire". Este concepto circular, tan ligado al de la repetición, se observa en varios niveles de la novela y es básico para la tarea de enhebrar los numerosos elementos de esta obra y para sostener su simbolismo. Así, sobresale el que aglutina la muerte de varios personajes (el final de sus ciclos vitales).

Otro factor siempre presente en la obra es que el sacrificio ritual, como la Revolución, cuyos ideales yacen ya enterrados en el olvido, sacrificó no a todos sino a los de siempre, para mantener o encumbrar en su sitio a los mismos. En ausencia de cualquier valor, los personajes son figurantes de un teatro vacío; los pobres, los macehuales, están fatalmente destinados a permanecer enclavados en la región más transparente del aire: dentro de la miseria, sin porvenir, fuera de la historia, sin nombre.

La muerte de Artemio Cruz (1962)

La denuncia del fracaso de la Revolución se halla en la base de diversas obras de Carlos Fuentes, y muy especialmente en La muerte de Artemio Cruz (1962), una de las mayores novelas de las letras mexicanas. Sus páginas detienen por un instante, con una prosa compleja de identidades fragmentadas, el flujo de conciencia de un viejo militar de la Revolución de 1910 que se encuentra a punto de morir, e indagan también en el sentido de la condición humana. El magisterio de James Joyce (autor le que impresionó profundamente) es patente en el uso del monólogo interior como técnica narrativa fundamental; en el manejo del monólogo, Fuentes superó en esta obra en complejidad (y acaso en riqueza) al mismo maestro.

Alegóricamente, la historia de Artemio Cruz es la del nacimiento, implantación y muerte de la Revolución mexicana; el antiguo revolucionario refleja el modo en que se prostituyeron sus valores, subrayando que tal traición fue libre decisión de su soberana voluntad y no de presiones históricas, aunque sí quizá de una inquietante atmósfera común o de una huidiza naturaleza humana: el egoísmo, la ambición, la sed de poder y riqueza lo movieron lo mismo que a tantas personas de su entorno, carentes de todo escrúpulo.

Pero el relato, en el que destacan un amor juvenil de Artemio que coincide con los días entusiastas de la revolución, su posterior matrimonio por interés y sin amor en tiempos de la institucionalización y un amor clandestino de la madurez con el que intenta rehabilitarse espiritualmente, perdería gran parte de su autoridad de no ser por la forma con que Fuentes ha sabido arroparlo.


Carlos Fuentes en una imagen de 1995

Viejo, rico y poderoso en la hora de su muerte, Fuentes relata la larga agonía de Artemio Cruz y los episodios en ella evocados mediante el empleo riguroso y sistemático del "yo", del "tú" y el "él". A través del "yo" nos ofrece, en tiempo presente (la obra se sitúa en el año 1959), el monólogo interior del antiguo revolucionario agonizante, mientras que el "tú" corresponde a su subconsciente, que instruye al moribundo acerca del futuro de sus elucubraciones mentales, y con el "él" recuerda, por el contrario, la historia pasada de Artemio y de quienes le rodearon o bien se rodeó en los distintos momentos de su vida.

Estas narraciones o intervenciones en primera, segunda y tercera persona forman una especie de tríadas que se van repitiendo a lo largo de las páginas del libro hasta doce veces, tantas como las horas que dura la agonía de su protagonista. A lo largo de la misma se nos ofrecen otras tantas revisiones de su pasado, que no se producen cronológicamente, sino a la manera de William Faulkner, de acuerdo con los desordenados y caprichosos saltos mentales a los cuales se entrega el moribundo.

El último de todos ellos, que se remonta a 1889, cuando Artemio vino al mundo, no es fruto de su pensamiento ni forma parte de la película de su vida que presencia mientras agoniza, sino obra del autor. Una última tríada, a la cual correspondería el fatídico número trece, queda truncada de repente por la muerte de Artemio tras la sola intervención del "yo" y el "tú". Así termina sus días el viejo caudillo mexicano; su historia simboliza la historia colectiva de su país, en cuyo intento de transformación revolucionaria participó, al que luego (como hicieron muchos otros) inevitablemente traicionó, y al que también corresponde buena parte de responsabilidad en sus destinos.

Obra posterior

Las novelas reseñadas otorgaron a Carlos Fuentes un puesto central en el llamado boom de la literatura hispanoamericana. Dentro de aquel fenómeno editorial de los años 60 que, desde España, daría a conocer al mundo la inmensa talla de los nuevos (y a veces anteriores) narradores del continente, Carlos Fuentes fue reconocido como autor de la misma relevancia que el colombiano Gabriel García Márquez, los argentinos Jorge Luis BorgesErnesto Sábato y Julio Cortázar, los cubanos José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante, el peruano Mario Vargas Llosa o los uruguayos Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti.

Entre las dos novelas mencionadas, sin embargo, se sitúa una obra de andadura realista y tradicional: Las buenas conciencias (1959), que cuenta la historia de una familia burguesa de Guanajuato. Esas obras iniciales cimentaron un ciclo denominado por el autor "La edad del tiempo", obra en constante progreso a la que se fueron sumando diversos volúmenes. Espíritu versátil y brillante, Fuentes tendió a abordar en obras ambiciosas y extensas (a veces incluso monumentales) una temática de hondo calado histórico y cultural; la novela es concebida entonces con máxima amplitud, como un sistema permeable capaz de integrar elementos en apariencia dispersos pero dotados de poder evocativo o reconstructor.

Son de destacar, en este sentido, Cambio de piel (1967), con las abundantes divagaciones a que se abandonan cuatro personajes ante el espectáculo de una pirámide de Cholula. Zona sagrada (1967) retrata la difícil relación entre una diva del cine nacional y su hijo. Terra Nostra (1975), novela muy extensa que muchos consideraron inabordable, es probablemente su obra más ambiciosa y compleja; en ella llevó al límite la exploración de los orígenes del ser nacional y de la huella española (el ejercicio del poder absoluto por parte de Felipe II) en las colonias de América.

En Cristóbal Nonato (1987), inspirada en Tristram Shandy de Laurence Sterne, narró el Apocalipsis nacional empleando la voz de un niño que se está gestando; este sorprendente monólogo de un personaje no nacido se sitúa en 1992 (año del quinto centenario del descubrimiento de América) y constituye una celebración paródica en un México corrupto y destrozado.

A esta selección se agrega la novela corta Aura (1962), historia mágica, fantasmal y extraña en la mejor tradición de la literatura fantástica. Diverso carácter posee La cabeza de la hidra (1978), que, bajo la modalidad de una novela de espionaje, trata sobre la corrupción de la vida política mexicana; la "hidra" del título es el petróleo mexicano, una riqueza natural que no genera prosperidad, sino dinero, corrupción y esclavitud. Al igual que Gringo viejo (1985), novela sobre la estancia y desaparición del periodista norteamericano Ambrose Bierce en el México revolucionario, fue llevada al cine.

Su experimentalismo narrativo fue menguando con el curso de los años, como se hizo perceptible en Diana o la cazadora solitaria (1994), breve novela que recontaba su tormentosa relación con la actriz Jean Seberg. A pesar de ello agregó a su obra títulos interesantes como Constancia y otras novelas para vírgenes (1990), El naranjo o los círculos del tiempo (1993) y La frontera de cristal (1995), conjunto de historias centradas en la línea divisoria que separa a México de Estados Unidos.

Posteriormente publicó Los años con Laura Díaz (1999), Instinto de Inez (2001), La silla del águila (2003), Todas las familias felices (2006), La voluntad y la fortuna (2008) y Adán en Edén (2009). Ensayista, editorialista de prestigiosos periódicos y crítico literario, escribió también obras de teatro, como El tuerto es rey (1970) y Orquídeas a la luz de la luna (1982). Una inteligencia atenta al presente y sus inquietudes, el profundo conocimiento de la psicología del mexicano y una cultura de alcance universal hacen de su obra un punto de referencia indispensable para el entendimiento de su país. En 1987 fue galardonado con el Premio Cervantes, en 1994 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, y en 2008 recibió la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «Biografia de Carlos Fuentes» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/fuentes.htm [página consultada el 5 de enero de 2025].

La invasión del vientre.


 

Las contradicciones,enfrentamientos y dididencias a lointerno de las organizaciones del karate

 Hemos podido ver a través de los años, cómo a lo interno de estilos, federaciones y asociaciones de karate en todo el mundo se dan contradicciones, enfrentamientos y disidencias, que muchas veces ponen en entredicho los principios éticos y filosóficos, del karate, su disciplina y su código de honor.

‌Y podríamos decir entonces, fallo el karate, pero no, el karate no ha fallado, hemos fallados nosotros, los seres humanos, que contaminamos todo lo que tocamos, cuando anteponemos nuestro ego y nuestros intereses particulares y a veces económicos por encima de los intereses de la colectividad a la que pertenecemos, fraccionanandola y obstruyendo su desarrollo, en este caso el del karate.

‌Domingo Acevedo.
‌Enero/2024.

Como definir un buen maestro de karate.

 No necesariamente todos los que hayamos alcanzados un cinturón negro en karate, seremos buenos maestros.

Ya que es através de la aplicación correcta de los conocimientos aprendidos durante muchos años de práctica sistemática y reflexiva en el karate, cuando podemos alcanzar la madurez y la sabiduría necesaria para ser verdaderos maestros.
Y como podríamos definir a un verdadero maestro de Karate, bueno un verdadero maestro de Karate es aquel que enseña a sus estudiantes, no solo a hacer ejercicios, a tirar trompadas y patadas sino que lo prepara física y espiritualmente para entender el mundo en toda su plenitud y para enfrentar todos los retos que se les presenten en la vida, convirtiéndolos además en seres humanos sencillos, mansos, humildes, pacificos y solidarios.
‌Domingo Acevedo.
‌Enero/2025.


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