Estamos viviendo un momento de efervescencia neurótica antihaitiana en RD, en el cual un grupo de conservadores se ha arrogado el derecho exclusivo de propiedad del nacionalismo y el patriotismo. En su arrogancia, a quienes no comparten su violencia verbal, odio y detritus verbales hacia los haitianos les cuelgan el sambenito de traidores a la patria, su etiqueta favorita. Esta campaña sistemática y generalizada de odio y culpación a los haitianos está ganando cada vez más terreno. Al ritmo que va creciendo el antihaitianismo, el nacionalismo de extrema derecha se convertirá en una orgía dionisíaca en la que se sustituirá el vino por el odio. poco falta para que pidan que en las iglesias, las escuelas, la TV y los hogares se dediquen todos los días dos minutos de odio a los haitianos, como pide El Gran Hermano en la novela 1984. En las redes sociales ya están sobrepasando por mucho esos dos minutos.
No se puede negar que la República Dominicana tiene una situación difícil con la inmigración haitiana. Con la situación cada vez más calamitosa de Haití, podríamos enfrentar avalanchas de masas hambrientas queriendo ingresar a nuestro territorio, lo que aumentaría la ya de por sí excesiva cantidad de inmigrantes indocumentados. En ese aspecto, podríamos coincidir con el nacionalismo neurótico antihaitiano. En lo que tenemos profundas diferencias es en las motivaciones, intenciones y formas.
En lo que a mí respecta, sin que me arrogue la representación de los demás revolucionarios que aman esta patria (y que han avalado ese amor con el sacrificio, el sudor, la persecución, la cárcel la exclusión y la muerte), mi posición es que hay presionar al gobierno para que tomé las siguientes medidas:
Deportación o regularización, en el marco de nuestras leyes, de todos los ilegales, sin maltratos, ultrajes ni despojo de sus bienes; 2) establecimiento de control efectivo en la frontera; 3) interpelación a todos los Ministros de Las Fuerzas Armadas (de Defensa) y a los oficiales encargados de proteger la frontera en los últimos veinticinco años; 4) promulgación de una ley que sancione ejemplarmente a los prevaricadores encargados del control migratorio y a los traficantes de indocumentados; 5) destitución y sometimiento a la justicia de los militares, funcionarios y ciudadanos que trafican con indocumentados, especialmente a los militares y funcionarios prevaricadores. 6) diseño de una política migratoria para RD que incluya las áreas en las que necesitamos inmigrantes. 7) sanciones a quienes usurpen el control de la política migratoria dominicana.

dignificación de las labores que los dominicanos se niegan a realizar por considerarlas mal remuneradas; y 9) apoyo a cualesquiera iniciativas que favorezcan que Haití encuentre el camino de salir de la tragedia que lo devora. No creo que haya que odiar a Haití para amar a nuestra bella Quisqueya. Considero que a República Dominicana le conviene que Haití salga de su deplorable situación.
También considero que hay que apoyar al gobierno (y que conste: no soy oficialista) en la aplicación de cualesquiera de las nueve medidas anteriores, y cualesquiera otras que favorezcan el control migratorio, sin crueldad, sin odio, sin retorcimiento de la realidad y sin oportunismos políticos ni faranduleros. Asimismo, soy partidario de la defensa intransigente del país de ataques injustos en cualquier escenario, nacional o internacional.
Por último, quiero dejar constancia de que mi nacionalismo y mi patriotismo no se limitan a la regularización de la inmigración haitiana. Creo que la patria también es ecología, recursos naturales, administración pública, salud mental, salud moral, educación, desarrollo de la inteligencia, etc. Odiadores procaces que envilecen los sentimientos colectivos de las y de los dominicanos y envenenan la salud espiritual deberían ser llamados a la cordura por los antihaitianos que no estén obnubilados y alienados por el odio. Las y los nacionalistas que vayan en esa dirección me encontrarán en la trinchera del honor: contra haitianos, contra yanquis, contra franceses y contra “toda potencia extranjera” que pretenda violar nuestra soberanía.