Las huellas de un
centauro.
Esta noche de luna
llena
he salido a buscar
por toda la ciudad
las huellas de un
centauro
que herido agoniza en
los escombros de la ausencia.
Domingo Acevedo
Dic/13
Se nubla el horizonte
de fugaces pájaros que esconden sus nidos detrás de los cristales de la tarde.
Planean en un cielo
crispado de nubes y sombras, heridos por los rayos de un sol que agoniza en los
brazos de la noche.
Por el camino real
Ninito, con todo el peso de la noche sobre su espalda, cabalga despacio hacia
donde la abuela Mamá, Tita lo espera con los brazos abiertos.
Feb. 2012
Domingo Acevedo.
Esta noche tiene el peso de toda la soledad, de
esos seres que detrás del cristal, miran hambrientos como unos pocos comen con
gula en el gran banquete de la cena de noche buena, indiferentes al dolor de
los demás.
Horizonte de lunas derritiéndose en un mar de
jade
Tumulto de flores azules en la mirada ambigua
del viento
Unicornio solitario perdido en la pradera de
los sueños
INCERTIDUMBRE
Que haremos con la
vida que no vivimos
que haremos con los
sueños que no alcanzamos
que haremos con la
vida que nos queda
y que nos pesa tanto
que haremos con el
futuro
sí el presente es tan
incierto
Estas noches frías me
acercan tanto al pasado
que dos palomas de agua
se posan en mi corazón
Feb 2012
En una esquina de mi
alma
Los duendes de la
noche
Toca las tamboras del
olvido
Feb 2012
LIRIOS Y ESPEJOS
Relámpagos sombríos
nubarrones oscuros y
fugaces
truenos lejanos
mayo está cerca
las lluvias llenarán
de sombras la tierra
los caminos se
llenarán de lirios y espejos
el sol deja en mi
piel un rastro de eternidad
En donde están mis amigos.
En donde están mis amigos
esta noche que he vuelto del olvido
lo he buscado por todo el
y no los encuentro
a donde se habrán ido todos
dejándome la soledad como recuerdo
ABRIL/12
La luna se viste de horizonte
en la mirada del viento
la luna se viste de horizonte
y suspira
marzo/12
Relámpago de sombras
Un relámpago de sombras anuncia la noche
más allá de un horizonte marino
la luna como una gota de sangre
resbala por las paredes del insomnio
hasta el amanecer
La ciudad que lo ignora.
Hundido en el abismo de la noche
un mendigo agoniza
en la ciudad que lo ignora
Como el día solloza.
Veras como la noche borra sus huellas en el día
y como le día solloza todas las tardes
en los brazos del horizonte
La voz de la sangre.
La voz de la sangre aúlla en la conciencia
de un mundo acorralado por las guerras y el
hambre
Dos garzas.
Suspendidas en la mirada
Dos garzas atraviesan los límites de la tarde
Y se pierden en la oscuridad de la noche
En el cielo
De pronto
En el cielo
Anochecen
Golondrinas y nubes
Puñal de jade.
Puñal de jade clavado
en la voz quebrada del viento
luna de sal derritiéndose en un horizonte de sangre
pergaminos de lágrimas
caminos de ausencia
por donde el olvido galopa sin rumbo
en el caballo de la eternidad.
luna de sal derritiéndose en un horizonte de sangre
pergaminos de lágrimas
caminos de ausencia
por donde el olvido galopa sin rumbo
en el caballo de la eternidad.
Entre las sombras y la
sangre.
Es la tristeza mi
alegría
la soledad mi vida
la noche mi hogar
sin poder escapar
entre las sombras y la sangre
vivo atrapado.
la soledad mi vida
la noche mi hogar
sin poder escapar
entre las sombras y la sangre
vivo atrapado.
La luna se viste de horizonte
Allá
en la mirada del viento
la luna se viste de horizonte
y suspira
INCERTIDUMBRE
Que haremos con la
vida que no vivimos
que haremos con los
sueños que no alcanzamos
que haremos con la
vida que nos queda
y que nos pesa tanto
que haremos con el
futuro
sí el presente es tan
incierto
LIRIOS Y ESPEJOS
Relámpagos sombríos
nubarrones oscuros y
fugaces
truenos lejanos
mayo está cerca
las lluvias llenarán
de sombras la tierra
los caminos se
llenarán de lirios y espejos
el sol deja en mi
piel un rastro de eternidad
Esta noche tiene el peso de toda la soledad, de
esos seres que detrás del cristal, miran hambrientos como unos pocos comen con
gula en el gran banquete de la cena de noche buena, indiferentes al dolor de
los demás.
El canto inefable de los grillos.
Pesada es
la oscuridad de esta noche
en que el canto
inefable de los grillos
enciende todas las estrellas de un cielo
que se apaga en mi rostro
Una gota de sangre
Todas las tardes entre mis ojos
el camino real es una gota de sangre
que en la distancia
tinta de luz y colores las alas de un ángel
La tarde es una flor
La tarde es una flor que se eterniza en los
brazos
de un horizonte herido por el sol
Se hace hombre
Es en mi voz
donde una ángel esconde sus alas
se hace hombre
y pierde el último tren hacia la eternidad
Manuel, mi hijo más pequeño
Sé que Manuel
mi hijo más pequeño
un día irá tras las huellas del viento
que se pierden en el tiempo
más allá del horizonte encontrará
una estrella dormida entre mis manos
La soledad
Los días se van prolongando
más allá de la soledad
que me aprisiona entre sus manos
heridas de ausencia
Hilo de sangre
Hilo de sangre con que el tiempo teje la vida
que agoniza en los recuerdos
Hoy mi voz
Hoy mi voz quedó atrapada en una lágrima
Densa humareda
Densa humareda de sal es la noche
Un fantasma herido
Un fantasma herido huye de la eternidad
Y se esconde detrás de los espejos del tiempo
Sangre y lágrimas
Mi poesía está hecha de dolor
cada palabra en el papel
es una mezcla de sangre y lágrimas
Tu voz distante y dulce
A veces imagino tu voz extraviada en las claras
habitaciones del agua
tu voz distante y dulce
tu voz estremecida en el viento
tu voz
tu voz que regresa del olvido
y trepa por las paredes de la noche
y se desgrana en el trino de los pájaros al
amanecer
y salpica de mariposas la distancia
abril/12
Canta el agua del río
Por un camino de mariposas y flores
La tarde danza y se aleja
Abril/12
Cantan los gallos
El sol abre las puertas del horizonte
y bosteza
Abril/12
EL SONIDO LAPIDARIO
DE LA SANGRE
I
Voy danzando en la
voz del viento
más allá de la
transparencia de los días por venir
hasta la unánime
presencia del ocaso
donde el sol curva el
agua en lumínicos destellos
donde un oleaje de
sombras lo cubre todo
donde los árboles
azules de la fantasía
echan raíces en los
escombros perfumados de la noche
y donde el olor de
las azucenas recorre los caminos sin fin del olvido
II
Voy cantando en la
voz del viento
más allá de los
corredores interminables de la sangre
donde los espejos
repiten la imagen mutilada de mi estirpe
lirios de agua
destrozados en los balcones del alba
cuelga del viento un
ramillete de pájaros fantásticos
unicornios de jade
recorren los valles submarinos de la memoria
hasta alcanzar la
luna que amanece en los ojos de la quimera
III
En mi
sólo hay una profunda
herida en mi voz
escuchen
en la conciencia de
la humanidad
retumba el sonido
lapidario de la sangre
Agosto 2011
Dedicado al
periodista José Silvestre, asesinado recientemente en la Rep. Dom.
TU VOZ, CANTO QUE NO CESA.
Tu voz regresa de la pena en una
lágrima
tu voz
que resplandece como un rayo en su
breve eternidad
que de la sangre brota como un
unicornio de cristal
cabalgando en la noche de tu agonía
hacia los bosques fabulosos de la
esperanza
en donde tu vida herida por la
ausencia
se escapa sin remedio al hastío
campanario de agua que ilumina de
mariposas tu sonrisa
enredadera de luna llena en las
noches mas frías del olvido
allá en las lejanas praderas de la
soledad
detrás del espejo
tu cuerpo yerto
tus ojos que miran asombrado al
mundo perdido
tu voz
canto que no cesa
bandera victoriosa del olvido
por siempre en el viento ondea
Poema dedicado al inmenso Miguel
Hernández.
Desde donde vivo
Desde donde vivo puedo ver el mar distante levantarse más allá del muelle, lamiendo con su lengua azul el horizonte. A veces el viento del sur nos trae residuos de olas resecas por el sol, plumas de pelícanos gigantes, huesos de peces invisibles y restos de barcos hundidos por los años.
El río Haina parte el muelle en dos partes iguales, el muelle que permanece iluminado más allá de la oscuridad de los barrios haineros. De vez en cuando una bengala ilumina la noche o un disparo largo de fusil estremece el viento y ahuyenta a los polizones y a los ladrones de furtivos de mercancías barata.
Cuando desde mi ventana veo a los barcos anclados tan lejos de los sueños, siento pena de los marineros prisioneros del salitre y la distancia, que sueñan con hermosas sirenas que les roban el corazón para esclavizarlos en su mundo submarino de calamares fantásticos, caballitos tiernos de mar y peces de colores.
Desde donde vivo puedo ver el mar distante levantarse más allá del muelle, lamiendo con su lengua azul el horizonte. A veces el viento del sur nos trae residuos de olas resecas por el sol, plumas de pelícanos gigantes, huesos de peces invisibles y restos de barcos hundidos por los años.
El río Haina parte el muelle en dos partes iguales, el muelle que permanece iluminado más allá de la oscuridad de los barrios haineros. De vez en cuando una bengala ilumina la noche o un disparo largo de fusil estremece el viento y ahuyenta a los polizones y a los ladrones de furtivos de mercancías barata.
Cuando desde mi ventana veo a los barcos anclados tan lejos de los sueños, siento pena de los marineros prisioneros del salitre y la distancia, que sueñan con hermosas sirenas que les roban el corazón para esclavizarlos en su mundo submarino de calamares fantásticos, caballitos tiernos de mar y peces de colores.
EL RASTRO DE UN LÁGRIMA.
He seguido el camino
de una lágrima dibujada en el rostro del atardecer, ya oscurece, esperamos a
Felipe y a Ñoñó que fueron a pescar tilapias a la laguna de Manganagua, ha sido
duro el día en el largo trajinar del hambre, la sequía destruyó toda la cosecha, el monte
achicharrado por el sol de julio, resplandece con las primeras estrellas y
nuestras miradas se pierden entre las sombras del anochecer, a ver si vemos
aparecer a nuestros hermanos por el
camino real.
Nos preocupa su
tardanza, además el hambre ya hace estragos en nuestros estómagos, en la cocina
mamá mantiene el fuego encendido, papá aun no regresa del monte, anda cortando
la leña para mañana preparar el horno, han sido largos todos estos días de
hambre, no hay maquey, ni yambí, el
monte está desolado, con esta prolongada
sequía, hasta las aves se han ido a otros lugares.
Desde aquí puedo ver
el fuego de la cocina de Popó Candela, Negra su esposa debe estar haciendo la
cena. Imagino a Miguela jugando con las sombras de la noche, más allá de las
anacahuitas gemelas, bajo los limoncillos
florecidos de eternidad de la tía Tatín. El orgullo nos impide ir a pedir un poco de comida a las casas ajenas,
preferimos morirnos de hambre, inmerso en nuestra soledad. Desde aquí
escuchamos las canciones tristes de la vellonera del negocio de Andrés Longo,
cierro los ojos y se me humedecen los ojos de estrellas.
No sabemos que horas
es, pero presentimos la presencia cercana de nuestros hermanos, oteamos el
horizonte, el viento nos trae su olor mezclado con el olor de los pescados,
suspiramos tranquilos, ya podemos sentir sus pasos certeros en la oscuridad,
silban, para decirnos que ya llegaron, viene felices, cargados de tilipias y
jicoteas. En medio del patio nos abrazamos bajo el cielo infinito de estrellas,
mamá sale y también los abraza, nos preparamos debajo de la mata de javey, para
quitarles las escamas a los pescados, ellos apartan un poco para llevarlos a
sus casas, son muchos no nos lo comeremos todos esta noche. Papá llega,
sudoroso, con toda la oscuridad de la noche pegada en la piel, deja a Julia,
libre, que se acerca hasta donde nosotros estamos, rebuzna y sacude la cabeza,
es su manera de decirnos, yo también estoy aquí, León ladra alegre, juguetea,
salta, nos lame las piernas y luego se
acomoda en el suelo junto a nosotros.
Después de limpiar los
pescados, buscamos un lugar en el patio donde encender una fogata y nos
sentamos alrededor de ella, ya mamá hierve los pescados, hace un cardo con sal,
ajo y orégano, no hay nada más, pero será suficiente por el día de hoy. Reímos,
contamos historias, entonamos canciones ancestrales, León nos mira con asombro
y Julia descansa hasta que mi padre la lleve al lugar donde pasa la noche,
cerca de la casa debajo de la mata de café cimarrón, ella y León son parte de
la familia, después de comer, Felipe, se irá
dormir con la tía Aurora y Ñonó, se irá a donde la tía Amantina,
ella lo crió desde muy pequeño. Más allá
de la alambrada los grillos cantan incesante a las estrella.
Entre mis ojos cabe
todo el universo, la noche huele a bosque seco, a luna llena y caldo de
pescado, busco el calor de mis dos hermanos mayores, me siento entre los dos y los miro con orgullo, ellos
son buenos pescadores y mejores
cazadores, un día seré como ellos y
podré ir por el monte y llegar más allá
de los limites ancestrales y cazar la quimera, para entregarle a mis padres la
felicidad eterna.
Mamá nos llama, es
hora de comer, entramos a la casa, en la sala la llama de la lamparita
jumeadora danza al compás del viento, por momentos parece que se apagará, para
luego renacer de sus cenizas como un ave fénix, está sabroso el caldo, sólo que la tilapias tienen muchas espinas hay
que comerlas con sumo cuidado para que no se quede una en la garganta, es una
pena que no apareció un coco para cocinarla, nos quedan algunas tilapias para
mañana y tres sabrosas jicoteas, para
los días siguientes, así que podremos invitar a otros vecinos a compartir
nuestra comida.
Manuel, mí pequeño y
solitario amigo hace rato se fue, tal vez con hambre, imagino que vive allá,
muy lejos, donde se ve aquella lucecita distante, él nunca ha querido llevarme
a su casa.
Ya comimos, es hora de
dormir, Felipe y Ñonó se despiden entre abrazos y sueños y me dicen que mañana
temprano me llevarán con ellos a las distantes regiones del norte, a cazar, que
me prepare, que pasarán a las seis de la mañana por mí, me voy a la cama feliz,
el corazón no me cabe en el pecho, mañana por fin podré ir cazar.
Nosotros conocemos y
amamos cada palmo de nuestra tierra, amamos al viento, las nubes, las aves, los
árboles, los animales, las mariposas, la lluvia, la primavera que hace florecer
al bosque, cada camino tiene un horizonte
que termina en nuestros sueños y en definitiva, nuestro amor por la
madre tierra, es el amor por la vida, es el amor a Dios que lo ha creado todo
tan perfecto.
Para mí lo más
importante es que se acerca el día en que podré atravesar los límites
ancestrales del monte y atrapar a la quimera, para entregarles a mis padres la
felicidad eterna.
Mientras cierro los
ojos, escucho los tambores lejanos que invitan para mañana en la noche, a
bailar en el patio de la abuela Mamá Tita, la danza de la lluvia para conjurar
la sequía.
Domingo Acevedo.