Este poema trata de nuestro regreso a nuestras tierras
después que fuimos desalojados por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en
el 1959, después de su muerte en el 1961 volvimos a recuperar nuestro
territorio pero Balaguer nos desalojo nuevamente en el 1970 y ya nunca más
pudimos volver a nuestra tierra, por eso el titulo nueve años de eternidad.
Hoy después de tanto tiempo nos queda la rabia y la
impotencia ante los abusos del estado y ver con profunda tristeza como
destruyeron la primavera para construir una ciudad.
El regreso fue feliz
desenterramos nuestros sueños petrificados debajo de la
tierra
con nuestra alegría poblamos
los espacios de la ausencia
y volvimos a correr por los caminos interminables del botao
a buscar mangos y aguacates en el fundo de la abuela Mama Tita
a levantarnos tempranito a
buscar la leche donde el tío Juan de la Rosa
a buscar agua al hotel Embajador
volvimos a caminar por los senderos de los sueños
con el alma salpicada de lunas y
estrellas
recuerdo las mañanitas frías
las horas memorables del rocío
nuestros viajes interminables hacia los amaneceres rosas de
abril
las mariposas amarillas
el olor de las guayabas
mayo que tejía con
sus hilos de plata los colores de la primavera
el relámpago
el rayo
el trueno
la lluvia
con diciembre llegaba la época del amor y la nostalgia
yo siempre me dejaba vencer por la melancolía
de esos días efímeros
adornados por las flores de pascua
el viento del norte que nos endulzaba el alma
con la tristeza de un siglo enlutecido por las guerras y el
odio
mientras que en el cielo placido del invierno
la luna llena
amarilla y redonda
como una moneda
gastada entre mis ojos
la noche buena
la navidad
el año nuevo
el día de reyes
la prisa para que anocheciera
para irnos temprano a dormir
y poner debajo de la cama
la hierba de guinea para los camellos
el vaso de agua
la menta verde
el cigarrillo crema
y el papelito con los deseos
para los reyes magos
el desvelo
y al otro día
la decepción
debajo de la cama no había ningún juguete
los reyes no pudieron entrar
León asustó a los camellos con sus ladridos
y siguieron de largo
nos quedaba la inocente tristeza
de no entender porque no teníamos
un juguete como los demás niños
porque ellos sí
y nosotros no
era tanta la impotencia
que no advertíamos
la muda tristeza de nuestros padres
que desesperados nos decían
no se apuren
la vieja Belén pasará
con algún juguete de lástima para ustedes
después de tanto tiempo
todo nos parece tan hermosamente triste
el camino real
el hotel Embajador
el campo de golf
Borronoso
La carretera de Caliche
los Transformadores
la Esperilla
el colmado de Birin
el almacén de Amarante
la pequeña escuela
el viejo maestros
que cuando Andrés Longo
se emborrachaba lo hacía huir
y tenía que dormir en el monte
doña Ericka
la esposa del embajador de Alemania en el país
que siempre nos agradeció
aquel gesto de Chobolo y Ñoño
que encontraron a sus dos hijos perdidos
en el campo de golf del hotel Embajador
y se lo entregaron sanos y salvos
las monjitas de la nunciatura
siempre tiernas y cariñosas
sor Refugio
sor Milagros
sor Inés
el seminario que estaba entre la avenida 27 de febrero
la avenida Lincoln
y la avenida Bolívar
donde hoy está la Pontificia Universidad
Católica Madre y Maestra
el padre Mancilla
los monaguillos
la misa
las catequistas
el catecismo
el bautizo
la primera comunión
hemos crecido tanto
que ya todo es desilusión
y nostalgia
los profesores
Rafael
Digna
Carmen
Eligio
Estervina
Héctor
María
que nos ensenaron de una forma
muy distinta a la que ya conocíamos
a leer
escribir
y contar
pero que no pudieron con su sabiduría
aunque lo intentaron
evitar que destruyeran el bosque
y con él
una parte importante de nuestras vidas
porque cada árbol
cada hoja
cada animal
cada ave
cada insecto
cada piedra
cada sendero
cada palmo de tierra
estaba íntimamente ligado a nuestra existencia
hoy
después de tanto años
sólo nos quedan los recuerdos
Cató
Celia
Minó
Ovidio
Cheche
La clínica de Zaiter
en donde las personas encontraban la calidez
de los afectos
de un médico dedicado a curar a los pobres
Bebe leche
Guancho
Enrique
Mambo
José Pozo
Belen la partera que con sus manos maravillosas
hacía posible que la vida ya concebida
brotara del vientre de las madres abandonadas en el olvido
Elio
Billigo
Coquillo
José Morocota
Eusebio
los Dendenes dueños de las madrugadas y el rocío
Esteban
Moncho
Lolita
el viejo Magaleno
Genoveva
Isabel la mamá de Antonio
que en enero
después de reyes
para la vieja Belén
cruzaba el horizonte
regalando juguetes y ternura
a los niños pobres
Pepé el Loco
Cohete
Mallen
DobleTapa
Julio que con sus manos de alfarero
hacía panes de ternura
que repartía en las madrugadas
a los fantasmas de la ciudad
para mitigar el hambre de toda la vida
Bertilia
Víctor Enrique
Aurora
Pipí
todavía Diego y canina
todos los días
llegan tempranito a casa
con el olor del rocío pegado en la piel
a buscar un poco de café
para luego seguir su camino
hacia los conucos
en donde la primavera
florece en sus corazones
como evidencia
de que los días de hambre
quedaron en el olvido
Mangula
Folla
Juan Ballenilla
papá Goyo
El maestro ingles
desterrado de su país
y condenado a vivir en esta tierra
en donde murió sin más gloria que el olvido
La tía agustina
El tío Alberto
Doña Lola
Silvio el hijo de Minta
Chacho que lo curaba todo con sus botellas
hechas con hojas y
raíces del bosque
Subendo
la tía Tatín
Juan de la Rosa
el abuelo Ismael
la vellonera de Andrés Longo
con aquellas canciones de Niní Cafaro
eternizándose en las noches tristes de nuestra ausencia
Taína
Minimito
Guillermo
Juan Barriga
Ninito que todavía cabalga despacio
por el camino de los atardeceres
hacia donde la abuela Mamá Tita
lo espera con los brazos abiertos
Quiquita
Titín el barbero
Tiro
Domingota
Mi madrina Zoila
el play a dónde íbamos a tirar piedras a la luna
Popó Candela
Ramón Nolasco
Ramonita
Damiana la Patana
Mario el tuerto
Mandinga en su soledad
todavía camina triste por el camino real
hacia ninguna parte
la vieja Tiesa
Salvadora
Juanita Tiro
la tía Eufemia
Caquín el zapatero plebe
remendón y borrachón
Juan caco de yuca
Felimón
Chuchú
Piringo
Zira la mamá de Fafa Taveras
Ulises su esposo
que alguna vez nos paseó a todos en su vieja motoneta
por las calles de fantasía de la ciudad
alegre de más allá de la alborada
mi padrino Higüeyano
Chenchita
el tío Gugú
Palilo
Brito el policía amigo
que después de la guerra
en esa época oscura de terror y muerte
de los 12 anos
cayó abatido
víctima de la violencia política
en una calle de Santo Domingo
Isidro el caballo
Fabrí
Rosita
Andresito el compadre de papá
que vivía en Hatillo
San Cristóbal
Eduviges que cuando supo que tenía que irse
para siempre de sus tierras
se dejó morir atropellada por un vehículo
En la avenida 27 de Febrero
frente a Manganagua
María de los Ángeles
Felipe
Pimpa
Joaquín la flecha
Josefita empeñada siempre
en esconder detrás de un disfraz varonil
sus atributos de mujer
Pichao
Guaroita
Pichón
Blanco
el tío Vallejo
solitario y tierno
vagando por la tierra que lo olvida
con su saco llenos de sueños y ternura
tocando puertas que hace siglos la vida le cerró para
siempre
el tío Rafael
Amantina
Felipito
Sergio
a donde se fue Sesen
a morir entre los recuerdos de la guerra patria
sus sueños inconcluso
y el olvido
Gero
Nego
Pascuala
Altagracita
Juliana
Aun repica en nuestra memoria
el ritmo frenético de
las tamboras
que nos llaman del pasado
para que nos juntemos
en el presente
para que no se pierda en el tiempo
el legado de los abuelos
Domingo Acevedo.