
El planeta no es una esfera perfecta: Es un esferoide oblato: está ligeramente achatado en los polos y ensanchado en el ecuador.

Se expande y contrae todos los días: Los océanos y la atmósfera ejercen presión, haciendo que la corteza “suba” o “baje” unos centímetros.

Tu peso cambia según dónde estés: Pesas más en los polos que en el ecuador por la gravedad y la rotación.

La atmósfera se extiende más de lo que crees: La exosfera, su capa más externa, llega a más de 600.000 km… ¡más allá de la Luna!

El día no siempre dura 24 horas: Hace millones de años, los días duraban apenas 18 horas; se van alargando por el efecto de la Luna.

La Tierra “recicla” su piel: La tectónica de placas renueva la corteza terrestre cada 200 millones de años.

Hay más bacterias en el suelo que humanos han existido: Un puñado de tierra puede contener más seres vivos que toda la historia de la humanidad junta.

La Tierra tiene un segundo “escudo”: Además del campo magnético, una burbuja de partículas cargadas llamada magnetosfera nos protege del Sol.

Respiras átomos de dinosaurio: El oxígeno y el agua se reciclan constantemente, así que es casi seguro que inhalas moléculas que alguna vez respiró un dinosaurio.

No es el planeta más húmedo que conoces: Sorprendentemente, hay planetas y lunas donde llueven diamantes o metano líquido… la Tierra es solo uno más en la variedad cósmica.

Nuestro planeta es un laboratorio viviente, lleno de secretos que seguimos descubriendo cada día.