lunes, junio 24, 2013

Retazos de sol.

Juncos azules 

Ríos coagulados en las mejillas del viento
lámparas heridas por el sol
prostitutas dormidas en las efímeras
 habitaciones del viento
pupilas rotas  por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada de otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres de invierno
sentado en la mesa del  hambre
un niño 

La vieja Belén

Este domingo  de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas 
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes  en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre  la espinas y las luces
de enero 
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén


Esa es mi voz

esa es mi voz
eco lejano de tamboras ahogándose
en la mirada ausente de la eternidad
madreselva que se enreda en la brisa
árbol nocturno de sonidos
barco de humo derritiéndose en la alborada
luna de papel hundiéndose en el mar
densa atmósfera de clorofila
caballo de azúcar cabalgando
sobre la arena luminosa del verano
estampa de sangre en las paredes del futuro
mi voz
eco de lágrimas salpicando las ciudades
heridas por la guerra
aroma desolado
campanas de agua
racimo de luz en el pozo de la muerte
grito  de guerra 
canto de amor
esa es mi voz


Nudo de lágrimas

Ya nadie podrá desatar el nudo de lágrimas
que me ata a tu recuerdo 
aquí estoy
perdido entre los oscuros espacios que dejan los sueños
en los resquicios de la nada
goteras de sal caen sobre las sábanas blancas del insomnio
y de luto se han ido vistiendo todos los árboles del camino
que lleva hasta mi casa
desnuda y triste la quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras anidan en los sonidos oxidados de mi voz
y hace siglos que los ojos de la ausencia lloran  mi vida
sobre las grandes capitales del mundo
el humo de las chimeneas bosteza su veneno
es la luz
un espejo donde el horizonte se mira y envejece
y en las íntimas habitaciones del agua
una sirena llora desconsolada su eternidad
y desde la ventana principal de la alborada
alguien que no conozco me dice adiós


Testimonio de mayo

He vivido atado a los recuerdos
a los momentos irrecuperables  de mi infancia
que se perdieron en el largo camino de la ausencia
a las mañanitas  memorables del rocío,
a  los días inolvidables de la primavera
a las noches esplendorosas de luna llena
aún tengo pegado en la piel
el claroscuro resplandor
de  los días interminables de mayo
el olor de los potreros guía mis pasos
 por el camino de los conucos
 hacia  la soledad inmensa de la lluvia
 y el perfume de la clorofila colorea mi voz
de mariposas
 aún los duendes invisibles del invierno
 rondan mi memoria
 y más allá  del horizonte de mis ojos
 un niño descalzo llora su hambre



Ola de sal


El tiempo se ha roto con tu ausencia
dejando un rastro de eternidad en mi voz
a veces la sensación de tu partida
levanta en mis ojos una ola de sal
que destruye las habitaciones del olvido
y todas las noches
la luz
va dejando espejos de luna
en las paredes de la alborada 
donde los niños
con los dedos tiznados de ternura 
escriben tu nombre
Miguel

A Miguel Ángel Acevedo

Árbol de pájaros azules

Árbol de pájaros azules
atrapados en los cubículos de las sombras
tres ruiseñores de sal
estampan en las paredes del olvido
tu nombre


SUSURRO IMAGINARIO

Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio
es apenas un susurro imaginario
que se pierde en la noche


ANAQUELES DEL ALMA

Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen  al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras de la tarde
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela  mamá tita todavía recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje  mantos de sombras con los que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar



                               Mano invisibles           
                                             I
Manos invisibles van taponando las heridas del horizonte
por donde se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
                                            II
La tarde lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos residuos del sol
                                           III
En el preámbulo de la noche un niño llora





Hijos póstumos del rocío 

Mis padres
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo
del relámpago y la lluvia
cuando el trueno iluminaba de misterios
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores
de una primavera truncada por el peso
de las cadenas y los arcabuces 
allá
muy lejos en la memoria
una embarcación encalla entre los arrecifes
de los sueños
y bajo el resplandor de una luna de cal
melancólicas  tamboras  atan mi vida
a la nostalgia
es aquí donde mis padres
un hombre
y una mujer
ignorados leñadores
perdidos en el confín del monte 
diseñaron este traje de carne y hueso
que he llevado puesto por tanto tiempo

A mis padres Sergio Bautista
y Cosuelo Acevedo


RAYO DE ETERNIDAD

Nací junto al  resplandor azul naranja de los sueños
en brazos de la quimera
cuando el sonido ancestral de los tambores
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea
en la telaraña de la utopía y la nostalgia
nací herido por un rayo de eternidad
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido
lejos del mar y la primavera
en el preámbulo de las mariposas
un día de otoño
cuando los soles  eclipsados  noviembre
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer



pájaros de oro

Esta tarde de de mayo
pájaros de oro Petrificados en el viento
migran hacia los oscuros rincones del agua

la quimera

La quimera
herida por un rayo de eternidad
agoniza en brazos de un ángel


el sol

El sol
con sus dedos perfumados de clorofila y rocío
golpea las puertas en penumbra del amanecer



SIRENAS DE SAL

Malecón de eternidad que el mármol salobre de las olas oxida
mar perdido en el horizonte nebuloso de la historia
puertos abandonados en los angares del olvido
barcos hundidos en un archipiélago de sangre
sirenas de sal
piratas tuertos del corazón
fantasmas devorados por el tiempo
látigo de azúcar en la espalda mutilada del futuro
murallas de arena
ciudad atrapada entre las luces y la nostalgia
siluetas aprisionadas en la telaraña de sus miedos
edificios de humo
calles que se pierden en los oscuros laberintos de las noches
y más allá de los sueños tres puertas siempre abiertas


ESPECTADORES DEL ALBA

Me abruma la terca agonía
de los indigentes de la zona colonial
residentes permanentes de las  sombras
efímeros inquilinos de las frías madrugadas de enero
invisibles espectadores del alba
van dejando por donde pasan
el aroma inconfundible del  hambre
pasajeros de un tren sin destino
son victimas de una sociedad
que en grandes vasijas de plata
lava con sangre sus manos
ignorados transeúntes de calles heridas
por  cinco mil años ausencia
cómplices de las prostitutas del conde peatonal
bohemios del rocío  y el salitre
aventureros insomnes de la miseria
lunáticos mutantes de la desdicha
que en la Duarte
frente al parque de las palomas 
se desnudan y danzan hasta morir


TRAMPA ANCESTRAL


Pedazos de luna derritiendo entre los espejos de las madrugadas
espada vencida por la gloria
relámpago anfibio
torbellino de  luz
tres naves carnívoras navegando entre la bruma  de agosto
hacia las luces y las sombras de octubre
boca llena de una luz mineral
trampa ancestral
junto al sendero del ocaso un lirio resplandece
sonidos de tamboras en la voz destemplada del viento
trapiche desolado
cañaveral ensangrentado por un sonido de cadenas rotas
danza victoriosa
litoral de cenizas
lagrimas de cera en los ojos de la quimera
y más allá del resplandor amarillo de las olas que iluminan el amanecer
cadáveres mutilados chorrean sangre sobre los pergaminos de la historia



LIRIOS Y ESPEJOS

Relámpagos sombríos
nubarrones oscuros y fugaces
truenos lejanos
mayo está cerca
las lluvias llenarán de sombras la tierra
los caminos se llenarán de lirios y espejos
y el sol dejará en mi piel un rastro de eternidad


MAYO 1961

Mayo va dejando en un portafolio de eternidad
su olor a olvido


PLATAFORMA DE SANGRE

Plataforma de sangre
una enredadera de pájaros sombríos
trepan por las paredes del miedo



EBRIOS ARLEQUINES


Calles de insomnio
malecón de ceniza
puerto de sal
río que abraza el mar
mar que besa el cielo
cielo que se traga la ciudad
ciudad amurallada en sus raíces 
por sus avenidas de luto
antiguos  transeúntes  se pierden en un pantano de luces y sombras
y en los balcones del verano
hermosas prostitutas de porcelana
la noche acorrala 
en el conde peatonal ebrios arlequines danzan bajo las lunas de otoño
y los mendigos atrapados en la telaraña incierta de su destino
todas las noches se pierden en los cubículos del hambre
y en la soledad absoluta de la indiferencia
niños que agonizan escondiéndose detrás de sus sueños
y atrapados en las catedrales del olvido
antiguos fantasmas lloran desconsolados su condena de eternidad


CROA EL SAPO

Croa el sapo
las estrellas clavan en el corazón de la noche
 sus cuchillos de sal
el viento se enreda entre los árboles
y cae a un abismo de sombras
el mar en la distancia se confunde con el cielo
en un abrazo de eternidad
y la ciudad no es más que un espejismo
que se desvanece en la mirada agónica de  los mendigos



TRAJE DE AUSENCIA

La nada me atrapó en medio de la noche
vistió mi alma con el traje de la ausencia
y me llevó a través de los sueños
A los brazos de la muerte 




LA SANGRE ES UNA FLOR

Todavía fresca la sangre en el asfalto
es una flor que el viento deshoja en la memoria



RETAZOS DE SOL

Retazos de un sol que agoniza
se escapan por las rendijas
de los árboles en el horizonte
un tropel de mariposas a la deriva
se pierden entre los pergaminos
distantes de la tarde
la luna como un anillo perdido en el  mar
resplandece y desaparece al compás
de las olas del tiempo
que la oxida y la entierra en la arena azul
del universo


Bajo la luna
con cara de ceniza
va una lechuza


Domingo Acevedo.


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