domingo, octubre 05, 2025

Nunca olvides el pasado, y siempre honrar a aquellos que se mantuvieron fuertes cuando el mundo intentó romperlos.



 Antes de que saliera el sol, un viejo carro de madera rodó lentamente por un camino polvoriento. Dentro se sentaron tres niños nativos: asustados, silenciosos, confundidos. Ayer mismo, fueron sacados de sus hogares. Los llantos de sus madres todavía resonaban en sus corazones.

Esto no fue un error. Fue un sistema diseñado para borrar quiénes eran. Escuelas como Carlisle, Chilocco, Haskell y Sherman tenían un objetivo: sacar al indio del niño.
Estos niños vinieron de naciones orgullosas: los sioux, navajo, apache, ojibwe. Llevaban idiomas antiguos, canciones sagradas y nombres llenos de significado. Pero en las puertas de la escuela, todo fue tomado.
Sus largas trenzas fueron cortadas. Sus oraciones tradicionales fueron prohibidas. El olor de cedro y salvia fue reemplazado con lejía. Si hablaban su lengua materna, eran castigados. Si lloraban, los silenciaban.
Algunos de ellos tenían sólo cinco años.
Algunos olvidaron quiénes eran. Algunos susurraron su verdad bajo mantas de lana rasguñosas. Y algunos se aferraron a sus raíces, esperando el día en que pudieran crecer de nuevo.
Hoy, los recordamos a los supervivientes. Los niños callados que se convirtieron en voces fuertes. Los que convirtieron el dolor en poder.
Porque puedes llevar a un niño lejos de su tierra, pero nunca puedes quitarle el espíritu a su gente.
Mensaje a todos: nunca olvides el pasado, y siempre honrar a aquellos que se mantuvieron fuertes cuando el mundo intentó romperlos.

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