En un orfanato de Irak, una pequeña que extrañaba profundamente a su madre encontró la manera más tierna y conmovedora de sentirla cerca: con un trozo de tiza dibujó en el suelo la silueta de su mamá, se recostó dentro de ella y se quedó dormida como si estuviera en sus brazos

. Ese gesto sencillo refleja la pureza del amor de un hijo, el vínculo indestructible con una madre y la creatividad que nace del corazón cuando busca consuelo en medio del dolor

. Un recordatorio poderoso: valoremos cada abrazo y cada momento con la familia, porque nada en el mundo puede reemplazarlo.