Se nos fue Papo, se dejó morir, no sabemos las razones por las cuales no
quiso luchar por vivir, porque se dejó morir, porque se abandono al oscuro
destino de la muerte, dejando a sus familiares y amigos con una profunda pena
en el corazón.
Siempre lo recordaremos como era, enamorado del monte, del mar y las noches
solitarias del malecón de Santo Domingo, lo imaginaremos no sabiendo que dolor
escondía en el alcohol y la soledad.
Lo imaginaremos debajo del viejo almendro contándonos historias inventadas de
viejo pescador con olor a cielo y salitre, salpicado de estrellas y una inmensa
luna llena anclada en los arrecifes de cal de sus ojos oceánicos.
Lo recordaremos siempre atravesando las noches del olvido, tratando de escapar
del dolor y la soledad en que inexplicablemente se sumergió su vida, lo recordaremos
caminando erguido hacia donde ya no llegará y en donde sus amigos que lo adoran lo esperan con los
brazos abiertos para enterrar en su alma la llama de la vida que se le extinguió.
Siempre lo recordaremos, siempre.
Domingo Acevedo.
Enero/2025