Aquí tenemos artistas a quienes
no les importa la situación de calamidad, pobreza, corrupción e inseguridad que
vive nuestros país y guardan silencio y hasta se han vendidos al gobierno por
una botella, un empleo o una pensión.
El arte es revolucionario en sí
mismo, debe ser motor de cambio, una chispa que encienda la rebeldía de los
pueblos oprimidos para que luchen por su
liberación.
Domingo Acevedo.
Mayo/16