Las sombras del insomnio.
Salen de mi corazón
y se alejan hacia las brumas del insomnio
por donde se esfuman 
dejando una aureola de sangre 
en las manos del viento 
sus pasos concéntricos
vienen de los oscuros laberintos 
de un mundo que los ignora 
y los arrincona contra las noches 
salitreras del mar caribe
por donde deambulan sonámbulos
escondiéndose en su propia miseria
bosteza el mar
parpadea el viento   
languidece el sol 
cantan los grillos 
dueños de las noches y el dolor
con su tos y su hambre 
sin mantas ni cobija 
todas las noches 
junto al mar se abrazan a la muerte
Ciudad de papel
Ciudad que todos los días mira atónita al mar Caribe
que la fecunda de salitre
embrujo de luna llena bajo estatuas de bronce y cal 
acantilado anfibio que muerde el horizonte 
ciudad de papel roída por la lluvia 
ciudad enclavada en un cateto de azúcar y sal
ciudad antigua y ambigua
ombligo de la noche 
equidistante del sol y las estrellas
ciudad recién nacida  en su
heroísmo 
en un golfo de flechas y sangre
cuidad de asombros y mendigos 
de niños podridos por la tuberculosis 
y la modernidad
ciudad de prostitutas que a las 11:30 p.m. 
en la Duarte
con París se desvanecen en su hastío
y a esa misma hora en la bolita del mundo 
un travesti hace el amor a la soledad
ciudad con sus náufragos de las 6:00 a.m.
frente al parque independencia
atrapados en su destino de transeúntes 
ciudad
horizonte de luna llena más allá de la alborada
ladrido de perros azules
refugio de los niños que huelen cemento 
y de los ancianos que beben triculí
todas las noches 
entre la Caracas
y la Ravelo
el parque Enriquillo los acoge en su agonía
la ciudad 
temblor y congoja 
vida y muerte en la zona norte
mientras que en  Capotillo
en la calle 6 
los jóvenes se sublevan 
y en la Albert
 Thomas con Ovando 
un manifestante es asesinado 
de sus heridas emerge a borbotones la primavera 
ondea el viento banderas azules
y la multitud atrincherada detrás de sus voces
retrocede
y se dispersa en las habitaciones del medio día
en el asfalto una flor tiñe de rojo la esperanza
a esa misma hora en el parque Colón 
un fantasma desnudo baila ga  ga
con la reina Isabel la
 Católica de España
la   ciudad
por sus calles de lágrimas
un niño limpiabotas  no vuelve a
su casa
se quedó dormido en un rincón de la vida
su cuerpecito de azabache tierno 
reposa tranquilo  en  manos de la 
eternidad
ciudad
heroína de todas sus guerras
que amamantó en su pecho a todos sus héroes
y enterró en la primavera a todos sus muertos
ciudad de espanto y fantasmas 
en la calle el Conde 
Nicolás de Ovando se jacta de su sadismo
y a esa misma hora en Cuba 
Hatuey es quemado en la hoguera
pero en Santo Domingo 
Enriquillo y Sebastián Lemba 
reivindican sus razas
pero por Dios no digan a nadie 
que Francis Drake  defecó  en la catedral
y usó como papel desechable 
la partida de nacimiento de Cristóbal Colón 
por eso es que nadie sabe con certeza
el origen perverso de tan 
intrépido navegante 
y no olviden que la ciudad no es más 
que un espejismo de neón líquido en la oscuridad
La que seduce y no da tregua 
He venido a edificar sobre las cenizas de mis sueños 
un monumento a la muerte 
a la terrible muerte 
a la que tiene mil ojos diseminados en el viento
la que me vigila desde mis adentros 
la que se alimenta desde mi silencio
la que se muta en mis sentimientos 
la que se prostituye con el tiempo
la humanamente inhumana muerte 
la que seduce y no da tregua 
Ojos de sal.
Aureola de sangre
ojos de  sal derritiéndose en la
noche 
lengua mineral y salobre
víscera de animal feroz
dientes de vampiro sediento  
corazón de hombre cruel 
manos asesinas
aliento pestilente
boca de palabras endemoniadas
pies de cíclope derribado
brazos de Sansón ciego
muchedumbre acorralada y temerosa
es la humanidad
Tierno corazón.
Lluvia del sal sobre la primavera
rayo carnívoro que muerde 
el corazón tierno de las nubes 
anfibios sollozos perforando la noche
piedra de sacrificio 
iluminada por la sangre de un sol ciego
virgen descorazonada 
por los demonios de sus deseos 
ángeles mutilados por el pecado
ojos que miran desde la ausencia de la muerte
hombres consumidos en su ego
niños heridos en su inocencia por la guerra
y más allá de la ira y el odio
una bandera blanca ondea en mi corazón