Caracol.
Caracol perdido en
los latidos del viento
en su lentitud el
tiempo no tiene prisa
y en el pulso del
agua
la luz de la luna
tritura las sombras de la tarde
cuando por el sendero
la noche lo arropa en
su sábana de terciopelo
y en el sueño
el silencio roba la
claridad al día
para ponerla en sus
ojos
La luna.
Ebria de soledad y
ausencia
hace surcos de agua
en tu ombligo
la luna
(pende un amuleto de ojo de
cíclope tuerto
del cuello de la profecía)
Nací bajo la sombra de un gran árbol azul
camino de sombras
carbonera tibia
bohío de tierra
piel de ceniza
voz de rocío
sol herido por un horizonte de cuervos cuajados de sangre
luna de jade en la mirada de la quimera
peregrinación de pájaros anclados en los ventanales del ocaso
flamboyán amarillo perdido en el bosque de la fantasía
tierra color del aroma del topacio
pradera de mariposas amarillas esperando el amanecer
lágrimas coaguladas en las mejillas de los últimos días de noviembre
profetas suicidándose con los cuchillos de la profecía
bajo una anacahuita de cristal sin edad
manos inútiles sacan del vientre de una virgen
el cadáver de un ángel taciturno
y en el útero anónimo de una madre
un lirio amanece
ÁRBOL DE SOMBRAS
Hace tiempo te
esperaba
llegaste dormida en
la luz de un relámpago
arropada en los sueños
vestida de silencio
descalza sobre la
transparencia de mi voz
dejando tus huellas
entre mis ojos
que te tocan
que te desnudan
que te acarician el
pubis
que trepan hasta la
cúspide imaginaria del placer
que se ahondan hasta
el orgasmo en tu sexo
mis ojos que tejen en
tu piel un vestido de música y flores
donde el alba es una
luz que se desgrana en los latidos de la pasión
tu piel que deja entre mis manos el dulce
sonido de tu aroma
que en la ausencia se
deshoja en la tentación de lo prohibido
tu cuerpo desnudo lo
dibujo en el nocturno lienzo del insomnio
y pongo dos alas en
tu espalda
cierro los ojos
y estás a mi lado
aunque hace tiempo te
alejas entre las brumas de la ausencia y el olvido
es allá
en los ignotos paraje
de los recuerdos
donde esta amor como
un árbol de sombras
germina
crece
ESPEJISMO DE LUNA
LLENA.
En mi voz
tus senos
resplandecen como el agua
bajo la luz de la
luna
dos alas crecen en tu
espalda
la noche es una flor
que en tu piel renueva sus pétalos minerales
y en la vaguedad
infinita de tus ojos
el mar pinta de
pájaros azulmarinos el horizonte
temblor del viento
detrás de los espejos aterciopelado de la alborada
libélula de cristal
atrapada en los contornos luminosos de tus fantasías
y en la voz del deseo
dos tatuajes de sal
se desnudan a la pasión
templos de leche
colinas de nata
pirámides de
azúcar
amanece en tu mirada
un sol ebrio de eternidad
y la luz
como un ángel de cristal líquido
danza en los
límite de tu desnudez y se aleja
y junto a un camino
de estrellas
en su génesis de
humedad
el rocío se desvanece
y entre tus piernas
en noches de olvido y
hastío
el fuego consume
sueños placeres
tentación de lo
infinito es el pecado de amar lo
prohibido
torres de algodón
hondura de la nada es
la distancia
que naufraga en la
pesadumbre de la ausencia
canto de sirena
tibios pezones de
miel
tu desnudez
ondula en mis
recuerdos
como un espejismo de
luna llena
BARCOS NEGREROS
En su itinerario de
horror
barcos negreros
vomitan cadáveres en una mar de topacio
anidan en el viento voces quebradas por el látigo
trapiche oxidado por
un dolor ancestral
areito fúnebre
batey desolado
aluvión sangriento
sudor que al tocar la
tierra se convierte en sangre
miradas de sal
derretidas por el sol
cadenas que atan a la
quimera al canto de las luciérnagas
luna que todas las
noches llora sobre las ceibas
caminos de luto y
gloria
cruces clavadas en el
útero de la inocencia
corazas plateadas en
donde se enseñorea la muerte
pasos que se pierden
entre las sombras en donde se cobijan los sueños
pechos reventados por
un rayo carnívoro
grito diluido en la
memoria de una raza que se extinguió en
su heroísmo
llora el tiempo en el
pecho de la noche que el viento enlutece
isla perdida en la
ruta del sol
antigua y ambigua
ubicada en un cateto
de azúcar y sangre
puerta de jade por
donde penetraron los caballos apocalípticos
a perforar con sus
arcabuces la tierna inocencia de los tainos
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen
al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras de la tarde
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía
recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje mantos de sombras con los
que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar
ESPECTADORES DEL ALBA
Me abruma la terca agonía
de los indigentes de la zona colonial
residentes permanentes de las
sombras
efímeros inquilinos de las frías madrugadas de enero
invisibles espectadores del alba
van dejando por donde pasan
el aroma inconfundible del
hambre
pasajeros de un tren sin destino
son victimas de una sociedad
que en grandes vasijas de plata
lava con sangre sus manos
ignorados transeúntes de calles heridas
por cinco mil años ausencia
cómplices de las prostitutas del conde peatonal
bohemios del rocío y el salitre
aventureros insomnes de la miseria
lunáticos mutantes de la desdicha
que en la Duarte
frente al parque de las palomas
se desnudan y danzan hasta morir
La vieja Belén
Este domingo de
tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las
grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la
espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
TRAMPA ANCESTRAL
Pedazos de luna
derritiendo entre los espejos de las madrugadas
espada vencida por la
gloria
relámpago anfibio
torbellino de luz
tres naves carnívoras
navegando entre la bruma de agosto
hacia las luces y las
sombras de octubre
boca llena de una luz
mineral
trampa ancestral
junto al sendero del
ocaso un lirio resplandece
sonidos de tamboras
en la voz destemplada del viento
trapiche desolado
cañaveral
ensangrentado por un sonido de cadenas rotas
danza victoriosa
litoral de cenizas
lagrimas de cera en
los ojos de la quimera
y más allá del
resplandor amarillo de las olas que iluminan el amanecer
cadáveres mutilados
chorrean sangre sobre los pergaminos de la historia
Domingo Acevedo.