En lugar de construir lujosos complejos turísticos o extraer recursos, está invirtiendo millones para devolver la tierra a su estado natural.
Bajo su cuidado, no habrá tala, ni minería, ni proyectos comerciales jamás. La tierra servirá como un santuario seguro para la vida silvestre, donde los bosques puedan crecer sin ser perturbados, los ríos fluir libres y las futuras generaciones puedan experimentar un paisaje intacto por manos industriales.
Escondido en lo profundo de los Adirondacks, lejos del ruido de la ciudad, este vasto territorio se mantendrá ahora como refugio para incontables especies. Conservacionistas locales han elogiado la acción, llamándola un ejemplo inspirador que podría animar a otros propietarios de tierras a **preservar en lugar de explotar sus propiedades.
La decisión de Jack Ma nos recuerda que el mayor retorno de inversión no siempre es financiero; a veces se mide en agua limpia, fauna floreciente y la serena belleza de un bosque que se le permite simplemente existir.