lunes, abril 22, 2019

Por el otro lado del camino.



Amanece, en el cielo las estrellas se resisten a ceder su espacio al azul intenso del limbo que las va apagando con sus manos aterciopelada, el alba borda de colores el horizonte y el canto de los pájaros es un grito de alegría en el viento. Cantan los gallos y el rocío en el pasto semeja un rosario de pequeñas diademas, que se derriten con los primeros rayos del sol.

Por el camino real, el olor a café se escurre en el viento más allá de los bohíos y los caminos se van llenando de pasos que se alejan hacia los conucos donde la esperanza florece en las batatas, los plátanos, la yuca, el maíz, los gandules, el mani congo, el cocombro  y las demás rubros agrícolas que cultivamos en la Esperilla.

Por el otro lado del camino Mandinga se aleja con sus pasos cansados hacia donde los Dendenes inquilinos de las noches y el rocío todavía dormitan en los amplios salones de los sueños,  esperando que la aurora traiga consigo la luz de un nuevo día mientras mi padre, solitario leñador se pierde entre las trochas invisibles del tiempo, hacia donde la esperanza se deshace entre las cenizas de los hornos vegetales que arden más allá del amanecer.

Ya amaneció, un tropel de niños solitarios se alejan alegres por el camino, hacia la única escuela del pueblo, en donde un maestro, sin más herramientas que la ternura, intenta describir con palabras el mundo de más allá de la alborada, incrédulos los niños miran con lástima al maestro que hace garabatos en la nada, tratando de dibujar máquinas increíbles, que caminan solas, que vuelan y pueden navegar por los ríos y los mares.

¿Qué es el mar profesor?
-preguntan los niños a coro
-El mar, es una inmensa laguna que parece no tener fin, con peces de colores, calamares gigantes, delfines juguetones y ballenas migratorias que en las noches habitan en la luna.

¿Qué es un río profesor?
Es un largo camino de agua que lleva a ninguna parte y  donde habitan los últimos indígenas que sobrevivieron a la crueldad de los conquistadores españoles.
Para los niños que han vivido toda su vida perdidos en su inocencia, todo lo que el maestro les dice no era más que una absurda tontería, para ellos su mundo se reducía a los conucos, los potreros y el bosque inmenso.

Más allá del sol que muere en el horizonte no hay más que árboles y pájaros fantásticos y animales gigantescos que se tragan de un solo bocado a las personas. Por eso nos está prohibido alejarnos más allá de los límites ancestrales del bosque.


Cuando los padres se dieron cuenta de que el maestro hablaba a los niños de esas absurdas tonterías, lo echaron del pueblo. él les dijo con pena, que todo intento por silenciar la verdad era inútil, no había remedio, no tenían a donde ir, ya era demasiado tarde, la modernidad se los tragaría irremediablemente.

Domingo Acevedo.

















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