EL TIO JUAN Y EL TIO ALBERTO 
Todavía el tío Juan y el tío Alberto 
cabalgan paralelos hacia los pastos 
de las distantes regiones del rocío 
ellos habitantes de las remotas soledades del sur 
arrean a prisa su ganado 
hacia los esplendorosos amaneceres de abril 
antes que mayo con sus días fatigados bajo la lluvia los alcance 
y tienda sobre el mundo su red cristalina y transparente 
atrapando en sus delgados hilos de plata el curso inefable del tiempo 
entumecido por el hielo reciente del invierno 
que bajo el sol implacable de abril se derrite 
después de un siglo de olvido 
todavía el tío Juan y el tío Alberto cabalgan en el tiempo 
erguidos sobre sus monturas van marcando sus huellas 
sobre las horas trémulas de estos amaneceres recién hechos 
de rocío y estrellas 
van reventando el aire con la furia de sus foetes 
cuyo sonido arrincona al ganado en un galope desenfrenado 
hacia los pastos de las regiones distantes del rocío 
ellos habitantes de las remotas soledades del sur 
no son más que fantasmas difuminados en el tiempo 
un símbolo errante de nuestro pasado 
que bajo los flamboyanes florecidos 
todavía se pasean por los caminos perdidos de la memoria
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La paz es el derecho que tenemos todos a una vida digna. 
Domingo Acevedo