domingo, septiembre 01, 2024

Ola de sal

 


El tiempo se ha roto con tu partida

dejando un rastro de eternidad en mi voz

tu recuerdo a veces

levanta en mis ojos una ola de sal

que humedece de tristeza mi alegría

y todas las noches

la luz

va dejando espejos de luna

en las paredes de la alborada  

donde los niños

con los dedos tiznados de ternura  

escriben tu nombre

Miguel

Domingo Acevedo.

A Miguel Ángel Acevedo

 



Ouidah

 


 

Hay un rastro reciente de cadáveres en el mar

atlántica ruta de dolor

que deja en la playa huellas de sal y sangre

muchedumbre acorralada por el látigo

empujada por el amo al cañaveral

donde bajo un sol de fuego

día a día

se derriten sus sueños

en un canto

que evoca la gloria perdida

del esclavo

que muere lejos de la tierra que lo vio nacer

encadenada la voz

en las noches lejanas

las palabras retumban en los tambores

grito de libertad que el amo no puede acallar

que en los trapiches rompe cadenas

tropel de sombras que en el amanecer

aletea hacia la libertad del quilombo

donde se recomponen los sueños

en un maniel esperanza

mientras en el palenque

los cimarrones se preparan

para tomar por asalto la aurora

Domingo Acevedo.

Mayo/2021
































Fotos tomadas de la red.

Atardece

Atardece

mayo agoniza

llovizna

los flamboyanes sueñan

Domingo Acevedo.



Foto tomada de la red.

Enrique herido de ausencia

 


 

Es aquí

prisionero de estas lágrimas

en que de tu ausencia gotean jazmines morados

sobre mi conciencia lastimada por tu partida

que ha roto mi alegría en mil pedazos

Enrique herido de distancia

pedazo de ternura que rueda por mi voz y se hace llanto

          sombra que aletea en mi memoria y se hace luz

cuando grito tu nombre

cuando te busco en las habitaciones del olvido

y sólo encuentro tristeza

sinsonte de cristal herido bajo la lluvia

relámpago súbito de flores que ilumina la noche

lirio roto junto al camino de la tarde

unicornio que cabalga solitario

por las praderas memorables de la eternidad

canto que duele en la mirada

ausencia que mina la alegría

que enlutece nuestras vidas

es aquí

Enrique

donde luchamos contra el hastío

y hacemos de tu recuerdo

una bandera que ondeamos en nuestros corazones

contra el dolor

 

Poema dedicado a Enrique Acevedo

 

 

 

Enrique

 

Enrique

quiero abrazarte tanto con este canto

darte tanto calor

tanta luz

que pueda transformar tu cadáver en una flor

y convertir este llanto eterno

en alegría perdurable

 

Poema dedicado a Enrique Acevedo




Cimarrón herido por el tiempo

 


 

Que te puedo

yo

decir

hermano

sí ya estás muerto

sí te has ido silencioso y solitario

a poblar los lejanos recintos del olvido

sí nos ha dejado aquí

solos

desamparados

tristes en el dolor de tu partida

con las miradas heridas de ausencia

con las manos vacías de ternura

acongojados

arrinconados en la angustia inmensa

de saber que te hemos perdidos para siempre

Sansón de ébano

hijo natural del bosque y la lluvia

cimarrón justiciero que tejía con los hilos del rocío

los colores horizontales de los amaneceres

centauro que habita a la sombra de los recuerdos

cazador siempre al acecho de su presa

entre los matorrales achicharrados por la sequía

pescador

dueño de las noches salitreras del mar Caribe

adormecido al arrullo del canto de los grillos

en tu voz de salitre

el mar aún arremolina estrellas y sueños

 

A mi hermano Felipe Acevedo

 

 

Ausencia

 

Felipe 

en las noches 

cuando vayamos

a cerrar las puertas de la casa

para irnos a la cama a dormir 

miraremos en la oscuridad

el fulgor lejano de las luces 

de la ciudad

con la tristeza de saber 

que ya nunca más volverás


A mi hermano Felipe Acevedo















 






 

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