Quijote de plata.
Cabalgaste sobre el lomo de la noche
bajo el embrujo de una luna
hecha de seda y cobre
soñando la esperanza
con hacer de la alegría un canto
un canto de amor solidario en América
cual quijote de plata tras un sueño
sembrando de girasoles
las viejas ciudades dormidas junto al mar
recorriendo los caminos
por donde partieron los amigos
hacia un largo exilio de prisión y muerte
cabalgaste sobre el lomo de la noche
siempre alegre
sembrando esperanzas
rompiendo cadenas que en América
nos atan a un destino de sangre
cabalgaste sobre el lomo de la noche
tras la aurora
y te quedaste dormido para siempre
entre las flores
y nosotros aquí en Quisqueya
orgullosos reivindicamos tu nombre
Eduardo
Dedicado al Dr. Eduardo Umaña Mendoza insigne abogado colombiano
Asesinado por los paramilitares en Colombia.
Vienes de la pena.
Vienes de la pena
de los días amargos de la muerte
vienes del pasado ensangrentado
vienes de un octubre
congelado en el tiempo
multiplicándote
sembrando estrellas y sueños
todo el camino
venciendo tu asma
caminando victorioso
a través de la selva
construyendo primaveras y auroras
haciendo realidad con tu vida
la utopía
vienes del pasado
resucitas todos los días
de entre los muertos
y subes a los Andes
y desde allí tu voz guerrillera
anuncia el día
que en América
los hombres con su amor
romperán las cadenas
que los atan a un destino
de miseria y dolor
Al Comandante Che Guevara
Hace tanto tiempo comandante.
Hace tanto tiempo
desde tu primera vez comandante
desde que miraste con ternura
hacia la sierra
y labraste en tus sueños la esperanza
hace tanto tiempo desde que tus ojos
trenzaron la aurora
y tu mirada llena de mariposas estivales
iluminó los caminos lejanos de la utopía
que marcó la ruta invernal
de la victoria en la HABANA
mas todavía tu figura sigue cabalgando
a través de toda nuestra América
encendiendo hogueras
alimentando sueños
agigantándose en el tiempo
ejemplarizadora
indoblegable
indestructible
tu figura de David
derrotando permanentemente
a Goliat
hace tanto tiempo desde entonces
comandante
tanto tiempo
que de aquellos días grises
de la ira y de la sangre
sólo quedan los recuerdos
el ejemplo de los que construyeron
con sus vidas el futuro
e hicieron posible que en América
en una isla la primavera
sea eterna en las corazones
de los hombres y las mujeres
que luchan
y construyen con tesón
el futuro cierto de la patria
Al Comandante Fidel Castro.
Liborio.
Liborio
allá donde habitas
los invasores
que te buscan con rabia
no podrán llegar a matarte
además
tú sabes que con tu crimen
ellos intentaron en vano
extirpar tus sueños
del corazón de tu pueblo
que aún te ama
y te venera
y te acompaña
en tus viajes hacia la utopía
recurrente del sacrificio y la gloria
que desde entonces
allá
donde caíste abatido
esas tres cruces
que se levantan lejanas
de la sangre
tienen flores permanentes
y tu nombre que los sicarios
intentaron en vano
atar al olvido
lo lleva dulcemente el viento
en su voz de bosques y montañas
hacia la eternidad
Diciembre del 1963
En las montañas lejanas
grises y frías
de un diciembre remoto
a pesar del tiempo transcurrido
el viento del invierno
aún florece amapolas
en un bosque
bordado de rizos tiernos
de lluvia y rocío
donde el alba es una cascada
luminosa de colores
horizontalmente líquidos
sobre el claro amanecer
de la utopía
que hizo posible la esperanza
en este siglo salpicado de sangre
conmovido por un horario
de lágrimas
que se alargan hasta alcanzar
el lívido reflejo
de orquídeas rotas
cuyo dolor conmueve el vuelo
transparente
de las mariposas doradas
que brotan eternas de los ojos
de los guerrilleros asesinados
en las frías montañas
de un diciembre amargo
petrificado en el tiempo
repetido pertinazmente
para que el odio no convierta
el dolor en una máscara
donde se esconda el amor necesario
para liberar la patria
A Manolo Tavarez Justo y a los que junto a él se inmolaron en las escarpadas montañas de nuestro país.
Manolo.
Manolo vive justo
Junto a las montañas
De las manaclas
Allí caído
Permanece tendido
Como una flor herida
Que se resiste a morir
Olvidada
Lejos de la noche que amaba.
I
I
Lo mataron lejos de la noche
que amaba
puñales de luna en su alma
estrellas de hielo
en sus ojos muertos
II
II
lo mataron lejos de la noche
que amaba
cinco cuchillos de acero
clavaron sus verdugos
en su carne hueca y tierna de profeta
abandonado en la noche remota
pereció de frío
de miedo murieron sus verdugos
cuando vieron que vivía
mientras moría
un perro callejero
lamió con ternura sus heridas
y lloró despacio
en la noche sin retorno del crimen
y siguió su camino
por un sendero de lirios y lunas
III
III
lo mataron lejos de la noche que amaba
cinco cuchillos de acero
mordieron su espalda
mientras galopaba
sobre el lomo de sus sueños
proscrito del tiempo
su cadáver es una flor
que en las noches sin retorno del crimen
permanece intacta
como evidencia
de que más allá de la vida
el amor a la patria permanecerá
A Narciso González.
Evidencia fatal.
Náufragos azules vomitan estrellas
en el mar de la noche
y la aurora ajena a nuestro dolor
se repite cada amanecer
más allá del horizonte
donde los gallos despiertan
con su canto el día
y donde todavía la alegría
se ahoga en lágrimas
y el alma nos duele en la nostalgia
cuando el recuerdo
de Juan Ramón
Carlos
Pedro Livio
Y Ezequiel nos abruma
y octubre
evidencia fatal de su partida
es un largo camino de lirios
y cruces hacia la eternidad
por donde partieron llenos de gloria
vestidos con sus trajes de neblina y rocío
hacia la historia
Juan Ramón
Carlos
Pedro Livio
Y Ezequiel
A los compañeros caídos en Nagua
Las sombras del insomnio.
Salen de mi corazón
y se alejan hacia las brumas del insomnio
por donde se esfuman
dejando una aureola de sangre
en las manos del viento
sus pasos concéntricos
vienen de los oscuros laberintos
de un mundo que los ignora
y los arrincona contra las noches
salitreras del mar caribe
por donde deambulan sonámbulos
escondiéndose en su propia miseria
bosteza el mar
parpadea el viento
languidece el sol
cantan los grillos
dueños de las noches y el dolor
con su tos y su hambre
sin mantas ni cobija
todas las noches
junto al mar se abrazan a la muerte
Ojos de sal.
Aureola de sangre
ojos de sal derritiéndose en la noche
lengua mineral y salobre
víscera de animal feroz
dientes de vampiro sediento
corazón de hombre cruel
manos asesinas
aliento pestilente
boca de palabras endemoniadas
pies de cíclope derribado
brazos de Sansón ciego
muchedumbre acorralada y temerosa
es la humanidad
Pergamino de lágrimas.
Mi voz dibuja en un pergamino de lágrimas
un lejano horizonte de caña y sangre
en donde el tiempo acumula
en un rincón de mi alma
voces quebradas por el látigo
Ahí va un funeral.
La luz lleva sobre sus hombros un ataúd
llora el cielo
una hilera de madres petrificadas junto al camino
se tapan el rostro con las manos
herida de ausencia la brisa congeló en su vientre
el vuelo mineral de los sinsontes
sonámbulos los árboles dicen adiós a nadie
en la distancia
los Ángeles danzan con las sombras
y un galopar incesante de trompetas
ilumina las habitaciones efímeras
que el tiempo deja en el aire al pasar
Las sombras del insomnio.
Salen de mi corazón
y se alejan hacia las brumas del insomnio
por donde se esfuman
dejando una aureola de sangre
en las manos del viento
sus pasos concéntricos
vienen de los oscuros laberintos
de un mundo que los ignora
y los arrincona contra las noches
salitreras del mar caribe
por donde deambulan sonámbulos
escondiéndose en su propia miseria
bosteza el mar
parpadea el viento
languidece el sol
cantan los grillos
dueños de las noches y el dolor
con su tos y su hambre
sin mantas ni cobija
todas las noches
junto al mar se abrazan a la muerte
Pupilas rotas por el dolor
Ríos coagulados en las mejillas del tiempo
lámparas heridas por las sombras
prostitutas dormidas en las efímeras
habitaciones del viento
pupilas rotas por el dolor
juncos azules bajo la lluvia helada del otoño
horizonte de mariposas amarillas
en las tardes fúnebres del invierno
sentado en la mesa del hambre
un niño
Tierno corazón.
Lluvia de sal sobre la primavera
rayo carnívoro que muerde
el corazón tierno de las nubes
anfibios sollozos perforando la noche
piedra de sacrificio
iluminada por la sangre de un sol ciego
virgen descorazonada
por los demonios de sus deseos
ángeles mutilados por el pecado
ojos que miran desde la ausencia de la muerte
hombres consumidos en su ego
niños heridos en su inocencia por la guerra
y más allá de la ira y el odio
una bandera blanca ondea en mi corazón
Ojos de sal.
Aureola de sangre
ojos de sal derritiéndose en la noche
lengua mineral y salobre
víscera de animal feroz
dientes de vampiro sediento
corazón de hombre cruel
manos asesinas
aliento pestilente
boca de palabras endemoniadas
pies de cíclope derribado
brazos de Sansón ciego
muchedumbre acorralada y temerosa
es la humanidad
Color del otoño.
La noche es un árbol que florece en el mar
sus ramas repentinamente concéntricas
humedecen con sus sombras
todos los confines del universo
sus hojas
pájaros color del otoño
picotean las paredes de la ciudad
que la quimera forró
de fosforescentes mariposas
El templo de jade.
Alados peces persiguen barcos remotos
calamares azules
manta rayas luminosas
ballenas suicidas
delfines de colores
tiburones perdidos en un banco de coral
un océano de sueños
ofrezco a la mujer que tiene su trono
en el templo de jade
Noche póstuma.
Tronco de árbol perezoso
que crece en el bosque de la nostalgia
raíz de agua luminosa
enredaderas de sombras
noche póstuma
hoguera celestial
enluta la primavera
la sangre de la luna herida por los siglos
Flota la luz.
Flota la luz sobre la tenue oscuridad de la alborada
cantan los gallos
aúllan los perros
se disipan las sombras
despierta el día
sonríe el sol
los pájaros salen de sus nidos y bostezan
en el arado
los hombres reivindican la vida
Muda de sangre.
Tan parecido a mí
un niño llora en mi conciencia
sus lágrimas
cuchillos de sal hieren mi voz
mudas de sangre
mis palabras pululan por la ciudad
iluminan de esperanza
los escondrijos de la muerte
En espejo de la vida.
Ese niño
que en el espejo de la vida
llora su eternidad de hambre y miseria
tiene estampado en su mirada
mi nombre
Domingo Acevedo
El dolor que no emigra-
(Poema de Ana María Garrido)
La soledad
toma formas difusas,
ingrávidas,
anárquicas.
Usurpa
los sonidos remotos
de esa música
que viene de la infancia,
del éxodo fragante del invierno
que siempre
duele más en la memoria.
Quien parte no comprende
la vulnerable
piel de la distancia,
la herrumbre silenciosa
del corazón que espera
sin celo ni codicia
los ritos redimibles del amor,
el dolor que no emigra,
la certeza del llanto
que muestra sus estrías
su sed
sus cicatrices
en el sublime
atrio de la luz.
Hay un rumor lejano
de lentas cacerías.
Hay luces con sordina,
acalladas,
erráticas
como pasos inermes
en la noche
de espejos infinitos,
la memoria del fuego
y su tácita sombra,
su espéculo de niebla,
su jubón de nostalgia.
Entre los huesos yermos
del sueño que se fuga,
la tempestad oprime
las pieles de la aurora
con su espuma de ausencia.
La luna tiene miedo
de alumbrar cuando llueve.
Los faroles se extinguen
a ras del abandono.
Y cuando la mañana
ofusca las retinas de los parques,
los perros de la noche
que todavía husmean
en las calles sin dueño
lamen en las veredas
los vestigios de muerte,
los cúmulos de olvido,
los terrones de llanto.
Ana María Garrido ( Argentina)
Vaciar un mar de dudas.
(Poemas de Angela Montoro)
Vaciar un mar de dudas en un leve fracaso de
certeza,
robar la voluntad de pensar que todo es posible,
y ya vivir saciada de silencio,
aún resignada al olvido de
un tiempo ausente.
Hoy me aferro a tu abrazo
Hoy me aferro a tu abrazo
de azúcar,
hogar y fuego,
hoy cierro los ojos a
la vida,
y sueño.
Te quiero así.
Eres aire que vuela lejano,
aroma de sol en los ojos,
fuego de dedos,
memoria verde,
tierra de ti,
tono de tiempo al final de la duda,
aún sentimiento en
mirada de otros,
pasión en rojo,
te quiero así…
Un reclamo.
El tiempo de sol será
un reclamo,
no apagará las sombras,
pero será el reflejo de
un pulso al desaliento,
arrastrará hacia otro fin
sin más ira,
y trazará el recelo del triunfo de
un olvido.
Angela Montoro. (España)