Hoy que ya no está mi padre, sólo me queda recordarlo en su infinita grandeza, de hombre bondadoso y solidario que se dejó querer de todas aquellas personas que lo conocieron
Ese hombre analfabeto y simple
Ese hombre analfabeto y simple
que nació un día después
cuando ya nadie lo esperaba
es mi padre
labriego empedernido
que descifró la nomenclatura
silvestre del bosque
hijo de la noche y el rocío
enamorado eterno de la luna
jinete invisible
cazador de quimeras
guardián de los charcos sagrados
cimarrón herido por el tiempo
Fantasma que sobrevive al olvido
en los brazos de una ciguapa
transeúnte solitario
que deja sobre el asfalto
sus huellas de mar y salitre
centauro que se pierde
más allá del paisaje horizontal
de la imaginación
que recrea memorables batallas
del hombre contra sus sueños.
Domingo Acevedo.
A mi padre.
Mis padres
I
Mis padres
habitantes de las noches
más lejanas del olvido
inquilinos del rocío
hijos de la pena
náufragos del hambre
II
Mis padres
alegres tamboreros del alba
que tejen con sus manos tiernas
los colores vegetales del bosque
anónimos cazadores de sueños
que hacen surcos de amor en el viento
en donde siembran la vida
III
Mis padres
peregrinos de la sed hundiéndose en la lluvia
temblorosas sus huellas
se deshojan en la piel arrugada
del camino amarillo del otoño
sus voces cuajadas de silencio
tienen profundas raíces de ausencia
y entre sus ojos
el sol del crepúsculo estalla en la sed
del dolor ancestral del desarraigo
pesa tanto la sangre en el recuerdo
que deja en la mirada por siempre
una pena escondida
IV
hijos de un dolor lejano
mis padres
cargan sobre sus hombros el peso
de una historia antigua y amarga
de barcos de sangre naufragando en los sueños
perforados por los disparos de los arcabuces
que en el génesis del aire
sembraron de cadáveres la primavera
salpicando de sangre los espejos del tiempo
V
Mis padres
ángeles de ternura que habitan
en los fantásticos parajes del aire
donde siembran esperanzas
en las claras llanuras del rocío
en donde el amor estalla
entre las manos del viento
y en donde la vida
a pesar de todo
germina en el canto de los labradores
Domingo Acevedo.