miércoles, febrero 05, 2020

¿Con qué impunidad Trump actúa ordenando asesinato de Soleimani?

  • Donald Trump sentada en su silla presidencial del Despacho Oval, en la Casa Blanca, desde donde gestiona su política tanto nacional como internacional.
Publicada: jueves, 30 de enero de 2020 11:34
Actualizada: jueves, 30 de enero de 2020 15:12
¿En qué poderes presidenciales se basó Trump para ordenar el asesinato del general Soleimani que llevó a EE.UU. e Irán al precipicio de una guerra abierta?
Serían muchas las “razones” que llevaron al presidente de EE.UU., Donald Trump, a desear la eliminación del comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani; sin embargo, lo que no está muy claro son sus argumentos legales sobre los que se fundamentó para ordenar asesinar a este militar persa en Bagdad, la capital iraquí.
La madrugada de 3 de enero, Soleimani y el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, y varios otros compañeros cayeron mártires en un ataque aéreo de EE.UU. contra los vehículos en los que viajaban cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad.
Horas después de la matanza, el Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) confirmó que el mandatario estadounidense emitió la orden mortal con el objetivo, según alegó el propio Trump, de “disuadir a Irán” y proteger los intereses de EE.UU. en el oeste de Asia.
Desde ese momento, todas las miradas estuvieron dirigidas a Trump para ver qué decía sobre su controvertida orden; si bien, como era de esperar, giraría en torno a su habitual discurso antiraní con el que intenta explicar diversos asuntos a la opinión pública desde que tomó el poder en 2017.  

Es curioso que, días después del funesto atentado en el aeródromo de Irak, Trump dijera a sus seguidores y donantes en su resort de Mar-a-Lago (Florida) que había mandado matar al notable militar persa, porque este había dicho “cosas malas de EE.UU.” y supuestamente representaba un peligro para la vida de los miles de soldados estadounidenses desplegados en el oeste de Asia, a más de 12 000 km de distancia de las fronteras de Estados Unidos. Esto, pese a que Soleimani destaca como una figura crucial y reconocida por su papel en la lucha contra el terrorismo regional en los últimos años.
El punto es que estas declaraciones no las formuló ni ante el Congreso ni ante la opinión pública de su país, sino que ante un puñado de sus simpatizantes que, a golpe de talonario, buscan apuntalar las posibilidades de la reelección del magnate neoyorquino en las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre, según recogió el pasado 18 de enero un informe del diario The Washington Post, que hizo eco de una grabación de los comentarios de Trump realizados en el sur de Florida.
Ante la galopante presión mediática de los medios de comunicación estadounidenses para que se aclarara los motivos de tal crimen selectivo, Trump estuvo presentando inverosímiles relatos para justificar la misión contra Soleimani y sus acompañantes caídos.

De hecho, hasta el propio el secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, llegó a admitir que no había visto ninguna “prueba” concluyente de lo que aseguraba el gobernante republicano, quien inicialmente había sostenido que el comandante persa planeaba ataques indiscriminados contra objetivos estadounidenses y luego precisó que Soleimani quería “volar” la embajada en Bagdad y más tarde habló de planes contra otras misiones.
Pasados los días y viendo que nadie se creía sus cuentos raros y sin fundamentos, el mandatario republicano confesó que “realmente no importaba” cuáles eran las razones que le llevaron a ordenar tal operación militar.
Es aquí donde uno se cuestiona cómo es posible que un presidente electo por mandato democrático del sufragio universal que le confiere poderes constitucionales a su persona puede llegar afirmar con esta prepotencia que a nadie le importa las decisiones que toma en el Despacho Oval y más cuando se trata de asuntos tan importantes, como el asesinato del destacable general iraní, que pudo desencadenar un enfrentamiento directo entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán, con impredecibles consecuencias no solo para la región sino para el resto del mundo.
Es muy grave que el mandato del pueblo estadounidense conferido a sus presidentes, sea Trump u otro dirigente de esta nación, que se jacta de ser la cuna de la implementación de la teoría política de la democracia moderna, haya sido usado para permitir, sin titubeos, mandar a sus fuerzas militares llevar a cabo asesinatos selectivos, orquestar golpes de Estado o intervenir en guerras a miles de kilómetros de sus fronteras.

No está claro lo que ocurre en EE.UU., pues desde su fundación, en 1776, no se sabe en qué preceptos se han valido los sucesivos presidentes de esta nación para tomar decisiones como mandar a eliminar a sus adversarios o enemigos políticos o militares, tanto dentro como fuera de sus fronteras. De hecho, la situación venía colmando desde hace casi 200 años, de ahí que el mandatario estadounidense Gerald Ford (1974-1977) emitiera un orden que prohibía los “asesinatos políticos”, pero dejando el significado de ese término confuso y que sus sucesores han convertido la prohibición en poco más que palabras sobre papel. 
Como se ha explicado recientemente en el diario The New York Times, la Administración de Ronald Reagan (1981-1989) argumentó que solo los asesinatos “ilegales” contaban como asesinatos, una definición que desde entonces se ha mantenido. El problema surge precisamente aquí cuando los equipos jurídicos de la Casa Blanca determinan cuándo el Gobierno estadounidense tiene el poder de matar a alguien en el extranjero, apuntó el rotativo neoyorquino.
Este es justamente una especie de razonamiento circular que hace que el uso del poder del Ejecutivo responda principalmente a quienes lo manejan, es decir al presidente de EE.UU., y su círculo más allegado; y es aquí donde uno se percata que está es exactamente la máquina de matar que Trump ha heredado de sus predecesores y la está desplegando imprudentemente en su retórica belicista contra Irán para huir hacia delante, justo cuando tenía que enfrentarse a un juicio político en el Senado de EE.UU. que pone en peligro sus aspiraciones de reelección.
krd/ncl/hnb

Erdogan arremete contra Trump: Al-Quds no está a la venta

  • El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ofrece un discurso en Estambul, 24 de enero de 2020. (Foto: AFP)
Publicada: viernes, 31 de enero de 2020 0:17
El presidente turco vuelve a condenar el llamado “acuerdo del siglo”, impulsado por Trump, y recuerda que Al-Quds es una “línea roja” para los musulmanes.
El mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, reiteró el jueves su repudio hacia el plan proisraelí e ilegal, revelado el martes por su par estadounidense, Donald Trump, bajo el supuesto de que solventará el conflicto palestino-israelí.
“Ellos lo llaman ‘acuerdo del siglo’, ¿qué acuerdo? Es un proyecto de ocupación”, reprochó Erdogan en alusión a la iniciativa de Trump que ignora todos los derechos del pueblo palestino y pretende legitimar la ocupación israelí de territorios palestinos.
En esta misma línea, el presidente turco recordó a Trump lo “sagrado” que es Al-Quds (Jerusalén) para los musulmanes. “Jerusalén es nuestra línea roja… Jerusalén no está a la venta”, aseveró.

Entre otras concesiones ilegales, Trump sugirió en su llamado “acuerdo del siglo” convertir la ciudad ocupada palestina de Al-Quds en capital “indivisible” del régimen de Israel; lo que han rechazado rotundamente el Gobierno, el pueblo y los movimientos de Resistencia de Palestina.
La iniciativa estadounidense de materializarse, denegará el derecho de retorno a los refugiados palestinos, reconocerá todos los asentamientos israelíes en la ocupada Cisjordania y, además, desmilitarizará el futuro Estado palestino.
De hecho, el llamado plan de paz de Trump anula las resoluciones previas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del tema palestino y sugiere que se le debe dar a Israel prácticamente todo lo que ha exigido.
Miles de manifestantes se tomaron las calles en varias partes de Palestina y en la capital de Jordania, Amán, en reacción a la revelación formal del plan. Desde entonces el hashtag “#FreePalestine” (Palestina Libre) se ha convertido rápidamente en una tendencia mundial en Twitter.
mnz/ncl/ask/mjs

martes, febrero 04, 2020

Coronavirus, el lado oscuro de Washington contra China

[alai-amlatina] Alainet.org Al Día - 04/02/20

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Alainet.org Al Día - 04/02/20

Español:
  • Coronavirus, el lado oscuro de Washington contra China 
    Cual bumerang. Más pronto que tarde puede revertirse el pretendido daño a China causado por la nueva epidemia del “coronavirus 2019-nCoV”, a quien resulte responsable: Donald Trump, la CIA, el Pentágono, Occidente    Salvador González Briceño
  • Venezuela   El 4 de Febrero de 1992: crónica instantánea 
    La noche del 3 de febrero de 1992 fue inmensamente larga, y para más extenderse, como una serpiente amazónica que avanza muy lentamente entre el monte y las densas aguas, se juntó a la madrugada del 4 para hacerse siamesas  Yldefonso Finol
  • El Salvador   Sobre las Memorias del Sumpul 
    El libro es un reclamo de justicia para esas familias que fueron masacradas en El Río Sumpul, en mayo de 1980, pero también es un homenaje hacia ellos y ellas, tejido del recuerdo agradecido, por parte de quienes les sobrevivieron.   Luis Armando González
  • La financiarizacion y la crisis civilizatoria: una relación odiosa 
    La actual fase del sistema capitalista denominada como financiarización de la economía, en la que se evidencia los límites propios del sistema, acarrea diferentes consecuencias tanto en el sistema productivo como en el reproductivo  John Freddy GómezCamila Andrea Galindo
  • Edición de genes: entre la realidad y la impostura 
    Las revistas científicas han informado en los últimos años algunos eventos científicos sorprendentes en el ámbito de la biología. La revista Science reportó la “creación de una célula bacteriana controlada por un genoma sintetizado químicamente”,  Oswaldo Báez Tobar
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El Super Bowl o la máxima expresión de entretenimiento machista gringo

  
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Shakira y Jennifer Lopez, en el show del medio tiempo del Super Tazón.Patrick Semansky / AP

"No es empoderamiento dar espacios a las mujeres para satisfacer los gustos masculinos que ven nuestros traseros".

Me llamó la atención un tuit feminista de Frida Angélica Gómez en el que la colaboradora de SDP Noticias cuestionaba el Super Bowl. En cuanto lo vi, pregunté a su autora, por WhatsApp, qué quería ella exactamente decir. Enseguida el tuit y la reflexión que me envió:
Esta es mi explicación. don Fede:
El fútbol americano (“americano” como desagradable sinónimo de “estadounidense”) nunca ha sido tradición de México. Así como dice su nombre, es totalmente “americano” y los valores de esa cultura son los de tal deporte. No es un simple espectáculo deportivo como lo serían los Juegos Olímpicos, por ejemplo, donde el despliegue cultural sí es representativo de las naciones que participan junto con simbolismos de la Antigua Grecia que al menos, ilumina a los que nunca escucharon hablar de Platón o Aristóteles, que ya de plano es el colmo.
Pero el Super Bowl no sólo es ajeno a los mexicanos sino que además, ha sido un evento típico de la clase media aspiracional que se va agringando en sus gustos. En ese show prevalecen ideas políticas. A veces, sensacionalistas. Otras veces, tradicionalistas pero siempre radiales y capitalistas.
El Super Bowl es un evento machista porque ha convertido a las mujeres en objetos de consumo sexual, exhibidos con mini vestidos y transparencias mientras que sus pares varones hacen gala de la masculinidad: fuerza bruta, empujones, golpes, choques de casco, musculaturas ridículas y cuerpos vestidos y protegidos por completo. Me atreví a afirmar en ese tuit que la distribución del tiempo en el Super Bowl es también machista porque de los cuatro bloques de 15 minutos cada uno que integran un partido de americano, son sesenta minutos de fuerza dedicado a los hombres. Sin contar los minutos en televisión abierta en los que se suele entrevistar a jugadores, visitar vestidores, hablar de sus trayectorias, esposas, escándalos y triunfos. Tiempo totalmente desproporcionado en relación al que se destina a las mujeres.
Las mujeres del Super Bowl tuvieron un lugar en el medio tiempo. La gente festejó la apropiación cultural latina del reggaetón, las pieles trigueñas y las caderas palpitando sin entender la estrategia imperialista y machista detrás.
JLo y Shakira ya eran dos grandes de la música desde antes del Super Bowl, pero ahora en la lógica de una población estadounidense que crece en sus vinculaciones culturales latinas, los organizadores decidieron que era momento de satisfacer al mercado. ¿Y cómo lo haría si no es objetivizando a las mujeres?
El medio tiempo de 20 minutos tuvo fragmentos no mayores de 90 segundos para cada mujer que se presentó, intercambiado con reggaetoneros que hicieron un gran show también. Y que no se me confunda de puritana. Si alguien disfruta del perreo, es la que comenta todo esto, pero el reggaetón es más que un simple tipo de música. Es un himno de protesta como en Chile lo fue Plata ta tá de MonLaferte o los 12 días de protestas contra el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló que cerraron con mucho reggaetón, Nicky Jam, Calle 13 y más música urbana con letras contra el abuso, los ricos y la desigualdad.
El medio tiempo del SúperBowl además de machista por hipersexualizar mujeres y crear lógicas de validación masculina en cuanto a la estética, capacidad estimulante erótica, de baile y atractiva, hizo un show tendiente a descafeinar la esencia urbana y social del reggaetón. No es empoderamiento dar espacios a las mujeres para satisfacer los gustos masculinos que ven nuestros traseros. No es poder que nuestra máxima participación en un espectáculo deportivo consista en vestir telas de apariencia desnuda. No es poder que hagan del reggaetón música banal hecha para replegarse. Ni es poder que los se apropien de los símbolos latinos sólo para hacer más dinero en beneficio de Estados Unidos. Para este Super Bowl, un boleto en reventa costó hasta 3,300 dólares. Ese evento siempre ha sido de élites y ahora, pensar que el evento se ha hecho latino solo por tener reggaetoneros, Shakira y JLo es no tener la menor idea. Entre los asistentes , menos del 20% son latinos.
Así que no. El reggaetón y ritmos latinos llevan ya 20 años o más en nuestras calles y nuestras fiestas, es la herencia directa del reggae, rap y otros ritmos que nacieron en la precariedad y la protesta. Pareciera que hoy, esos ricos que capitalizan al reggaetón quieren colocar a las mujeres en un sitio de “satisfactoras sexuales”, a los latinos como entretenedores de los que también se puede ganar dinero (estrategia de mercado) y al reggaetón como un elemento de “nostalgia imperialista” así como decía Rosaldo, eso que hacen las clases dominantes y adineradas cuando lamentan la destrucción de aquello que se contribuye a destruir.

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