martes, enero 14, 2020

Evidencia Fatal.






Capítulo I


Eco de eternidad

1-Casi ave


 En el horizonte  
casi ave  
casi luna 
el viento 

2-Detrás de la noche 


Detrás de la noche  
un ojo ancestral  
llora el dolor del mundo 

3-Pesada es la oscuridad


Pesada es la oscuridad  de esta noche en que el canto inefable de los grillos
enciende todas las estrellas de un cielo que se apaga entre mis ojos 


4-Hilo de sangre

Hilo de sangre con el que el tiempo teje la vida que agoniza en los sueños 

5-La primavera

Sueña la primavera que la lluvia vista de mariposas y flores 
al bosque que agoniza herido por la sequía 

6-Mi voz

Es en mi voz 
donde un ángel esconde sus alas 
se hace hombre  
y pierde el último tren a la eternidad 

7-Barco se sombra

Un barco de sombra flota en un cielo de topacio 
con su proa de luna salobre 
muerde la distancia 
hacia un puerto imaginario 
donde todas las noches una sirena 
escribe el epitafio del mar 

8-Eternidad

Un fantasma huye de su eternidad  
se esconde detrás de los espejos de la sangre 
su voz herida por la  luz  
salpica de hastío los cristales del tiempo 

9-Anacahuita

Lenta anacahuita de mi infancia 
que agoniza junto al camino de los sueños  
sus hojas 
cristalinos destellos del rocío  
se marchitan en los brazos del otoño 

10-Espigas

Espigas de rocío crecen en la voz del mar  





11-Pájaros de oro

Esta tarde de invierno 
pájaros de oro  
migran hacia los oscuros rincones del agua

12-El bohío

Más allá del bohío 
el olor vegetal de los hornos  
evidencia que el hambre ronda los días


13-Ausencia   

 Es tu ausencia  
un puñal de sal clavado  en mi voz  
que salpica de silencio las palabras 

14-Campanario de agua

Por un trozo de la tarde
asoma un sorbo amargo de sol 
campanario de agua  
que repica en la mirada del ocaso 


15-Truenos lejanos

Esos truenos lejanos y sombríos 
anuncian que mayo está cerca  
que las lluvias cubrirán de sombras la tierra   
y los caminos entre mis ojos  
se llenarán de lirios y espejos 

16-Hay mariposa en mi voz 

Hay mariposas flotando  en mi voz 
un ángel asoma a la ventana  
mira a través de mis ojos 
como los barcos anclados en el mar  
se van esfumando en la noche  




17-El maíz 


Collar vegetal de perlas amarillas 
sobre el vestido verde  
rizos de sol  


18-Sobre el río


 Mariposas color del viento  
sobre el río la luna  


19-La noche suspira nostalgia


Esta noche suspira nostalgia y melancolía
su brisa suave y fresca 
se enreda en la mirada 
y se humedece


20-Susurro imaginario

Copos de sombras manchan de ausencia el olvido 
la voz empañada por el  limo verde del ocio  
es apenas un susurro imaginario  
que se pierde en la noche

21-Oleaje de mariposas

Luminoso oleaje de mariposas en el gris crepúsculo del invierno 

 22-El sol
Caracol dormido en la pradera infinita de una mirada 
el sol  

23-Galopa sus sueños 

Sobre un unicornio invisible la lluvia galopa sus sueños 

24-Al atardecer

Perfumados paisajes de lirios en el atardecer de la vida 

25- El espejo de la vida 


 Ese niño  
que en el espejo de la vida  
llora su eternidad de hambre y miseria  
tiene estampado en su mirada  
mi nombre 


26-Cristal de agua  


Cristal de agua  
la luz se ha roto  
un arco iris






27-Cuando la noche cae 

Cuando la noche cae 
los Ángeles se esconden entre los lirios 
que adornan los caminos 
por donde la luna ondea en el viento su desnudez 


29-En noches de luna llena 

En noches de luna llena 
antes del amanecer 
se pueden ver los fantasmas 
buscando huellas en los caminos 
donde sólo hay olvido 


30-Un centauro 

Con una herida en el corazón 
postrado ante el olvido 
agoniza un centauro 
en sus ojos anegados de eternidad 
una luz se apaga 


31-En la mirada un canto 

Una luna prisionera en su eternidad 
guía mis pasos a través del tiempo 
sobre mi espalda llevo una mochila 
repleta de versos y sueños 
de alegrías y flores la voz 
y en la mirada un canto 



_32--vestigios del sol 

Aún quedan en la prima noche 
vestigios del sol 
trocitos luminosos 
que el viento arrastra más allá de este otoño 
que llevo clavado en mi voz 
luna que en mis sueños intenta ser una mariposa 


33-Eco de eternidad 

Eco de eternidad que brota de mi voz 
tibio reflejo de mariposas en la noche 
faro que guía los fantasmas perdidos en mi memoria 
telaraña divina que atrapa ángeles caídos 
árboles de cenizas 
huellas de cíclopes moribundos 
centauros que cabalgan en las infinitas praderas de la utopía 
hacia el olvido 

34-Palabras rotas


Un silencio de palabras rotas trata de justificar el olvido

35-mi voz

En la oquedad del tiempo
mi voz es el eco envejecido del silencio


36-Racimo de estrellas


Espiga de luz
llamaradas de sombras
racimos de estrellas
la noche




Capítulo II


Noche póstuma





37-Color del otoño


La noche es un árbol que florece en el mar 
sus ramas repentinamente concéntricas 
humedecen con sus sombras   
todos los confines del universo  
sus hojas  
pájaros color del otoño 
picotean las paredes de la ciudad  
que la quimera forró  
de mariposas  



38-Templo de jade


 Alados peces  persiguen barcos remotos 
calamares azules 
manta rayas luminosas 
ballenas suicidas  
delfines de colores  
tiburones perdidos en un banco de coral  
un océano de sueños  
te ofrezco 
a ti mujer 
que tienes tu trono  
en un templo de jade 


39-Noche póstuma


 Tronco de árbol perezoso 
que crece en el bosque de la nostalgia  
raíz de agua luminosa  
enredaderas de sombras  
noche póstuma 
hoguera celestial  
enluta la primavera  
la sangre de una  luna herida por los siglos   


40-Flota la luz


Flota la luz sobre la tenue oscuridad de la alborada 
cantan los gallos  
aúllan los perros 
se disipan las sombras 
despierta el día  
sonríe el sol 
los pájaros salen de sus nidos y bostezan  
en el arado  
los hombres reivindican la vida 

41-Muda la sangre


Tan parecido a mí 
un niño llora en mi conciencia  
sus lágrimas   
cuchillos de sal  
hieren mi voz 
muda de sangre  
mis palabras pululan por la ciudad  
iluminan de esperanza  
los escondrijos de la muerte 

44-Pies de cíclope


 Aureola de sangre 
ojos de  sal derritiéndose en la noche  
lengua mineral y salobre 
víscera de animal feroz 
dientes de vampiro sediento   
corazón de hombre cruel  
manos asesinas 
aliento pestilente 
boca de palabras endemoniadas 
pies de cíclope derribado 
brazos de Sansón ciego 
muchedumbre acorralada y temerosa 
es la humanidad 



45-Rayo carnívoro


Lluvia de sal sobre la primavera 
rayo carnívoro que muerde  
el corazón tierno de las nubes  
anfibios sollozos perforando la noche 
piedra de sacrificio  
iluminada por la sangre de un sol ciego 
virgen descorazonada  
por los demonios de sus deseos  
ángeles mutilados por el pecado 
ojos que miran desde la ausencia de la muerte 
hombres consumidos en su ego 
niños heridos en su inocencia por la guerra 
y más allá de la ira y el odio 
una bandera blanca ondea en mi corazón

46-Espejo de la muerte  

La luz cristalizada en una lágrima  
Apuñaló la carne 
bronca la sangre al tocar la tierra  
se levanta es sí misma   
parpadea frente al espejo de la muerte  
se ruboriza 
y luego regocijada y sin prisa 
se aleja 

47-Excepto mi voz


 Las llamas en el fuego envejecen  
son cenizas disecadas en el viento  
blanco perfil del humo  
esqueleto dormido al filo del silencio  
todo lo consume el fuego  
todo  
excepto mi voz

48-Las cenizas de mis sueños 


He venido a edificar sobre las cenizas de mis sueños  
un monumento a la muerte  
a la terrible muerte  
a la que tiene mil ojos diseminado en el viento 
la que me vigila desde mis adentros  
la que se alimenta desde mi silencio 
la que se muta en mis sentimientos  
la que se prostituye con el tiempo 
la humanamente inhumana muerte  
la que seduce y no da tregua 

49-Ruge la luz


Tumulto de colores  
la tarde se inunda de primavera 
oleaje de mariposas   
estrellándose contra los  imaginarios acantilados 
de  tu mirada 
en donde el viento clarea el horizonte  
donde el sol 
con un olor a flores fosificado 
parece una moneda  suspendida en la nada  
ágata que se rompe en la mirada de un ángel 
ruge la luz  
al compás de los tambores del silencio  
la noche hace su entrada triunfal 

50-hace tiempo 


 Parece que aquí  
todos murieron hace tiempo  
solo queda un gran árbol  
de cadáveres suspendidos en el aire  



51- Es que de pronto



Es que de pronto la sangre  
absurda 
irreverente  
inoportuna  
iluminó con su temblor repentino  
al día renovado en el odio 



Capítulo III


Rastro de eternidad


52-Espejo de agua


 Lluvia de peces dorados en la memoria  
mariposas que el viento deshoja  
en los día grises  
de un mes tardío como noviembre 
ancianos pescadores frente al mar del olvido  
espejo de agua donde una luna moribunda habita 
niños tatuados de horizonte 
sobre su conciencia cargan la luz  
la pesada luz  
la luz de la alborada 
y sobre un caballo de cristal  
una princesa de jade galopa 



53-un flor en el pecho

Hijo 
ven a los brazos de tu padre 
que hoy está solo 
no huyas 
ven abrígalo 
pon una flor en su pecho 
haz florecer en su mejilla 
el candor de la aurora 
cobíjalo bajo la sombra 
del árbol del amor 
protégelo del frío 
y la soledad 
hoy que viejo y cansado 
tendido sobre un lecho 
de hojas amarillas agoniza 

A Randor mi hijo.



54- Con alas en la espalda

Ese niño con alas en la espalda  
y el cielo en la mirada 
que todas las tardes 
como testimonio de su breve edad 
me trae en su voz de pájaro  
un ramillete de flores silvestres  
tiene en la sonrisa  
alegre la mirada 
y un corazón de azúcar derretido en mis palabras   
tierna la azucena en sus manos 
como un relámpago perfuma el sendero 
por donde sus pasos se alejan del ocaso a la aurora 
a iluminar  de ternura mi alma  


A Guarda mi hijo



55-Manuel


Eco de luna llena 
que ondula en la mirada triste del invierno 
Se que Manuel  
mi hijo más pequeño  
un día irá tras las huellas del viento  
que ondula su eternidad en el tiempo 
más allá del horizonte entre mis manos 
encontrará una estrella dormida

A Manuel mi hijo


56-un día de otoño


 Nací junto al  resplandor azul naranja de los sueños  
en brazos de la quimera  
cuando el sonido ancestral de los tambores  
atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea  
en la telaraña de la utopía y la nostalgia  
nací herido por un rayo de eternidad  
en la inefable soledad de las estrellas y el rocío 
bajo los escombros del olvido  
lejos del mar y la primavera  
en el preámbulo de las mariposas  
un día de otoño 
cuando los soles  eclipsados noviembre  
emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer 




Capitulo IV


A pesar de los pesares





57-Vestida de azul I


 Así vestida toda de azul 
me acompañas en mis sueños  
viajas conmigo por los senderos del amor  
tan feliz que te desnuda 
y danza para mi bajo la luna  
luego sudorosa y jadeante  
corres hacia  mis brazos  
y en la soledad del tiempo  
bajo las estrellas  
arropados por las sombras de la noche  
hacemos el amor 



58- Vestida de azul  II 


Busco tu rostro que la noche dibuja  
en los pergaminos de la ausencia  
la ciudad a esta hora empieza a desfallecer  
herida por las luces y la soledad  
en una esquina bajo la sombra de un farol  
una prostituta hace el amor a la nostalgia  
ebrios transeúntes suben la escalinatas 
de los sueños  
y antes del amanecer  
ante mis ojos sin ningún rubor  
se suicidan  
la ciudad  
por sus calles de asombro te busco  
entre los fantasma de la zona colonial  
y te imagino vestida de azul  
en los balcones de la alborada  
diciéndome adiós para siempre 




59- Alborada de humo 


 Escupitajo de silencio  
alborada de humo esfumándose  
detrás de los espejos distantes de la nada 
luna devorada por los cocodrilos amarillos  
del pantano nocturno  
luz herida por la luz 
anacahuita perenne  
tamboras congeladas  
en los sonidos azules del agua  
lluvia de sal  
volcán que eructa polvo  
azufre 
fuego  
y sobre la ciudadela de cristal de mis fantasmas  
desnuda 
una virgen permanece sentada 
en el trono de ámbar de mi soledad 


 60-Profecía

Perdí tu amor hace siglo
entre la soledad muda de los libros
y las cenizas ensangrentadas
y calientes
de las batallas inacabables
de imposibles victorias
que en el fragor de las noches inciertas
azotadas por un viento lúgubre
siempre torturaron mi alma
de soldado vencido
pero a pesar de mi soledad profética
no puedo renunciar a ti
aun sabiendo que soy un hombre
marcado por la tristeza milenaria
de los milicianos que fueron a la guerra
a morir por un extraño idealismo
que los fanatizó de tal manera
que nunca alcanzaron a entender
que en esa vorágine eterna
de sangre y metralla
perdían su humanidad
y se morían lejos
en la soledad de su crueldad
consumidos por el fuego helado
de un invierno eterno
que aún guarda congelado
el rostro de miedo
de los soldados muertos
en la última batalla
de la guerra del fin del mundo
y yo que sobrevivo a los designios
me resisto a perderte
y te busco más allá de la profecía
entre los espejos rotos
de los aposentos imaginarios
donde mi infancia
diluida entre la sangre
y los laureles
agoniza tras la ambarina
levedad de tus ojos
que me miran desde el olvido
más puro de tu alma



61-A pesar de los pesares

         I         
Te amo desde la plenitud
de mi soledad
en ella naufragaron barcos invisibles
sus tripulantes remotos
se resisten a morir
ahogados en el tiempo
y chapalean desesperados
en la nada
tratando de sobrevivir
al canto sublime de las sirenas
que en silencio los seduce

         II

Te amo y este siglo que palidece
al borde del abismo
me arrastra hacia un ocaso
de mariposas muertas
donde el hielo de la noche
guarda el rostro azorado
de los niños muertos
por el furor milenario
de un hambre atroz
que tritura los sueños
de las breves prostitutas

   III

Que en una ciudad junto al mar Caribe
en un frío malecón
por unas monedas venden ternura
a hombres solitarios y tristes
que se deshacen de placer
en el sexo muerto de las niñas pálidas
que en las noches lívidas
del último otoño
hacen turno para morirse de sed
ahogadas en las sombras
de una ciudad diluida
entre caricias fingidas
y túneles infinitos y estrechos
por donde se les escapa la vida
a gotas de sangre y semen

         IV

Te amo a pesar del odio
de los hombres que me apartan de ti
y me atan al olvido
y me empujan al vacío
de un siglo casi muerto
donde soy testigo de mi propia soledad
y donde se mueren las flores
marchitas por el peso
de una primavera de sangre





Capítulo V


Evidencia fatal

62-Hoy la patria 

Hoy la patria se me antoja un buen lugar 
tribuna 
desde donde pueda levantarme de mi silencio 
y elevar mi voz 
por los que sufren 
por los que pasan hambre 
por los que mueren todos los días 
atrapados tras los barrotes imaginarios de la pobreza 



63-El peso de tu ausencia.

Ha venido temprano la muerte
compañero
amaneció en estas oficinas
hizo su morada en los cubículos del tiempo
esperó traidora un descuido
y clavó sus garras en tu corazón de niño
y nos dejó huérfanos en la pena
desamparados en el llanto
vencidos en el asombro de perderte
Ramón
cargando sobre nuestras conciencias el peso de tu  ausencia
camarada


A Ramon Almanzar

64-Hace tanto tiempo comandante


Hace tanto tiempo
desde tu primera vez comandante
desde que miraste con ternura 
hacia la sierra
y labraste en tus sueños la esperanza
hace tanto tiempo desde que tus ojos
trenzaron la aurora
y tu mirada llena de mariposas estivales
iluminó los caminos lejanos de la utopía
que marcó la ruta invernal
de la victoria en la HABANA
mas todavía tu figura sigue cabalgando
a través de toda nuestra América
encendiendo hogueras
alimentando sueños
agigantándose en el tiempo
ejemplarizadora
indoblegable
indestructible
tu figura de David
derrotando permanentemente
a Goliat
hace tanto tiempo desde entonces
comandante
tanto tiempo
que de aquellos días grises
de la ira y de la sangre
sólo quedan los recuerdos
el ejemplo de los que construyeron
con sus vidas el futuro
e hicieron posible que en América
en una isla la primavera
sea eterna en las corazones
de los hombres y las mujeres
que luchan
y construyen con tesón
el futuro cierto de la patria


Al Comandante Fidel Castro

65-Vienes de a pena


Vienes de la pena
de los días amargos de la muerte
vienes del pasado ensangrentado
vienes de un octubre
congelado en el tiempo
multiplicándote
sembrando estrellas y sueños
todo el camino
venciendo tu asma
caminando victorioso
a través de la selva
construyendo primaveras y auroras
haciendo realidad con tu vida
la esperanza de un mundo nuevo
vienes del pasado
resucitas todos los días 
de entre los muertos
y subes a los Andes
y desde allí tu voz guerrillera
anuncia el día
que en América
los hombres con su amor
romperán las cadenas
que los atan a un destino
de miseria y dolor


Al Comandante Che Guevara

66-Lejos de la noche que amaba


Lo mataron lejos de la noche
que amaba
puñales de luna en su alma
estrellas de hielo
en sus ojos muertos
lo mataron lejos de la noche
que amaba
cinco cuchillos de acero
clavaron sus verdugos
en su carne hueca y tierna de profeta
abandonado en la noche remota
pereció de frío 
de miedo murieron sus verdugos
cuando vieron que vivía
mientras moría
un perro callejero
lamió con ternura sus heridas
y lloró despacio
en la noche sin retorno del crimen
y siguió su camino
por un sendero de lirios y lunas
lo mataron lejos de la noche que amaba
cinco cuchillos de acero
mordieron su espalda
mientras galopaba
sobre el lomo de sus sueños
proscrito del tiempo
su cadáver es una flor
que en las noches sin retorno del crimen
permanece intacta
como evidencia
de que más allá de la vida
el amor a la patria permanecerá


A Narciso González

67-Quisieron matar el viento


Ellos quisieron matar al viento
pero tu sonrisa
inocente y tibia
detuvo la espada asesina
y la flor se hizo canción
en primavera
y de la sangre
y las cenizas del olvido
volviste
Narcisazo
y creciste
y te hiciste pueblo
lo que siempre quisiste ser
un canto
de amor y libertad
en la voz de todos nosotros


Dedicado a Narciso González
Desaparecido en el último gobierno de Balaguer


68-Diciembre del 1963


En las montañas lejanas
grises 
y frías
de un diciembre remoto
a pesar del tiempo transcurrido
el viento del invierno
aún florecen amapolas
en un bosque
bordado de rizos tiernos
de lluvia y rocío
donde el alba es una cascada
luminosa de colores
horizontalmente líquidos
sobre el claro amanecer del sacrificio
que hizo posible la esperanza
en este siglo salpicado de sangre
conmovido por un horario de lágrimas
que se alargan hasta alcanzar
el lívido reflejo de orquídeas rotas
cuyo dolor conmueve el vuelo
transparente de las mariposas 
que brotan eternas de los ojos
de los guerrilleros asesinados
en las frías montañas
de un diciembre amargo
petrificado en el tiempo
repetido pertinazmente 
para que el odio no convierta
el dolor en una máscara
donde se esconda el amor necesario
para liberar la patria


A Manolo Tavarez Justo y a los que junto a él se inmolaron en las escarpadas montañas de nuestro país.





69-Manolo


Manolo vive justo
Junto a las montañas
de las manaclas
allí caído
permanece tendido
como una flor herida
que se resiste a morir
olvidada


A Manolo Tavarez Justo 

70-Liborio


Liborio
allá donde habitas
los invasores
que te buscan con rabia
no podrán llegar a matarte
además 
tú sabes que con tu crimen
ellos intentaron en vano
extirpar tus sueños
del corazón de tu pueblo
que aún te ama
y te venera
y te acompaña en tus viajes 
recurrente hacia el sacrificio 
y la gloria
que desde entonces
allá
donde caíste abatido
esas tres cruces
que se levantan lejanas
de la sangre
tienen flores permanentes
y tu nombre que los invasores
intentaron en vano atar al olvido
lo lleva dulcemente el viento
en su voz de bosques y montañas
hacia la eternidad


A Olivorio Mateo.

71-Barbarin


Si vamos a hablar de dignidad
Podemos sin ruborizarnos
mencionar con ternura
el nombre de Barbarín Mojica
titán antitrujillista
que burló mil veces
a los sicarios de la muerte
que amparados bajo la sombra del poder del jefe
intentaron silenciar para siempre
su voz pertinaz de mar y salitre
hidalgo hijo de esta patria
humilde trabajador portuario
que contrajo nupcias
con la causa de los pobres
y se hizo abanderado de la lucha
por la redención de los oprimidos
y no hubo cárcel para detener sus sueños
ni fusiles para segar su vida
y no pudieron los amos
comprarlo con promesas
ni con amenazas
amilanarlo los verdugos
él siguió erguido su camino
hacia la historia con la mirada
llena de caracoles y estrellas
puesta en el futuro


A Barbarín Mojica


72-ORLANDO

Oh la noche
huesos rotos 
húmedos
y ensangrentados
perros heridos
luna llena
marzo
Orlando
murciélagos de seda
rostros pálidos
ojos azules
dedos oscuros
uñas de plata
brazos de acero
recuerdos amargos
muertos transparentes
y doce años después
marzo aún está ensangrentado
por el recuerdo de Orlando asesinado
y nuevamente las flores
iluminan la ternura de sus huesos
sabes Orlando
los que te asesinaron ayer
son los mismos que hoy
ostentan el poder
por eso sé que bajo la tierra estás inquieto
indignado
es por eso que te rebelas y arañas
el silencio eterno de tus noches interminables
de las noches que sangran
por las venas rotas de este día de marzo
es por eso Orlando
por lo que lloras bajo la tierra
es por lo que tus lágrimas crecen
son manos
dedos infinitos
que señalan a los culpables de tu muerte
a esos hombres  que hoy y siempre
han hecho del poder
un argumento de represión y muerte
hoy marzo está oscuro
como hace doce años
como hace veinte años
como siempre
hoy
marzo
está lleno de periodistas enmascarados
con el corazón lleno de gusanos
y la sangre podrida
con la cara deshecha
y con los ojos manos de monedas
ensangrentadas
periodistas que beben en copas de plata
la baba repugnante del tirano
periodistas exonerados de todo dolor
de toda angustia necesaria
de toda persecución
de toda muerte violenta
periodistas que bailan
todas las noches con el tirano
no lo sabéis
él es homosexual
hoy
marzo
Orlando 
está lleno de tu ternura
de tu sonrisa alegre y solidaria
de tu sonrisa blanca
como una página sin escribir
blanca como una paloma de cristal
blanca como una gota transparente de lluvia
blanca
oh la noche
luna llena
luna de tintas
y afiches
luna redonda
luna pálida
luna que cabalga
en el potro indomable del tiempo
luna de marzo
y
hoy 
nuevamente Orlando
nos duele tu muerte
siempre nos duele tu muerte muchacho
siempre
por eso  camaradas
no basta tantas flores indiferentes
no basta tantas lágrimas hipócritas
no basta un acto multitudinario y extenso
ya basta de palabras airadas
de tantos aplausos
de tanta basura
no se han dado cuenta
Orlando
está germinando en el corazón de las flores de marzo

poema dedicado a Orlando Martinez


73-Combatientes anónimos


Yo los he visto
en todos los lugares a donde he ido
son los anónimos combatientes
de los barrios
los que con sus manos desnudas
construyen un futuro mejor
los que han regado con su sangre
el camino victorioso de la patria
ignorados combatientes del alba
comandantes estelares del rocío
en la frente una estrella
en el alma un sueño
sin tiempo para el miedo
avanzan indetenibles
hacia la victoria
yo los he visto en todos los lugares a donde he ido
hijos de nadie
sin nombres y sin apellidos
muchachos
simples muchachos de barrios
que a pesar del horror
ríen
cantan
aman
y a veces lloran por los que mueren
tratando de alcanzar
el sol de un nuevo amanecer
son ellos
los combatientes anónimos
de los barrios
los que necesariamente vencerán
los que con su amor
hacen posible la esperanza
los que en secreto con su heroísmo
construyen el futuro
son ellos
cuyos nombres olvidamos
cuando escribimos la historia
los anónimos combatientes
de los barrios


Dedicado a Manuel Vázquez (chuito) Dirigente Popular de Cotuí, quien murió a consecuencia de una golpiza que le dio la policía

74-Estupor


Después del estupor
nos queda la terrible sensación de la ausencia
y un hondo vacío nos llena
y la soledad nos atrapa
en su irreal maraña de silencio y angustia
y la alegría desde entonces
nos sabe amarga
y en medio de la pena
el recuerdo de los amigos
que partieron a destiempo
nos sobrecoge el alma
y nos deja en la boca
el sabor a sangre de la tristeza
por los que partieron con prisa y sin querer
por Mármol
que fue el constructor
infatigable de sueños
el eterno y solidario militante
el combatiente
el hombre
el amigo
leal
y humilde
abnegado
y justo
lo recuerdo
en medio de los gases lacrimógenos
y el fuego de los neumáticos
en medio de las banderas multicolores
entre los estudiantes sudorosos
y las consignas airadas
en medio de todo
siento que retorna en el viento
que germina en la lluvia
y se multiplica entre las flores
sabéis
Mármol
tiene de la noche
la estatura de las estrellas
por Ayanes
que fue siempre díscolo
romántico y fraterno
siempre presto al sacrificio
a dar lo mejor de él en la lucha
por la redención del pueblo
Ayanes
siempre vivirá entre los sueños
de la multitud que ama
y construye con tesón
el futuro cierto de la patria
por Pedro
el militante puro y simple
que nos dejó su sonrisa fresca
su tierna alegría
su ejemplo
sus sueños
un volveré impreso en la noche eterna
de un septiembre envenenado y maldito
que nos arrebató de las manos
a los amigos que no olvidaremos nunca
sé Pedro
que allá entre los sueños y la alegría
entre las mariposas y las flores
duermen ustedes apacibles
esperando que nosotros
construyamos con su ejemplo
la nueva patria
donde ustedes dejarán de ser
simples mártires de la pequeña burguesía
afiches olvidados en paredes húmedas
un recuerdo doloroso en el tiempo
y se convertirán entonces
en luz
esperanza 
amor
y libertad

Este poema está dedicado a mis compañeros de la UNER, a Pedro, Ayanes y Eduardo, caídos en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, República Dominicana

75-Viejo Roble


Sé que te levantas
de la sangre todos los días
que germinas
que creces
que vives
que los pájaros cantan
tu alegría de guitarra
y la brisa guarda
tu historia de soldado
pero sabes viejo roble
aún el viento
no logra detener el tiempo
que avanza inexorable
hacía el olvido
mas yo sigo caminando hacia ti
con mis manos
llenas de flores rojas y azules
para enterrar en tu alma la primavera
para que tu mirada quieta
se llene de pájaros y colores
de mariposas y distancias
sabes Mármol
tu ausencia remota
nos entristece y nos duele
por eso te busco incesante
entre las ruinas de la sangre
que manchó de angustia
el rostro alegre
de las horas de septiembre
entre las sombras líquidas
de mis sueños cotidianos
que corren libres y transparentes
sobre la superficie sedienta
de las montañas lejanas
allí te busco
donde sé que habitas
en el apacible eco
de los que sólo han tenido
como voz su silencio
en el ruido de átomo deshecho
por la incertidumbre de la muerte
bajo la tierra te busco
en ella
los que te aman tanto
sembraron tu cuerpo
como quien siembra un árbol
para que germine la esperanza
para que no muera la alegría
y cuando te encuentre viejo amigo
pondré en tu frente
una estrella reluciente y amarilla
para que la luz planetaria
de tu sonrisa
no se apague nunca
para que el marfil
de tus dientes muerda el alba
para que tu rostro sea un espejo puro
y cristalino
donde el hombre pueblo
se pueda mirar a sí mismo
y entienda que en el presente
hay que construir el futuro
a golpe de sacrificios dolor y sangre


A Eduardo Mármol, caído en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el 23 de Septiembre del 1990


76-Tus manos


Obrero
son tus manos
las que fabrican la ternura 
es tu sudor el que alimenta 
la tierra
y son tus sueños
los que hacen 
inmenso al universo

77-Llueve sobre la ciudad


Lágrimas y flores
llueven sobre la ciudad
sobre sus hombros un ataúd
lleva la multitud
sus voces van dejando un rastro
de golondrinas fugaces
sobre el asfalto mojado
sus manos tristes dicen adiós
a solitarios transeúntes
que bajo la lluvia pasan indiferentes
no entienden
que tanta ausencia
no nos cabe bajo la piel
porque desde entonces
para nosotros que te conocimos
camarada
la vida sin tu alegría
no volverá a ser igual
pero para no olvidarte
recogeremos los libros
y los cuadernos
los uniformes y las pizarras
el recreo y las tizas
el aula
las clases
los alumnos
tu ejemplo
y marcharemos por las calles
de tu pueblo
ondeando orgullosos
la bandera por la que caíste
para que las gentes
entiendan lo digno que fuiste


A Marino Báez 
Asesinado en Ecuador


78-Evidencia fatal


Náufragos azules vomitan estrellas
en el mar de la noche
la aurora ajena a nuestro dolor
se repite cada amanecer
más allá del horizonte
donde los gallos despiertan
con su canto el día
donde todavía la alegría
se ahoga en lágrimas
y el alma nos duele en la nostalgia
cuando el recuerdo
de Juan Ramón
Carlos
Pedro Livio
y Ezequiel nos abruma 
y octubre 
evidencia fatal de su partida
es un largo camino de lirios
y cruces hacia la eternidad
por donde partieron llenos de gloria
vestidos con sus trajes de neblina y rocío
hacia la historia
Juan Ramón
Carlos
Pedro Livio
y Ezequiel


A los compañeros caídos en Nagua


79-Sobre tus hombros


Te llevan 
no sabes la sentencia
ignoras que fue Judas Iscariote
quien te vendió
vas sereno
te insultan
te rebelas
te golpean
vas cansado
jadeante 
impotente
cargando sobre tus hombros 
todo el dolor del mundo
ensangrentado como un Cristo
hacia el gólgota
rodeado de bestias disfrazadas de humanos
algunas vestidas de gris
con pistolas y fusiles
que clavan con rabia
en tus costados
te llevan
te empujan
te resistes
no quieres continuar
entiendes ahora la traición
que a donde te llevan
te espera la muerte
te empujan 
te resistes 
te golpean
te caes
y un canalla te dispara cobarde
un tiro en un costado
y allí inesperadamente
te quedas para siempre
donde tus ojos asombrados
miran fijos las estrellas
que palpitan en tu corazón
y en un rincón de la noche
los bastardos intentaron
esconder tu cadáver
pero el viento acongojado
tocó puertas airado
abrió ventanas 
recorrió calles
y anunció tu muerte
y la luz de un lucero al amanecer
marcó la ruta donde tu cadáver
como un lirio decapitado
sobre la tierra sedienta 
permanece tranquilo
como evidencia del horror


Para Apolinar Toribio (El Patriota)


80-Quijote de plata


Cabalgaste sobre el lomo de la noche
bajo el embrujo de una luna
hecha de seda y cobre
soñando la esperanza
con hacer de la alegría un canto
un canto de amor solidario en América
cual quijote de plata tras un sueño
sembrando de girasoles
las viejas ciudades dormidas junto al mar
recorriendo los caminos
por donde partieron los amigos
hacia un largo exilio de prisión y muerte
cabalgaste sobre el lomo de la noche
siempre alegre
sembrando esperanzas
rompiendo cadenas que en América
nos atan a un destino de sangre
cabalgaste sobre el lomo de la noche
tras la aurora
y te quedaste dormido para siempre
entre las flores
y nosotros aquí en Quisqueya
orgullosos reivindicamos tu nombre
Eduardo

Dedicado al Dr. Eduardo Umaña Mendoza insigne abogado colombiano, que defendió a los dominicanos que estuvieron presos en ese país. 
Umaña, fue asesinado por los escuadrones de la muerte


81-Exilio II


Hoy añoro mi patria
desde la distancia más honda
que habita en mis recuerdos
mi patria herida
por el frío cristal del odio
herida por la humanamente 
inhumana muerte
que persigue y aniquila
a los que levantan en sus manos
la bandera multicolor
de la esperanza
la muerte enseñoreada
en su incansable maldad
la que sin tregua traspasa el tiempo
hasta el último aliento de la vida
la muerte regocijada
en su trono púrpura
escupiendo azufre
sobre el fervoroso sueño
de la multitud
la muerte
la incansable muerte
la que se esconde
detrás del estridente destello
de la metralla
la que danza alegre
al compás fúnebre de la sangre
la muerte
la infinita muerte
omnipotente y omnipresente
la que aniquila y destierra
la muerte
la fatídica muerte
la verdadera muerte
hoy añoro mi patria
desde la distancia más honda
de esta ciudad en la que habito
en México o Praga
en París o Costa Rica
en Argentina o Chile
las calles serán siempre
igualmente solas y tristes


Dedicado a Roque Dalton


82-Quienes


Quiénes mataron la flor
la palabra
el amor
la esperanza
quiénes mataron la voz
del viento
quiénes mataron
a Roque Dalton
no
ya no quiero saber quiénes
lo mataron
prefiero ignorar
que fueron ustedes
sus hermanos
sus camaradas
quienes fusilaron al poeta
junto a Pancho


a Roque Dalton Poeta Salvadoreño Asesinado


83-Exilio


No importa que me destierren 
a otros mundos inhóspitos
y lejanos
y allá me quiten la vida
para arrancarme los sueños
que tengo en el alma
no importa
me inventaré otros caminos
y volveré clandestino a tu lado
y me inventaré otra vida
y otros sueños
y los compartiré contigo
y si un día en una canción
presientes que he muerto
recuerda que la luna llena
detrás de las ramas de los árboles 
suspira y crece
como evidencia de que en las noches
en algún lugar lejano yo existo


Para María Luisa Abreu (Joselín)

84-Horas amargas


En estas horas amargas añoro tu ternura
tu mirada inefable
tu pelo que el viento azul
de las tardes rutilantes del verano alborota
tu sonrisa sonora
tu voz dulce
sí tus besos
añoro tus besos
tus caricias
tu compañía
el olor de tu piel que me ata
a tus encantos de mujer
infinita y simple
digna y valerosa
compañera mía
en estas soledades de fríos barrotes 
y paredes ensangrentadas
tu recuerdo late dentro de mí
y me da valor para no flaquear
para mantener
la firmeza de mis sueños
y la pureza de mi ideal
amor de mi vida
en estas soledades 
amo tu amor
que me da la vida que me quitan



85-Quiero que me recuerdes amor


I


Quiero amor que me recuerdes
este septiembre azul de luto
en que nuestros muertos
permanecen recientes
en el tiempo de flores
de esta primavera muerta
intacta bajo las ruinas
de la historia
que bajo las cenizas aún tibias
guardan petrificado el olor
a sangre de la pólvora
II
quiero amor que me recuerdes
precisamente esta tarde
en que después de la lluvia
por las calles húmedas y frías
ondean las banderas fúnebres
por los que se han ido
por los que ya no volverán
esta tarde en que después de la lluvia 
amordazamos nuestra ira
y todo nuestro rencor
se reduce al silencio de unas lágrimas
secretas y breves
que surgen de nuestros pechos
hechas un grito desgarrador y sordo 
que estremece los cimientos de la multitud
envuelta en su gris melancolía de lluvias
y nostalgias
que perfora el alma de cenizas
de las golondrinas de plata
que todas las tardes
sueñan con ser estrellas
de las noches cálidas
de un verano incierto
III
quiero que me recuerdes 
hoy más que nunca
Oh amor
en que para siempre
me he quedado solo
perdido entre las brumas
de esta tarde abismal
por cuya oquedad
la multitud se escapa 
del tiempo que oxida sus sueños
que la dispersa
que la arrincona contra la nada
la multitud que aún clama y grita
por los que se han ido
por los que ya no volverán
y sus gritos de siempre
se pierden entre la brizna
de la noche eterna
de un tiempo amargo
donde el terror
redujo nuestra existencia
a la clandestinidad del exilio y la muerte


Dedicado a todos los mártires
de Septiembre

86-Un sendero de cruces


I


Hoy
que la muerte uniformada
acecha escondida
tras el velo transparente
del odio


II


Hoy
que mil fusiles iracundos
han cercado la aurora


III


Hoy
que la metralla repartida
muerde la carne
inocente del día


IV


Hoy
que la sangre muda
salpica las estrellas


V


Hoy
un sendero de cruces
atraviesa el horizonte


Dedicado a: José Vásquez Castro




87-Haiti


La ciudad quedó vacía
y perdió su sonrisa
una madrugada
en que en su pecho desnudo
amanecieron
iracundos fusiles
y la alegría de los niños
quedó rota
desparramada
sobre el asfalto lívido
de las calles mutiladas
por el odio de los fascistas
que irrumpieron
abruptamente en el tiempo
y habitaron con su odio
los amplios espacios
de mármol de las horas
e hicieron de la muerte
un ritual cotidiano y macabro
de fusiles y bayonetas
penetrando borrachas
la simple ternura
de los sueños del pueblo
por alcanzar la libertad plena
sueños
que en vano intentan los gorilas
ahogar en la sangre
de la multitud acribillada


88-Aspas de sombras

Abatida por la metralla
la noche se eterniza en la mirada
ausente de la muerte
campanarios heridos por el eco oxidado
del invierno
carne desnuda en su púrpura inocencia
temblor y congoja en la selva
grito desolado
flores incineradas
aspas de sombras  
llora la sangre en alas de la eternidad  
voz quebrada de quijote
muerte que da vida a la vida
vida que no termina con la muerte
cadáveres sonámbulos girando
alrededor de la alborada
y más allá de los sueños
la esperanza aún retoña
en el acrisolado destello del rocío

A la memoria Raúl Reyes, comandante negociador de las Farc,


89-Sinfonía de guerra.

Río de sal en el rostro de un horizonte de azufre
sangre de unicornios sobre la primavera que enero marchita
voz quebrada por el hacha homicida del verdugo
tarde de cenizas que el viento diluye a lo lejos
pergaminos rotos de una historia inconclusa
Sinfonía de guerra
canto de amor y entrega
donde la eternidad es una flor que brota de cuatro  pechos
ensangrentados en su heroísmo
y allí
solos
en medio de la nada
y sin ninguna posibilidad de romper el cerco
no les quedó más que morir
aferrados a sus sueños

Dedicada a los mártires del 12 de enero.

90-Amaury.

          El viento lleva en su voz
más allá de un ocaso de sangre
el nombre de Amaury
donde las sombras sucumben a la luz de una estrella
que en su frente eterniza sus sueños
en el crepúsculo más puro de su breve vida

Dedicado a Amaury Germán Aristy






91--Febrero era gris entonces


Playa lejana
silencio de olas y espumas
silencio de polvo y arena
silencio de Caracoles
Barcarola de sueños y de ternura
uniformes
botas y fusiles
mochilas cargadas de ilusiones
guerrilleros que se alejan de la playa
rumbo a las montañas
donde el frío muerde la noche
y la muerte cabalga en el viento
y se esconde entre los árboles trémulos
y acecha uniformada
y sigue el rastro húmedo
de sus pasos sobre la hierba mojada
febrero era gris entonces
y los días 
se trasnocharon borrachos
en el silencio de los cobardes
que tenían las manos temblorosas
y la boca llena de baba
y en la sangre la angustia
y la desesperación
por haber anidado en el alma la traición
ellos Coronel
inexplicablemente callaron
la presencia de ustedes en Caracoles
pero hoy después de tantos años
hacen de tus sueños un afiche
y de febrero un escenario de flores y aplausos
cobardes
que todas sus vidas han hablado
de revolución
pero nunca han tenido el valor de empuñar un fusil
y hacer patria
seudo revolucionarios
que menstruaron de temor
blasfemos
que hacen delirar a la multitud
con sus discursos enérgicos
efímeros astros
que brillan un opaco 
firmamento de sangre
frívolos camaleones
hiedras venenosas
que van dejando tras de sí
las huellas indelebles
de la muerte y el luto
ellos te vendieron Coronel
a los vampiros
que ahogan en sangre
las más mínimas aspiraciones de libertad
de los pueblos que como el nuestro 
luchan por alcanzar la luz 
a los monstruos pálidos y crueles
que habitan en el norte de la tierra nueva
y quienes se creen con el derecho
de regir el destino del mundo 
febrero era gris entonces 
y tu piel un rastro en la arena
que se alejaba de la playa
rumbo a las montañas
donde tu voz de fusil
aún truena lejana
y hace temblar
a esos Generales indecentes
que se cagaron en los pantalones
cuando supieron de tu presencia
en Caracoles
porque ellos
nunca tuvieron tu estatura
ni tu valor
ni tu heroísmo
por eso llamaron
a sus amigos del Pentágono
quienes precisaron
la necesidad de tu muerte
y ordenaron
que enviaran la jauría tras de ti
que ávida y sedienta de tu sangre
temerosa
te buscaba incesante
entre el hambre y la fatiga de los días
eternos de febrero
donde la muerte
se escondía entre los árboles trémulos
y acechaba uniformada
la muerte
hacía su ronda cotidiana
febrero era gris entonces
y la tarde entristecida
mezcla de pólvora y sangre
se despedía furiosa
entre el ruido de los fusiles
y los gritos de los hombres
que no podían concebir
la ternura de las flores
porque menos que las bestias
no tenían noción del amor
ellos nacieron para matar
y disparaban ráfagas interminables
contra el tiempo y los árboles
contra el viento y las flores
contra la aves y las piedras
cautelosos seguían tus huellas
que ya no iban a ninguna parte
sabían que en algún lugar
te encontrarían vencido
y te arrancarían del pecho la ternura
para entregársela al tirano
como trofeo por la hazaña
de tu crimen inútil
al tirano sumiso y leal
ante los que lejos
de nuestras fronteras
propiciaron tu muerte
hoy
los encuentro en cualquier lugar
mostrando sus medallas y ascensos
e inventándose historias fantásticas
sobre tu muerte
hay hasta quienes han escrito libros
pero ellos ignoran
que tienen una deuda de sangre
que más temprano que tarde
la historia les cobrará con creces
porque yo sé Comandante Román
que tu crimen no quedará impune
rumor de plenilunio
en un aserradero abandonado
quedó el coronel herido
cuidando de su amigo moribundo 
- seguid vosotros
romped el cerco tendido
venced la muerte
que airada nos busca
la muerte que no descansará
hasta encontrarnos 
y destrozar con su odio nuestra carne
nuestros sueños
y no les importe el hambre
ni la fatiga
ni el frío
ni lo largo del camino
ni que la noche sea oscura
seguid inexorables
hacia la aurora
y construid sobre las cenizas 
de nuestros huesos la esperanza
andad seguid sin mí
y sed cautos
que la muerte está ahí
escondida entre los dientes afilados
de las piedras
entre las hojas pálidas
la muerte 
mecánica
absurda
fría
ciega
uniformada
la muerte
mezcla de sangre y lodo
vomitando su pus nauseabundo
su pus amarillento y hediondo
vomitando cuajarones de odio
la muerte está ahí violenta
amarga
real
febrero era gris entonces
y entre sueños
y promesas inútiles
te hicieron prisionero
y te ataron
eran hombres crueles
asesinos por convicción
y te llevaron ante los Generales
que complacidos te observaron
y gozaron impotentes
torturando tu carne
y después trituraron tus huesos
y un General
con su odio repugnante
te disparó cobarde
y la bala ciega
cumplió la orden de muerte
de aquel canalla
y después 
quemaron tu cadáver pero tu carne
resistió el odio y el fuego
y te enterraron 
en un valle lejano y sombrío
donde la angustia irrevocable
de tus huesos
dejó un rastro amargo de sangre
sobre la tierra
boquiabierta y sedienta
y
hoy 
después de tantos años
ellos les temen 
al silencio retorcido de tus huesos
a tu nombre 
porque ellos saben que un día
el pueblo se levantará
con tu ejemplo
y hará justicia
y entonces
necesariamente
no habrá lugar en esta tierra
ni para los canallas que vendieron tus sueños
ni para los criminales
que cobardemente te asesinaron

Al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, y a los que junto a él murieron en las
frías montañas de la Cordillera Central, tratando de alcanzar una estrella.

Capítulo VI


La insignificante grandeza


92-La primera luna de invierno

Atardece, en la punta más distante del horizonte el sol como un náufrago solitario
se hunde despacio en un océano de mariposas que revolotean alrededor de la nada. 
Las sombras como pájaros fúnebres van cayendo sobre la tierra, que ciñe sobre
su cintura su vestido de luto y por las avenidas  de las grandes capitales del mundo,
las luces montadas sobre el caballo azul del viento persiguen a las sombras
que se esconden entre las agrietadas paredes del  tiempo, dos ventanas en mi rostro
se abren al universo, en ellas un complejo organigrama de estrellas giran alrededor
de la primera luna del invierno. 







Me he quedado azorado ante el paisaje que tengo esta  tarde ante mis ojos: el mar
asoma en la distancia por encima del muelle, entre los árboles dispersos en la distancia
y las aves  marinas que rondan el cielo.
Los niños juegan a  lo lejos, saltan, corren, vocean, ríen, en la infinita felicidad
de su niñez. 
Un racimo de rulo, el primo olvidado del plátano, se recorta contra los alambres
de cobre del tendido eléctrico de alta tensión y los techos de cinc de las casas,
una doña en una silla parece dormitar agobiada por el sopor de la cuaresma mientras
el viento con su andar pausado recorre los rincones del barrio y se aleja. Hay cayenas
florecidas en los jardines  improvisados de las casas miserables del barrio.
Ahora los niños regresan de la escuela con su algarabía y su inocencia dispersa
por las calles polvorientas que se van perdiendo entre las sombras de la tarde
que languidece, dejando paso a la oscuridad de la noche que se adueña
de los rincones más inverosímiles  del barrio donde la vida transcurre sin prisa.






94-Desde donde vivo


Desde donde vivo puedo ver el mar distante levantarse más allá del muelle,
lamiendo con su lengua azul el horizonte. A veces el viento del sur nos trae residuos
de olas resecas por el sol, plumas de pelícanos gigantes, huesos de peces invisibles
y restos de barcos hundidos por los años.

El río Haina parte el muelle en dos partes iguales, el muelle que permanece iluminado
más allá de la oscuridad de los barrios haineros. De vez en cuando una bengala ilumina
la noche o un disparo largo de fusil estremece el viento y ahuyenta los polizones
y a los ladrones furtivos de mercancías baratas. 


Cuando desde mi ventana veo los barcos anclados tan lejos de los sueños, siento pena
de los marineros prisioneros del salitre y la distancia, que sueñan con hermosas sirenas
que les roban el corazón para esclavizarlos en su mundo submarino de calamares
fantásticos, caballitos tiernos de mar y peces de colores. 

95-A esta hora el camino real.

El camino real a esta hora está desierto, una brisa caliente levanta nubes de polvo
que se pierden entre los matorrales resecos.

Es mediodía, en julio el verano achicharra todo el monte y la primavera es un vestigio
lejano de flores y mariposas derretido en el recuerdo de los abuelos que debajo
de una mata de mango dormitan en el efímero esplendor de los sueños.



96-El largo camino de la esperanza.

He seguido las huellas del sol dibujadas en el rostro del atardecer, ya oscurece,
esperamos a Felipe y a Ñoñó que fueron a pescar tilapias a la laguna de Manganagua,
ha sido duro el día en el largo trajinar del hambre, la sequía  destruyó toda la cosecha,
el monte achicharrado por el sol, resplandece con las primeras estrellas
y nuestras miradas se pierden entre las sombras de la noche, esperando ver aparecer
a nuestros hermanos por el camino real.


Nos preocupa su tardanza, además el hambre ya hace estragos en nuestros estómagos,
en la cocina mamá mantiene el fuego encendido, papá aún no regresa del monte,
anda cortando la leña para mañana preparar el horno, han sido largos todos estos
días de hambre, no hay maquey, ni yambí, ni guayiga para hacer chola,  el monte
está desolado con esta prolongada sequía, hasta las aves se han ido a otros lugares.


Desde aquí puedo ver el fuego de la cocina de Popó Candela, Negra su esposa
debe estar haciendo la cena. Imagino a Miguela jugando con las sombras de la noche,
más allá de las anacahuitas gemelas,  bajo los limoncillos florecidos de eternidad
de la tía Tatín. 


El orgullo nos impide ir a pedir  un poco de comida a las casas ajenas, preferimos
morirnos de hambre inmerso en nuestra soledad. Desde aquí escuchamos las canciones
tristes de la vellonera de la pulpería de Andrés Longo, cierro los ojos y se humedecen
de estrellas.


No sabemos qué horas es, pero presentimos la presencia cercana de nuestros hermanos,
oteamos el horizonte, el viento nos trae su olor mezclado con el olor de los pescados,
suspiramos tranquilos, ya podemos sentir sus pasos certeros en la oscuridad, silban,
para decirnos que ya llegaron, viene felices, cargados de tilapias y jicoteas. 


En medio del patio nos abrazamos bajo el cielo infinito de estrellas, mamá sale
y también los abraza, nos preparamos debajo de la mata de javey, para quitarles
las escamas a los pescados, ellos apartan un poco para llevarlos a sus casas,
son muchos no nos lo comeremos todos esta noche. Papá llega, sudoroso,
con toda la oscuridad de la noche pegada en la piel, deja a Julia, libre,
que se acerca hasta donde nosotros estamos, rebuzna y sacude la cabeza,
es su manera de decirnos, yo también estoy aquí, León ladra alegre, juguetea,
salta,  nos lame las piernas y luego se acomoda en el suelo junto a nosotros.


Después de limpiar los pescados, buscamos un lugar en el patio donde encender
una fogata y nos sentamos alrededor de ella, ya mamá hierve los pescados,
hace un caldo con sal, ajo cebolla y orégano, no hay nada más, pero será suficiente
por el día de hoy. Reímos, contamos historias, entonamos canciones ancestrales,
León nos mira con asombro y Julia descansa hasta que mi padre la lleve al lugar
donde pasa la noche, cerca de la casa, debajo de la mata de café cimarrón.


 Ella y León son parte de la familia, después de comer, Felipe se irá a dormir
con la tía Aurora y Ñonó se irá a donde la tía Amantina, ella  lo crió
desde muy pequeño. Más allá de la alambrada los grillos cantan incesante
a las estrella.


Entre mis ojos cabe todo el universo, la noche huele a bosque seco, a luna llena
y caldo de pescado, busco el calor de mis dos hermanos mayores, me siento
entre  los dos y los miro con orgullo, admiro su destreza en el bosque. lo bueno
que son cazando y pescando, un día seré como ellos y podré ir por el monte
y llegar más allá de los límites ancestrales y cazar la quimera, para entregarle
a mis padres la felicidad eterna.


Mamá nos llama, es hora de comer, entramos a la casa, en la sala la llama
de la lamparita jumeadora danza al compás del viento, por momentos parece
que se apagará, para luego renacer de sus cenizas como un ave fénix, 
está sabroso el caldo, sólo que las tilapias tienen muchas espinas hay que comerlas
con sumo cuidado para que no se quede una en la garganta, es una pena no apareció
un coco para cocinarlas, nos quedan algunas para mañana y tres  jicoteas, para los días
siguientes, así que podremos invitar a otros vecinos a compartir nuestra comida.


Manuel, mí pequeño y solitario amigo hace rato se fue, tal vez con hambre, imagino
que vive allá, muy lejos, donde se ve aquella lucecita distante, él nunca ha querido
llevarme a su casa.


Ya comimos, es hora de dormir, Felipe y Ñonó se despiden entre abrazos y sueños
y me dicen que mañana temprano me llevarán con ellos a las distantes regiones del norte,
a cazar, que me prepare, que pasarán a las seis de la mañana por mí, me voy a la cama feliz,
el corazón no me cabe en el pecho, mañana por fin  podré ir cazar.


Nosotros conocemos y amamos cada palmo de nuestra tierra, amamos al viento,
las nubes, las aves, los árboles, los animales, las mariposas, la lluvia, la primavera
que hace florecer al bosque,  cada camino tiene un horizonte que termina en nuestros
sueños y en definitiva, nuestro amor por la madre tierra, es el amor por la vida,
es el amor a Dios que lo ha creado todo tan perfecto.


Para mí lo más importante es que se acerca el día en que podré atravesar los límites
ancestrales del monte y atrapar  la quimera, para entregarles a mis padres la felicidad
que siempre hemos soñado.  


Mientras cierro los ojos, escucho los tambores lejanos que invitan para mañana
en la noche a bailar en el patio de la abuela Mamá Tita, la danza de la lluvia
para conjurar la sequía.




97-labradores de sueños

Son las seis de la tarde, detrás de la casa papá prepara su montura. Julia es una burra
que nos ha acompañado en un gran trecho de nuestras vidas, ha estado ahí, en las buenas
y en las malas, sobre su lomo nos ha llevado por todos los confines de esta tierra
y más allá, a la ciudad en donde no hay espacio para los humildes labradores
que llenos de harapos por sus calles inhóspitas vendemos  nuestros sueños
perdidos en los conucos y  por las que pregonamos  a viva voz: verduuuras,
yuuuca, aguaaaaacates, maaaaangos marchanta llevo carbooon, venga marchanta
que llevo huevos criollos, para después de vender nuestros productos por miserables
monedas, perdernos nuevamente en el monte con todos nuestros sueños a cuesta.

Ya la montura está lista, León juguetea entre nuestras piernas alegre, salta, ladra,
mientras Julia nos mira con toda su ternura resumida en sus ojos tristes.
No me acuerdo cuando llegó a casa pero la recuerdo de toda la vida, desde siempre,
desde que tengo uso de razón.

Estamos detrás de la casa, bajo la mata de capá, mi madre, mi hermano Juancito,
y yo, Felipe y Ñonó no sé por dónde andan. Ya mí padre está preparado al lado
de Julia, se despide con un gesto de la mano y se monta, yo corro y me aferro
con ternura a una de sus piernas y luego me alejo para ver como él, mi padre,
se marcha por el camino en sombras a un lugar perdido en el monte, Leon 
va tras él ladrando y saltando alegre, nosotros nos quedamos parados en medio
de la noche hasta que ellos se pierden en la oscuridad.


Allá, lejos  en un claro del monte mi padre tiene un horno hecho de troncos
secos para hacer carbón vegetal, para luego venderlo en la ciudad.
Tiene que cuidarlo, por eso es que amanece todas las noches vigilándolo
para que no se incendie  porque sino en vez de carbón sólo encontrará cenizas.

En la carbonera, a la intemperie dormirá sobre algunos sacos de cabuya
que lo cubrirán del frío de la noche y los mosquitos, acompañado de los grillos
y las estrellas, las lechuzas y los murciélagos. A su lado León gruñirá a los fantasmas
que rondan la soledad de la noche en el monte, él y Julia no desampararán
a mi padre por nada del mundo, estarán siempre a su lado protegiéndolo
de toda maldad escondida entre el silencio nocturno y la oscuridad.

Mañana tempranito, antes que salga el sol, mi madre, Juancito y yo iremos
a encontrarnos con mi padre, les llevaremos un poco de café y algo de comer
ya a  esa hora el carbón estará listo para llenar cuatro o cincos sacos
para acomodarlos en el lomo de Julia y regresar a la casa, para de inmediato
tomar el camino hacia la ciudad y venderlo a algún comerciante para traernos
de comer para unos cuantos días.



98-La insignificante grandeza


Quiero dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas.
Decir que sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer
nuestros abuelos, construyeron una gran ciudad. 





Que de  esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada,
sólo recuerdos, recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia,
recuerdos tan enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros
fabulosos de mis sueños, que más allá de la polvorienta geografía de mi memoria 
iluminan los cubículos del olvido, en donde la civilización enterró toda nuestra alegría. 





Nunca advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras
tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando
entre sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real
a menos de una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía 
en todo su esplendor, sus avenidas románticas con sus ventanales que todas las tardes
dan al mar, las luces que hieren el corazón de las sombras con sus cuchillos color del oro
viejo,
sus pomposos edificios preñados de sueños, sus hermosas mujeres que hacían
hasta lo imposible para no morir de pena atrapadas por los fantasmas de  la soledad,  
sus hombres ebrios de lujuria recorriendo las calles coloniales de la ciudad,
empepillados y perfumados,  sus ruidosos y veloces  automóviles y sobre todo
sus noches bulliciosas, con sus casinos, donde el azar y la ambición  atrapaban
a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de melancolía de la Duarte
y la Mella, donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno
por lo túneles infinitos  de la fantasía.


El mar Caribe  con sus barcos fantasmas esfumándose en el horizonte,
las vidrieras de las tiendas que atrapaban nuestros sueños en el bucólico encanto
de querer tener y no poder, donde nos mirábamos hacia dentro de nosotros mismos
y terminabamos parados frente al espejo de la vida, harapientos y descalzos
en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos nosotros en ese mundo 
y de nuevo volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más
prisa que ir a los conucos, andar por los montes maroteando alguna fruta de lástima,
arrear vacas hacia las distantes regiones del rocío, cazar pajaritos endebles para mitigar
el hambre de toda la vida y en las noches alrededor de la hoguera los abuelos
en una danza nos hablaban de sus hazañas remotas,  de su largo viaje sin retorno
hasta llegar aquí, de la crueldad del látigo en sus espaldas, de cuando lucharon contra
el hombre blanco por su libertad, de sus anhelos por volver al África
y de sus raíces enterradas en estas tierras que abonaron con sudor y sangre ,
tierra, en que a pesar de todo, siempre serán extraños. 





Al final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos alejábamos 
por los caminos que los grillos iluminaban con su canto, gritando a viva
voz la alegría de compartir en una danza la vida,  al llegar al bohío
con la piel pegajosa de oscuridad dar un beso a mis padres, pedir
su bendición y acostarme en mi hamaca, hasta que el sol de un nuevo siglo
nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la modernidad. 

99-El centauro


Recuerdo con pena, como hace ya más de quinientos años de la llegada del hombre
blanco a estas tierras que las compartíamos diversas criaturas del bosque, en paz.

Ellos después de construir rústicos poblados que con el paso del tiempo se fueron
convirtiendo en hermosas ciudades, en su inmenso egoísmo no se conformaron
con la tierra que tenían  y se fueron adueñando poco a poco y a la fuerza
de todos los territorios de más allá del horizonte, donde habitábamos nosotros,
no valió que resistiéramos, los caminos se fueron tiñendo con la sangre de las criaturas 
del bosque, todo el que se opuso fue aniquilado.

Yo,  el último sobreviviente de aquellas batallas, el heroico y solitario guerrero
de las sombras, el que no pudo ser vencido por la crueldad del hombre blanco,
el que no cayó en sus engaños y trampas, el más temido y odiado. Derrotado
por el cansancio, el tiempo  y la modernidad, no me quedó más que disfrazarme
de humano para poder sobrevivir a la maldad del hombre de blanco.
Cuánto me costó adaptarme a sus defectos, y miserias, a su injusticia,
a su inhumanidad.

Hoy que el tiempo ha pasado, envejecido en mi soledad casi eterna,
arrastrando el dolor del exterminio ya no puedo, no tengo fuerzas para seguir escondiendo
por más tiempo lo que soy, es por eso que he decidido tirarme de este precipicio
hacia la libertad.

DOMINGO ACEVEDO.
2020













































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